02: La santa Starky
Capítulo 02
La santa Starky
—Rafe, cariño —me despertó mi madre— ¿estas bien? ¿Te sientes mejor?
Bostecé, aún estaba con sueño y me sentía demasiado cansado. Me habían dado calmantes como si se tratara de un caballo. Esa chica me había golpeado tan fuerte que lo único que puedo pensar es que quería asesinarme, pero ¿por qué? Es que se trataba de alguna ex que no recuerdo, es por eso que quería asesinarme, tenía más sentido. Lo único que podía decir es que las exs son algo rencorosas y psicópatas.
—¿Quieres hablar con la policía? —preguntó mi madre.
Iba a responder, pero mi padre entro a la habitación junto con el jefe de la policía.
—Una chica te denunció —habló papá.
—Pero si fue ella quien me trajo al hospital. ¿No debería yo denunciarla?
Mi padre estaba confundido.
—¿Cuál es su nombre? —pregunté.
—No es nadie —respondió papá—. No importa quién es, sino que dijo.
—Sobrino, ella jura que tu intentaste matarla porque ayudaba a un hombre a salir del sótano de tu casa —informó mi tío, el jefe de la policía.
Y mi madre empezó a reírse.
—Solo denle lo que quiere.
—No vamos a darle dinero a cualquiera que lo pida, Mona —aseguró mi padre.
—Ella está mintiendo porque quiere dinero, no voy a permitir que manche el honor y la reputación de nuestro apellido —le respondió mamá.
—Y yo tampoco le permitiré esto —aseguró— vamos a denunciarla por levantar falsos testimonios en contra de mi hijo.
La cabeza me empezaba a doler. Se me iba a partir en mil pedazos y no quería pensar en esto, no ahora.
Mire a mis padres, estaban realmente molestos, pero se molestarían aún más al saber que la chica decía la verdad.
—¿Ustedes no estaban en Hawái? —pregunté.
Mis padres se miraron. Me ocultaban algo.
—Bueno, estábamos —respondió mamá—, pero Luigi el vigilante nos llamó diciendo que encontró a mi hijo arrastrándose por el piso con la cabeza rota.
—El muy escandaloso aseguró que podía ver tu cerebro, hemos pensado lo peor.
Quería morir de risa.
—Solo es bueno para exagerar y no para hacer bien su trabajo —aseguré recordando a esa chica en el sótano.
Papá iba a hablar, pero su asistente entró.
—Señor, hay una nueva polémica sobre... su hijo —dudó en seguir hablando.
Mi padre me dio una severa mirada, claramente me hice el desentendido y hasta el moribundo.
—Oh, mamá, mamita estoy viendo a Dios —deliraba— me está acogiendo en sus brazos, no madrecita, no llores por mí, estaré en los brazos del señor descansando.
Mi padre terminó de leer la nota en su Tablet. Cerré los ojos y fingí un desmayo, eso no le impidió a mi padre para agarrarme de los hombros y sacudirme.
—Oh, Daniel, deja a Rafe, suéltalo.
Mi madre logró quitarme a papá de encima. Mientras yo fingía recomponerme lentamente.
—Ya fue suficiente, Rafe. No sigas fingiendo que mueres o peor, que te vas con el señor, cuando claramente te irías con el diablo y al infierno.
—¡Daniel! —se quejó mi madre— no le hables así al niño.
—Pues el niño no es más que un bandido, un mujeriego que no sabe tratar a las mujeres —y casi le estampa la Tablet en la cara de mamá— míralo por ti misma. ¿Hasta cuándo, Rafe? ¡Hasta cuando vas a ensuciar nuestro apellido con todas tus aventuras!
—Esperen, antes quiero aclararlo —pedí.
—Bien, te estoy escuchando, cuéntame hijo, ¿cuál es tu excelente aclaración?
—Ya había terminado con Sonia cuando salí con la pelirroja.
Y mi padre estaba tan rojo como un tomate.
—¿De qué estás hablando? —preguntó confundido.
—Estoy hablando de... ¿de qué están hablando ustedes?
—¡De que te revolcaste con la mujer del padre Fergus!
—La señora Coco me ha hecho llegar este vídeo, señor Daniel —añadió el asistente de papá.
Y todo en mi cabeza explotó.
—¿De qué vídeo hablan? —y le arranche la Tablet a papá.
Y entendí todo.
—Para aclararlo, esa mujer me dijo que se había separado de su esposo, yo le creí. También soy una víctima.
—Sáquenlo de aquí —pidió papá— porque en una de estas va a quedar peor de cómo lo dejaron.
Mamá trato de calmar a mi padre, así que preferí callarme y dejarla seguir con su trabajo. Eche con la mirada al asistente de papá, a este hombre nomas le pagábamos para que me hiciera sapada con mis padres.
—De todas formas, está el otro problema —habló mi tío— la chica.
Y mi padre volvió a mirarme. Me miro con sus ojos engrandecidos, amenazándome.
—No me digas que la chica dice la verdad.
Y yo sonreí.
—Gustavo —llamó mi padre— busca por toda la casa a ese hombre del que tanto habla esa chica.
Okey, mis padres estaban furiosos, pero era más por lo del incidente con la mujer del cura que por lo que asegura la chica que me maltrató. Mis padres son muy devotos al señor de los cielos y sin duda son muy creyentes de la palabra del cura de la iglesia a la que asisten cada domingo. En mi defensa, esa mujer era mucho para ese cura. Sin embargo, no debí creer en su palabra cuando me juro por su perro puggle llamado "Tino" que entré ella y el cura ya no había nada. Yo también fui engañado.
—Lo haré, señor.
Gustavo es el guardaespaldas de papá y su mano derecha. Este salió de la habitación y se contactó con los de seguridad, al tener respuestas volvió.
—Afirmativo, señor —informó— encontraron a un hombre joven en el sótano de la casa, está destrozado.
Y esa fue la gota que derramó el vaso.
—Ven aquí, vas a pagar por todo esto, Rafe.
Mi padre me arrastró del hospital hasta la delegación. Ahí tenían retenida a la muchacha que entró a casa anoche. Ella estaba tranquila mirando el cuadro de la abuela. Entramos a la oficina de mi tío y fue cuando ella se giró completamente para vernos.
Tembló un poco cuando entró su padre, que llegó poco después.
—Buenos días, lo siento, pero es que no sé por qué estamos aquí —comentó el hombre.
—Yo... papá —habló ella, inmediatamente se calló cuando obtuvo la mirada de su padre.
—Soy Daniel Holtyn —se presentó mi padre— su hija ha venido aquí para denunciar a mi hijo.
Y el padre de la chica pegó su mirada a ella y ella que parecía querer hablar, se quedó en completo silencio. Ya no parecía tan segura y valiente como antes.
—Lo siento, pero tienen que explicarme mejor.
—Su hija llegó esta mañana acusando a Rafe de intento de homicidio. Ella asegura que Rafe anoche tenia a un hombre en el sótano y que él intentó matarla.
—Señor, Starky —habló mi padre— queremos discul...
Y el hombre interrumpió a mi padre.
—No se preocupe —habló— mi hija va a disculparse por las mentiras que ha dicho sin ningún motivo.
Ella levantó su mirada y negó.
—No he dicho ninguna mentira —respondió.
El señor Starkey la miro una vez más, segundos y ella miro a mis padres.
—Lo siento, no debí decir ninguna mentira.
Mi padre me miró sin entender del todo, al igual que todos en la oficina. Mi padre iba a disculparse, pero terminó recibiendo disculpas.
—Señor Holtyn, me disculpo en nombre de mi hija, no fue nuestra intención hacerle perder el tiempo a ninguno de ustedes. Que tengan buen día.
Mi padre asintió y vimos marchar a ambos.
—¿Que ha pasado aquí? —preguntó mi tío.
—No sé, pero deberías aprender de esa muchacha —aseguró mi padre— ella si sabe respetar y acatar las órdenes de sus mayores. Que buen ejemplo, señoritas como ella no existen hoy en día. Que dulce chica.
Y mi padre seguía hablando bien de esa chica.
—Parece que se te olvidó que esa dulce chica me rompió la cabeza.
—No exageres, apenas y te rozó.
—Cierto, es que imposible que esa dulce chica puede lastimar a alguien, es como si fuera el vivo retrato de la madre Teresa de Calcuta. La próxima vez que la vea me arrodillo a sus pies, ¿cierto padre?
—Buena idea. Sigue sus ejemplos.
Mamá negó al vernos discutir.
—Tengo una idea. La pegaré en la puerta de mi habitación y rezaré a la santa chica.
Mi padre se detuvo.
—Toni, ¿quién es esa chica? —preguntó papá a su asistente.
Toni negó.
—¿Que me ves? Averigua todo sobre ella. Ahora estoy muy intrigado e interesado por esta chica.
Y estábamos por salir de la delegación cuando nos detuvimos para despedirnos de mi tío.
Papá me miró, luego miró a mi tío.
—Entonces ¿qué hacemos con mi sobrino?
Papá miro a mamá y ella negó.
—No, no lo hagas, Daniel.
Papá la ignoro y miro nuevamente a mi tío.
—Déjalo en una celda hasta que aprenda la lección.
Mi tío miro a sus oficiales y estos venían por mí.
—Papa, no hagas esto. ¡Ya no soy un niño!
—No, evidentemente no lo eres, pero vas a aprender a ser un hombre cueste lo que me cueste.
Mi padre ganó, terminé en una sucia y fría celda, apenas y hay donde apoyar el trasero. Sin duda mi padre estaba enloqueciendo y yo nada más soy víctima de esa loquera.
—Pero si eres un Holtyn —habló el vagabundo que estaba en mi celda.
—¡TÍO, SÁCAME DE AQUÍ!
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