Era un martes por la mañana, no sé que tiene los martes que ponen a la gente tan contenta, yo no lo siento.

Este en particular me traía malos recuerdos, un llama inesperada, una perdida, una flor destrozada.

Sin embargo, debo decir que no siempre es así, hay momentos para todo, pero hoy, me siento de la cagada.

Así que, para distraerme, salí de mi departamento, y me encaminé sin rumbo por las calles calurosas de Yokohama.

El viento fresco de la mañana me acariciaba el cabello. Las personas caminaban y observaban su alrededor, todo parece tan monótono.

Entre en una librería, había muchos ejemplares del famoso libro de Fyodor Dostoyevski.

No tengo mucho dinero para comprarlo.

Pero tengo ganas.

Viaje en el mundo de la fantasía, hasta llegar al lugar de la poesía, y eligí un libro de Voltaire, mi poeta favorito.

Luego fuí a una florería, pero en realidad era una cafetería.

Me gusta.

La cafetería se veía desgastada, pero las flores que sobresalían de los ventanales lo hacían ver estético.

El lugar era rodiado de la luz solar, en las paredes había estantes de libros, velas encendidas, me sorprendió no ver a nadie en este lugar tan mágico.

En una mesa junto a la ventana, se veía perfecta, a mi mente llegó el recuerdo de aquel chico suicida, me lo imaginé su perfil observando el ventanal, daba un aire melancólico, desconsolador.

A él le daría todo mi consuelo.

(...)

Estaba en el metro, envuelto en gente.

Tuve una tarde buena, hasta que...

Una persona me empujó, yo por ser un poco amable, no le seguí el juego, pero luego entre tantas personas me comenzaron a empujar.

Y luego, es como si volviera a mi niñez, niños empujándome por ser diferente, personas adultas esperando tanto de mí, por ser diferente.

Por ser diferente.

El aire se me agota, mi cuerpo tiembla ante el miedo y el dolor.

Me duele.

Me duele.

Me duele.

(...)

— ¿Por qué lloras, Chuuya?

No levanté la mirada de entre mis piernas, por ahora, ese era mi refugio de la maldad de mi mente.

— No es nada.

Sentí que se sentaba a mi lado.

— Debe ser por algo si estás llorando.

— Ya no tiene importancia.

Él, delicadamente pero con rapidez me levantó el rostro, y lo sostuvo en sus frías manos.

Su mirada daba una impresión de preocupación, sus ojos chocolates estaban derretidos en desconcierto, y sus manos me trasmitian consuelo.

Aunque con él nunca se sabe.

— La tiene, y siempre lo tendrá para mí, ya sea la mínima cosa, sí hace que llores, la tiene.

Seguí llorando, ahora en sus brazos, lloraba, con él todo se siente cómodo y cálido, incluso llorar.

Le quiero, espero que él también me quiera como yo lo quiero.

Con él todo es bonito.

A él todo le daré, como él me dará todo lo suyo.

Mi mente y pensamientos es suyo.

Mi cuerpo y alma es suyo.

Mi corazón y lágrimas son suyas.

Mi existencia y muerte, es suya.