Otro atardecer a su lado.

Él me invitó un café, porque cuando supo que me gustaba el vino y que bebía unas copitas, no le gustó, eh hicimos una promesa bajo el ocaso.

«Tú no beberas vino, y yo no haré ningún intento de suicidio.»

Me pareció bien, es un trato justo.

Fuimos por las calles ya oscuras, a su casa, me contó que vivía en un departamento, junto a su gato.

Me lo presento, era una bola de pelos blanca, tenía unos preciosos ojos heterocromáticos, de morado y dorado, su nombre Atsushi.

Tomamos café, mejor dicho, yo tomé, a él no le gusta el café, prefiere el té.

Hablamos de diferentes cosas, resulta que a él le gusta la literatura, y es escritor, pero que era preferible que no lo leyera, no me dijo la razón.

Como a ambos nos gusta leer, leímos "nuestra parte de la noche" Nos sentamos en el sillón, uno al lado de otro, unidos.

Atsushi se sentó encima de Dazai.

Leímos por un gran rato, en silencio, y de un momento a otro, Dazai me puso su brazo alrededor de mi cuello, atrayendome su pecho.

Puse mi mano en su mejilla, y la acaricié, lentamente lo hice.

El sonido de su corazón era rítmicamente relajante, es como una canción de cuna.

Sentí unos dedos largos y fríos acariciar mi nuca, y que quedaban enredados y se desenredaban. Esa acción estaba toda mi atención, y caí dormido en su pecho.

La primera vez que pude dormir bien fue a su lado.