todo
— Me encanta que me digas así.
Esa fue su respuesta, y de un momento a todo, la ira se convirtió en vergüenza, sentí mis mejillas arder, y no sé porque lo hacían, porque en este momento me siento tan sumiso por mis nervios.
¿Será su mirada?, no dudo que sea aquello, me mira de una manera tan, diferente. Y no me incómoda, por lo contrario, quiero que siga mirándome así, que sienta su mirada penetrarme en los secretos más profundos de mi alma, porque eso me demuestra su mirada.
De una forma cálida, lo trasmite.
Quisiera que lo trasmita con acciones o palabras.
Pero con ver sus ojos lo sé todo, y me siento bien con saber todo.
Él está cerca, tanto que puedo sentir su respiración en mi cara. Al ser más alto, él tiene que agacharse un poco para estar frente a frente.
Sus ojos en vueltos en amor me observan fijo, su sonrisa nunca desapareció, y ahora sus manos se dirigen a mi rostro y acaricia mis mejillas como cual manto que da calidez.
Me susurra lento:
— Te daría todas las estrellas del cielo.
— Ya tengo a mi lado a la estrella más brillante.
Le respondí sin dudar.
Y me obsequio un beso.
Aquella noche hicimos una promesa bajo las luces de velas resplandecientes, una cama, y un suéter que me prestó.
Y que se lo robaré, porque me gusta su aroma.
Entre caminos de besos que él dejó en mis caderas, en los besos que dimos perdiendo el aliento en ello.
Dejando que el manto de la noche nos abrace con su brisa fresca, sus besos dejaba en mi rostro como flores.
Haciendo florecer lo que tengo en mi interior. Quise saber algo, ya que lo exigía mi corazón saber.
— Dazai.
Le llamé, mientras le revolvía lentamente el cabello.
— Chuuya.
Tenía su atención, ya no podía retroceder.
— ¿Prometes contarme todo?
Él, que tenía los ojos cerrados, los abrió y me miró con sus pupilas dilatadas. Su mirada era serena, pero en el fondo de esos ojos chocolates algo se removió, como una tormenta, porque todo sería diferente.
Y a pesar que ambos sabemos que sería diferente y difícil, Dazai me sonrió con cariño.
— Lo prometo, Chuuya.
Con ello me arrope en su pecho, con su aroma hogareño y tranquilo.
Nos acurrucamos creando calor, dejando envolvernos por el amor.
Todo cambiará.
Todo cambió.
Todo.
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