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Capítulo 1

Junio 2020

—Charlie no olvides mis libros!—grito desde debajo de la puerta de entrada, no estoy muy lejos de él pero puedo ver claramente como rueda sus ojos. Acaso en una mudanza lo más importante no es la caja con los libros?

—No crees que sería más importante la cuna del bebé?—pregunta—antes que tus libros?

—Cariño, como crees que educaré a este niño?—señalo mi pronunciada barriga—si no tengo lo más importante: los libros

—Millie...

—Si?

—Entremos por favor, creo que el embarazo te está volviendo loca

—Tu crees? A mi me parece que me está yendo de maravilla—río, pero claramente esto último es mentira, no es algo nuevo saber que un embarazo no es para nada bonito y hermoso tal y como lo cuentan los libros y las peliculas, desde que me he enterado que estoy embarazada mis hormonas están a flor de piel diría el dicho, tengo la necesidad de comer cada media hora,—ya era algo que me sucedía antes pero ahora es con más frecuencia—mis tobillos están más tiempo hinchados que normales, mi cintura está en peor condiciones que la de mi abuela nona—y eso que ella tiene 94 años...— aunque lo que más detesto son las náuseas que aparecen en cualquier momento y a cualquier hora del día, al igual que mi irritable mal humor, pobre Charlie con lo que tiene que vivir.

La organización y orden de la casa duró varias horas, fue un arduo trabajo. No para mi, claramente. Teniendo en cuenta mi estado, este me permitió hacer algo sencillo: ordenar las alacenas sentada en un taburete y controlar que las cosas estuviesen perfectamente colocadas. Esta tarea tenía una parte negativa y otra positiva. La positiva: no hice esfuerzo físico ninguno y como la profesional que soy en diseño de interiores era quien dirigía la batuta tanto dentro como fuera de la casa. Pero lo negativo era que estaba demasiado tiempo cerca de la cocina y eso me llevaba a una sola cosa:

—Otra vez estás comiendo?—me reprende Charlie al mismo tiempo que estoy a punto de darle un gran bocado a mi comida

—Necesito alimentar a este niño con buena comida—me excuso

—Una hamburguesa que es más grande que tu cara no creo que sea considerada "buena comida"

—Tu sabes que yo te amo... pero tus ensaladas harán que el pobre niño te odie sin siquiera haber nacido—Charlie me extiende una servilleta—Si tú la quieres aún está en la heladera—me encojo de hombros

Casarse con un hombre que es nutricionista parecía buena idea hasta que llega el momento en el que te dice que comer tortas de chocolate y beber gaseosas es malo para la salud del bebé. Para una persona que ama las cosas dulces es algo difícil de poder cumplir.

—Estoy exhausta...—digo sentándome en uno de los sofá de la sala.
Charlie y Los otros dos chicos que vinieron a ayudarnos me observan con su boca abierta y los brazos en jarra.—Que?—pregunto. Charlie niega con la cabeza y se aleja de mi junto a los jóvenes.

No he hecho una mudanza desde que mis padres se han separado y había olvidado lo tedioso que era, no es como si hubiese ayudado mucho, pero bueno, este niño aquí dentro me impide hacer más cosas de las que había creído, pero es una suerte tener a Charlie a mi lado, desde que nos enteramos que íbamos a ser padres —hace siete meses atrás—él no se ha despegado de mi, y lo digo literalmente, si fuese por él me ayudaría a ir incluso al baño.

Aquí sentada observo todo a mi alrededor y me siento como si estuviese en un cuento de hadas, esos en los que los personajes tienen una vida bonita y perfecta, la planifican desde pequeños y finalmente en la edad adulta eso por lo que tanto soñaron se cumple, y allí llega el final feliz y el típico "y vivieron felices por siempre". Así me siento en este momento, Charlie y yo nos conocemos desde que nacimos, en un momento de nuestra infancia bromeamos que íbamos a casarnos, tener muchos bebés y estar juntos toda la vida, pero por situaciones de la vida cuando tenía siete años, mis padres se divorciaron y nuestra amistad se vio afectada, yo me mudé con mi madre a Dallas, mientras que Charlie permaneció en Luisiana. Estuvimos separados doce años hasta que la vida nos volvió a unir cuando coincidimos en una fiesta de universitarios, allí comenzamos a vernos más seguido, recordar los hermosos momentos que habíamos vivido de pequeños, hablamos de las alocadas ideas que teníamos y finalmente luego de años de citas cada dos meses, llamadas a la distancia y videollamadas todos los días nos volvimos a reencontrar, pero esa vez como algo más que amigos, como algo más que vecinos que se conocían de toda la vida, esa vez nos reencontramos como novio y novia, y luego de cinco años como esposo y esposa. Hoy, a mis treinta y dos años puedo decir que la vida me ha dado todo lo que siempre he querido: una familia. Mi familia nunca fue perfecta —ninguna familia lo es— luego del divorcio ya nada era igual, no solo me había separado de Charlie y de mis amigos del instituto, sino que también de los familiares de mi padre, luego de una gran discusión perdí todo contacto que tenía con el y con sus parientes, las festividades ya no eran lo mismo, mis cumpleaños tampoco. Habían involucrado a una inocente niña de siete años en una discusión de pareja, en una discusión que a ella no le concernía en absoluto, a partir de allí ya nada sería igual, todo había cambiado y no para bien.

Hasta que apareció Charlie.

Él fue quien le devolvió el sentido a mi vida, fue quien con una sonrisa cambiaba mi humor, con tan solo oír si voz a través de la línea del teléfono cada día lograba hacerme recordar mi vida en Luisiana pero no de forma triste, nostálgica y con odio, sino que todo lo contrario me hizo sentir de nuevo en casa, en mi hogar, ese lugar que hasta el día de hoy no había podido volver a saber que era sentirse en casa.

Hoy, de vuelta en Dallas puedo decir que Charlie fue quien me abrió los ojos, fue quien me animó a volver a ese lugar que tantos recuerdos me dió, a ese lugar que en algún momento lo consideré mi hogar. No estaremos en la misma casa, ni en el mismo barrio, pero sí estamos en Dallas, y eso para mí, es suficiente.
Estoy donde quiero estar y con quien —o mejor dicho quienes en un futuro no muy lejanos—quiero estar.

—Millie...—oigo gritar a Charlie desde la cocina y me quita de mii ensimismamiento—has tomado las vitaminas hoy?

—Te amo Charlie—me levanto del sofá haciendo un gran esfuerzo ya que mi barriga me impide moverme con facilidad y estampo mis labios con los suyos

—Yo también te amo Millie

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