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20

Ka Di y Soo Mi eran las princesas más importantes del reino, esposas de los dos príncipes que eran los hijos mayores del rey. A pesar de que se conocían desde niñas, nunca fueron cercanas y, con el paso del tiempo, su relación sólo se hizo cada vez más incómoda y pesada para ambas. Ka Di era la heredera del trono y la nuera más adorada del rey, mientras que la esposa del segundo príncipe casi nunca era invitada por sus suegros. Jamás faltaba a sus modales, pero no era precisamente simpática. 

La hija de los Lee fue durante mucho tiempo una de las candidatas perfectas para casarse con el príncipe heredero, pero el amor que había crecido entre Minho y Ka Di fue más fuerte y consiguieron permanecer juntos gracias a la intervención directa del monarca. Desde entonces, Soo Mi la vio como la usurpadora de lo que ella consideraba "su puesto" en la jerarquía política y social del reino. Sin contar que su personalidad no brillaba tanto como la de su concuñada. 

Por lo tanto, no sólo la consideraba su rival en ese sentido. Ka Di era también muy querida por el segundo príncipe y todos sus allegados. El mejor amigo de su marido era también el mejor amigo de la princesa heredera y eso le hacía sentirse en desventaja total. Las dos personas que más protagonismo le quitaban, eran cómplices. Jongin era sin duda una de las personas que Soo Mi más odiaba. Desde siempre había competido por la atención de Kyungsoo, pero el chico no tenía que hacer esfuerzos para tener al segundo príncipe a su alrededor, ella sí, y era muy frustrante. 

–Que afortunado encuentro–  Soo Mi no sonrió, se veía bastante seria. Su expresión no quedaba bien con sus palabras. 

 Jongin tragó el seco cuando la vio y entendió por fin la razón detrás de la reacción que tuvo Ka Di en un inicio. Se sentía incómodo porque no sabía cómo actuar con la esposa de Kyungsoo. Con el resto de personas había logrado adaptarse, pero esa mujer le causaba muchos dolores de cabeza.

Primero, era la esposa de su amado, convirtiéndolo a él en un amante, uno que no podía luchar por su amor libremente o, peor aún, mostrarlo en público. Después, era obvio que ella lo odiaba y se sentía impotente ya que,  al ser una princesa, él se veía forzado a mostrarle el máximo respeto.

–Buenos días– respondió Ka Di, haciendo una reverencia que Jongin imitó de inmediato. Los tres se quedaron callados, era evidente que la princesa heredera y su acompañante no se sentían cómodos con su repentina aparición.

–Veo que te has adaptado bien a tu falta de memoria. Frecuentas a las mismas personas y haces las mismas cosas. Tal vez... ¿ya te has recuperado por completo?

–En absoluto, princesa. No recuerdo mi vida antes de ser encontrado. Gracias a la paciencia de mis seres queridos, he podido recuperar un poco mi pasado, pero no merezco ningún crédito por eso.

–Jongin ha sufrido mucho– intervino Ka Di. –Y justamente por eso estamos a su lado. Él puso su vida en riesgo para salvar al segundo príncipe. Es lo menos que podemos hacer.

–Yo también debería apoyarte entonces,. Tal vez deberías venir a comer con el segundo príncipe y conmigo. Deberíamos ser más cercanos, de todas formas eres la mano derecha de mi marido.

La envenenada oferta dejó a Jongin con un mal sabor de boca. ¿Por qué aquella mujer mostraba un inusual interés por él ? ¿Por qué sentía, de inmediato, que las intenciones de la mujer eran oscuras? Y lo peor de todo: ¿por qué le molestaba tanto?

"Con el segundo príncipe y conmigo." Era como si le restregara en la cara eso de: "Mi marido."

Era como un "nosotros" doloroso. Porque, para él, el único y verdadero nosotros era Jongin y Kyungsoo. Al menos era así en su mente, porque de esa manera le había hecho sentir el segundo príncipe. No podía expresarlo, no podía hacerle mala cara a la princesa o aludir a que su relación era falsa y la que ellos tenían era la verdadera. Simplemente no podía. Tenía que bajar la cabeza y aceptar que, en su posición, la mujer estaba en ventaja y evidentemente se iba a aprovechar de eso.

–Muchas gracias.

Soo Mi cruzó el puente junto con su corte y se alejó caminando lentamente. La princesa heredera no pudo evitar sentirse muy molesta. Su propia gente y la de Jongin esperaban lejos, dándoles privacidad cuando era necesario, pero esa mujer siempre tenía la manía de dejar que todos sus sirvientes escucharan las conversaciones, incluso las personales. Eso resultaba un verdadero fastidio, porque quienes más intrigaban dentro de la corte, eran especialmente los empleados que todo lo veían y todo lo escuchaban.

–Debes tener cuidado con esa mujer– aconsejó Ka Di en voz baja. –Sé que trama algo, no confío en ella y Kyungsoo tampoco. Evítala tanto como puedas.

–Eso he estado haciendo– admitió Jongin. –No puedo ni verla. No la conozco, pero... me resulta insoportable estar en el mismo lugar. Ella...

–Sé que es difícil, pero intenta soportarlo. El segundo príncipe va a cuidar de ti, así que no te preocupes demasiado. Minho y Kyungsoo te tienen mucha consideración, incluso el rey te conoce y tiene preferencia por ti. No hay nada que ella pueda hacer, a parte de causarte pequeños malos momentos como el de este momento. No vayas a su invitación, lo máximo que puede hacer es quejarse con Kyungsoo y tú podrás explicarle todo. Él te dará la razón.

–Seguiré tu consejo– ambos intercambiaron miradas que decían mucho más que las palabras que salían de sus bocas. Después de un momento se quedaron en silencio y avanzaron lentamente, caminando juntos hasta las habitaciones de la princesa para comer.

***

Kyungsoo se dio un baño y regresó fresco a la biblioteca, donde estaba su habitación secreta. Entró por uno de los pasillos y encontró a Jongin leyendo con una tenue luz. Tienen una mala iluminación en su habitación que no era recomendable para estudiar, pero eso no parecía detener a su amante.

–Me comentaron que tuviste un desagradable encuentro el día de hoy– comentó el segundo príncipe, acercándose para acariciar el rostro de Jongin como saludo.

–¿Minho o Ka Di?

–Minho– respondió Kyungsoo, entendiendo la pregunta de su amante. La princesa heredara no había podido evitar comentar con su esposo la incómoda situación de aquella mañana. Probablemente seguía molesta con su concuñada.

–Es difícil para mí admitirlo, pero los celos son más fuertes que yo. Sé que me amas, sé que sólo deseas estar conmigo. Me lo demuestras con tus besos, con tus abrazos y el arriesgarte a dormir todas las noches a mi lado. Me proteges y me cuidas, yo lo sé. Pero ella me hace sentir infeliz.

–¿Te enojarías conmigo si te digo que tus celos me hacen un poco feliz?

Jongin alzó la mirada e hizo una mueca que le sacó una sonrisa a su amante. Él estaba sufriendo, atormentándose por la incomodidad de tener que tratar con una persona tan problemática como Soo Mi y el segundo príncipe se daba el lujo de bromear al respecto.

–Claro que me voy a enojar.

Kyungsoo se acercó y lo abrazó con fuerza. Hundió su nariz en el cuello del más alto y dejó muchos besos, intentando ponerlo de buenas. Nunca terminará de estar agradecido por tener la oportunidad de disfrutar a Jongin de esa forma.

–Esa mujer me odia– se quejó el muchacho con fastidio.

–Y tú a ella– le respondió el segundo príncipe sin dejar de darle mimos. –Entiendo que te moleste. He estado intentando ponerme siempre de tu lado, pero hay cosas que no puedo controlar. No puedo separarme de mi esposa, no puedo dejar de visitarla, no puedo evitar que ella tenga una relación cordial con mi madre. No puedo colocarte a mi lado como mi pareja oficial... hay muchas cosas que no puedo hacer.

–Yo sé– aceptó el amante avergonzado. Sabía todos los esfuerzos que hacía Kyungsoo por él, no debía ser una carga de ningún tipo, menos emocional. Después de pensarlo un poco, se arrepintió de su actitud infantil. 

–Pero eso no quiere decir que me sea indiferente tu fastidio y tu pesar. Si fuera por mí, seríamos una pareja oficial. O por lo menos seríamos un poco más libres. Regresaríamos al pabellón, por ejemplo. Extraño verlos a todos juntos ahí. Te acompañaría y disfrutaría mientras tocas el danso*, no lo has hecho en mucho tiempo y lo extraño– Kyungsoo suspiró pesadamente. –No dejes que Soo Mi se convierta en la causa de tu sufrimiento. Ella no tiene poder alguno. Puede molestarnos un poco, pero jamás podrá ponerme en tu contra o la del rey. Eso es lo único que importa.

–¿Por qué?

Kyungsoo alzó una ceja con expresión interrogante. ¿Por qué? ¿Cómo que "por qué"? La comodidad de su escondite y de la cercanía evitaron que tuviera una reacción muy física. Normalmente se habría alejado un poco para mirarlo y forzarlo a responder. Pero en ese momento, la suave y tibia piel de sus caderas le hacían imposible al príncipe alejarse del roce tan delicioso entre las palmas de sus manos y el cuerpo de su amado.

–Es una pregunta muy importante, pero no logro identificar su causa. ¿Por qué? Bueno, hay muchas posibles respuestas.

–¿Por qué me amas? ¿Por qué yo y no otra persona? ¿Por qué me proteges y haces todo lo posible para estar a mi lado? ¿Por qué me haces tan feliz? ¿Por qué, Kyungsoo? Haces mi vida más hermosa y más complicada. A veces es agobiante cargar con la responsabilidad de tu amor, pero al mismo tiempo una mirada tuya es suficiente para hacerme entender que todo esto vale la pena. Yo quiero saber, ¿por qué me amas tanto?

El segundo príncipe se quedó en un preocupante silencio que llenó de ansiedad a su acompañante. No dejaba de acariciarlo, no se movió ni un centímetro, pero era evidente que las palabras de Jongin lo habían sumido en pensamientos, que el menor de los dos no sabía si estaba listo para escuchar.

–No lo sé– respondió finalmente. –Tengo tantas razones para amarte, que no podría enumerarlas. Me gustaría pensar que es el destino, que nuestra unión debía pasar sin importar nada, pero puede tratarse de una afortunada coincidencia. No lo sé, Jongin, no sé por qué te amo tanto y ni yo mismo puedo entender por completo mucho de lo que sucede en mi mente y en mi cuerpo cuando estamos juntos. Sólo puedo decirte que lo hago. Te amo, te adoro, estoy loco por ti. Si esa respuesta no es suficiente, no sé qué más puedo hacer.

–Es suficiente– respondió de inmediato. –A veces, sólo necesito escucharlo de tu boca para estar seguro. Creo que ella sospecha de nosotros, esa es mi preocupación.

–¿Eso provoca tus pesadillas?– quiso saber el segundo príncipe.

–Probablemente.

Abrazados, Kyungsoo y Jongin se quedaron profundamente dormidos.

****

–Eres tú quien me está dejando en realidad, eres tú quien ha provocado todo esto. ¡Tú y tu inestabilidad! Suficiente tengo con mis propios problemas, no necesito nadie que me lastime.

–¡Yo jamás quise lastimarte!

–¡Pero lo hiciste igual!

–Estás loco.

–Tal vez esté loco Jongin, pero no lo estoy por ti.


El vívido sueño lo levantó de manera tan repentina, tanto, que despertó a su amado que dormía plácidamente a su lado. Jongin sudaba frío y temblaba por culpa del realismo de lo que acababa de ver y sentir. 

–¿Jongin? ¿Estás bien? ¿Qué sucede? ¿Otra pesadilla?

–Sí. Lamento haberte despertado– se disculpó el muchacho, un tanto fatigado por culpa de la ansiedad que le causó el grupo de imágenes que aparecieron en su mente y le provocaron incomodidad.

–No importa. ¿Te sientes mejor?

–Más... o menos– respondió Jongin, acurrucándose.

–¿Qué puedo hacer por ti?

–Kyungsoo...

–¿Si?

–¿Puedo ser yo... quien te de placer esta vez?

Oh.

¿A qué venía esto tan repentinamente? Entendía a qué se refería. Era una propuesta que estaba hecha desde hacía mucho y que el segundo príncipe había logrado esquivar durante un tiempo ya, prometiendo considerarlo. Era difícil.  ¿Podía dejar que se le someta de esa manera? ¿Era su amor por Jongin más grande que su orgullo? ¿Sabía Jongin en lo que se estaba metiendo?

–Está bien. 

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