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Capítulo 5

Mi celular sonó por unos segundos, no quería contestar, mi primer día de vacaciones estaba comenzando y no quería que nadie me lo interrumpiera, aún así, estiré mi mano y contesté medio dormida:

- ¿Hola?

- Scarlet, hola, ¿cómo estás? Soy Yuma.

- Buenos días Yuma, estoy bien, ¿y tú? ¿Ocurre algo?

- Bueno, estoy bien, pero llamo para preguntarte si te gustaría venir a cenar a mí casa con alguien que te dé confianza, alguna amiga, tu madre, no sé, mi hermano mayor dijo que quería conocerte.

¿Hermano mayor? ¿No era él hijo único cuando lo conocí? Esto era raro, jamás supe de algo así.

- Claro, ¿a qué hora y qué día? Y otra cosa, ¿dirección?

- Yo paso por ti, mañana a las 6 de la tarde, ¿te parece bien?

- Perfecto, yo le aviso a la chica que llevaré que llegue a mi casa y así pasas por ambas, ¿vale?

- Vale, nos vemos.

Colgué el teléfono y me estiré en mi cama, eran las 10 de la mañana, me levanté y fui a desayunar. Después puse manos a la obra con el quehacer de mi casa entera y al finalizar me senté en mi cama viendo a los pósters y fotos que rodeaban mi habitación completa. Sonreí cuando vi a mis dos amigos y a mi familia. Mis perros entraron en mi cuarto y me movieron el rabo buscando caricias, después les di de comer y yo me senté a verlos.

A las 4 de la tarde me dio hambre y me preparé un poco de ensalada y pescado, después, me senté a comer mientras chateaba en mi celular, le dije a mi amiga Lilith que tenía una cena con un amigo y que quería que me acompañara.

Al principio se sorprendió mucho, pero aceptó ir conmigo, a pesar de tener miedo al ir a un lugar lleno de chicos.

El resto de la tarde la pasé dibujando, leyendo, incluso escribiendo mi diario, después, llegó mi madre y le dije que me habían invitado a cenar, me miró extrañada pero dijo que estaba bien, mi papá también.

Claro que no se aguantaron el hacerme reír con sus bromas:

- Seguro ya le urge ser mi yerno –dijo mamá.

- Bueno, ya te dije, las armas esperan en el sótano –dijo papá.

Yo solamente me reí y seguimos cenando. Entonces, me fui a mi cuarto a ver anime y cepillar mi cabello. Luego hice oración y volví a leer.

Me dormí a las 3 de la mañana leyendo, quizás de la extraña emoción que sentía dentro de mí al saber que me vería con Lilith para una cena, o simplemente por la cena.

Por la mañana, más tarde, desperté y mis perros me aplastaron jugando para terminar de levantarme y me fui a desayunar. Mis padres habían ido a trabajar y yo hice las labores del hogar de nuevo, incluso la comida.

Por el cansancio, me quedé dormida casi 3 horas y me levanté porque mi madre había llegado:

- Scar, ya son las 4 de la tarde, ¿no te has bañado aún?

- Perdón, hice el quehacer y me quedé dormida, ya me voy a bañar.

Minutos más tarde, salí de la ducha y me sequé los pies y el cabello, no sabía qué ropa ponerme, Yuma era de familia rica, pero no gustaba de vestirse como tal.

Yo en cambio, odiaba usar vestido y no tenía ninguno... bueno, sólo uno, pero no quería usarlo, me traía malos recuerdos. Mi madre pareció leer mi mente y me compró un vestido, me di cuenta porque entró con él luego de bañarme, era genial, negro con encaje en los tirantes y parecía desecho en el largo del vestido, sin mucho escote. Justo para una chica gótica como yo, y sí, aún no lo había expresado del todo por falta de tiempo y dinero para comprar un poco de accesorios, pero esa era mi manera de ser, el estilo gótico.

Le agradecí y me lo puse, con unas botas que pocas veces usaba de tacón cuadrado y agujetas, además de unas medias de red con encaje de rosas. Después me delineé los ojos y me apliqué labial rojo. Me perfumé con esencia a rosas, un poco de violetas en mi ropa y vainilla en las muñecas.

Planché mi cabello y me hice una coleta de lado, algo que pocas veces hacía, y adorné mis oídos con pequeños murciélagos de aretes y entonces, llegó Lilith. Nos saludó a mamá y a mí y platicamos un rato.

Alrededor de las 5:30, Yuma llegó a la casa, tocó la puerta y salí a abrirle, llevaba un traje negro normal, y una corbata del mismo color. Su cabello iba atado en una pequeña coleta con cabellos libres debajo de ella y con ese fleco rebelde que siempre ha tenido.

Sus manos descansaban en los bolsillos del traje y me sonrió en cuanto me vio. Yo le devolví la sonrisa un tanto sonrojada, se dio cuenta de eso y me dijo:

- ¿Te gusta lo que ves?

- Cállate, tonto.

Entonces le dije que pasara y me dijo que no, que esperaría por nosotras afuera. Rodé los ojos y regresé adentro para avisarle a mi madre. Ella salió a hablar con él y yo fui por mi abrigo negro y Lilith.

El frío comenzó a ser más fuerte justo cuando salí para despedirme de mamá. Me helaba la sangre. Lilith no se despegaba de mí, tenía miedo de Yuma. Mamá nos dio la bendición y le dije que la vería más tarde cuando regresara.

Después, caminamos un poco junto a Yuma y nos llevó hasta un auto negro, al parecer era de su familia:

- ¿Sabes conducir? –le pregunté.

- No, pero ahí está el chofer esperando.

Nos abrió la puerta para subir a Lilith y a mí y entramos, estaba caliente el interior, los vidrios polarizados me gustaban mucho. Yuma subió en el lado del copiloto y el chofer entró para conducir.

Al cabo de una hora, llegamos a una residencia enorme, una mansión con un amplio jardín frontal, la reja se abrió para dejar pasar el auto en el que arribamos. El chofer salió del lugar del piloto así como Yuma del lugar del copiloto para abrirnos las puertas y poder salir a Lilith y a mí.

No podía creer el tamaño de ese lugar, sentía que al entrar me perdería. La fachada me gustaba, un diseño actual pero no por eso no rústico. Las luces estaban prendidas, seguramente ya esperaban a que llegáramos. Nos dirigimos a la puerta principal y Yuma la abrió para nosotros, el chofer desapareció para cuando volteé.

El pasillo estaba iluminado y se oía ruido en una habitación cercana, la sala de invitados estaba decorada con muchas flores y ahí esperamos un poco a Yuma.

Lilith estaba perdida en los arreglos y en los muebles, un ventanal mostraba que la noche estaba cayendo y que la Luna salía de nuevo.

Era noche de Luna llena, de mis favoritas, se veía que estaba más cerca que de costumbre, una súper Luna quizás, había rumores de que un eclipse aparecería en esos días, y el pensamiento que fuera durante la cena cruzó mi mente, dándome miedo y excitación.

Entonces, apareció Yuma para guiarnos hasta el comedor. No había ventanas y las puertas eran de madera, Yuma las cerró detrás de él.

Tres chicos de diferentes estaturas y colores de cabello esperaron a que entráramos en la estancia y nos miraron, las mejillas se me enrojecieron a más no poder, despedían un aire amenazante y dominante. El mayor con cabello negro y blanquecino en las puntas se presentó:

- Yo fui el que las citó aquí, soy el hermano mayor de Yuma, Ruki. Por fin tengo el gusto de conocerlas, en especial a ti, Scarlet.

Me miró con unos ojos que me dieron miedo y desconfianza así que sólo sonreí un poco e hice una reverencia:

- El gusto es mío, no sabía que Yuma tenía hermanos.

- No somos hermanos de sangre, somos adoptados, pero nos llevamos como si realmente lo fuéramos –contestó el que estaba al lado de Ruki, un rubio de ojos azules, y sonrisa gatuna que me desconcertó un poco. Me miró primero y después se dirigió a Lilith, con una mirada lasciva.

- Disculpa que sea descortés, él es Kou, el segundo hermano, y creo que es cierto lo que dijo –me dijo Ruki con una sonrisa algo socarrona.

- El tercer hermano soy yo –dijo Yuma detrás de nosotras. – Y él es el último, Azusa –prosiguió señalando al más chaparro de los hermanos.

A pesar de que tenía un aire más pacífico que los demás y al parecer más amable, no le di suficiente confianza.

- Bien, mucho gusto en conocerlos. Yo traje a una amiga de la escuela, su nombre es Lilith.

- M-Mucho gusto –dijo Lilith un poco tímida.

Después de las presentaciones, nos hicieron un gesto a la mesa y como caballero, Ruki  me ofreció una silla a su lado y Azusa hizo lo mismo con Lilith. Después tomaron su lugar correspondiente, Yuma junto a mí y Ruki, Azusa frente a él, Kou viéndome a mí y Lilith en medo de los dos, mirando a Yuma.

La comida ya estaba servida y era una sopa fría de pasta, en frente de los platos, una copa de vino blanco reposaba, nunca había ido a restaurantes pero más o menos sabía un poco de etiqueta así que la puse en práctica, Lilith tenía un poco más de problemas, Azusa la ayudaba en lo que podía. El silencio comenzaba a ser tortuoso y agradecí que Ruki lo rompiera:

- Y bien, ¿tú tienes hermanos, Scarlet?

- No, soy hija única. Mis amigas son como mis hermanas, e incluso hijas.

- Comprendo el sentimiento –contesto Ruki con los ojos cerrados mientras bebía un poco de vino que estaba en su copa.

- Y tú, Lilith, ¿tienes hermanos? –preguntó Kou de forma coqueta mientras se volteaba a verla.

- Sí, una hermana más pequeña que yo.

- Algún día deberías traerla –le guiño un ojo haciendo que se sonrojara.

-Kou –dijo Ruki con voz firme.

Tras terminar la sopa, Ruki ayudado por Yuma sirvió ensalada y filete en nuestros platos. Volvieron a sentarse y seguimos platicando un poco.

- Las verduras son cortesía de Yuma, él las cultiva en el invernadero del patio trasero –dijo Ruki.

- Ya intuía algo así, gracias a eso nos conocimos –dije sonriendo a Yuma.

Yuma me miró con el ceño fruncido y las mejillas rojas. Yo me reí de su gesto y cuando volví los ojos me encontré con los de su hermano mayor, eran profundos, algo tristes con un color azulado y grisáceo, no había visto eso antes, me gustaban por ser tan llamativos.

Entre él y Azusa había ciertos rasgos parecidos, el cabello de Azusa se parecía al suyo pero era más largo y sus ojos, eran aún más tristes y de un color turquesa grisáceo. Ambos muy bonitos.

Le sostuve la mirada al mayor unos segundos y volví a mi comida, Kou coqueteaba con Lilith haciendo que se pusiera nerviosa y temblara, que incluso casi se corta con el cuchillo de la carne.

- Kou, la estás poniendo mal, no sigas –habló por fin Azusa, con una voz suave y grave a la vez.

- Sólo porque tú me lo pides, Azusa –contestó el rubio de ojos azules.

Luego, de nueva cuenta, Ruki y Yuma sirvieron el postre, pero antes recogieron los platos y los llevaron a la cocina.

Era una rebanada de pastel de frutas, deliciosa a simple vista y la cual, se terminó rápido gracias a Kou y Lilith.

Antes de que diera la hora de irme, fui a la cocina y me puse a lavar los platos que habíamos ensuciado, Lilith se despidió de mí por cualquier cosa de que nos perdiéramos en la casa o de que se tuviera que retirar antes, ya que Kou y Azusa se la llevaron a la sala para conocerla:

- ¿Qué haces aquí? –una voz grave que poco conocía me desconcertó. Era Ruki.

- Vine a ayudar con el lavado –contesté nerviosa.

- Gracias, pero como la invitada que eres no me puedo permitir que hagas eso –dijo y se arremangó la camisa para ayudarme.

Miré el reloj y eran las 9 de la noche, la Luna ya estaba en su punto. Me sequé las manos y estaba a punto de salir cuando alguien me tomó por la cintura, que reconocí era Ruki:

- Suéltame.

- Tú y yo sabemos que no quieres que lo haga, tu cuerpo lo pide a gritos –contestó en una voz ronca.

Antes de que hablara, sus manos tocaron mi cuello, por el lado derecho y me dijo:

- Aquí hay unas pocas marcas de mordidas, dime, ¿son de Yuma?

- ¡Eso no te importa!

- ¿O de tu otro amigo? El Sakamaki.

Mi cuerpo se tensó, apenas lo conocía, ¿cómo sabía eso de mí?

- ¡Déjame en paz! –forcejeé con él pero indudablemente tenía la misma fuerza que Yuma, así que me estampó contra un muro de la cocina y enterró sus colmillos en mi piel. Fue imposible que no gritara, también comencé a llorar:

- Te gusta, no lo niegues –dijo casi jadeando luego de beber un poco, bebía de mí demasiado rudo y me comenzaba a sofocar. Quise decir que no, pero no podía. Traté de empujarlo pero mis fuerzas se acababan.

Me zafé por un momento pero me atrapó de nuevo antes de que pudiera huír. Sin embargo, de alguna u otra forma me las arreglé para golpearlo y salir corriendo de ahí. Me sentía mareada por la pérdida de sangre. En mi huída choqué con alguien, me tomó en sus brazos y no lo reconocí, luché un poco antes de desmayarme.

Abrí los ojos y me encontré con la mirada de angustia de Yuma, seguramente estaba en su cama, la cabeza me daba vueltas, así que cerré los ojos de nuevo. Segundos después los abrí lentamente, ahí seguía él:

- Yuma... -dije en susurro casi inaudible y débil.

- Tsk, ese maldito de Ruki, sabía que quería hacer algo así. Toma, cómelo, te subirá la presión y te hará sentir mejor.

Me puso en la boca un cubo de azúcar, el cual me comí lentamente y de inmediato me sentí mejor.

- ¿Dónde está Lilith? Sí le pasa algo, estoy muerta.

- No te preocupes, ya la llevé a su casa, en cuanto chocaste conmigo ya venía de dejarla, ni Kou ni Azusa le hicieron algo.

- Gracias, ¿qué hora es? Mamá debe estar preocupada –dije con una mano sobre mi frente.

- Ya la llamé, le dije que te llevaría en media hora.

- Gracias, de nuevo.

Asintió y después le pregunté:

- ¿Por qué no me dijiste que tenías hermanos?

- Porque no tenía caso, jamás pensé que te volvería a ver.

- Bueno, ¿y cómo es que sabe tanto de mí? ¿Por qué sabe de Subaru?

- Es una larga historia –dijo mirando al piso.

- Dímela, no me importa qué tanto lo sea.

Suspiró exasperado y me miró a los ojos:

- Porque él es nuestro hermano también.

- ¿Qué? –estaba incrédula, ¿qué rayos me ocultaba?

- Su padre fue el que nos convirtió en vampiros, de no ser por él, habríamos muerto cuando éramos pequeños. Durante la primaria, me quedé huérfano, iba a la escuela gracias a unos vecinos que cuidaban de mí, pero después se fueron y me quedé solo, el único amigo de familia rica que tuve me abandonó igual y tuve que andar ayudando en un orfanato cruel junto a mis hermanos para poder seguir yendo a la escuela. Es por esa razón que a veces llegaba con lastimaduras o cortes, ya que aparte de ayudar, nos vendían a millonarios que saciaban sus deseos sádicos de maltratar gente con niños lindos e inocentes. Kou sufría más por ser más atractivo.

¨El tiempo que viví ahí, tuve otro amigo, que murió por venderse a sí mismo y poder comer. Ruki planeó cómo escaparnos de aquél lugar y ya no ayudar, nos reuníamos con él casi todas las noches para escuchar sus estrategias. Estuvimos a punto de lograrlo, sin embargo, nos encontraron y nos dieron una golpiza, Ruki fue el que afrontó todo lo peor. Él venía de una familia rica, su padre murió en manos de sus sirvientes y eso lo dejó trastornado, pues de pronto acabó ahí, solo y pobre, sin que nadie lo obedeciera, es por eso que nos educó en lo que pudo. Pero, de ello se mofaban los de aquél orfanato, y decidieron dejarle una huella de por vida: tras encontrarnos huyendo, le quemaron la espalda vivo. Con Azusa ocurrió que nunca se supo defender, por lo que constantemente lo golpeaban y ahora, es digamos que, masoquista. Lo trataba de defender siempre que podía y lo enseñé a defenderse pero nunca lo hizo.

¨Yo quedé huérfano debido a que alguien incendió nuestra casa, quise ayudar a mi familia pero no pude, alguien me dijo que no entrara pero igual no hice caso y me quemé, perdí la memoria un tiempo, cuando nos separaron de grupo, y poco a poco recuperé algo de ella pero, sigo con algunas lagunas mentales de ciertos recuerdos. Por ejemplo, el de la persona que no quería que entrara a las llamas a salvar a mi familia. En fin, luego de ser castigados por intentar escapar, alguien nos ofreció la vida eterna a cambio de servirle por siempre: el padre de los Sakamaki, nos salvó y nos presentó a sus hijos legítimos, fue ahí donde reconocí a Subaru pero hicimos como que nada pasaba, nos dio esta casa y cuando necesita algo nosotros lo ayudamos.

- Por esa razón es que te llevas mal con Subaru... -dije en un susurro.

- Bueno, ahora que lo sabes, debo llevarte a casa o tu madre te regañará –se levantó de la cama y me ayudó a incorporarme.

Me despedí de sus hermanos y salimos al auto, se fue en el asiento trasero conmigo y lo abracé porque sentía frío. Y dijo en voz baja:

- A pesar de todo, le agradezco mucho a Ruki, pero creo que esta vez se pasó del límite –eso último lo dijo en un tono demasiado sombrío.

Mi cabeza pensaba en todo lo que me había dicho y no podía creerlo.

Me bajó cargando del auto y tocó el timbre, mamá abrió y nos hizo pasar por el frío, Yuma me dejó en mi habitación, se despidió de mí y salió. Pude oír a mis padres hacer lo mismo para despedirlo y yo me quité las botas, estaba exhausta, así que cerré los ojos y me dormí.

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