Capítulo 4
Ya habían pasado dos semanas más y las vacaciones estaban a la vuelta de la esquina. Todo había transcurrido tan rápido que me sorprendí de haber visto tanto en tan poco tiempo. Los exámenes finales me metían aún más estrés que veces anteriores.
Subaru y Yuma estaban igual, olvidando un poco los accidentes anteriores, nos reuníamos a estudiar como locos, no sabía cómo pero los reunía al menos para una cosa y eso me emocionaba por dentro:
- Te toca, Subaru.
- Tú sólo pregunta.
- De acuerdo... País que luchó contra Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.
- Fácil, Estados Unidos.
- ¿Y los otros dos? –pregunté a manera de hacerlo dudar.
- ¡Sólo me preguntaste uno! ¡Eso es injusto!
Me reí de él y seguimos estudiando:
- Yuma, ¿cuántas semanas hay en un año?, no bisiesto.
La cara de Yuma era de incredulidad, ya que eso era más una pregunta de interés común.
- Em... ¿51?
- ¿Preguntas o afirmas?
- Aproximo.
Asentí en respuesta, más o menos eso decía que había de semanas en los libros que revisamos. No dudaron en vengarse de mí:
- Bien, ¿cuál era el nombre del rey francés que gastó la mayoría del presupuesto real en hacer un enorme castillo lujoso durante la Revolución Francesa? –Subaru me miró con ojos de curiosidad.
- Luis XVI.
- Tsk, correcto –cruzó los brazos y miró a otro lado.
Yuma pensaba en algo un tanto difícil pero a la vez fácil:
- Ahora, si tengo un triángulo rectángulo con medidas A=5, C=14, ¿cuánto mide B?, sin usar calculadora.
Lo fulminé con la mirada y el sonrió triunfante, me llevó cierto tiempo pero pude contestarle:
- 13.07 aproximadamente.
- Bueno, al menos no usaste más que tu cerebro y un lápiz.
Me levanté del suelo donde estábamos estudiando y salí por un vaso de agua a la cocina. Los tres éramos los únicos en la casa, claro que no era problema para nosotros, sólo, era extraño. Regresé a mi cuarto con vasos para ellos y me miraron extrañados:
- ¿Qué haces? –Yuma me preguntó.
- Servirles algo de tomar, ya sé que no sólo toman sangre, así que, tomen el jugo y no se quejen.
- Pero...
- No se quejen, es lo único que puedo ofrecerles –dije con los brazos cruzados y los ojos cerrados.
- No tenemos sed –murmuró Subaru, pero pude escucharlo.
- Entonces no beban nada y ya –dije un poco irritada y tomé los vasos de regreso a la cocina, pero me detuvieron ambas manos.
- No te enojes, ahorita lo tomamos –dijo Yuma con una terrible voz sensual en mi oído izquierdo. Eso causó que me sonrojara más de lo normal.
- Si te tensas, no te irá bien en los exámenes, Scarlet –Subaru susurró en mi oído derecho mientras tocaba mis hombros con esas manos largas suyas.
Maldije para mis adentros tener a esos tipos como mis amigos. Tomaron los vasos de mis manos y se tomaron el líquido, que era jugo de uva. Los dejaron en el escritorio contiguo a mí y yo me quedé ahí con las manos aún extendidas, mientras que un tic en mi ojo izquierdo me atacaba.
Poco a poco bajé las manos y respiré hondo para calmarme, giré lentamente mi cuerpo en dirección a ellos y los miré con el ceño fruncido. No se resistieron a reírse de mi rostro mientras yo sólo los arremedaba con la boca.
- ¿Qué pasa, Scarlet?, ¿te enojaste por una pequeña bromita? –dijo Yuma con tono de burla.
- ¡Cállate!, tú, maldito...
Un sonido interrumpió mi frase, al parecer mamá había llegado del trabajo y entró a mi cuarto, los vio sentados y yo parada, la saludé con una sonrisa en mi rostro y alzó una ceja como diciendo, ¨ ¿qué te pasa? ¨, después, Subaru y Yuma la saludaron y le dijeron que estábamos estudiando para los exámenes finales. Asintió y salió de la habitación.
Solté un suspiro y los miré de nuevo con el ceño fruncido. Me senté frente a ellos y los ignoré por completo mientras repasaba unas cosas en mis apuntes. Sentí que sonreían y negaban con la cabeza al verme así.
Una hora después, bostecé, mañana serían mis últimos exámenes y estaba realmente cansada, a pesar de que mi muñeca ya había sanado bastante gracias a esa extraña capacidad que desde niña tenía para curarme rápido de las heridas, aún seguía el yeso en mi brazo y no podía hacer muchas cosas, a duras penas había podido llevar los vasos al cuarto; esto me cansaba demasiado además de los exámenes, por eso mi horario de sueño había cambiado y me dormía más temprano de como acostumbraba al inicio del semestre.
Ellos dos se dieron cuenta de mi cansancio y recogieron todo el desastre que habíamos hecho, entonces, Yuma me cargó hasta mi cama y me quitó las botas, Subaru las acomodó en el lugar al que correspondían. Tenía los ojos medio abiertos y vi lo que hacían. Subaru me despeinó y me quitó el cabello de los ojos mientras sonreía y me besó la frente, tomó sus cosas y salió de mi habitación.
Yuma en cambio, se sentó un poco a mi lado y me besó la mejilla, me tocó la nariz con su dedo índice, y antes de irse de mi cuarto dejó algo en mi escritorio, así como también se llevó los vasos para dejarlos en la cocina. Pude oír que se despedía de mi madre y al momento ella entró.
Apagó las luces de mi habitación y me deseó buenas noches. Mis ojos se cerraron al instante.
Durante mis sueños, me veía en un cementerio, caminando tranquilamente como solía hacerlo cada que visitaba a mis parientes difuntos y entonces, chocaba con alguien, era Yuma. Yo le sonreía y lo abrazaba pero, él me veía con los ojos más hambrientos que alguna vez haya visto, mientras me alejaba lentamente, mi corazón corría aceleradamente. De pronto me tomaba de la cintura y con esa fuerza que lo caracterizaba, me jalaba hacia su cuerpo.
Sentía miedo pero de igual forma no me alejaba de él, era algo hipnótico, mirarlo me dejaba petrificada. Sus ojos me perforaban y me sentí incómoda de pronto.
Sus labios tocaron los míos y se deslizaron hasta mis clavículas, de ahí a mi cuello, me traté de alejar de él pero no pude. Entonces, sus colmillos atravesaron mi piel y grité mientras lo trataba de empujar.
Desperté con un jadeo, miré la hora y apenas eran las 2 de la mañana, así que me volví a dormir.
Me levanté a ciegas con la luz apagada y me metí a bañar, me sequé el cuerpo y me vestí. Ya era diciembre y el frío llenaba toda la estancia de mi cuarto. Me tapé hasta la nariz con una bufanda y salí a desayunar, mamá me besó la frente y me dio la bendición.
Cuando salí a la parada del camión, Yuma ya estaba ahí, Subaru no había venido por mí desde que había iniciado el semestre, le sonreí a Yuma y nos fuimos caminando con paciencia, ya que faltaba mucho para entrar a la escuela. Un recuerdo de mi sueño apareció al ver sus labios un pequeño instante. Me congelé y negué con mi cabeza al sentir una gran mano sobre mi cabeza, Yuma me miraba con extrañeza y preguntando qué tenía.
Le dije que nada, sólo había sido mi imaginación, así que seguimos caminando hasta el transporte. Llevaba mi música a tope pero él me quitó un audífono y me abrazó:
- Duérmete, yo te despierto, pero déjame escuchar música –dormí bien, no sé por qué me lo dijo pero le hice caso.
Pasó alrededor de una hora y sentí un leve empujoncito, abrí mis ojos y me sonrió, eso claro decía que habíamos llegado.
Me estiré y guardé mis audífonos y teléfono en mi mochila, bajé de un salto del autobús y seguí caminando junto a él, la brisa de la mañana aún era fría pero un olor me llegó, demasiado agradable. Cerré los ojos para sentirlo aún mejor y casi me caigo. Entonces noté que me había rezagado y corrí hacia Yuma.
En cuanto pasamos el umbral del salón, vimos a uno que otro compañero, mis amigas todavía no llegaban y me senté junto a Yuma un rato. Subaru llegó minutos después y salté sobre él, haciendo que se enojara, pero pronto me sonrió al saludarme. El día de los exámenes finales era hoy, así que, debíamos dar nuestro esfuerzo aprendido y estudiado hace unos meses.
Mi primer examen no fue tan difícil, química se me daba bien. Historia era prácticamente un regalo y Redacción de textos no fue como creí. Me quedé hasta unas horas más tarde a mi horario normal, pues, mi profesor de matemáticas había decidido no citarnos otro día más que ese.
Al principio odié tener matemáticas, y más examen, pero lo resolví rápido y con facilidad.
Salí a esperar a mis amigos y me senté a dibujar en la escalera contigua al salón del examen. Comencé un boceto de una rosa con un dragón pero unas voces me hicieron voltear:
- Listo, hemos sobrevivido el último día, vámonos por favor –Lilith dijo con voz de ruego.
- Si, ya no quiero esperar para ver anime –la completó Aline.
Atrás estaban Subaru y Yuma sonriendo y yo me levanté. Sacudí mi ropa y al querer guardar mi cuaderno, Yuma me lo quitó y comenzó a hacerme correr por toda la escuela tratando de hacer que me lo diera. Lo perseguí pero me cansé y me tiré al suelo en mitad del camino, me miraban todos raro pero no le di la más mínima atención, Lilith corrió hacia mí y yo tenía los ojos cerrados así que se me subió y me sacudió el cuerpo:
- ¡No te mueras, por favor! ¡Tenemos cosas que hacer aún! –gritó en desesperación al ver que no abría los ojos.
Lentamente los abrí para verla y suspiró en alivio. Aline se quedó atrás con Subaru riéndose y me incorporé, Yuma regresó y no me había dado cuenta, hasta que me aplastó con su enorme brazo por el estómago y si hubiera seguido apretando probablemente mis costillas se habrían roto. Lo golpeé en busca de aire y me soltó.
Cuando por fin pude respirar lo volteé a ver con los ojos hechos furia y me sonrió triunfante. Entonces me regresó mi cuaderno y se agachó para decirme:
- Lindos dibujos, deberías hacerme alguno.
Lo maldije en el fondo de mi mente mientras lo arremedaba de nuevo, y puse mi mochila en mis hombros, tomé a mis amigas de las manos y empecé a caminar, Subaru siguió mi ruta por un rato, suspiró y comenzó a caminar. Yuma se quedó atrás un poco y luego siguió caminando mirando al lado contrario que Subaru. Lo supe por qué siempre lo hacían. Fui a dejar a LIlith y Aline, me abrazaron a modo de despedida, ya que, las vacaciones de invierno comenzaban y no podíamos vernos durante ellas a falta de dinero.
También Subaru y Yuma se despidieron y nos fuimos a mi casa, Subaru se despidió de mí y dijo que vendría a visitarme durante vacaciones sólo para molestarme. Me reí de su comentario y Yuma entró conmigo a casa, ya era algo tan cotidiano así que, fuimos a la habitación y me fui a cambiar al baño. Cuando volteé, sin querer noté que mi puerta había quedado abierta y Yuma me miraba desde afuera. Me sonrojé y me tapé el cuerpo con lo que encontré a la primera: una playera y una toalla.
- Lindas bragas, Scarlet –dijo en un tono de burla. -Demasiado sensual para ser tú –siguió.
- ¡Cállate! Eso no te incumbe, idiota.
Se rió por mi comentario y me seguí cambiando. Salí y le pegué, se quejó y me apretó las mejillas a manera de venganza. El resto de la tarde me la pase jugando con él y viendo películas, eran las once de la noche cuando se fue.
Sin embargo, al verlo salir una punzada de soledad me atacó, como si anhelara estar con él en todo momento. Pero como buena chica que soy le di un puntapié cuando salió y me reí de su expresión de niño regañado, después me despedí bien de él.
Llegué a la casa con una sonrisa enorme, no supe por qué, pero la tenía. Mis hermanos ya estaban dormidos, menos uno, el mayor: Ruki.
Más bien debería llamarlo ¨mamá¨, eso parece, nuestra madre, pero eso es bueno. Nos sabemos cuidar solos pero él es el que pone orden y hace que todo funcione bien.
Me analizó de pies a cabeza con esa mirada fría que tiene y me dijo:
- ¿Te divertiste?
- La verdad sí, mucho.
- Bueno, la cena se enfrió, me hubieras avisado –dijo con una cara de disgusto.
Lo dejé ahí y comencé a subir las escaleras a mi habitación y entré a ella rápido. No hubo nadie más que me molestara, y me desvestí hasta quedar en bóxer, sentía calor en extremo.
Me lancé a la cama con pesadez y un pensamiento me cruzó la mente, bastantes veces antes ya había visto a mujeres en ropa interior, casi desnudas pero jamás a mí mejor amiga, el pequeño accidente de esa tarde me había dejado con la mente shockeada aunque no se lo hubiera demostrado, me sentí de repente extraño, mis mejillas se enrojecieron un poco y ¨algo¨ le pasó a cierta zona de mi cuerpo al recordar lo sucedido.
No podía creer que algo así me pasara con una chica que desde niño conocía, tuve que dejar de pensar en ello para poder quitarme el asunto entre mis piernas, pero por más que trataba no podía, hasta que me quedé dormido.
Desperté con la luz del Sol en mi cara, así que me vestí de nuevo y salí a desayunar, Ruki ya había comenzado a cocinar, saludé y le ayudé a servir la comida:
- Yuma, ¿cuándo traerás a tu noviecita? –dijo Kou en un tono bastante molesto, así que lo fulminé con la mirada y lo callé.
- Seguro que es linda –Azusa comentó en un tono algo tierno.
Mis mejillas se pusieron rojas de nuevo, no, aún más.
- Yo no tengo novia, ya les dije que es mi amiga nada más –contesté en defensa.
Ruki llegó a la mesa con una sonrisa extraña:
- Dejen en paz a Yuma, si tuviera novia ya lo sabríamos, además, ¿qué no puede divertirse?
- ¿Qué quieres decir? –pregunté desconcertado.
- Que si sólo es tu amiga, no hay problema si la muerdes –dijo mirándome ahora.
Miré a otro lado.
Entonces Kou habló:
- Seguro ya se divirtió bastante, Yuma tiene todo para hacer caer a cualquiera en sus brazos.
- Y, ¿le dolió? –preguntó Azusa con una cara de fascinación tremenda.
- ¡Azusa! –grité.
- Calma Yuma, sabemos que sí le dolió, no tienes unos colmillos delgados, debe agradecer que no le destrozaste la tráquea como otras veces has hecho –dijo Kou tranquilamente.
Chasqueé la lengua ante sus comentarios. Era abrumador, me provocaba más sed estar hablando y escuchando cosas relacionadas a la sangre.
Ruki los silenció y seguimos comiendo, entonces volvió a hablar:
- ¿Por qué no la traes para conocerla? No vamos en la misma clase y pocas veces nos encontramos, no la hemos visto.
Casi me ahogo con la comida. ¿¡En serio quería que la invitara!?
- ¡Sí! Quiero ver quién es la afortunada amiga de Yuma –dijo Kou como una niñita infantil.
- Mira, invítala a cenar con nosotros, no pierdes nada. Y si tiene miedo o desconfianza, que traiga a quien quiera para que esté cómoda –Ruki era macabro.
Apreté los cubiertos con fuerza que casi los doblé y dije:
- De acuerdo.
- No les haremos daño, te lo prometo –dijo Kou con un guiño y yo tragué saliva.
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