Capítulo 13
Esa mañana, tras haber pasado la noche en casa de Yuma desperté con un poco de dolor en las piernas. Mi cuerpo estaba totalmente cansado y no tenía ganas de hacer algo... sólo dormir. Sin embargo, tal parecía que eso no le importaba al gigante frente a mí.
–Oe... levántate –su voz se hizo presente en mis oídos y una sensación de hormigueo atravesó mi cuerpo. Me quejé y me di la vuelta en la cama mientras me tapaba con la cobija hasta la cabeza.
Un gruñido salió de sus labios y me jaló las colchas hasta dejarme en piel. Temblé un poco haciéndome un pequeño ovillo en la cama para encontrar un poco de calidez. Se rió de mí, entonces estiró las manos hasta mi cintura para acercarse más, besando la parte posterior de mi cuello. Una de sus manos viajó por mi abdomen hasta el inicio de mis piernas. En ese momento tocó terreno prohibido mientras seguía dejando sus besos en mi piel.
–Ngh... Detente, ya –me aparté de su tacto mientras él me trataba de mantener en sus manos. Un pequeño chillido salió de mis labios cuando perforó la zona que anteriormente besaba.
Y no le importó seguir mordiendo y succionando por ahí. Mis manos luchaban por salir de sus brazos, halando las cobijas y sumiendo mi cuerpo como una tortuga en su caparazón. Pero nada sirvió para que parara.
Hasta que sació su sed me soltó. Jadeé un poco sin aire y busqué los orificios con mis yemas, suavemente para evitar un ardor innecesario. Las encontré junto a unas gotitas de sangre. Al parecer había sido suave el mordisco pero viniendo de Yuma era difícil atinar a lo que haría estando medio enojado. Su mano en mi entrepierna se había detenido y agradecí que lo hiciera. Una sonrisa burlona no abandonaba sus labios mientras miraba mi roja y atormentada cara. Bufé para mí misma y busqué mi maleta.
Ahí estaban mis ropas y me levanté de la cama hacia el baño. Ignorando completamente al vampiro.
– ¿Me estás ignorando? –dijo mientras caminaba peligrosamente detrás de mí.
– No, ya déjame de seguir. Me estabas levantando, ¿no? Ya estoy despierta y quiero ir a vestirme –dije en el mismo tono que siempre.
Gruñó y dejó que saliera. Yo miré por todos lados en busca de que un vampiro ajeno se me acercara en mi camino al baño. Al parecer ninguno estaba ahí. Suspiré aliviada de saberlo y di con el baño pronto. Mis nuevas ropas no eran más que una repetición de las del día anterior, lo único que cambiaba era mi playera, la cual tenía un estampado de manchas de colores... hechas por mí.
Me vestí rápidamente, buscando irme pronto a casa y evitar un ataque sorpresa de los demás vampiros porque es bien sabido lo dulce que se vuelve la sangre de una chica recién desvirgada y con varias heridas abiertas en el cuerpo. Suspiré hondo y me enjuagué la cara. Sentía que todo había sido un sueño. En especial tras todo lo que había hecho con Yuma previamente...
Dentro de mí un sentimiento de felicidad se había formado, combatiendo a uno de culpa. Subaru no debía enterarse de lo sucedido... por nada del mundo podía hacerlo.
Miré mi reflejo, buscando las marcas que habían dejado los colmillos de Yuma y me topé con 2 cicatrizantes agujeros por cada lado de mi cuello. Suspiré de nuevo, con mayor pesadez. Si alguien me veía así en la calle de inmediato terminaría en una sala de hospital donde me interrogarían sobre dichas heridas. Maldición... ¿cómo ocultar esas marcas?
Toqué las finas heridas y me quejé por el dolor que me provocaba siquiera rozarlas. En definitiva eran problemáticas. Quizás podría inventar que fueron hechas por un tatuaje que me hice... No, no... seguro mis padres pensarían que mentí.
Golpeé el lavabo con la palma de mis manos y me acerqué para analizarlas más. Recordé que la cinta tipo curita era efectiva para cubrir heridas, si alegaba que habían sido piquetes de mosquito de donde Yuma vivía... seguro mis padres no sospecharían nada. Pero la cinta descansaba en la casa y yo aún seguía en la de Yuma.
Rápidamente me cepillé el cabello y lo ondulé más para cubrir las cicatrices. Pronto todo se escondería, sólo debía salir de ahí. Salí tranquilamente del baño y a continuación regresé a la habitación de Yuma. Sigilosa, abrí y fui a la pared donde descansaba mi teléfono. Eran cerca de las 11 de la mañana...
Chasqueé la lengua y tomé mi maleta con la ropa y todo. Como Yuma no estaba cuando entré, me apresuré a acomodar todo lo posible. Lo último que me faltaba era ponerme las botas y sería cuestión de volver a casa pronto. Llamé a mi madre mientras hacía todo lo demás y ella contestó:
– ¿Dónde vienes? –su tono era un poco frío.
–Apenas desperté... termino de ponerme las botas y voy para allá.
–Está bien, con cuidado.
Asentí y le agradecí antes de colgar. El nudo de la segunda bota lo terminé justo después. Y entonces, la puerta se abrió para dejar a la vista a un Yuma serio. Pasé saliva e hice una mueca internamente.
–Ya me voy –dije poniéndome de pie rápidamente y colocando mi mochila en mi espalda con mi celular y todo.
– ¿Ah sí? ¿Sola?
–Claro. Es tarde y ya llamó mi madre –dije restando importancia a lo de ¨sola¨. Me hice paso a caminar por donde él tapaba la entrada y su brazo me jaló. Gruñí. –Ya, ya... perdón por no despedirme. Fue una gran noche, muchas gracias por cuidarme y dejarme estar aquí.
No contestó ni me soltó. Suspiré frustrada y busqué salir por debajo de su enorme cuerpo. Él se dio cuenta de lo que hacía y me cargó:
–Quédate quieta. Aún no te irás.
–P-Pero ya es tarde y mamá se enoja mucho –hice un puchero ante su comentario y lo miré como perrito.
–No me interesa. Soy responsable por ti y te llevaré cuando sea oportuno.
– ¿Quieres decir que tus hermanos impedirán que me vaya? –crucé mis brazos molesta. Malditos entrometidos...
–No precisamente pero cerca –dijo y me bajó al piso de nuevo.
–Huyamos entonces –dije aún cruzada de brazos.
Sus ojos decían que sí pero su mente analizaba las posibilidades de eso. Seguramente Ruki nos interceptaría en la entrada de la mansión haciendo que nuestra huida fracasara. O bien, sus hermanos fingían dormir para pasar desapercibidos y en cualquier instante acercarse. La paranoia empezaba a consumirme.
Bajé los brazos y suspiré. No tenía ninguna buena idea para salir de ahí, mi único recurso era esperar que Yuma diera la orden de irnos. Mi madre seguro me mataría.
-Yuma... nadie debe saber lo que pasó entre nosotros ayer. ¿Entendido?
-¿Ah? Piensas que iré a decirle corriendo a toda la escuela, ¿o qué? Obviamente no lo haré, tranquila.
Pasó su mano por mis cabellos y se acercó a mis labios. Correspondí el acercamiento besándole de vuelta. Su mano viajó a mi nuca y aceleró el beso, subiendo su intensidad. Gemí ante el juego de lenguas que inició, apartándome en busca de aire. Jadeé cuando nos separamos, mirando sus ojos castaños con cierto reproche por sus acciones; y de todos modos sonrió victorioso de hacerme incomodar con apenas un roce.
Me estrechó nuevamente en sus brazos, acoplando su cabeza entre la unión de mi hombro con mi cabeza, sin soltarme. Acaricié su espalda y cerré mis ojos. Era tan cálido, me daba seguridad.
-¿No dejarás que se vaya a casa?
La fría voz de su hermano mayor nos hizo salir del encanto que se había formado. Yuma gruñó entre dientes sin apartarse de mí, haciendo que un resoplido de los labios de Ruki saliera. Cruzó sus brazos, negándose a dejarnos solos. Esperaba la respuesta de Yuma sin más.
-No es asunto tuyo saber si me la llevo o no.
-Imagino que después de lo que hicieron asumirán mutuamente las consecuencias.
-¿Eh? Vamos, eso es más que obvio, jamás la dejaré sola.
-Bien, porque el otro clan seguramente querrá una respuesta ante lo que has hecho. Sabes que no puedes hacer nada como dejarte llevar por otra mujer que no sea Eva.
¿Eva? ¿Yuma andaba con alguien que yo no sabía? Miré con ojos interrogantes a Yuma. Si todo era verdad, ¿por qué había permitido que se consumara esa relación sexual? Suspiré para mis adentros, un poco dolida de haber escuchado tal noticia.
Ruki dirigió su atención a mí. Leía mis pensamientos por mis acciones, sabiendo que me alteraría al escuchar sus declaraciones.
-Así que no te dijo todo, ¿eh? Qué mujer tan problemática puedes ser ahora –dicho eso se fue a sus aposentos, dejando la habitación en completo silencio. Las manos de Yuma sostenían mi cintura, mientras miraba mis pupilas dudosas.
Mi corazón sentía una tajada enorme. Aunque, ¿por qué? Yuma no era mi pareja, ni mucho menos Subaru. Entonces.... ¿Por qué dolía tanto?
Caminé a la puerta para evitar cualquier comentario hiriente hacía él. No volteé mi rostro en ningún momento, y él menos hizo algo por abrir una conversación. Mi cabeza estaba buscando una respuesta al dolor que sentía en el pecho. Maldije las marcas que adornaban mi cuerpo, porque eran testimonio de una completa tontería que había cometido. El coraje lentamente subía por mi garganta, formando un nudo próximo a romperse en forma de llanto.
Cuando estaba a nada de salir por el umbral de la entrada principal, cruzando el jardín, la mano de Yuma tomó mi muñeca derecha tranquilamente hasta atraerme a su pecho. Tomó de todo mi esfuerzo no golpearlo o soltar un sollozo por su contacto tan cercano.
-Scarlet... Yo no te engañé cuando te dije que te amo. Ni mucho menos tuve sexo contigo simplemente porque estuviera ansioso de hacerlo.
-Suficiente, no quiero oírlo. De todas las personas jamás creí que tú lo harías –demasiado tarde, el nudo se había roto haciendo que mis ojos se nublaran por las lágrimas.
Yuma lo notó y acercó mi cuerpo a la reja, haciendo que batallara por librarme. Acercó sus dientes a mi cuello y me mordió, sin molestarse por cubrir el grito ocasionado por su comportamiento. En vano empujé su pecho, es más, sólo logré que enterrara más sus dientes en mi carne. Las lágrimas salieron aún más rápido a causa de eso. Me sentía indefensa e inútil ante las circunstancias.
Cesó el ataque un minuto después, relamiendo sus labios frente a mis ojos. Su amenazante mirada su fijó en ellos.
-¿Tengo que repetir esto siempre, Scarlet? No actúes como una chica tonta y entiende de una vez que realmente te amo. Lo que Ruki dice es verdad. Hay alguien a quien debería amar aparte de ti pero eso no me interesa porque a quien quiero y necesito es a ti.
-Debiste haberlo dicho antes. Yo no soy adivina. Y... Tampoco soy tu pareja.
Eso último lo dejó helado un instante, entendiendo lo que quería decir con eso. Suspiré y retomé mi camino a casa, sin importarme si me seguía o no en el proceso.
La luz iluminaba su blanca piel. Eva caminaba por los alrededores de su nuevo hogar. Subaru debía de protegerla gracias a las órdenes de su padre. Shu debía vigilarlo de cumplir la tarea, aunque realmente le daba igual si su hermano hacía la tarea o no.
Eva se distinguía por sus facciones extranjeras. Su aspecto era como el de una chica de ascendencia europea, con cabello rubio, unos exóticos ojos-magentas. Cuerpo menudo, delgado y casi frágil. Dotada de un espíritu servicial, angelical y amable. Aferrada a la vida por su deseo de ser una monja. Aceptó ir a la casa de los Sakamaki a órdenes de su padre, aunque el propósito le era desconocido, pronto supo qué debía hacer.
-Yui –una voz le llamó. Era Reiji que le requería en el comedor, lo cual indicaba que era su hora de cenar. Su verdadero nombre era Yui, pero ya tenía el apodo de ¨Eva¨ debido a su encuentro con el miembro mayor de los Mukami. No sabía tampoco por qué tal sobrenombre y cuando preguntó la razón de ello, las respuestas le fueron negadas.
Caminó hasta el comedor tranquilamente. La gran mansión era algo de lo que apenas se acostumbraba y le tomó unos días saber cómo moverse entre los pasillos. Regularmente, habría ido a la cama a esa hora para despertar temprano al día siguiente pero en su nuevo horario, la cena implicaba que desayunara y fuera a la escuela.
La institución a la que asistía era la misma a la que los Mukami y Scarlet asistían. Sin embargo, nunca se habían encontrado en los pasillos a causa del horario en que cada quien estaba. Subaru era el único que asistía en la mañana, por mera rebeldía.
De inmediato al llegar al salón, tomó asiento para cenar junto a sus anfitriones, al lado de Subaru. Shu mantenía su mirada en la cena y de debes en cuando miraba en su dirección asegurándose de que el trabajo especificado a su hermano menor progresara lentamente. Ya todos conocían a la pelirroja que le gustaba a Subaru pero su padre parecía tener otros planes para el menor de los Sakamaki.
Yui tomó el cubierto de la mesa como Reiji le había enseñado y comió de la pasta servida en el plato. Sonrió dulcemente ante lo bien que sabía, haciendo un comentario al respecto, tan dulce como pudo aunque sabía que le contestarían sarcásticamente o simplemente lo dejarían pasar.
La cena transcurrió en medio de una paz que se sentía bien. Tras terminar, cada uno se fue a sus respectivas habitaciones para alistarse e ir a la escuela. Yui tomó su ropa entre sus manos con un suspiro, aún un tanto confundida por las actitudes de ambos clanes hacia ella. Se apresuró a ponerse cada prenda, ya acostumbrada a las miradas indiscretas de los trillizos de la familia.
Subaru tocó su puerta esperando que le respondiera de inmediato, la limusina ya estaba en la entrada lista para llevarla a la institución junto a sus hermanos. Yui inmediatamente respondió al llamado y tomando su bolso salió junto al albino, dándole una sonrisa sincera antes de bajar al vestíbulo.
Salí del salón tan pronto como pude. Subaru se había ido sin decirme nada y yo temía por mi vida estando cerca de Yuma. Me sentía mal por la crueldad de mis palabras días atrás pero realmente me había herido su comportamiento.
Justo estaba en mi camino de siempre hacia mi hogar cuando una persona familiar se cruzó conmigo. Indudablemente era Yuma. Corrí tratando de pasar desapercibida, notando que aceleraba el paso, decidí escabullirme entre la gente para evitar el mayor contacto posible hasta que finalmente me alcanzó. Me forcé a alejarme de él, tirando del agarre que me unía a él.
-¡Para! –dije con cierto resentimiento aún.
-¿Quieres iniciar una pelea aquí? –se apegó a mi cuerpo peligrosamente mientras retrocedía.
-Déjame sola... -mi voz se quebraba.
-Hey, no. No llores. Tenemos que hablar.
-No quiero. No lo necesito....
Me abrazó otra vez. Mis sollozos de inmediato se hicieron presentes, regresando el abrazo al grandulón. Gruñí y su mano empezó a acariciar mi cabello, haciendo que la ira disminuyera poco a poco. Me relajé lo más que pude y no pude hacer otra cosa más que quedarme así junto a él, disfrutando el contacto.
Tomó en brazos m cuerpo y caminó conmigo hasta un lugar que ambos conocíamos. Era donde siempre platicábamos de cosas triviales. Un pequeño parque cercano a la escuela. Me tumbó en el pasto, mientras me analizaba con la mirada desde su posición. Estaba parado frente a mí. Seguramente esperaba respuestas a mi comportamiento de una semana atrás pero mi orgullo no me permitía disculparme. Además, el primero en mentir había sido él.
El aire fresco que venía de los inicios de abril, movía sus cabellos de manera insistente, cubriendo a veces sus ojos miel bajo el flequillo que dejaba en su rostro. Puse atención un momento a eso y después desvié mis ojos a las plantas, distrayéndome y retrasando lo inevitable. Mis cabellos también volaban por todos lados, haciendo que a veces tuviera que alejarlos de mi cara.
Poco a poco el silencio se tornó más frío, tenso e incluso pesado para el ambiente tan vegetal que nos rodeaba. Era la relación que un depredador tiene con su presa. El aura proveniente de su cuerpo dejaba ver lo peligroso que era moverse en falso o siquiera tratar de huir. Mis alternativas para escaparme de esa circunstancia eran nulas. Puse mi mochila como una barrera entre ambos, aunque invisible me hacía sentir menos nerviosa de lo que vendría.
-Scarlet... La chica a quien debo amar no es algo de lo que deberías preocuparte. Originalmente está destinada a Subaru, pero yo debo participar de esto por órdenes de nuestro padre.
-¿También Subaru está involucrado? ¿Acaso nunca se les pasó por la mente que debían decirme?
-¿Eh? ¿Qué sucede con tu tono? Pareciera que... Imposible~... ¿Estás celosa?
Un tinte rojo se esparció por mis mejillas. ¿Por qué me molestaba que me guardaran el secreto? Si eran cosas de vampiros ajenas a mí, debía dejarlas pasar como si nada por mero respeto a su privacidad... pero en verdad me irritaba que me guardaran secretos cualquiera de los dos.
Suspiré y coloqué mi mano izquierda como apoyo para mi mentón, restándole importancia al asunto. Yuma cruzó sus brazos dejando salir una sonrisa socarrona que se transformó en una carcajada. Gruñí y bufé cuando lo hizo. Se sentó a mi lado como si todo estuviera bien mientras yo seguía rehuyendo a su contacto.
Miró al cielo unos momentos, ignorando si le prestaba atención o no. Su perfil se veía perfecto. Su cabello viajaba en ocasiones por el aire y mirar con detalle sus rasgos me hizo preguntarme si en realidad me gustaba Yuma... O si Subaru también me gustaba... O si me gustaban ambos.
La mano de Yuma viajó hasta estrechar la mía, impidiendo que siguiera mis cavilaciones. Su enorme mano estaba marcada por sus venas. En comparación a mí piel, la suya era fría así que me dio un poco de escalofríos sentirla.
-No estoy celosa. Sólo que me da la impresión de que no me tienen confianza a veces –pensé para mis adentros todos los detalles de mi vida que ellos sabían de mi propia boca y suspiré. Después de todo, que tú seas alguien que confía en los demás no significa que siempre te van a tratar de esa manera.
-No es falta de confianza... Son cosas que entre nosotros resolveremos. Y no queremos involucrarte.
Lo sabía. Desde siempre ambos preferían lidiar solos con sus pecados y problemas antes de permitirme ayudarles. Por un lado tenía razón, ¿qué podía hacer una humana frágil contra el destino que su padre les impuso?
Estaba a punto de contestarle cuando por mi campo de visión percibí a Subaru. Iba siguiendo a una chica de cabellos rubios. Seguramente ella era Eva. Sus facciones eran demasiado angelicales, diría que una princesa podría compararse a ella. Además, sonreía demasiado. Su mirada pareció darse cuenta de mi indiscreción y caminó hacia nosotros, saludando a Yuma.
-¡Oe! –gritó Subaru antes de correr hacia ella. Ni siquiera se fijó en mí.
-Perdona, Subaru...
-Tch, no importa –cruzó los brazos, ya estando a una distancia prudente a nosotros. Esa manera de actuar indicaba que ya se conocían bastante. Diría que de meses por la facilidad con la que Subaru hablaba con ella.
Yuma chasqueó la lengua al verla y la saludó de todas maneras. Entonces mis ojos se toparon con los de Subaru. Me inmovilicé sin darme cuenta, mientras ambos se acercaban. Eva se presentó ante mí con una pequeña sonrisa y apenas pude pestañear pues todo el tiempo había estado en el limbo.
-Oh... Yuma, no sabía que tenías compañía. Un gusto conocerte, me llamo Yui Komori.
-Scarlet... -pronuncié con una sonrisa dirigida a la chica. Sólo llámame Scarlet.
Yui me sonrió a su vez y me sentí extrañamente bien. Percibía un aura amable de ella. Era la chica más linda que jamás había visto y también, la primera que me hacía sentir muy insegura de mí misma. Me levanté del pasto y tras despedirme me fui tan rápido como pude, escuchando mi nombre de la voz de ambos vampiros.
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