🍒6🍒
Keith gritaba con la voz rota.
Estaba quedándose afónico.
No golpeaba la puerta. No, no lo había. Por que si lo hacía la piel de sus manos que se estaba pelando doleria como la misma muerte.
Empezó a chillar de dolor.
Lance estaba de pie.
Tardó pocos segundos en abrir la puerta.
Keith se dejó caer de rodillas.
El panorama era peor que como sonaba.
Lance cerró la puerta y en frente de esta tenía a Keith de rodillas con la piel pelada, quemada y muy muy desagradable. Keith empezó a jadear. Se abrazó a sí mismo y dejó caer su cabeza hacia delante. Apoyó su frente en el suelo.
Le dolía el cuerpo. A penas podía respirar. El calor había acabado con sus fuerzas.
Lance dió un pasó hacia atras, un traspies vaya.
Corrió hacía algún lado a por mantas, como si fuese a servir de algo.
Escuchando los jadeos de Keith y el suave sollozo que lo camuflada, colocó la sabana sobre su espalda. Keith la aceptó sin levantar su cabeza. Estaba hecho una bolita.
-Keith... es verdad... tú...
-Lo siento. -dijo entre quejidos. Levantó su cabeza. Una de sus mejillas tenía una parte suavemente quemada. Lance se paralizó. -¿Tienes agua fría?
-¿Fría? -repitió como si sirviese de algo. Él asintió, tragando saliva, calmando su respiración.
Lance miró la cocina y allí fue a por el vaso. ¿Qué estaba pasando? ¿Desde cuando su casa venía con un vampiro que se derrite al sol?
Lance le tendió el vaso. Le temblaba la mano. Keith cogió como pudo el vaso.
Lance pensó que le daría un golpe de calor, pero al contrario. Keith bebió rápido, lo mostraba la cantidad del vaso, que disminuía, y la nuez de su cuello.
Se acabó el vaso. Respiró hondo y soltó en aire. Keith miró a Lance y por inercia se pegó a la puerta, abrazándose con las sábanas.
-Oye...
-Me iré. Te juro que me iré. Pero por favor no con el sol. Por favor. -murmuró con voz rasposa, con la mirada llena de miedo y tal vez odio. Lance negó
-Keith yo...
-Sois iguales todos. No dejáis que nos expresemos. No solo queremos sangre y...
-Keith. -cortó de nuevo. -Te pido perdón. No sabía que tú... te ibas a... en fin, que te... - Keith frunció suavemente el ceño. - Que lo siento vale. -le temblaba la voz. Lance se sentó frente a él. Keith se encogió aún más. -Keith yo no sabía esto. Yo que sabía que esto no era una broma pesada. -murmuró. El azabache bajó su mirada al suelo. -No... no te conozco aún del todo. Yo no quiero hacerte daño.
-Me lo has hecho. Casi me muero, me has dejado ahí fuera y... y casi me derrito. -murmuró mirándole con rabia.
-Keith... perdón vale. No lo sabía.
-¿Es que no te han hablado de vampiros?
-¡No pensaba que fuerais reales!
-¡Lo somos a nuestra manera! - ambos se quedaron mirándose. Lance miro su mordida, la de Keith.
-¿Cuando... cuando fue?
-No lo se. -entonces Lance cayó en algo.
-Yo... tu me has mordido... -Lance pasó su mano por su cuello. Se tapó la boca. - Vas... voy a... voy a volverme... -Keith negó.
-No, eso sólo pasa en películas de mierda. Esto es genético. Genético y lazos efectivos. -Lance cogió el aire que se le había ido por los pulmones. - Eso cicatrizará dentro de 3 o 4 días. -Lance volvió a mirar el suelo. Luego las ventanas.
La luz entraba por la ventana de los lados de la puerta.
Keith quedaba justo en medio, en la sombra de la puerta. Lance se levantó y empezó a cerrar ventanas.
Keith no se movió del suelo. Es más, se arropó un poco más si podía.
Lance subió a su habitación y volvió tras varios choques.
- Puedes moverte por la casa. Está todo cerrado sin luz. Entra la justa para ver. -Keith se levantó como pudo. Se miró el brazo. Se estaba regenerando. Aún así necesitaba algo para acelerar el proceso: sangre. Pero mira a ver si tenía huevos a repetir lo sucedido.
-Cerezas. -Lance asintió y corrió a por la bolsa. Se las tendió. -Gracias. -miró una esquina de la casa que ganaba más que sombra. Vigilando a Lance caminó hasta allí. Se sentó en el suelo con las cerezas entre sus piernas, sobre la manta que cubría dichas extremidades.
-¿Te vas quedar en el suelo?
-Si.
-Keith siéntate en el sofá. -negó. -¡ No voy a hacer nada!
-¡No es eso! -se quejó. -Hay un hilo de luz que llega al reposabrazos. Cuando sea por la tarde llegar a hasta mi cara y el sol da más fuerte. Me quemará. -murmuró.
-Tú... ¿te has quemado ahora? -negó.
-Me estoy recuperando.
-¿Entonces si?
-Cuestión de horas largas. Tal vez días. -se comió una cereza. Lance miró el suelo. Y entonces le entró curiosidad.
-Y... ¿cuando me mordiste?
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