🍒11🍒
Abrió la puerta de su casa y dejó que Keith entrara.
-Dormiré en el sofá. -sentenció.
-Si, claro... -murmuró. El cubano observó como en de piel pálida se acomodada y se le pasó una pregunta por la cabeza: ¿cuándo? ¿Cuándo se iría? ¿Era para mucho lo de quedarse con él? Por que quería vivir solo, que por algo se había mudado. -Oye... ¿cuánto dura lo tuyo? -murmuró con curiosidad, de espaldas a él.
-El qué.
-Quemarte al sol. Todo, en general.
-Ya te lo he dicho. Toda mi vida. -sentenció como si nada. Lance tragó en seco. Ni la imagen ni los gritos ni el tiempo que tendría que vivir con él se le hicieron amenos visual y auditivamente hablando.
-Y... ¿vas a quedarte aquí toda tu vida? -carraspeó. -Quiero decir... quiero vivir solo sabes. No se. No me importa un día o dos... pero...
-No. -murmuró de forma fría. -Eres tú el que no me ha dejado irme. -Lance se percató de la cruda realidad. Era él, que era gilipollas.
-Es que te ibas a quemar.
-Me voy a quemar siempre. -murmuró.
-¿Y... un paraguas? -empezó a dar ideas.
-Que no sirve para nada. La luz tamizada me irrita la piel.
-Uno negro opaco...
-El calor me sensibiliza la piel, y la temperatura sigue existiendo. Ya te lo he dicho... -Lance rodó sus ojos. Que coñazo todo, pensó.
-Bueno, déjalo... -musitó. -Te dejo quedarte unos días. Sólo unos días.
Lance terminó dejándole un vaso de agua, las cerezas y algo más de comida cerca del sofá.
Keith se arropó hasta arriba y se echó a dormir.
Lance bajó la persiana de su cuarto y se quedó frito.
La mañana del día siguiente fue amena. Amena y algo incómoda.
Keith solía sentarse en el rincón donde no llegaba la luz.
-Sube a mi cuarto. La persiana está bajada. -murmuró el cubano, negándose a vivir en la penumbra.
Podría vivir un ratito, pero no cada día.
Keith simplemente se levantó del suelo y camino hacia su cuarto.
-Avísame cuando estés arriba. Si necesitas algo pidemelo o avisa de que bajas. Voy a airear el salón.
-Vale. -el azabache simplemente continuó el trayecto de escaleras.
- Oye. -el cuerpo de Lance se dirige a las escaleras. -¿No tienes hambre?
-No.
-Vale, era por si... -el teléfono empieza a sonar. -Por si tenías. Ya hemos hablado eso y... -mientras habla trastea el móvil. Mira el emisor de la llamada. Abre sus ojos y niega. -Bueno, eso. -coge la llamada tras carraspear.
-¿Si?
-¿Lance?
-Si, ¿quien es?
-Nyma. La chica de anoche.
-¡Ah Nyma! -sabía de sobra quien era. Tenía su nombre en la llamada y no se iba a olvidar tan fácilmente de su carita. Y menos de ese nombre. -Hola.
-¿Qué tal? ¿Te pillo mal?
-No, no, que va.
-Era... para preguntarte si esta noche hacías algo. -Lance hace gesto de victoria con un brazo. Sonríe y cierra sus ojos.
-No... creo que no.
-Era para saber si querías quedar un rato por la noche o algo.
-Si, claro. Por que no. Pero, ¿no curras?
-De mañanas. Por la tarde y noche estaré libre.
-Genial. Por mi bien. Podemos quedar en mi casa si quieres. -Lance sonríe. Si, ¡si! ¡si joder!
-Vale. ¿Me mandas dirección o...?
-Te recojo en la tienda si quieres. Esto está en medio de la nada.
-Vale. De acuerdo. -la voz dulce de Nyma se deshace en una risa empalagosa. -Pues... hasta esta noche.
-Hasta luego. - murmura Lance.
Y cuelga.
-¡Si, toma! -el castaño simplemente sólo puede mover de manera enérgica sus brazos, en señal de victoria. -¡Hoy follo, hoy follo joder!
-¿Qué? -murmura Keith.
-Nada... -espera. El castaño de queda paralizado y se pone a pensar. Si ella viene aquí, y surge tema... ¿qué coño hace con Keith?
Bueno, con suerte puede irse por la noche.
Pero... sabe que al día siguiente va a salir el sol.
Mierda. Joder, no va a salir nada bien nunca o que.
Bueno, no pasa nada. Por la noche se verá todo.
Y se vió. El día pasó sin gran importancia.
Surgían de vez en cuando conversaciones esporádicas.
-¿Y... como es el dolor cuando te quemas? Parece horrible...
-Es horrible. Me estoy quemando... vivo. -entrecomilla ese adjetivo con los dedos. -Es como si tu te quemaras. Es el mismo dolor.
-Nunca me he quemado... otro sinónimo.
-Como... como cuando te quitas un cacho de piel y está la carne viva. Ese dolor y ese escozor. -Lance sólo puede fruncir el ceño.
-Vas... ¿bien con esas cerezas? No se si comer sólo tostadas de mermelada y cerezas es sano.
-Me alimento de sangre. Y puedo sobrevivir sin ella. ¿Qué... es?
-Lasaña.
-Lleva... ¿carne, no?
-Pues... si. -Keith baja la mirada. -Tampoco comes carne.
-Es que puede llevar sangre. Y eso...
-Y puede vivir sin ella. -repite Lance cansado.
-Si, y que no se si luego podría calmarme a mi mismo. -refunfuña.
-Si quieres otra cosa dímelo. Podría traer tomates. Igual...
Y llega la noche.
-Keith, ahora vuelvo.
-¿Dónde vas?
-A por una chica. He quedado.
-Pero... ¿me quedo y...?
-Si, si voy a volver con ella. No te muevas de aquí. O si. -sube la persiana. Keith entrecierra los ojos con miedo. No hay luz, sólo noche. -Si quieres salir a tomar el aire eres libre. No tardo. -el castaño coge sus llaves y sale por la puerta.
El azabache sólo puede bufar y mirar su alrededor.
No tiene nada que hacer. Sólo mirar las fotos, comer cerezas y pasearse por su casa.
Mira su muñeca. La venda ya ha perdido su blanco pulcro y está de un color sucio. Debería cambiarsela...
Al cabo de un rato el coche de Lance se llena de risas y conversaciones amenas.
-Si, yo también hice el científico. -ríe Lance. -Ahora estoy esperando a ver cuando hago prácticas.
-Yo me lo deje y me tiré a trabajar.
-Podrías haber esperado.
-Ya, pero el trabajo de cajera estaba libre.
-Pues también. -el moreno aparca y apaga las luces. -Hemos llegado.
-Que casa más mona.
-Aún no la ha visto por dentro.
-Va, enseñamela. -Nyma baja del coche. Lance sólo puede morderse al labio al oír esas dos palabritas. Las quiere en otor contexto...
Sale del coche y mete las llaves en el cerrojo de casa.
-Pasa. -murmura. La rubia entra.
-Que mona. -susurra.
-Aún le queda mucho. Me he mudado hace poco y hay mucho trasto.
-A mi me gusta. Es muy tierna.
-Gracias. -Lance mira a su alrededor. -Ponte cómoda. Ahora vuelvo. -al ver que Keith no está en el piso de abajo, sube al de arriba.
Y ve la luz del baño encendida.
Ya siente la taquicardia acercarse a él.
-¿Keith, estás bi...?
-Hola. -murmura. Está de pie, enrollándose la venda en la muñeca. -¿Está ella?
-Si... si. Trae. -sigue mirando su muñeca -Lo haces mal. Primero la venda suelta y luego la anudas. Con cuidado le venda y cierra la mencionada. Coloca esparadrapo y le mira. -Eh, vamos a estar abajo. Si ves que subimos las escaleras... no se, métete por ahí y vuelves al salón.
-Me puedo ir.
-No, no quiero que te quemes. -Keith frunce el ceño.
-Pero no quieres que me quede.
-No muchos días. Hoy si. Va, no des por culo. -el castaño sale del baño. -Y si ves que nos oyes y no hablar, ponte mis cascos. Están en el cajón de la mesita de la cama. -el moreno baja las escaleras.
Nyma le espera en el sofá con el móvil.
-Perdona. Estaba resolviendo una cosilla.
-No te preocupes.
-¿Quieres tomar algo?
Y lo acaban tomando.
Primero refresco, y después algún chupito de alguna bebida que Lance se habría traído consigo de casa de sus padres.
Nyma está riendo. Están en el sofá, hablando.
-¡Que ridículo! -ríe ante la anécdota del moreno.
-Pues aprobé eh. Aquí donde me ves aprobé.
-Vaya idiota... -ríe la rubia. Sonríe y apoya su cabeza en su mano.
Están cara a cara. Lance ríe y mira a la rubia detenidamente.
-Puede ser. -susurra Lance sonriendo.
Y ese silencio les basta.
A Lance le sirve para saber que Nyma le mira de reojo la boca, y que sonríe de forma boba. Y que sus uñas jugando con su cabello no son una forma para no aburrirse. Lance mira sus labios de reojo, igual que ella. Y en un gesto rápido, Nyma tuerce el rostro hacia él.
Lance ya le está cogiendo una de sus angelicales mejillas.
Ambos pegan sus bocas. El beso empieza lento, muy lento, saboreando el licor que ha quedado en la otra boca.
Poco a poco va a subiendo de velocidad. De repente una lengua se cuela pero Lance no va a decir que es la suya.
Nyma tampoco va a decir que no se va a negar a recibirla.
La mano de Lance recorre ahora el mismo de la rubia. Con lentitud sube a su cintura y con más lentitud aún desciende a su culo.
Se separan. Ambos se sonríen. Nyma planta un pequeño beso en sus labios.
-Que bien besas... -susurra.
-Gracias. -devuelve Lance.
La rubia se acomoda en sus muslos y abraza su cuello.
El beso comienza y continúa. Ahora de forma más larga y salvaje.
Las manos de Lance agarraban su cintura, pero han decidido cogerle el culo. Más divertido y más atrevido.
Nyma pasa sus uñas largas por su nuca. Eso le eriza la piel a Lance. Se encanta que hagan eso...
Poco a poco las manos de ambos van explorando el cuerpo ajeno y todo se va volviendo más salvaje y más acalorado.
Las manos de Nyma recorren su pecho cubierto por la ropa. Una de las manos de Lance ha subido a uno de sus pechos. Yo es como si lo agarrara, pero si que pasea por ahí su mano.
Siguen besándose. El beso pierde velocidad poco a poco.
La rubia, con una sonrisa, mira sus ojos.
-¿Te quedan de esos condones?...
Claro que le quedan. Como que no los ha usado.
Coge la mano de la rubia y entre risas suben las escaleras de forma rápida.
Keith, distraído al estar mirando por la ventana, escucha esos pasos acelerados y las risas.
Y sólo puede meterse en el baño.
Es cuando se vuelven a liar cuando aprovecha y baja las escaleras corriendo.
Mierda. Los cascos.
Ahora se va a tener que tragar todo el puto polvo...
Y es así.
Poco a poco se van desnudando. Poco a poco Nyma queda en ropa interior, al igual que Lance.
Le observa desnudarse desde el colchón, como tira su pantalón pitillo al suelo y como se quita la camiseta delante suya. Cuerpo de escándalo.
Se coloca sobre él y vuelve a besar su boca.
Ni tan estrenar la cama unos (largos) días de mudarte. Nada mal.
Hogar dulce hogar.
La rubia termina encima suya, cosa que, a quien vamos a engañar, le pone a Lance muchísimo.
Le ha lamido todo el cuerpo y le ha manoseado cualquier zona imaginable. Se han comido la boca lo suficiente como para saber que quieren follar y se tienen ganas.
Lance sólo observa su melena larga caer por su cuerpo rosado, como su cuerpo se mueve junto sus movimientos, y como su voz sale en cada uno de ellos. Como le escucha pedir más o mencionar su nombre...
Buf, le encanta. Es el cielo.
Muerde su labio y baja sus manos a sus caderas. Es de ahí donde va a moverle.
Ambos gimen y jadean. Como si estuvieran ellos solos.
Que no es el caso.
Keith simplemente se tapa los oídos. Pasa de escuchar el polvo de dos heterosexuales necesitados. No le gusta. Es incómodo.
Al principio le daba curiosidad. Yo que se, el ver como gime ella, si Lance le responde, si tienen fetiches... cotilleo.
Pero al cabo de tres "ahh, si, sigue" se aburre.
El polvo dura lo justo y necesario.
Nyma termina rendida en su cama.
Y si, va a dormir en ella.
Lance simplemente mira el techo sonriendo.
Tiene a esa tía de cuerpo de diosa desnuda, en su cama.
¡Ha triunfado! Ya tiene ligue.
Mira su culo de reojo antes de ponerse su ropa interior y bajar las escaleras.
Y ahí está Keith.
Está en el sofá, tumbado, frente al a la tele que está retransmitiendo un documental de... yo que sé, ¿la caza de la trucha?
-Sigues... - murmura Lance. Ya no se acordaba de él.
-Si, sigo despierto.
-Perdona. Es que... en fin... -el moreno, rojo como las mismas cerezas de Keith, va a la cocina. Llena un vaso de agua.
-Que estabais follando. No nací ayer.
-Vaya polvo... -murmura.
-Si, me lo ha dejado claro.
-¿Quien?
-Ella.
-Ah... -ríe y mira la televisión.
Y escucha un gruñido.
Y no ha sido Lance.
Y tampoco la boca de Keith.
-¿Ha sido...?
-No. -sentencia Keith.
-¿Tienes hamb...?
-Que no. -otra vez el gruñido.
-Acabemos cuanto antes.
-No. -Keith niega. Lance simplemente se acerca a él.
-Si. Vamos.
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