Parte 2. No sobreviviremos, pero aléjate de los Normeks.
El mundo se dividía por montañas. No había una sola planicie en todo aquel lugar y eso lo supe cuando, al seguir huyendo de lo que no sabía qué era, pero estaba seguro podía llevarme directamente a la tumba, encontré a una chica que había caído en aquel lugar al igual que yo.
Se refugiaba en todas las cuevas y sabía ir y venir por todos los niveles, su único propósito era sobrevivir y para ello huía de los Normeks siempre hacia ladera abajo.
-¿Quién eres? -Me dijo en el primer día en aquel lugar cuando, mientras huía, su mano salió de la cueva que pasaba y me jaló hacia dentro.
Mi instinto fue huir, pero ella logró detenerme vez tras vez hasta que la adrenalina me permitió razonar y entendí que había sido ella la que me había gritado que huyera.
No se veía llena de pánico como yo, pero pude notar que cada uno de sus sentidos seguía estando alerta.
-¿Qué...? Cómo...? ¿Qué está pasando? ¿Quién eres...? ¿Qué hago aquí...?
Las preguntas salían sin terminarse de mis labios mientras mi cerebro se disipaba del pánico y el miedo y ella miraba hacia la tormenta como si pudiera ver a través de ella.
-Tranquilo, respira. Mantente en calma porque ellos sienten la confusión desde lejos.
-¿Ellos?
-No eres de aquí, ¿verdad?, ¿Cómo llegaste?
-Yo... solo estaba leyendo algo en la biblioteca y entonces de pronto estaba aquí y... No entiendo nada, carajo. ¿Qué es este lugar?, ¿Qué hago aquí?, ¿Quién eres?
-Cállate, están cerca.
No supe ni siquiera qué quería mencionar, pero en cuanto quise hablar, ella me tapó la boca y me miró con intensidad como si con la mirada quisiera callarme y matarme a la vez.
-No digas nada. Están aquí.
No mencioné nada más pero quise preguntarle con todas mis ganas quiénes eran "ellos", quiénes estaban "aquí", de qué nos escondíamos en realidad.
La respuesta llegó rápido.
Tal vez ni siquiera habían pasado dos minutos para cuando unas criaturas extrañas y humanoides pasaran junto a la cueva calmando la tormenta a su alrededor.
Dos metros alrededor de cada una de esas criaturas la lluvia no existía y solo una iluminación baja y roja los envolvía.
El ambiente adquirió un aire tan intenso y pesado que por un momento creí que la montaña me había caído encima.
La chica de la que hasta ese momento no sabía su nombre miró a cada hombre como si pudiera matarlos y sentí en su actitud cómo, aunque les tenía miedo, no iba a rendirse si ellos la veían y venían a nosotros.
Intenté mantener la calma y callar incluso cada latido de mi corazón desbocado y observé a cada hombre que se arrastraba en sus garras y con pesadez movían sus piernas.
Tenían la piel ceniza, gris y con quemaduras en formas de número en todo su cuerpo. Su cuerpo era parecido al de un hombre, pero sólo parecían tener un esqueleto al que toda su piel se pegaba. Su torso solo era una caja de costillas forrada de esa piel quemada que se unía por una columna a su cadera y sus piernas que parecían ser un arco hacia abajo que terminaba en puntas sin pies. Sus brazos eran lo único que parecía tener músculos y aunque eran muy humanos, se extendían largamente hasta el suelo y sus manos estaban llenas de garras en las que se apoyaban. Su cabeza no tenía cara más que algo que podía equivalerse a un ojo y era una esfera que ocupaba todo su rostro y sobresalía a su cráneo. Esa esfera brillaba y como iris tenía el mismo número que se repetía como quemaduras por todo su cuerpo.
Uno, que tenía en su cuerpo y en su ojo el número 5, miró hacia dentro de la cueva y se detuvo un momento como si hubiera percibido algo.
Quise llorar, quise rogar vivir, pero entendí que eso solo haría que se diera cuenta que estábamos ahí y con todo mi aplomo me esforcé por tranquilizar mi pánico y enterrar mi miedo para mantenerme sereno.
Un grito resonó directo desde el pecho del monstruo e hizo un eco en la cueva helándome hasta la medula. Cada grito que ellos daban sonaba como un lamento enloquecido que venía de alguna tumba. Un sonido agónico que por un momento podías sentir que te llevaba a ti mismo a esa muerte que parecía gritar.
Ni siquiera me moví. Dentro de la cueva los sonidos de goteras y los riachuelos pequeños seguían transcurriendo mientras la criatura nos veía fijamente sin siquiera moverse para respirar. El mundo seguía hecho un caos y una tormenta, pero parecía estar en stop solo por la tensión entre el monstruo y nosotros.
Los latidos en mi corazón sonaban como un tambor rítmico en mi cabeza. Casi parecía un reloj que contaba los segundos que me quedaban antes de un colapso en mis nervios.
La tensión se acabó cuando la criatura siguió su camino y unos segundos después la chica se destensionó. Esperé unos momentos mas a que el ambiente se destensara y pregunté nerviosamente:
-¿Puedes explicarme qué pasa?
-No sabes nada realmente, ¿verdad?
-¿Tengo cara de saberlo?
Suspiró y por primera vez me vio con tranquilidad.
-Dime de dónde eres y lo poco que sabes y tal vez pueda explicarte mejor lo que pasó.
-Te lo dije. Yo estaba leyendo un libro en la Biblioteca de mi escuela y ni siquiera había terminado la primera frase cuando de la nada ya estaba aquí y sentía que me quemaba y entonces apareciste tú y hui tras de ti y ahora estamos aquí y... sólo eso. Es lo único que sé.
La chica miró hacia el suelo como si sus propios pensamientos la hubieran envuelto en una ensoñación y yo la miré preocupado.
-¿Estás bien? ¿Dije algo que te molestara?
-¿Qué fecha era cuando entraste aquí?
Fruncí mi ceño preocupado sintiendo que se venía la peor noticia del mundo y con un sabor amargo en mi boca dije:
-4 de Octubre.
-¿De qué año?
-2021... -mencioné con algo de duda, como si fuera a destrozar la cueva y la matrix de ese mundo con solo mencionarlo.
Algo en la mirada de la chica se quebró y aunque pareció no querer darle mucha importancia, pude notar que esa fecha la había quebrado.
-¿Por qué preguntaste?
-Porque yo tengo una semana aquí y entré en el 2012... en el 9 de Octubre del 2012.
Entendí a lo que se refería, pero no supe qué decir. Supe que una semana aquí era demasiado tiempo afuera de ese lugar, y que tal vez justo eso me esperaba a mí.
Por un momento esa certeza me cegó. No iba a volver. No iba a ver a mi familia de nuevo. Ni siquiera sabía qué había pasado conmigo. ¿Y si en la realidad estaba mi cuerpo muerto, o dormido, y alguien me encontraba sin saber que yo estaba adentro del libro, si estaba más bien en un grado de inconsciencia que nadie podría entender y por ello no habría forma de sacarme desde el exterior?
¿Y si en realidad ni siquiera estaba dentro del libro y esto solo era un sueño?, ¿Cómo se despierta de un sueño a voluntad si estás consciente dentro del sueño?, ¿Si me pellizcaba despertaría, o solo dolería y nada cambiaría?
Mi respiración se volvió un desastre mientras el pánico invadía mi organismo y mi mundo se oscureció sin remedio.
Tenía que haber una salida. En verdad tenía que haber una salida.
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