CAPÍTULO 3
—¿Solo vas mirarme hasta aburrirte?
Bruce estaba sentado en uno de los sofás del Talon. Seguía a Clark de aquí para allá con la mirada, viéndolo cargar cajas, adornos y de más. Estaba un poco impresionado de la fuerza que podía llegar a tener el alfa, pero nada que pareciera fuera de lo normal, Clark siempre parecía un chico que desafiaba las leyes de la física y lo que podría considerarse común. Habían bastado solo cuatro semanas de intensa amistad para darse cuenta de que el alfa tenía un no sé qué especial. Tal vez Lex tenía razón, había más de Clark Kent de lo que podrían saber nunca.
—No creo que me canse de eso. —Se recostó más en el sofá, cruzando una pierna sobre la otra. —Es mi trabajo, después de todo.
—¿Verme trabajar?
—Supervisar que todo se vea genial. Y hasta ahora todo se ve genial, incluido el organizador.
Clark rodó los ojos, pateando un par de cajas para apilarlas con otras de forma desordenada. Lana Lang había tenido la increíble idea de reabrir el Talon, con ganas de llamar la atención de muchos más clientes y evitar que cerrara definitivamente. Lex estuvo de acuerdo y Clark se había ofrecido voluntario para ayudar a organizarlo todo para la nueva apertura que sería en unos días; por supuesto que Bruce se había apuntado solo por pasar tiempo, nunca lo imaginaría cargando una caja pesada ni subiéndose a una escalera.
—Por cierto, creí que Lana estaría por aquí. Lex dijo que era la jefa. —Finalmente el omega se levantó de su sitio, no para ayudar, pero sí para dar vueltas y juzgar con la mirada el trabajo de Clark.
—Tenía que terminar de traer unas cosas de Metrópolis para la inauguración, pero podrás conocerla pronto.
—Ya.
No siguió hablando, no cuando el omega se acercó a él con esa sonrisita tonta que había descubierto que le agradaba tanto. Le gustaba y le disgustaba en las mismas cantidades cuando se ponía en plan coqueteo porque su alfa se volvía loco por dentro, pero también temía perder el control de su lado kryptoniano frente a él y que toda la burbuja adorable terminara de una manera en la que se convertía en un monstruo frente a los ojos de Bruce. Sin embargo, no podía decirle al chico que retirara su mano de su pecho o que dejara de jalarlo hacia él solo para robarle un beso en el que el omega seguía siendo un poco torpe y que Clark, aunque ya había dado varios antes, no podía evitar compararlo como los mejores que había recibido nunca.
Habían terminado en esa relación un poco exprés sin pensarlo. Ni siquiera recordaba habérselo pedido correctamente, solo sucedió.
Tras la gala, Bruce visitó un par de veces la granja Kent en compañía de Alfred solo porque el mayordomo quería ser cordial con la invitación de sus padres. Clark había ido con Lex un par de veces a Metrópolis donde se encontraron con Bruce y terminó dos veces quedándose en la Mansión Wayne teniendo pijamadas aleatorias con el omega, claro que al alcance del oído de Alfred. Eso sin mencionar los incontables mensajes que se enviaron al día solo porque su vida se había vuelto más entretenida así.
Al final solo le había dado un beso, pequeño, en un momento donde definitivamente no estaban al alcance de Alfred, Lex o sus padres y lo asumieron desde allí. Tal vez los libros romanticones donde los protagonistas se enamoraban en tres días no estaban tan lejos de la realidad o eran ellos mismos los personajes principales de un drama adolescente. Sea como sea, la tensión entre ambos no pudo explotar por otro lado que no fuera en eso, un lo que sea que fuera pero que apetecía disfrutarlo.
Clark lo empujó suavemente. —Viene Lex.
—Lex no vendrá hasta las doce.
Le tiró una caja sin nada dentro y agarró un par de festones horteras según la calificación de Bruce cuando los vio. Hizo como si estuviera pensando en algo cuando, en efecto, el alfa entró al salón. Bruce no dijo nada, aunque no fue la primera vez que adivinaba que alguien estaba cerca y lo achacó a algún tipo de sentido que tenía por haber vivido toda su vida en el campo. No se quejaba de ese poder, la verdad, las últimas semanas los salvó de varias escenas que hubieran sido incómodas de explicar.
—Oh, lo has hecho trabajar —exclamó Lex, caminando al interior, viendo a Bruce con la caja vacía entre sus manos confundido. —O solo esta 'supervisando'. Eso le pega más.
—¿Por qué dejas que decoren esto tan feo? —preguntó Bruce, pasándole la caja a Lex.
—¿Perdón? Lo están decorando ustedes.
—Pues no se puede hacer mucho con todo esto. —El chico señaló la mesa, llena de papeles de colores muy lejos de su gusto.
—Quedó bastante bien. En cualquier caso, la culpa es del supervisor que dejó que todo quedara así —se quejó Clark, arrugando los festones que había ente sus manos. —Lo que importa realmente es que el café este bueno.
—Eso podemos asegurarlo.
Bruce negó con la cabeza, pero recogió su chaqueta del sofá. —¿Nos vamos? Me debes una cena por lo de la última vez. Clark, también estás invitado.
Y salió con los dos alfas detrás de él.
.
.
Clark había descubierto que le gustaba hacer sufrir a Bruce. No de una manera cruel, pero verlo caminar por los senderos empolvados de Smallville en pleno sol, era divertido. Se jactaba mucho de tener un buen estado físico y le gustaba pisotear su orgullo de niño de ciudad cuando lo veía quejarse después de un par de kilómetros de caminata mientras él seguía fresco, como acabado de levantar.
—Tendría que haberme ido a Gotham hoy, pero no, tenía que venir contigo.
—No es tan largo. Es solo... caminar. Eres un exagerado.
—Sí, claro, exagerado.
Clark no lo vio venir, cuando Bruce dio un paso sobre lo que parecía ser terreno estable, pero solo eran un montón de hojas tapando un hueco por donde el omega resbaló. Su primera reacción fue gritar el nombre del chico, pero después saltó por allí mismo, haciendo uso de sus poderes y rezando a quién sea que nada le hubiera pasado.
—¿Bruce? ¿Bruce? ¡¿Estás bien?!
Encontró al chico en el suelo, no inconsciente, pero sí con raspones por todos lados y una brecha no muy grande en la cabeza, pero que parecía emanar sangre escandalosamente. No había sido una caída muy alta, menos mal, pero según lo que podía ver más allá con su visión, probablemente tendría un par de costillas rotas. Bruce llevando su mano a su costado y quejándose se lo confirmó.
—¿Estás bien?
El omega se quejó. —¿Te parece que estoy bien?
Bueno, eso era algo. Si mantenía su lado irónico y sus comentarios venenosos, no podía ser tan grave Con algo de dificultad lo ayudó a levantar. Bruce se retuvo de volver a quejarse cuando se sostuvo de Clark para poder mantenerse en pie.
—¿Qué es este lugar?
—¿Una cueva?— Nunca había estado allí. Es más, nunca en su vida habría imaginado cosas así en Smallville, pero teniendo en cuenta toda la cantidad de cosas extrañas que sucedían allí, no es que le sorprendiera demasiado. —Deja que te ayude.
En un abrir y cerrar de ojos, Clark tenía a Bruce en sus brazos al estilo nupcial. Era extraño, a pesar de los besos, el coqueteo y la relación íntima, la cercanía en la que ahora mismo se encontraban. Nunca habría esperado estar tan cerca del alfa, lo suficiente para que el olor lo ahogara de una manera distinta a cuando se metió en su nido, incluso si solo recostaba un poco su cabeza en su pecho, podría escuchar los latidos de su corazón. Lo hizo y descubrió que Clark podía convertirse en su música favorita. Ni siquiera el dolor pareció perturbarlo, se sintió tan bien en ese momento que se sintió en la necesidad de agradecer la caída.
—¿Son esos símbolos?
Clark interrumpió su ensoñación. Apenas y se daba cuenta que habían avanzado un poco por la cueva y que, en efecto, habían entrado a una especie de galería que tenía un montón de símbolos y lineas grabadas por todas partes. Clark reconoció algunas, porque se parecían a las de su nave y algunas que había estudiado según las cosas que había encontrado de su planeta, pero Bruce arrugó el entrecejo ante el descubrimiento.
—¿Qué se supone que es eso?
Clark se encogió de hombros, pero, aunque no era un experto en su propia lengua, podía distinguir algunas cosas como 'amor', 'destino' y 'salvador'. Se paró con Bruce frente a una de las paredes. Habían dos figuras humanas tomadas de la mano debajo de un símbolo con siluetas que podrían resultar familiares para los humanos.
—¿Es eso un murciélago con una s? —preguntó Bruce, totalmente confundido.
—Parece que sí.
.
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—¡Señorito Bruce! —Alfred entró en la sala de emergencias. Clark estaba a un lado con sus padres y Lex estaba en recepción terminando de llenar algunos documentos en el hospital mientras Bruce descansaba en la camilla. —Por el amor a... ¿Qué le pasó?
—Me caí por una cueva, al parecer...
Una costilla rota y un esguince. Nada de lo que pudiera quejarse realmente.
—Lo siento mucho, no sabía que era un terreno irregular. Siempre había sido seguro— se disculpó Clark. Fue entonces cuando el mayordomo cayó en cuenta de la presencia de los demás y se inició una conversación entre los adultos. —Lo siento.
Clark se acercó a la camilla, ignorando a los tres adultos más allá a los que Lex de pronto se había unido cuando regresó. Rozó la mano de Bruce por debajo de la sábana, como un juego infantil, como que si el gesto no pudiera ser visto por nadie más que por ellos. Bruce le respondió, enredando sus dedos con los de Clark, mientras seguía mirando de vez en cuando a los otros, pendiente de que nadie mirara su juego furtivo de toqueteos inocentes.
—No es como que me hayas empujado.
—Tendría que haberlo sabido.
—Cuando tengas visión que detecte cuevas y terrenos movedizos, te echaré la culpa. —El alfa se quedó un poco paralizado por el comentario, pero respiró cuando el omega le sonrió. —Solo fue un accidente, aunque... Aún me gustaría saber qué era eso de las paredes.
—Tonterías sin sentido, supongo.
—Parecía interesante. Tal vez debamos regresar y echar un vistazo.
—Creo que sería bueno si evitamos el peligro por un tiempo.
—¿Tú? ¿Evitando el peligro? ¿Te olvidas que conozco todos los peligros a los que te has metido? —Bruce lo pico con su dedo índice en el estómago. —No te veo lejos del peligro. —Volvió a hacerlo otra vez, solo para molestarlo. —Eres parte de él. —Lo pinchó una tercera vez. — ¿Por qué eres tan duro?
—Estoy hecho de acero, ¿No te lo he dicho?
—Ya. Sí. Me lo creo.
.
.
La inauguración del Talon días después solo fue una excusa lo suficientemente fuerte como para que Alfred lo dejara salir de su reclusión en cama, con precauciones, por supuesto, y pudiera volver a darse una vuelta por Smallville con todas las recomendaciones pertinentes. A decir verdad, Bruce solo veía mucha gente, demasiados festones y no algo demasiado especial para celebrar un local que solo pasó cerrado una semana y cambió de color de paredes, pero, en fin.
—Clark y yo estamos saliendo. Bueno, saliendo como saliendo. Oficialmente. —soltó de pronto, cuando la música había dejado de ser ruido y ahora era una melodía más suave. Se inclinó con cuidado hacia donde estaba Lex, para no tener que hablar a los gritos. —Se lo dije a Alfred esta mañana
Lex levantó la vista de sus papeles. —Ni siquiera voy a sorprenderme por eso. Era muy evidente. —El alfa resopló. —En cualquier caso, ¿Cuánto más pensabas tardar en decírmelo? Estoy seguro que ya lleva unas semanas, ¿No?
—Sí, bueno. Te lo estoy diciendo ahora.
—Igual me ofende que me lo digas cuando Clark ya se lo ha dicho a sus amigos. Cloe me lo sopló ayer cuando fui a la Antorcha.
—¿Amigos?
—Sí, le ayudaste a alistar todo para la inauguración. —El alfa entrecerró los ojos. —¿No creerías que Clark se ofreció a ayudar por ser un buen samaritano solamente?
Bruce levantó una ceja en su dirección. —Creí que solo era ayuda a la comunidad.
—¿Es que no te ha hablado de Lana, Cloe y Pete?
—Pensaba que eran los del servicio de este café y su jefa en el periódico. Es que siempre dice que se encuentra por ellos por trabajo. —El omega frunció el ceño. Un poco de celos revoloteó debajo de la nariz de Lex. —A mí no me ha dicho nada de amigos.
—Vale, vale. No hace falta que te pongas celoso. La relación de ellos ya se acabó hace tiempo, nunca hubiera funcionado.
—¿Relación? ¿De amigos?
Vale. Quizá había muchas cosas que no conocía exactamente de Clark y que tendría que preguntar en algún momento. Se recostó en el sillón con lentitud, aún le dolía un poco todo por la caída y estaba intentando no escapar del lugar porque tanta gente, música alta y ruido sin sentido lo ponía nervioso. Sin embargo, no tuvo que esperar tanto tiempo, Clark de pronto apareció por la puerta con esa sonrisa, saludando con la mirada un par de personas y dando una vuelta antes de acercarse hasta donde Lex y él estaban sentados.
—Hey, chicos. —Le regaló una sonrisa encantadora a Bruce y se sentó justo frente a él. —Creí que habías dicho que traerías a tus amigos.
Frunció el ceño, mirando a Lex, después. —Creo que 'los amigos' soy yo.
—¡Chicos! ¿La están pasando bien? —Una omega se acercó. Bruce no pudo evitar estudiarla con la mirada, sobre todo cuando puso una mano amigablemente en el hombro de Clark y les sonrió a los dos alfas como si los conociera de toda la vida.
—Y hablando de amigos. Lana, este es Bruce. Bruce, Lana. —La omega levantó las cejas en una expresión de felicidad cuando escuchó su nombre. Incluso pudo sentir el ambiente más amigable.
—¿Eres Bruce? —Soltó un chillido de alegría. Bruce no pudo hacer otra cosa que sonreírle. —Clark no hace otra cosa que hablar de ti en clase. Estaba muy emocionada por conocerte.
—Es un placer, Lana.
—Incluso ella lo sabía antes que yo —Susurró Lex por lo bajo. Bruce le dio un manotazo para que se callara.
—Aww, es bueno saber que Clark no pierde sus dotes de galán.
—¿Dotes de galán? —Ahora estaba mucho más intrigado que antes. Tenía que hacer toda una crónica de la vida de Clark.
—Aunque siempre están abiertas las puertas al club 'PostClark'. Cloe y yo te daremos la bienvenida con gusto. —El omega miró a Clark, que estaba justo detrás negando con la cabeza. La risa burlona de Lana hizo que Bruce volviera a verla. —Es mentira. Clark es un buen amigo. Me alegra que haya encontrado a alguien. —Ella retiró su mano de Clark, después de mirarlo casi con un deje de comprensión. —Traeré el especial de la casa para todos. Vuelvo en un momento.
Cuando Lana se retiró, Bruce volvió a fijar su vista en Clark. —¿Con cuánta gente has salido? —Su pregunta salió un poco rozando lo celoso, aunque no quería que sonara necesariamente así. Tan solo era un poco de curiosidad adolescente.
—Mucha. Le conocemos como el don Juan de Smallville.
—¡Lex!
—Incluso intentó salir conmigo. Clark no le hace el feo a nada —dijo el alfa, inclinándose hacia Bruce como un amigo que bromea con otro.
—Eso es mentira.
—Está bien. También me gustan los omegas —dijo Bruce seriamente como respuesta la broma que se había tomado literalmente. No era como que le importara, realmente, pero supuso que era un buen momento para decirlo. —Aunque nunca pensé que Lex estuviera dentro de tus gustos.
El alfa soltó una carcajada. Clark se quedó mirándolo sin poder decir palabra. Había cosas que no se esperaba de Bruce, pero estaba bien. Le gustaba cada que descubría algo nuevo del omega, lo hacía muchísimo más especial de lo que podría imaginar. —A mí también me gustan, pero solo ellos.
—Eso es evidente Clark.
.
.
Un par de semanas después Bruce se sentía un poco mejor. Además, la convalecencia había sido mucho más divertida con Clark visitándolo, escribiendo y enviando fotos de tonterías a lo largo del día. Sin embargo, Lex lo había invitado de nuevo a la mansión, pero esta vez le pidió que lo viera solo sin Clark y se sintió un poco extraño caminar por Smallville sin decirle al alfa que estaba allí.
—Tengo que decirte algo, Bruce.
Lex era el tipo de personas que guardaba secretos extraños, ya sea de negocios, de cosas que rozaban la inmoralidad y de otros factores que prefería no saber. Así que cuando ponía ese tono, esa expresión y pronunciaba esa frase, hacía que a Bruce se le pusieran los pelos de punta porque nunca vino nada tranquilizador después de eso. Agrégale a la sensación incómoda ese movimiento suyo silencioso para hacer que lo siguieras por toda la mansión y te llevara hasta una habitación bastante alejada, casi en el sótano.
—No te lo digo porque quiera arruinar tu relación con Clark, pero, me gustaría al menos que sepas en dónde te metes. —Lex se detuvo antes de abrir la puerta. —Sigues siendo como mi hermanito. No digo que Clark sea malo, pero lo conozco más tiempo que tú. A veces puede que no sea del todo sincero. No sé los motivos, supongo que tiene sus razones, pero... Tal vez solo deberías verlo por ti mismo.
Abrió la puerta. La habitación era como un museo dedicado a Clark. Fotos de él por aquí, recortes por allá, sucesos extraños donde había estado, situaciones a las que un ser humano normal no podría haber salido ileso o no tendría por qué estar envuelto.
—Sin duda Clark es alguien especial. No es malo, pero... Bueno. Esto tampoco es mentira.
Bruce se detuvo frente a la simulación de Lex atropellando a Clark, de todo lo que ocurrió realmente. El golpe que hubiera matado a cualquier persona, menos a él, porque era diferente. Había sospechado que Clark tenía algunas habilidades ocultas, pero siempre lo achacó a que quizá él mismo no conocía a muchas personas y había gente por allí haciendo cosas diferentes que él no se imaginaba, pero ahora... ahora sabía que no era tan normal como hubiera creído. La mano de Lex estaba sobre su hombro en ese deje protector que había tenido siempre mientras miraba impresionado una y otra vez la hazaña que estaba más allá de lo humano.
—Hay algo más, con respecto a la cueva de la que me hablaste... Pertenecía a la tribu Kawatche. Tienen una leyenda muy interesante sobre un ser ancestral que bajó en una lluvia de meteoritos, ya sabes.... Lo interesante de todo esto... Clark tiene una libreta con algunos de los símbolos de la cueva, se la vi, hace un tiempo, antes de saber siquiera de su existencia.
Bruce clavó su vista en Lex. El alfa se encogió de hombros.
—Ya no me corresponde a mi preguntar, pero tampoco me negaré a que compartas información conmigo. —Guardó silencio por un minuto, Clark era su amigo, sí, pero había una parte de Lex alimentada por lo desconocido que ocupaba más en su ser que la amistad. — Todo esto, Bruce, podría llegar a ser interesante algún día.
Y Lex, Lex sería el que más ventaja sacaría de esa relación. Estaba escrito.
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