CAPÍTULO 2
Alfred abrió la puerta para que Bruce subiera. Se apresuró a llegar al volante y comenzó a conducir rumbo a Gotham. El omega se quedó mirando a través del cristal la casita de los Kent, disfrutando de cómo se iba perdiendo en la oscuridad del campo y, poco a poco, solo quedaba la noche tenuemente iluminada por las estrellas. Volvió a moverse en su sitio, mirando a través del retrovisor a Alfred que lo miraba con una ceja levantada.
—¿Se divirtió hoy, Joven amo? —Sabía que Alfred estaría curioso, siempre lo estaba cuando hablaba con alguien nuevo.
—Oh, sí, mucho. El campo es... bonito.
El mayordomo asintió, volvió a fijar sus ojos en el camino. —Los Kent parecen gente agradable. Me alegra que haya hecho un nuevo amigo.
Amigo. Nunca catalogaría a alguien que acababa de conocer como 'amigo', ni siquiera lo hacía con la gente de su clase con quienes llevaba años viéndose. Sin embargo, la etiqueta para Clark le agradó más de lo que hubiera pensado. Sí, estaría bien si Clark quería ser su amigo en un futuro.
—Hum. —Bruce se recostó contra el cristal de la puerta, apenas y prestando atención a las otras preguntas que le estaba haciendo Alfred. —Es lindo —dijo sin pensar, un poco arrullado por el traqueteo del auto al pasar por el irregular camino. Alfred volvió a mirarlo por el retrovisor.
—¿El joven Clark? —preguntó Alfred, un poco incrédulo ante la afirmación. Nunca en su vida había escuchado a Bruce mostrar interés en nadie de ninguna manera. Casi sentía que debía pedir un deseo ante el extraño suceso.
—Sí.
—No sé si soy yo quién para juzgar, pero, puede que tenga razón. Es bueno saberlo. ¿Sabe? Tal vez pueda... —Pero para cuando Alfred volvió a mirar por el espejo, Bruce se había quedado dormido.
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La mañana siguiente del viernes golpeó a Clark con energía. Desde el primer momento en que abrió los ojos, sus pensamientos no habían dejado de rondar a Bruce. Tenía un qué se yo que le recorría todo el cuerpo con emoción. Es que había tan extraño, pero tan grato. Incluso volvió a su refugio en el porche y se tiró en su nido desordenado que seguía teniendo un rastro muy tenue del omega, pero lo suficientemente intenso para un olfato como el de Clark. Hasta había tomado el autobús a tiempo y se había ahorrado la maratón mañanera hasta el instituto.
—Te lo digo en serio, Pete. Fue muy raro. —Clark cerró su casillero, mirando inmediatamente a su amigo que lo miraba con una sonrisa burlona en su rostro. —Fue especial.
—Sí, claro, 'especial'. —El chico negó con la cabeza. —¿Tan especial como con Lana o cero con cinco más especial? —El alfa chasqueó la lengua y se giró para seguir por el pasillo. Pete caminó a su lado, poniendo una mano sobre su hombro con un asentimiento de resignación. —Es lo mismo que dijiste con las últimas tres omegas. Ya no estoy seguro de cuál es tu significado de 'especial' para ti.
Clark se lo sacudió, con una falsa molestia. —Estoy diciendo que en serio, en serio, fue especial. No tiene nada que ver con las otras veces.
—Sí, sí, Romeo. Te creo.
Clark manoteó en su dirección y Pete hizo lo mismo para defenderse, jugando ambos en medio del pasillo mientras los demás alumnos pasaban y los miraban como bichos raros. Cloe se detuvo al lado de ambos chicos, juzgándolos con la mirada mientras seguían con su juego infantil.
—¿Chicos? —Clark se detuvo, ganándose un par de manotazos descontrolados de Pete antes de que también se detuviera. —¿Se puede saber qué están haciendo?
—Clark tiene nuevo novio.
—¡Qué no!
—¿Ah, sí? —Lo omega lo miró con una sonrisa entre la incomodidad y la curiosidad. Sus sentimientos por Clark habían estado en crecimiento en el último tiempo a tal punto que se los había confesado, pero había perdido un poco la esperanza después de su amorío efímero con Lana y que, finalmente, Clark le había dicho lo que realmente sentía por ella.
—Otra vez...
—Y se llama Bruce Wayne. —Pete movió las cejas de arriba abajo, remarcando el punto con eso y una sonrisa burlona mientras Clark daba pequeños saltos en su sitio de puro hastío.
—¡¿Bruce Wayne?! ¿El chico millonario?
—Multimillonario, al parecer. —Clark entrecerró los ojos, recordando la conversación que tuvieron la tarde anterior.
—¿De verdad? ¿De verdad?
—¿Lo conoces? —Cómo podía olvidad que Cloe conocía todo lo conocible, era la mejor reportera que existía en kilómetro a la redonda. Seguro que ella sabía más de Bruce Wayne que el propio Bruce Wayne.
—¿Y tú no? ¡Clark! La muerte de sus padres una de las noticias más habladas.
Clark hizo una mueca. Había estado curioso por eso, pero realmente Bruce no dijo nada más que un 'están muertos' y parecía los suficientemente molesto con el tema como para evitar hacer cualquier tipo de pregunta. Así que simplemente evadió el tema. Además, lo de su mayordomo y eso fue bastante... raro. Aunque no le había preguntado nada a Lex tampoco, no después de la amenaza sutil pero efectiva en el porche de su casa. Se le había olvidado ese detalle por completo.
—¿Qué les pasó? —preguntó al fin, con la curiosidad carcomiéndolo por dentro.
—Los asesinaron en un callejón. Bruce lo presenció todo.
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El fin de semana había pasado demasiado lento para su gusto. Bruce casi nunca visitaba Smallville, había ido allí pocas veces, hasta podía contar las ocasiones con los dedos de una mano, pero desde la última vez tuvo unas ganas insanas de regresar al pueblo. Smallville era agradable, tenía un olor particular que daban ganas de respirar profundo y soltar todo lo que te agobiaba. Incluso el paisaje vacío, solo decorado por hierbas y maizales que se extendían infinitamente en el horizonte, tenía algo especial.
—¿Piensas robarte todo el aire de mi campo? —Lex removió los cabellos de Bruce a pesar de que sabía que odiaba con toda su alma esa acción. Pero valió la pena soportar el manotazo y el siseó amenazante del omega por la caricia familiar. —Vamos, aún tenemos muchas cosas de qué hablar antes de la gala.
El omega siguió a Lex por el largo pasillo. La gala de LuthorCorp siempre fue importante para cualquiera que quisiera ser alguien en el mundo empresarial. Habría un montón de empresarios y gente de alta sociedad pululando por ahí, cerrando negocios, haciendo alianzas y hablando sobre nuevos proyectos. Sería la primera vez que Bruce se presentaría en sociedad como jefe, dueño y CEO de una empresa, cosa que en el fondo lo asustaba, pero intentaba que no lo intimidara. No sería fácil, nunca lo fue, en realidad. Desde la muerte de sus padres los rumores de la empresa nunca estuvieron ligados a su persona, más bien se hablaba su unión con Lex y que el destino de Empresas Wayne estuviera desviado al supuesto alfa que se desposaría con él; si alguien quería hablar expresamente de Bruce, lo hacía sobre la muerte de sus padres, sobre algún romance adolescente casual o algún chismorreo de ese tipo. Ahora que se había puesto sobre la mesa la ruptura del compromiso y que sería él quien lo heredaría todo, incluyendo su manejo, se había convertido en el centro de atención de toda la sociedad elitista.
No es que un omega no pudiera hacerse cargo de una empresa, pero era poco común y, siendo sinceros, nunca había conocido hasta el momento ninguno.
—¿Has conseguido una cita? —preguntó Bruce al llegar al despacho, se sentó en el sofá que había allí como si fuese el suyo propio, perdiendo un poco el porte elegante y siendo solo un poco más un omega adolescente en casa de un buen amigo.
—Eso debería preguntártelo yo a ti, ¿Conseguiste una cita?
—Cinco dólares a que consigo una antes que tú. —Lex se sentí en su sitio mientras escuchaba a Bruce comportarse como un niño. —Cinco más a que no consigues ninguna.
—Sí, claro. No tienes amigos, yo sí. No veo factible que ganes esa apuesta.
—¿Tú qué sabes? —Lo escuchó de nuevo sisear con molestia, recostarse más en su sofá y tomar una pose despreocupada.
—¿Qué harás? ¿Chasquear los dedos y hacer que aparezca un alfa dispuesto a aguantarte durante una noche entera? —Lex se burló tal como lo haría un hermano mayor. —Solo yo tengo tanta paciencia.
—Sili yi ti tingi piciincii — Bruce lo imitó en un tono infantil. Lex se rio, había pocas veces en las que Bruce se permitía ser realmente el niño que era, así que era lindo verlo simplemente actuar acorde a su edad. —Cuando yo quiero algo, simplemente aparece —dijo en un tono de puro orgullo.
—¿Ah, sí? Quiero verte intentar aparecer un alfa de la nada.
—Tendré uno y aparecerá así. —Bruce chasqueó los dedos. Inmediatamente, un par de golpes sonaron en la puerta y ambos se miraron.
—¿Hola? —Clark se asomó. Lex y Bruce voltearon a verlo aún estupefactos por la coincidencia. —Oh, perdón, Lex me llamó y creí que podía...
—Pasa, Clark.
Bruce se sentó mejor en el sofá, dibujando una sonrisa traviesa en su rostro. —Es bueno verte de nuevo, Clark —saludó con sinceridad. De todas las cosas que vino el día de hoy a hacer en Smallville, ver a Clark estuvo encabezando la lista.
Se levantó, mirando a Lex de reojo y caminando hacia el otro alfa al que se tomó la molestia de abrazar como si fuesen amigos de toda la vida. Clark olía bien, demasiado a decir verdad. Casi tenía ganas de olisquearlo, pero eso sería demasiado. El alfa, por su parte, se quedó en su sitio, un poco contrariado por el abrazo espontáneo, pero correspondió el movimiento, fijando su vista en Lex recordando su amigable amenaza. —A mí también me alegra verte.
—¿Vas a ser mi cita para la gala de la semana que viene?
El alfa inclinó un poco la vista. Bruce lo estaba mirando con una expresión de súplica y algo dentro de él se derritió con esa acción. Se veía tan pequeño en ese momento, no podía creer que ese era el Bruce Wayne del que Cloe le había hablado y que había pasado por algo tan horrible. Solo le dieron ganas de dejarlo envuelto en sus brazos y protegerlo de todo. Ojalá entonces hubiera sido el Clark súperhumano que era ahora. Podría haber hecho algo.
—Dí que sí.
Balbuceó un par de veces, olvidando en todo lo que estaba pensando, buscando algo coherente que decir. Bruce era lindo, lo ponía nervioso y era extraño. Realmente era especial de la manera en como le había dicho a Pete; no había sentido tal estado de idiotez antes con nadie.
—C-claro, ¿Por qué no?
Bruce se despegó del alfa, dejando un poco de su aroma impregnado en Clark también sin querer. Se giró hacia Lex y se acomodó la chaqueta en un movimiento que gritaba éxito por todos lados.
—Me debes cinco dólares.
Lex rodó los ojos. Bruce volvió a sentarse en el sofá de manera despreocupada dejando a Clark sin entender muy bien su comentario. Miró al otro alfa en busca de ayuda, pero este estaba negando con la cabeza.
—Llamé a Clark para preguntarle lo mismo, pero ya que Bruce lo ha preguntado mejor. Pues eso... —Levantó la vista y miró al chico. —Estaría bien tener algo de compañía allí.
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Tuvieron que pasar casi dos semanas más para que el gran día de la gala llegara. Ambos terminaron por intercambiar números esa tarde y se habían estado mensajeando intensamente esos últimos días. Bruce contándole un poco todo el protocolo entre otras cosas y Clark preguntando y hablándole sobre temas más triviales. Lo bueno del alfa es que no hacía demasiadas preguntas, era curioso, sí, pero entendía cuando Bruce no estaba dispuesto a hablar de ciertas cosas y optaba por hacerse el gracioso sin sentido. Además, tuvo charlas interesantes y Bruce aprendió más obre el campo de lo que necesitaba.
Pero, a pesar de toda las charlas donde dejó verter un poco su nerviosismo del 'gran día', de los consejos de Lex y de los ánimos que las tres personas a su alrededor le daban, Bruce simplemente no se sentía tan cómodo ese día. Se estaba mirando frente al espejo, sintiéndose totalmente fuera de sí. Estaba acostumbrado a verse en trajes y a ser el centro de atención, pero no a arreglarse para ir a una gala y cambiar su papel de solo espectador. Es más, no iba a algo así desde que sus padres murieron y estar haciéndolo solo, por primera vez en muchos años, removió algo que quería mantener enterrado. Estaba nervioso y muriéndose del miedo por dentro también, pero no quería que eso lo perturbara.
—Señorito, si me permite...
Alfred entró en la habitación. Sin decir nada, le acomodó el corbatín, le alisó las solapas de los hombros y le ayudó a poner los gemelos que brillaban con una W en el centro. Levantó su barbilla y lo miró con una sonrisa, tal como un padre orgulloso con su hijo. Bruce le sonrió también al hombre y, en un impulso, lo abrazó. El viejo alfa había sido prácticamente su padre en los últimos años. No creía poder haber llegado hasta allí sin él.
—Oh, Señorito. —Alfred le dio un par de palmaditas en la espalda. —Todo irá bien, ya verá. Usted puede hacerlo. —Bruce se despegó de él y asintió. —El amo Lex y el señorito Clark esperan abajo. No debe hacerse esperar.
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Clark era realmente el Sr. Guapo. Cuando Bruce bajó las escaleras y vio al alfa enfundado en un traje azul oscuro a medida que combinaba ilegalmente con sus ojos, se quedó viéndolo descaradamente desde la entrada del salón. El alfa también había hecho lo mismo al verlo entrar. Bruce se veía bien con todo, estaba seguro que no habría prenda en el mundo que no pudiera lucirla de una forma espectacular ¡Y mira que lo había visto con muchas! El chat de ambos era testigo de eso, pero es que verlo en ese traje era simplemente un show para su vista.
—Bruce... —Clark tragó saliva. El omega lo descolocaba de sus pensamientos. —Te ves muy bien.
Bruce le sonrió. A Clark le gustaba cuando el omega hacía eso y lo había visto hacerlo pocas veces, pero era una imagen que lo enloquecía —Tengo que decir lo mismo de ti.
—Sí, sí, todos somos hermosos. —Lex suspiró. — ¿Vamos a dejar de mirarnos como si nunca lo hubiéramos hecho o podemos irnos ya? —Rompió la pequeña burbuja abrumadora que se estaba formando alrededor. Hasta sacudió su mano frente a él, dispersando el aroma de hormonas adolescentes que comenzaba a rodearlo a la fuerza. —Por favor, vámonos ya.
Los tres se apiñaron en la parte de atrás de la limosina conducida por Alfred. Bruce se sentó en medio de ambos, con los nervios comiéndolo por dentro. No sabía por qué algo tan sencillo como eso lo estaba poniendo de esa manera; cerró los ojos intentando repasar todo lo que Lex le había enseñado en las últimas semanas. De pronto, sintió una mano en su pierna. Abrió los ojos, la mano de Clark estaba allí, hacia arriba, pidiéndole sutilmente que la tomara. Bruce lentamente puso la suya encima y los dedos de Clark se cerraron contra los suyos.
—Estaré allí contigo, así que está bien.
Podía sentir el nerviosismo de Bruce desde allí; mejor dicho, Lex y Clark podían oler lo nervioso que estaba el omega, porque estaban ahogados en su aroma en ese pequeño y reducido espacio. Aún así, no le importó demasiado, podía entender el nerviosismo del otro. No es que hubiera pasado por allí antes, pero de imaginarse estar en sus zapatos también se sentía oprimido. Además, Lex se había tomado la molestia de hablarle un poco más sobre Bruce, lo que había pasado con sus padres, lo que se rumoreaba por allí y el miedo que sabía que acongojaba al menor.
Por todo eso, había querido que lo acompañara esa noche desde un principio. Bruce no tenía muchos amigos más que Lex y ya que este no estaría porque era el anfitrión de la noche, estaría bien tener a alguien conocido a su lado. Clark parecía haber conectado bien con él, Lex no conocía a nadie que no pudiera conectar bien con Clark, así que pensó que era una buena idea.
—No tienes que tener miedo. Ellos estarán más asustados de ti que tú de ellos. No todos los días un omega joven es mucho más poderoso que tú. —Bruce miró a Clark ante el comentario. —Yo lo estaría.
—Siempre puedes empujar a Clark como plan de huida —habló Lex a su lado. —Si te sientes amenazado, lo empujas contra quien sea y sales corriendo.
La limosina se detuvo frente al recinto donde se haría la fiesta. Afuera había un montón de periodistas, tomando fotos y lanzando preguntas a quienes iban llegando. El griterío abrumador y la sensación de estar en la línea de salida de lo que sería su nueva vida hizo que su corazón corriera a toda velocidad, pero solo Clark pudo escucharlo.
—Lo harás bien.
Alfred abrió la puerta al otro lado. Lex bajó, seguido de un nervioso Bruce y un Clark a quien los flash de las cámaras segaron en cuando puso un pie en la acera. Caminaron dentro ignorando las preguntas, las fotos imprudentes y de más. El alfa mayor se perdió en cuanto entró, no sin antes despedirse de ambos y desearles buena suerte y advertirles de divertirse, pero no tanto. Clark y Bruce se quedaron cerca de la entrada, mirando a todos lados, totalmente perdidos.
—Lex dijo que debíamos saludar a la gente importante de su lista. —Habló Bruce, abrumado por las personas que de pronto se fijaban en él. —Y ser amable.
—Pues, adelante.
No estaba Clark más seguro que Bruce, pero tenía que servirle de apoyo. Así que empujó su propio nerviosismo a un lado y le ofreció su brazo, para conducir a Bruce por el salón, camino a su tarea personal.
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Pasaron unas cuantas horas entre saludar gente desconocida, charlar por pura cordialidad y responder preguntas incómodas y descaradas de algunos mayores. Habían intercalado entre socializar, comer y burlarse de algunos vestidos extravagantes de las mujeres más tradicionales y mayores que iban entrando en pomposos vestidos. Bruce se había bebido dos copas de champagne furtivamente mientras creía que nadie lo veía, a pesar de que fue lo primero que Alfred y Lex prohibieron a ambos.
—¡Bruce deja eso! —Clark lo manoteó cuando vio sus intenciones de una tercera. Bruce lo dejó por la paz, pero le quitó el canapé que tenía el alfa en la mano.
—Es más divertido de lo que parece.
—Me alegra que te estés divirtiendo.
—Mira, mira, mira. —Bruce señaló de repente con una sonrisa un alfa que estaba en la otra punta de la sala. —Es Brant Jones, vamos a molestarlo. —Tomó a Clark alegremente del brazo y lo empujó hasta la otra punta del salón.
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Clark arrastró a Bruce lejos de un grupo de personas antes de que empezara otra discusión verbal. Tal vez el omega había estado nervioso en un principio, pero, después de un rato y de haber arrastrado verbalmente al tal Brant Jones por los suelos con sutileza e ironía, se había abierto una personalidad macabra y desconocida. Definitivamente, nadie podría seguir diciendo que Bruce Wayne era un omega débil que se dejaba intimidar por nadie.
—Lex te va a matar cuando sepa que has insultado ese señor. Estaba en la lista.
—Se lo merecía. A mí nadie me dice que tengo que hacer.
—Sí, sí. —Clark llegó hasta el balcón con Bruce, aún tirando de él de un brazo. El omega tenía el ceño fruncido. —Fue divertido.
Bruce soltó a reír. La verdad sí. Ver la cara contrariada de aquel alfa cuando Bruce lo contradijo en todo fue bastante entretenido. —¿Viste su cara? Creo que nunca nadie le había llevado la contraria.
—Mi parte favorita fue: ¿Si tan buenos le parecen los alfas, por qué no se casa con uno y me deja en paz?
Clark se apoyó en el barandal del pequeño balcón aún con una risa tonta en su rostro. Bruce también se acercó a la barandilla y se recostó en el sitio dejando escapar un suspiro. —Gracias por acompañarme.
—No me tienes que dar las gracias.
—No quería estar solo aquí. —La risa se extinguió poco a poco, dejando un minuto de silencio antes de que Bruce volviera a hablar. —No venía a una desde que mis padres murieron. Incluso entonces fue fácil solo ser un niño. —Suspiró. —Le dije a Lex que no quería hacer esto, a veces siento que no quiero hacer nada de las cosas que hacía con mis padres. Es como que si traicionara su memoria haciéndolo solo, siento que estoy reescribiendo sus recuerdos con cosas nuevas. No quiero olvidarlos.
Clark puso una mano sobre su hombro en comprensión. —No los estás traicionando. Es más, seguro que ellos quieren que sigas siendo feliz y continúes haciendo cosas nuevas.
—¿Piensas en los tuyos? —Clark lo miró sin entender. —Dijiste que eras adoptado. No tienes que hablar si no quieres. No debería preguntar.
—A veces. Tal vez no es como tú, nunca hice nada con ellos. Solo tengo muchas preguntas sobre cómo fueron y cómo pudiera haber sido todo.
—¿Crees que se enfaden? Si somos felices ahora, ¿Estarán enojados por eso?
Clark nunca había pensado en eso antes. Sin embargo, siempre había creído que si sus padres biológicos le dieron una segunda oportunidad en ese planeta, fue porque querían que fuera feliz de alguna manera, aunque fuera sin ellos. —Yo creo que ellos querrían que fuéramos felices, aún sin ellos.
Hubo un silencio tranquilo. Ambos disfrutaron de mirar el cielo nocturno que se extendía ante sus ojos.
—No le digas a Lex que bebí esa copa.
—Será nuestro secreto.
Bruce se recostó contra Clark adrede. El alfa era agradable, le hacía decir cosas que nunca le confesaría a nadie. —¿Te he dicho que hueles bien? —Clark asintió. —Nunca antes me había gustado tanto el olor de alguien. —Cerró los ojos. Clark no pareció incomodarse, así que siguió en su sitio, disfrutando del momento.
—Ustedes dos. —Lex llegó al pequeño balcón. Caminó hasta los adolescentes y puso una mano en un hombro distinto. —Me han dicho por ahí que invité a un omega salvaje a la fiesta, ¿Se puede saber qué estuvieron haciendo?
—Solo lo que nos dijiste: sincero y directo. —Bruce se encogió de hombros.
—Me siento orgulloso. —Lex sonrió, despeinó el cabello de Bruce a pesar del odio de este por la caricia. —Alfred está esperando abajo, creo que ha sido suficiente tortura por hoy. —Miró a Clark. —Tendrás que esperarme para ir a casa, aún tengo que hacer cosas.
—Puedes quedarte conmigo. Y mañana le diré a Alfred que te lleve, ¿Sí? —Clark asintió, simplemente no podía decirle que no a Bruce. —Pues resuelto.
Lex los acompañó hasta la salida y se aseguró de que estuvieran en la limusina en manos del mayordomo. Los vio alejarse antes de volver a entrar a la fiesta. No estaba seguro de lo que había creado al juntar a esos dos, pero la curiosidad por saber qué pasaría le ganaba. Sería interesante.
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