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Normal Day

Bakugo Katsuki sabía que estudiar en la más prestigiosa escuela de héroes no lo eximía de los contratiempos y por supuesto accidentes en el último momento.

A decir verdad, ninguna escuela ni años de preparación cómo héroe profesional acabarían con los percances que solían aparecer en una misión.

Porque siempre había una probabilidad de que los planes fallaran y hubieran heridos como perdidas.

La palabra derrota por supuesto no era algo que estuviera escrito en su diccionario.

La derrota era para los débiles. Para la gente que simplemente no tenía la fuerza ni dedicación como constancia para perseguir sus sueños y hacerlos realidad con sus propias manos.

Los débiles esperaban milagros. Los fuertes en cambio, los hacían realidad.

Por ende, a pesar de su corta trayectoria como héroe profesional había tenido una taza del 99.8% de éxito en sus misiones.

Hubo alguna que otra anomalía. Mucha gente hablo mierda de él, de cómo a veces parecía centrarse demasiado en la misión y no tanto en la gente o sus compañeros.

Un hombre sin corazón, decían algunos.

Pero siempre los hizo tragarse sus propias palabras cuando lo veían trabajar de primera mano. Dynamight no solo era fuertes explosiones, sino un cerebro siempre trabajando como una maquina bien engrasada.

Las fallas por supuesto eran errores humanos de los cuales no podía simplemente deslindarse aún menos cuando dichos errores pertenecían a otros y complicaban su trabajo.

Bakugo frunció el entrecejo, sus manos seguían sobre sus rodillas apretando la tela de su pantalón, el cual aún seguía revestido por el polvo y suciedad. El traje negro de invierno contrastaba demasiado contra las paredes blancas del hospital en medio de la sala de espera.

La misión había sido un éxito, pero Bakugo no se sentía de esa forma. No cuando las cosas habían resultado de esa forma.

El éxito para Bakugo era un completo cero por ciento de heridos como muertos. Sin embargo dos de sus compañeros habían salido heridos por la falta de sincronización y comunicación, y uno más se encontraba en la sala de emergencias por un golpe severo en la cabeza.

—No fue tu culpa ni la de nadie —había dicho uno de sus compañeros. En su habitual estado de buen humor hubiera gruñido y gritado que obviamente no era su culpa, sin embargo esta vez se quedó en silencio ocasionando más preocupación en su grupo.

Bakugo estaba molesto. El caso se suponía que sería sencillo. Algunos maleantes se habían unido para secuestrar al hijo de un político importante. Sin embargo habían cometido un error, se habían llevado al niño incorrecto.

Aun así el grupo delictivo había amenazado con matar al niño si no se cumplían sus demandas, desde que el niño había sido sustraído habían pasado dos horas.

Sin embargo aunque los malhechores habían estudiado a fondo la rutina familiar, tanto como para sincronizar una pequeña explosión cuando la campana sonara y los niños empezaron a salir. No tomaron en cuenta el caos que se extendió cuando el humo empezó a propagarse a la estancia ocasionando el pánico en padres y niños.

Lo que habían creído como el fuego propagándose hacia el enorme complejo, sólo habían sido bombas de humo interconectadas entre sí por medio de un detonador a larga distancia.

Usando esto a su favor los malhechores vestidos de civiles pusieron en marcha su plan llevándose al niño que se suponía los haría ricos.

Sin embargo. Lo que no esperaron fue que la niñera que solía venir por el hijo de los Matsuda para recogerlo y llevarlo a sus clases de violín no solo resguardaría al hijo de los Matsuda, sino que también hubiera usado su cuerpo para proteger del humo a otros niños que estaban en el lugar.

Así que se habían equivocado.

No tenían al hijo del político Matsuda sino a Kotaro Mishima un pequeño que se encontraba en la prestigiosa escuela tras recibir una beca escolar por sus altas notas.

Como tal los padres del niño no podían darles nada, sin embargo si la demanda fuese expuesta públicamente pondrían en tela de juicio el valor de la vida de un niño común contra la del hijo de un prestigioso político, generando así la presión mediática de los medios como el público mismo.

El primer contacto había sido hecho a través de una llamada telefónica de un celular desechable. Los malhechores habían pedido 100 mil millones de yenes y una ruta de escape antes de sacar el vídeo al aire para saber la opinión publica de porque un respetado funcionario del gobierno dejo morir a un niño inocente.

Por supuesto Matsuda decidió aceptar el trato mientras las autoridades trataban de rastrear su ubicación.

Para en ese instante la agencia donde trabajaba Bakugo había sido contactada. Toda la información recopilada se les había hecho saber junto con el sitio dónde se suponía sería el intercambio. Exceptuando el pequeño detalle sobre que no habían sido los únicos héroes llamados para operar el caso.

Al parecer el político Matsuda deseaba que toda la situación se llevara a cabo de forma discreta por lo que, mientras la agencia de Bakugo fungía como imagen pública de un simple arresto, el segundo grupo de héroes se encargaría de llevar a Kotaro a un lugar seguro.

Matsuda no quería tomar riesgos. Quería asegurarse de que la misión tuviera éxito y gracias a la omisión de información en medio del rescate ambos grupos de héroes se vieron sin querer bloqueándose entre sí.

Bakugo sabía que el trabajo en equipo era importante. Sin embargo para colaborar con éxito con otra persona se tenían que tomar en cuenta ciertas variables.

Los problemas personales siempre debían de dejarse atrás en el trabajo. Siempre habría algún tipo de choque de egos, pero a estas alturas un problema de ese calibre no conllevaría a que el profesor les bajase puntos por cometer un error sino a la muerte de civiles inocentes.

Sin embargo, dejando de lado un simple hecho de saber común en cualquier héroe respetable. Otro punto focal relevante era, por supuesto tener en cuenta el quirk del personal a trabajar en equipo.

Porque a veces la mala combinación de quirks podría estropear una misión tan sencilla como el esposar a un par de yanquis que se pasaron un alto por jugar carreritas.

Sincronizarse de 0 a 10 no era algo simple de hacer cuando cada agencia había trazado un plan diferente. Y el interponerse entre sí, sin querer parecía un error de novatos que no estaba dispuesto a cometer en un caso como este.

Aun así lo habían logrado. Con más daños de lo esperado, pero lo habían hecho. Una sonrisa salvaje se dibujó en sus labios cuando por el radio le habían informado que tenían al niño solo para borrarse cuando escucho el estruendo de los metales cayendo cerca de la zona en construcción.

El lugar elegido para hacer el intercambio había sido una construcción a medio terminar que se suponía se convertiría en un nuevo rascacielos en el centro de la ciudad.

La movilización había sido sigilosa. Con solo el auto del político Matsuda en el frente, acompañado por dos agentes disfrazados como sus guardaespaldas llegando a la escena.

A una cuadra varios policías se encontraban en autos camuflajeados atrincherando las aceras.

El inició de la operación daría comienzo cuando Matsuda bajara del auto y el villano apareciera con el niño. En ese entonces se suponía que entrarían en acción. Sin embargo cuando un hombre alto y musculoso apareció con el niño y se lanzaron hacia él, las cosas se complicaron cuando el niño en lugar de correr hacia ellos los ataco.

Cambio de forma y densidad eran los quirk de los hermanos Yosano. Un par criminales que hasta el momento se habían dedicado a hacer pequeños robos a mano armada y cajeros automáticos.

Hasta el momento habían estado huyendo de la ley, sin embargo los hermanos al parecer se habían unido al otro grupo de malhechores para encestar este golpe.

La pelea no se hizo esperar entre ambos bandos. La misión se había complicado al resguardar al político Matsuda, pelear contra los hermanos Yosano y encontrar el paradero real de Kotaro.

Por suerte ellos no solo eran más, sino profesionales.

No obstante el ser un profesional no te salvaguardaba de las heridas y errores de cálculo.

Dentro de la industria del heroísmo era común toparse con compañeros y amigos al no ser un mundo demasiado grande.

No siempre fue el caso. Sin embargo tuvo la oportunidad de colaborar en varias ocasiones con Red Riot, Pinky y Uravity ante la buena combinación de sus quirks cuando se trataba de librar grandes escombros u obstáculos para llegar a los heridos.

Por otro lado no había sido tan fructífera su cooperación cuando se refería a trabajar en conjunto con el héroe Shoto más allá de los patrullajes cotidianos y alguna que otra celebración donde lograban coincidir, aquello era lo mejor que podían obtener dentro de su campo de trabajo.

Trabajo era trabajo. Bakugo nunca lamento su suerte. Si bien ellos trabajaban perfectamente bien juntos, sumar fuego y explosiones no era la mejor combinación.

Así que el verlo en medio de la batalla fue una sorpresa no solo para él, sino para Shoto quien también se sorprendió al verlo.

Si bien su hielo era fuerte y resiste no era inmune a los ataques de fuego o a la fuerza bruta de los golpes de Kentoki Yosano cuando cambio su masa muscular.

Aun así había logrado noquearlo y llegar a donde se encontraba retenido el niño. A cinco metros de altura en un andamio que podía caer en cualquier momento.

No obstante no previo un ataque furtivo que lo aventó hacia el frío y duro metal cuando uno de los villanos lo aturdió con su grito sónico.

El estruendo retumbo cuando el metal choco entre sí. Derretirlo no era una opción, no cuando tenía a un niño asustado entre sus brazos que se aferraba a su pecho.

Shoto uso su hielo para detener los andamios que caían sobre sus cabezas sólo para aguantar la mayoría de los golpes ante la terrible caída con su cuerpo.

Lo último que recordó Shoto fue ver al pequeño Kotaro mirándolo con ojos llorosos. Shoto no sabía porque estaba llorando y temblando en su regazo, siendo que se suponía que se encontraba a salvo estando con él.

"¿Acaso se había lastimado?"

Se preguntó así mismo aunque no parecía así, entonces sintió la humedad cerca de su mejilla, y como su cabeza se sentía pesada antes desmayarse.

━━✧✩✧━━

Cuando las puertas se abrieron y el Doctor le permitió el paso, sus palabras fueron un ruido sordo ante la visión que tenía enfrente.

Shoto parecía estar durmiendo plácidamente. Aunque los vendajes en su cabeza y una sonda conferían el peligro en el que aún se encontraba. Bakugo aun recordaba la imagen de Shoto siendo llevado en la ambulancia, mientras la sangre aún no dejaba de salir de su cabeza.

—Está demasiado sedado así que puede que no obtenga respuesta de él.

Bakugo asintió antes de tomar asiento en la silla de al lado, tomando su mano entre las suyas, su vista siguió fija en el rostro de Shoto como si temiera a que si la apartara este desapareciera por completo.

Era algo natural, Bakugo se recordó así mismo, las heridas, como la muerte eran algo natural, por supuesto, algunas cosas se aprendían con el paso del tiempo y no de la mejor forma siempre. Sin embargo su clase había sido especial al ser elegida para enfrentarse a lo que se suponía no tendrían que haber visto a tan joven edad, y aun así habían sobrevivido, a pesar de ello, ese pequeño sentimiento que se abría paso desde dentro hacia afuera, como una astilla clavada al costado de su pecho generando un temblor sordo en todo su cuerpo, le hacía comprender lo frágil que era la vida humana.

Y no es que Bakugo temiera a la muerte, él sabía, lo sabía mejor que nadie, que pelearía con puños y dientes si es que la parca tratara de ir por él alguna vez. Bakugo por supuesto también creía fervientemente en sus compañeros, no obstante, el temblor no se detuvo y su vista siguió al frente, observando como el pecho de Shoto subía y bajaba al respirar.

━━✧✩✧━━

Bakugo no se dio cuenta cuando se quedó dormido. Solo que cuando alzo la vista se topó con dos pares de ojos mirándole fijamente.

—¿Eres un ángel?

Bakugo parpadeo un par de veces, su entrecejo se hubiera fruncido si es que no estuviera tan cansado.

—No. No lo soy.

—Eres hermoso ¿Estás seguro que no eres un ángel? —si aún sentía algo de sueño, este se fue al instante ante la sonrisa que se formaba en sus labios.

—No. Shoto. No lo soy.

—Pero sabes mi nombre ¿Estás seguro que no eres un ángel?

—Así que ya despertó —otra voz se sumó a la habitación, parecía divertido, al parecer había escuchado su "conversación".

—Eso parece —respondió de mala gana a su invitado.

Shoto miro con curiosidad al hombre que había entrado.

—Y parece que los efectos de los analgésicos aún no se han disipado —dijo mientras dejaba un par de flores sobre la mesa de al lado.

—¿Eso crees, Natsuo? —dijo con ironía Bakugo.

—¿Estas molesto? —pregunto Shoto con preocupación— Pareces molesto —añadió Shoto con el entrecejo fruncido— ¿Hice enojar al ángel? —esta vez Shoto miro a Natsuo.

—No soy un... —su voz se alzó con algo de irritación, pero sus palabras fueron interrumpidas al instante.

—Por supuesto —aseguro Natsuo con cara seria antes de añadir— Ya que preocupaste al señor ángel —rio Natsuo no sin antes guiñarle un ojo a Bakugo.

Shoto parpadeo un par de veces antes de regresar la vista a Bakugo.

—¿Estabas preocupado por mí?

Bakugo frunció el entrecejo.

—¿Tu qué crees? —pregunto sarcásticamente.

—Que eres muy hermoso.

—¿Que rayos? ¡Shoto! —gimió abochornado Bakugo ante sus palabras.

—Parece que le gustas —se burló Natsuo codeando su costado con el brazo.

—¡Cállate! —le miro mal Bakugo, aun con un leve rubor en las mejillas.

Natsuo volvió a reírse, solo para deslizarse a un lado y tomar la mano de Bakugo, su mirada se clavó en la de Shoto.

—Pero este lindo ángel —alzo la mano de Bakugo para mostrar el anillo en su dedo índice— Por si no lo sabes ya está saliendo con alguien —Natsuo se acercó a Shoto soltando su mano, y como si susurrase un secreto a su oído continuo— Tiene novio.

Shoto abrió los ojos con sorpresa, parecía devastado —¿Tienes novio? —se giró a ver a Bakugo.

—Mala suerte amigo —palmeo su hombro Natsuo.

—Natsuo —advirtió Bakugo.

—Bien, bien dejo al par de tortolitos solos.

—¿Tortolitos? —una vez más Shoto se giró para ver a Bakugo con confusión.

Bakugo resoplo.

—Realmente eres un idiota —acuso Bakugo cruzándose de brazos.

Shoto guardó silencio por unos segundos.

—Lo siento.

Respondió al fin tras pensárselo por unos segundos, sentía que ese "no" ángel tenía un buen motivo para llamarlo así.

—Deberías. Realmente me preocupaste.

Shoto observo como un mohín se formó en el rostro del "no" ángel. No le gusto para nada esa expresión triste.

—Lo siento.

—¿En que estabas pensando?

—¿No lo sé? —respondió al instante, no sabía a qué se refería, y simplemente respondío lo primero que se le vino a la mente. Tras esto hubo un momento de silencio.

—Realmente tu cerebro esta todo revuelto ¿No es así? —Bakugo suspiro. Entonces notó que Shoto seguía mirando el anillo en su mano— Pareces molesto ¿Que sucede?

—¿De verdad tienes novio?

Bakugo sonrió divertido.

—Si —hizo una pausa, su mirada se volvió traviesa— ¿Quieres saber quién es?

—No lo sé —Shoto se tomó unos segundos y asintió— Supongo.

—Se llama Todoroki, Todoroki Shoto.

Shoto lo miro completamente sorprendido.

—Se llama igual que yo.

—Eres tú, imbécil —Bakugo bufo de mala gana, no era divertido burlarse de su pareja en ese estado.

—¿De verdad? —Bakugo resoplo, pero antes de estallar noto la humedad en sus manos, cuando alzo la vista vio que Shoto estaba llorando— ¡Oh, Dios mío! ¡Debo ser el hombre más afortunado del mundo! —exclamo aun con lágrimas en los ojos.

—Por supuesto que lo eres —Bakugo tomo su rostro, sus pulgares limpiaron sus lágrimas— Idiota —susurro, sus rostros se encontraban demasiado cerca que sus labios estaban a centímetros de tocarse. Y casi se tocaron si es que el ruido de la puerta abriéndose no les hubiera alertado.

—Disculpen, pero este pequeño quiere... —Natsuo había abierto la puerta, segundos después apareció un pequeño asomándose desde atrás.

—¡Y tenemos un hijo! —grito maravillado Shoto, interrumpiendo a Natsuo.

Bakugo lo sabía, que siempre habrían percances y por supuesto accidentes, que la vida de un héroe no era algo simple ni mucho menos engorrosa, sin embargo en ese mismo instante aunque el alivio arribo en su pecho no pudo evitar querer golpearse la cabeza contra la mesa.

Este era solo un día más de entre muchos más como héroe.

Uno lleno de caos y por supuesto completa estupidez. Un día normal.

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