C. ATENCIÓN +18
ATENCIÓN! +18
Me duele la cabeza, tengo la garganta reseca y un sabor asqueroso en la boca.
No sé lo que pasó ayer, la verdad. Pero me consuela abrir los ojos y ver el techo de mi habitación.
Ufff... Al menos llegué a casa y dormí en mi cama.
Sopeso la idea de levantarme, pero me da pereza y me duele todo el cuerpo, así que decido quedarme un rato más en la cama. Cierro los ojos, me subo la colcha hasta el mentón, y giro sobre mí misma para encontrar una postura más cómoda.
Mi corazón se detiene. Mis ojos se abren como platos, y hago todo lo posible por no gritar, en cuanto me percato de que tengo un hombre, dándome la espalda, en mi cama.
Joder... En mi casa y en mi cama... ¿Desde cuándo?
Respiro hondo. Una, dos, tres veces. Hasta que al fin, me decido a alzar la cabeza para ver quién es el individuo con el que me he acostado.
Ya no aguanto más. Grito. Grito fuerte, alto, como una loca histérica. ¡Es Derek! Me he follado a Derek!
Derek se levanta de un brinco, asustado, alterado, y queda de pie frente a mí, ahí, junto a la cama.
Lo miro aturdida por unos segundos, e intento recordar qué coño pasó ayer. Aunque... Su escultural cuerpo desnudo, y el calzoncillo que lleva por prenda, ya me dan una muy buena idea de lo que ocurrió.
-¡Joder Norah!- bufa, mientras su pecho sube y baja a causa de su respiración agitada.- ¿Siempre te despiertas así?- suelta con una burla de irritación.
Frunzo el ceño. Me cabrea que me hable así. Sobre todo, porque está en mi casa, en mi habitación, en mi cama, y... ¡no me acuerdo de nada!
-¡Fuera de mi habitación!- ordeno en un grito.
Derek se queda petrificado un segundo. Pero después reacciona, se ríe, empieza a recoger el pantalón y la camisa que están en el suelo, y cuando me mira, dice burlón:
-Ayer no decías lo mismo Lady pequitas - me guiña un ojo y, antes de que pueda salir de mi asombro por sus palabras, Derek sale por la puerta.
Sé que debería de reaccionar, decir algo. Pero, por alguna razón, sus últimas palabras han hecho que la nube de humo que ocultaba lo sucedido la noche de ayer, desaparezca y ahora recuerde todo. Absolutamente todo.
" Nos deslizamos por las infinitas escaleras del precioso pasillo de paredes acristaladas que nos llevaba hasta la planta baja del garito.
La música era como un murmullo, una voz susurrante que sutilmente nos invitaba a seguir descendiendo las escaleras, y acabar mezclándonos en el ambiente.
Tras la gruesa y negra puerta que daba acceso a la zona importante del lugar, nos recibieron las luces de colores reflejándose en los cuerpos ardientes, semi desnudos, que intentaban llevar el ritmo de la música electrónica.
Siempre he dicho que esa es la mejor parte que se ve de mi negocio, de mi mundo. El momento en el que la gente se deja ver por lo que verdaderamente son: animales. Dejándose llevar por sus instintos más primarios, más salvajes, y perdiendo todo tipo de vergüenza a causa del alcohol, interactuando con una única meta: disfrutar.
Me encanta saber que soy yo quien les ofrece el lugar perfecto para hacerlo, para liberarse.
El rojo fulana del papel que envolvía las paredes, realzó el intenso negro de los cómodos sofás de cuero negro que adornaban la zona izquierda de la inmensa sala. Tras los sofás, tras esa zona de relax, se encontraba una cortina negra que ocultaba el pasillo que todos los que acudían a mi local, sabían que llevaba a ciertas habitaciones donde encontrarían más... Más confort.
Derek abrió la boca en toda su magnitud. No sé si asombrado o asustado, pero tras un segundo en el que pareció procesar la información que le di, cerró la boca, torció el gesto en una sonrisa y se pellizcó el puente de la nariz.
-Bueno... O sea que la gente que suelta rumores está más equivocada de lo que pensaba - dijo en mi oído, haciéndose oír a pesar de la música.
Arqueé una ceja y sonreí triunfal. Ya se había creído que no estaba metida en ese mundo.
-Es un burdel - soltó, jodiendo mi momento de triunfo.
-¿Qué? ¡No!- me defendí.- Ese apartado de las habitaciones solo es para aquellos que no aguanten las ganas hasta llegar a casa.- Derek sonrió ante mi cara de enfado, y lanzó una mirada traviesa que claramente decía "solo te estaba vacilando".- Qué bobo eres. Vamos a beber algo, anda.
Y ahí empezó todo...
Bebimos. Bebimos como si no existiese un mañana. Bebimos como si nuestra única meta fuese terminar incluso con el agua de los floreros.
Recuerdo las luces de colores, el buen ambiente y la música que sonaba de fondo.
Me recuerdo a mí misma bailando al son de la música, y sintiéndome cada vez más y más sexy, más poderosa bajo la atenta mirada de Derek. La vergüenza se vio entorpecida por el alcohol, y además provocaba cierto atrevimiento que, en otras circunstancias, jamás hubiera tenido con Derek.
No sé cómo, pero en algún momento, Derek debió de sentirse decidido y se acercó a mí por detrás. Sus manos rodearon mi cintura, y aunque en un principio pensé en apartarme, cohibida por sentirlo tan cerca, por primera vez en mi vida después de tantos años deseándolo en silencio, no me aparté.
-Vamos Norah - susurró en mi oído.- Ya somos adultos.
El hecho de sentir su cercanía, me hizo sentir la necesidad de pegarme más y más a él. Más. Más. Más. Hasta sentir su duro miembro en mi trasero.
Uh... Sí
-No te resistas a lo que llevamos años esperando - imploró en mi oído. Después, me lamió el lóbulo.
¿Llevamos? ¿Ambos?
Él también te desea, Norah. Ronroneó mi conciencia.
Entonces comencé a dar rienda suelta a la pantera que llevo dentro. Restregando mi trasero contra Derek, contra su miembro. Alzando mis brazos hasta su cara, deslizando mis manos en una sensual caricia desde su firme mandíbula hasta sus anchos hombros.
-¿De verdad va a ser aquí?- susurró pícaro en mi oído. Sentir su cálido aliento sobre el lóbulo de mi oreja derecha hizo que mi entrepierna se humedeciese de manera bestial.
Ya no pude aguantar más. Dejé mis juegos, giré sobre mis talones, abracé su cara entre mis y manos, y susurré.
-Vamos.
Durante el camino de regreso a casa, mientras Jhon conducía oculto tras el oscuro cristal que separaba los asientos traseros de los delanteros, Derek hizo algo que jamás, ningún hombre, había logrado hacer conmigo: tomó las riendas.
Tan bruto como un animal y sin previo aviso, me agarró por la cintura y me colocó sobre sí. Su intensa mirada se clavó en la mía por unos segundos, y después... ¡Dios!
Su boca devoró la mía cual fuera hambrienta. Sus labios apretaron los míos con fuerza, con furia, mientras su lengua y la mía se fusionaban en un beso impregnado de pasión y deseo.
Recuerdo sus manos apretando mi culo. Acercándome y alejándome. Una y otra vez. Una y otra vez. Mientras nuestros cuerpos se rozaban y encendidos en ese sensual vaivén.
Tanto fue el calor y la pasión acumulada durante el camino, que ni siquiera recuerdo cuándo llegamos a casa, subimos las escaleras y entramos a mi habitación.
Pero lo que sí recuerdo, es lo que pasó después.
Recuerdo haberme recordado a mí misma (en algún momento de lucidez), que me había prometido fingir ser la antigua Norah. Me convencí de que la antigua yo, habría sido sutil, suave y delicada, así que desabroché los botones de su camisa mientras nuestras bocas seguían devorándose a un ritmo frenético. Derek se deshizo de su pantalón.
Por suerte para mí, Derek no tenía intención de ser delicado, suave, ni sutil. Destrozó mi vestido como si fuese un trocito de papel entre sus manos. Lo cual me llevó a dejar salir mi lado salvaje y hambriento de sexo. Si él iba a darlo todo, yo también.
Recuperé las riendas de la situación. Cómo a mí me gusta. Lo empujé haciéndolo caer sobre la cama boca arriba, y me coloqué a horcajadas sobre él. Y así, únicamente cubiertos por nuestra ropa interior, la verdadera fiesta acababa de empezar.
Enredé mis manos con las suyas, y se las coloqué sobre la almohada. Le miré fijamente a los ojos un segundo y comencé con mi tortura.
Me lancé a su boca, directa, agresiva, dejándole ver mis ansias y dándole a entender que me urgía tenerle. Pero, cuando su cuerpo reaccionó como yo esperaba, y sus manos amagaron con intentar liberarse de las mías, separé nuestros labios, me acerqué suavemente a su oído, y negué con un chasqueo de lengua. Sus manos aflojaron la presión por querer soltarse, y entonces, con esa silenciosa aprobación, le lamí el lóbulo de la oreja como recompensa. Escuché una leve risita juguetona.
Me deslicé suavemente hacia abajo, rozando mis pechos con su torso, y reforzando el tramo recorrido por mi sujetador de encaje negro, con un húmedo camino de mi lengua. Me deslicé hasta que mis brazos ya estaban tan estirados, que tuve que liberarle las manos.
Tal y como había esperado, con mi boca a la altura de su ombligo, y la impaciencia haciéndose notar en su miembro, me divertí haciéndome de rogar un poco.
Jugué un rato con la cintura de sus calzoncillos. Deslicé mis hábiles dedos justo por el borde, después la lengua, lamí un pequeño camino de nuevo hasta su ombligo, alejándome, y después volví a acercarme a la cintura del calzoncillo. Un gruñido se escapó de entre sus dientes. Entonces opté por acentuar un poquito más sus ansias de algo que me pedía en silencio.
Lamer, lamer y lamer.
Mientras las yemas de mis dedos se deslizaban en una caricia, le quité ese dichoso calzoncillo que, aunque no pareciera gran cosa, ponía demasiada distancia entre nosotros. Entre tanto, dejé un recorrido de suaves besos, haciéndole creer que iba directa al meollo del asunto.
Pero... No.
No, Derek, aún no.
Sentí sus manos acercándose a mi cabeza. Estaba claro que intentaría dirigirme al lugar que él tanto deseaba. Lo agarré por ambas muñecas, y le obligué a dejar las manos a cada lado de su cadera.
Deslicé la lengua por la ingle, después la punta de mi nariz, mojándome con mi propia saliva y, por último, le sorprendí con un mordisquito que para nada se esperaba. El leve respingo que dio me avisó de ello. Sonreí para mis adentros. Hice amago de repetir el mismo truco en la ingle izquierda, pero, en lugar del mordisquito, esa vez, le sorprendí lamiéndole todo el lateral del miembro.
Se le escapó un suspiró que se sintió como una melodía en mis oídos. Así que, con todo mi ego agigantado por el hecho de saber que a Derek le gustaban mis trucos, decidí ceder ante su deseo.
Le acaricié los testículos con la mano derecha, con la izquierda, me entretuve en su escultural y ejercitado vientre, mientras que mi boca... Dios... Mi boca se envalentonó y se lanzó directamente a su miembro.
Lamí repetidas veces hacia arriba y abajo. Arriba y abajo. Y cada vez que Derek y sus traviesa manos, amenazaban con aterrizar sobre mi cabeza para incrementar el ritmo, mi boca se deslizaba hacia arriba y le aliviaba la tensión lamiéndole suavemente la punta. No sé cuántas veces lo hice sufrir de esa manera. Lo que sí que sé, es cuando él decidió cambiar las formas y tomar el mando.
Me agarró de ambas manos, me alzó como quien alza un ligero trapo de seda, y me lanzó a la cama. Así, en dos segundos, era yo quien había quedado debajo de su escultural cuerpo. Con sus manos apresando las mías, expuesta, indefensa.
Su cuerpo se pegó al mío, mientras un vaivén de caderas provocaba que su miembro se frotase con mi entrepierna. La cual ya no estaba húmeda, sino empapada.
Mis ansias por querer agarrar del trasero a Derek y obligarle a hacerme sentir lo inimaginable, se vieron interrumpidas gracias a que, el muy plagiador, me tenía las manos agarradas por encima de la cabeza.
Emití un suave gemido, una mezcla de protesta y placer, que hizo que Derek sonriera al besarme los labios.
Imitó mis pasos. Se deslizó hacia abajo suavemente, delicado. Liberó mis brazos y deslizó las manos en una caricia por mis costillas, después por la espalda, y me soltó el sostén.
En cuanto mis pechos quedaron expuestos ante su boca hambrienta, los devoró dejando un recorrido de lametones y suaves mordiscos en los pezones.
Santo Dios...
A medida que el condenado descendía hasta mi ombligo, sentí mi propio cuerpo curvarse buscando su boca, sus labios, su lengua. Ya casi estaba al borde de mi tanga de encaje negro. Ya casí estaba llegando al lugar donde todas mi ganas le esperaban. Ya casi estaba...
El desgraciado subió de nuevo hacia mis pechos, besando y mordiendo allá por donde pudiera, mientras sus manos acariciaban con firmeza mis caderas.
Tenía ganas de gritarle que se dejase de juegos. Que de una vez por todas, hiciese lo que tenía que hacer. Pero cuando sentí el grito vibrar en mi garganta, las manos de Derek me sorprendieron arrancándome el tanga. Destrozando su fina tela.
Ni siquiera me dio tiempo a reaccionar. Su boca descendió tan rápido hacia mi vagina, que lo único que logré hacer fue abrir los ojos como respuesta al asombro.
No tuvo piedad. Su lengua recorrió cada recóndito lugar, cada pliegue, cada punto exacto detonante de clímax. Cada....
¡Joder!
Sabe Dios lo que sentí cuando Derek puso especial atención a mi clítoris. Me sentí extasiada, frenética, tan desesperada por alcanzar esa nube de orgasmo que ya saboreaba con las yemas de mis dedos. Estaba tan apunto de terminar, tan sumida en esa nube de placer, que casi no logré darme cuenta de que Derek había decidido cambiar de postura.
Ahora era yo quien estaba sobre él, con las rodillas clavadas en la cama, y a escasos milímetros de ser penetrada. Una mirada cómplice entre ambos y una sonrisa pícara, fueron las únicas señales que necesitamos para continuar.
Con firmeza, sus manos pasaron de mis muslos a mi cadera, y mientras me empujaba hacia abajo, sus caderas se impulsaron hacia arriba. Penetrándome.
El ansia, las ganas, el hambre... Todo. Todo se vio complacido en cuanto su miembro ocupó aquel vacío. Sintiéndome deseada, mi columna se arqueó y mi cabeza se ladeó hacia atrás, mientras mis manos traviesas arañaban suavemente su pecho.
Y así, entre sus gemidos y los míos llenando el silencio de la habitación, y con el calor de nuestros cuerpos fundiéndose en uno, Derek apretó mi culo con una mano. Obligándome a llevar un ritmo firme, duro, implacable. Mientras que, con su otra mano, mis pechos fueron sometidos a todo tipo de tocamientos.
Mis gemidos se convirtieron en gritos de placer, en pequeñas dosis de aire que intentaron liberar la tensión de mi vientre bajo.
Joder... Joder...
Y volé. Volé al sentir mi propio orgasmo mezclándose con el suyo. Volé al sentir la explosión caliente estallando en mi vagina y el gemido final de Derek. Volé al sentirme plena, entera, libre.
Muchísimas gracias😘😍
MontseRodriguezHerra LizetYitrum clarymorgen2 IkriiMNS4 NishaSaez TifaSteph MaryEstuardo2112 JaniSisLove xandy547 GraceSeidl20 IsPardo_ Britger26 AdictaAlChicoDelPan IsPardo_ eyesmoonbooks JuanDeEnero
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