5. ¡Me estoy poniendo bruta!
Llegamos a mi a casa y ordeno a mis chicos que lleven a Derek a la habitación mas cercana a la mía.
Mientras ellos se encargan de acatar mi orden, yo me deslizo en mi habitación. Cojo de mi cuarto de baño unas gasas, un poco de agua tibia en un balde, y alguna que otra cosa más con la que poder curar sus heridas.
La verdad es que no sé si llamar a un médico o no. El pobre tiene la cara hecha un puñetero cuadro, y no sé si necesitará algún punto en ciertas zonas.
Ains...
Como no estoy segura, opto por coger hilo y aguja. Por si acaso hay que hacer algún arreglillo.
Lanzo un grito al aire, a todo pulmón y pronunciación el nombre de Alise. Ella no tarda en aparecer en mi habitación, enfundada en un horrible camisón azul turquesa con dobladillos rosas, y una preocupación exagerada tatuada en el rostro. Sus ojitos cansados reparan en mí, y después se deslizan y clavan en los artilugios para las curas que sostengo y la sangre en mis manos.
-Se... Señora...- se tapa la boca con una mano, alarmada.- ¿Está usted herida?- se lanza a mí, inspeccionando en busca de algún rasguño.
Me conmueve sentir el afecto maternal que desprende. Es reconfortante saber que le importo. Pero me mantengo firme, una vez más, ocultando cualquier tipo de sentimiento que me haga flaquear.
-No soy yo, Alise.- digo apartándola suavemente con una mano. La decepción por mi frialdad apaga aún más su mirada cansada. Aún así, un mohín risueño amaga con estirar sus arrugados labios.- Ve a la habitación de al lado y cura al hombre que está allí. Ahora voy yo.
Alise asiente, coge los trastos que sostengo y sale por la puerta. Pero antes de salir, gira sobre sus talones y me mira con dulzura.
-Es usted tan fuerte, señora - suelta en un suspiro de clara admiración.- No cualquiera es capaz de ocultar el amor para proteger a quienes le importan - dice y desaparece de mi vista.
Me quedo momentáneamente en shock. Sus palabras han sido nada más y nada menos que la pura y dura realidad. Me conmueve su sinceridad y el atrevimiento de decirme lo que piensa, así, sin más. Y al mismo tiempo me siento liberada al saber, que ella sabe que actúo así porque en el fondo me importa.
Niego con la cabeza e intento no sonreír.
Esta viejecita me conoce tan bien...
Me deslizo por el pasillo y entro en la habitación donde esta Derek, tiene la puerta abierta de par en par. Según entro, veo a mis chicos tan sumamente centrados en ayudar a Alise con Derek, que ni siquiera se percatan de mi presencia.
No sé por qué razón, la verdad. Quizá es esa jodía Norah del pasado, esa que aún amenaza de ciento en viento con hacerme sentir remordimiento por la clase de vida que llevo ahora. ¡No lo sé!. Pero me descubro admirando el perfecto cuerpo semi desnudo de Derek, magullado y ensangrentado, mientras un ápice de lástima y miedo rezuman en mis entrañas.
Tengo claro que la lastima proviene del estado en el que le veo después de tanto tiempo sin saber de él.
Pero, lo que me da miedo, es no saber de dónde cojones sale ese sentimiento de miedo.
¿Miedo de qué, Norah? Tu no temes a nada. Me recuerdo a mí misma.
Mi cuerpo siente la presión de una mirada cayendo sobre mí. Deslizo la vista por cada uno de mis chicos, buscando los ojos que me perforan y, al segundo de mis chicos que enfoco, le atrapo mirándome como si acabase de descubrir algo íntimo y personal.
Sus labios se tuercen levemente hacia la izquierda. Mostrando una sonrisita que no me transmite nada bueno.
Por un momento, temo haber sido demasiado expresiva con los sentimientos que afloran en mi ser de solo ver a Derek.
¿Qué coño se nota más? ¿El miedo o la lastima?
Da igual. Ambos son sinónimo de debilidad.
Sopeso varias excusas para castigarlo por sonreír de ese modo. Sé que podría hacerlo sin más. Decirle "tu que mierda sonríes", no es una mala opción. Pero no es suficiente, no es mi estilo tampoco, y eso sería lo equivalente a dejarle saber que me incomoda su gesto. Y no, no pienso dejarle saber que me siento incómoda por su culpa, en mi propia casa.
En una milésima de segundo, así, como si acabase de descubrir que no tengo pelo tras la oreja, me descubro abriendo los ojos como platos, y recordando que a éste sin vergüenza ya le había jurado un castigo en mi fueron interno.
Oh, sí... Su atrevimiento al reírse de las bromas entre Jhon y yo, la brusca manera de espantar a las chicas sentadas frente a mi...
-Tú - escupo. Mis chicos, hasta el momento ajenos a mi presencia, ahora me miran con la misma cara de sorpresa y miedo que el idiota al que señalo con mi dedo índice.
Veo a Alise mirarme un segundo. Después, procede a cortarle con una tijera el pantalón de boxeo a Derek, y lo deja en calzoncillos para poder curarle todas las heridas que pueda tener.
Me centro de nuevo en el estúpido que tengo delante. Avanzo hacia él a paso lento y amenazante, suave pero firme. No me detengo hasta que mi pecho golpea con el suyo. Percibo la intención que tiene de retroceder un paso y recuperar su espacio, pero mis ojos se clavan en los suyos con dureza, lanzando una mirada de clara advertencia.
En mi casa, bajo mi mando, los espacios personales los marco yo.
Por suerte para él, descubro que no es tan tonto. Capta mi advertencia y se queda clavado en su sitio. Le sostengo la mirada, retándolo.
Siento su cuerpo tensarse ante mi extrema cercanía, y su respiración entrecortada golpeando mi frente.
Está acojonado. Ains... Valiente sin vergüenza.
Una sonrisa maquiavélica tensa mis labios, mientras el profundo placer de saborear mi propio poder, me recorre por dentro. Joder, es como un puto orgasmo.
Me encanta sentirme así.
Alzo la mano suavemente, así, en un gesto coqueto que termina por acariciarle el hombro. Siento la tensión de sus firmes músculos traspasando su ropa, y la mía, y por un momento... ¡Joder! ¡Me estoy poniendo bruta!
Me abofeteo mentalmente. No puedo ser tan estúpida de anteponer mis hambrientas hormonas, a esta situación en la que le tengo dejar claro a este mamón, que yo soy quien manda.
¿Cómo narices le voy dejar claro eso, si me dejo dominar por mi entrepierna?
Me descubro frunciendo el ceño. Sé que es porque estoy más enfadada conmigo misma que con él, pero aprovecho el cabreo para intimidarlo directamente.
Mis dedos abandonan la coqueta caricia con la que se deleitaban en su hombro, y pasan directa y rápidamente a enredarse en su cuello.
Me centro en sus ojos, descubriendo que los tiene abiertos como platos a causa del miedo.
Ya eres mío, cabrón.
Aprieto con fuerza, sin remordimiento ni miedo a pasarme de la línea de lo correcto.
Los primeros segundos, él se mantiene firme. Sé que lo hace porque es el clásico hombre al que le jode demostrar una pizca de respeto a una mujer. Lo sé porque, aunque a mí jamás me a retado directamente, siempre a mostrado síntomas de ser un soldadito rebelde.
Percibo sus brazos alzándose con claras intenciones de apartarme y liberar su cuello. Es un reflejo de supervivencia, lo sé, necesita respirar. Pero justo en ese instante, chasqueo los dedos de mi mano izquierda, y mi adorado Jhon entra en acción.
Sonrío cuando percibo que el idiota al que castigo, se percata de que el arma de Jhon presiona su nuca. Quedarse quietecito también es un reflejo muy sabio de supervivencia.
Ala, ya no le queda otra opción.
La cosa es muy simple: me obedeces o mueres.
Clavo mis uñas en su carne, sintiéndola ceder ante la presión que ejerzo, así como cede él.
Obedece.
Poco a poco me veo obligada a reclinarme hacia adelante. No me importa en lo más mínimo hacerlo. Es tan simple como que el muy gilipollas se está arrodillado ante mí mientras mis uñas presionan arrancándole algo tan vital como el aire.
En cuanto hinca ambas rodillas en el suelo, alza los brazos en sinónimo de derrota. Sonrío ampliamente.
-Bien, imbécil. ¿Cómo te llamas?
Balbucea algo que no logro entender, así que aflojo un poco la presión de mi mano. Coge una bocanada de aire y cuando exhala, dice:
-Thomas.
-Vale, Thomas...- acerco mi cara a la suya hasta que mi nariz roza su mejilla izquierda. La acaricio con la punta, sensual, dejándole saber que, cuanto menos, será tratado como una puta. Aunque no será alguien a quien llame cuando despierte mi apetito sexual, ni de broma. No pienso darle ese gusto. Solo quiero que se sienta diminuto y maltratado.- La siguiente vez que trates mal a una mujer... - deslizo mis labios hasta la comisura de los suyos, y atrapo un trocito de su labio inferior entre mis dientes. Aprieto con fuerza.
Thomas solo ahoga un grito. Quejándose por lo bajo, siendo fiel a su orgullo de machito estúpido y soberbio. Aprieto más y más fuerte, hasta que el sabor metálico que ando buscando impregna mi lengua. Ahí ya a Thomas no le queda otra que gritar de dolor. Doblegado. Así, como a mí me gusta.
Libero su labio de la mordaza de mis dientes, y me río mientras saboreo los míos. Deslizo la lengua por el interior de mi boca, recopilando la mayor parte de la sangre que contengo en ella. La mezclo con saliva y... ¡Zas! Escupo en su cara. Devolviéndole su sangre, muestra de derrota, con mi saliva, muestra de mi poder.
Al sentir el impacto de mi escupitajo, Thomas cierra los ojos como reflejo. Pero cuando los abre, se encuentra de pleno con mi sonrisa triunfal y mi mirada verdosa repleta de morbosidad.
- Jamás, escúchame bien, ¡Jamás! Vuelvas a tratar así a una mujer. Porque te aseguro que te buscaré, te encontraré, te arrancaré los huevos y te los haré comer. ¿Entendido?- borro la sonrisa y la endurezco en un gesto amenazante. Thomas solo asiente, humillado.- Y ahora, ¡largo!
Thomas se escabulle rápidamente. Sale tan rápido de la habitación que apenas llego a verlo. Jhon me mira con un deje de interrogación, le devuelvo un gesto de cabeza indicándole que se marche. Los chicos le siguen sin dudar.
En cuanto Alise y yo nos quedamos solas junto a Derek, me siento en el borde de la cama y lo admiro en silencio mientras ella sigue curándole.
Esta tan magullado... Dios, siento ganas de matar a Manuel. Siento ganas de invadirlo en su propia casa, y desmenbrarlo si hace falta por hacerle esto a Derek.
Mi Derek...
Tan guapo y perfecto como lo recordaba. Tan fuerte y valiente. ¡Joder!
Por un momento, me parece sentir un ápice de vergüenza al imaginarme a Derek viéndome como soy ahora.
Dios, ¿Qué pensaría si me hubiera visto tratar así a Thomas?
No sé cómo lo voy a hacer, pero aún no puedo demostrarle mi estilo de vida. No puedo contarle a qué me dedico ni la razón que me obliga a hacerlo.
Mil millones de gracias!!
MontseRodriguezHerra LizetYitrum clarymorgen2 IkriiMNS4 NishaSaez TifaSteph MaryEstuardo2112 JaniSisLove xandy547 GraceSeidl20 IsPardo_ Britger26 AdictaAlChicoDelPan IsPardo_ eyesmoonbooks JuanDeEnero😘😘
Sé que no es lunes... Pero estoy tan feliz de haber ganado mi primer concurso con mi intento de no ella "Escala de grises", que he querido celebrarlo subiendo el capítulo antes de tiempo 😘😘 Espero que os guste!
Atte:
ItsasoAU#amagodeescritora#rompeclichesdelnorte
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro