27 Estoy en peligro.
Cuando llegamos a casa estoy hecha una porquería. No sé cuántos gin tonic me he bebido, pero seguro que han sido muchos.
Intento subir las escaleras hasta mi habitación, pero la verdad es que soy incapaz de poner mis pies de acuerdo. Tras varios intentos por subir el primer peldaño, escucho una pisada a mi espalda, y acto seguido siento los brazos de Derek envolviendo mi cintura.
-Anda, Lady pequitas. Ya te ayudo yo.
Quisiera decirle que no. Pero la verdad es que, siendo sincera, si me pongo terca y no acepto su ayuda, me quedaré durmiendo en la escalera.
Dejo que me lleve, le echo un poquito de morro y hasta permito que me meta en la cama y me arrope.
- Mañana más y mejor, Derek.- utilizo mi último aliento antes de que el sueño me pueda, para amenazarle con otra tarde de chicas.
- Seguro que sí - suelta risueño.
No sé cuánto tiempo ha pasado. Lo único que sé es que el sol que se cuela por la ventana me ciega, y que el zumbido del teléfono móvil me está reventando el tímpano.
Agarro el movil, descuelgo la llamada sin mirar siquiera quién es, y con palabras arrastradas respondo un basto "¡qué!"
- Señora Fox. Ya tengo todo lo que me pidió - la voz de mi querido Cosmo se hace oír desde el otro lado de la línea.
Su voz, y sobre todo, la noticia que me acaba de dar, hacen que me despierte por completo.
¿Ya? Dios, qué rapidez de hombre.
Aunque me alegra y me reconforta saber que tengo gente tan competente a mi cargo, no se lo demuestro. No quiero que se lo crea y piense que es imprescindible para mí. Aunque lo es, claro está.
- Está bien. En un rato pasará Jhon a recogerlo todo - dicho esto, cuelgo. No me gusta que mis chicos tengan más contacto conmigo que el necesario. Si ven algún indicio de amistad o humanidad en mí, perderé todo aquello que les hace tenerme miedo y respeto.
Según dejo el móvil en la mesilla de noche, ahogo un pequeño gritito de euforia. Que no les demuestre que me alegro de su trabajo, no significa que no lo haga. Me escurro en el baño con toda la intención de ducharme, y volver a ser una persona presentable. Pero sin previo aviso, una acidez asquerosa me trepa por la garganta, se adueña de mi boca, y me obliga a encaramarme al retrete cual pequeño mono a un árbol.
Oh, joder...
La imagen de ver parte de los gin tonic de anoche, enguarrando mi retrete, me hace recordar que ayer pensé en algo así cómo:
Esto me va a pasar factura. Qué mierda.
En cuanto consigo enderezar mi cuerpo y dejar de vomitar como una quinceañera tras su noche de escándalo, sigo con mi propósito inicial. Me lavo los dientes, me ducho en un tiempo récord, y bajo a la cocina en busca de algo que engullir. Tengo el estómago tan vacío, que parece que me he agujereado de lado a lado.
Allí me encuentro a Derek, Jhon, Thomas y Alise. Y aunque sé que la ducha y una considerable capa de maquillaje me ayudan a parecer persona, aún me siento más zombie que humana.
Arrastro la silla y me siento a desayunar. Al principio, finjo no enterarme de la presión que ejerce la mirada de Derek en mi, pero después de cinco minutos, media tostada y un trago al café, me veo obligada a mirarlo, para encontrarme con una mirada risueñay burlona.
Qué cabrón. Habría que verle a él con resaca.
Arqueo una ceja, advirtiéndole de que tocarme las narices hoy, no es buena idea. Derek sonríe ante mi gesto y aparta la mirada para centrarse en su cuenco de cereales.
Chico listo...
- Jhon. Tienes que pasarte por el Dirty - le informo.
- Perfecto - dice guiñándome un ojo.- Como acordamos, ¿no?- mi respuesta se basa en un asentimiento de cabeza.
Sé que Jhon, además de ser mi fiel aliado, es más listo y avispado que cualquier otro de los que me rodean. Aunque no se lo diga, sabe que no me interesa que Derek y Thomas sepan más de lo que saben, porque parte de mí sospecha que alguno de ellos puede ser el puñetero traidor.
Dudo que lo sean, la verdad. Derek es policía y no creo se juegue su puesto de trabajo como inspector, por un negocio de drogas, del cual ni quisiera sabe la magnitud. No sabe si es algo gordo, o un simple trapicheo que a penas va a mover dinero. Así que sería bastante estúpido arriesgarse.
Y Thomas... Bueno, quiero pensar que no es tan gilipollas como para jugarse el pescuezo al traicionarme.
Pero las dudas están ahí. Y seguirán ahí hasta que el idiota que me traicionó cometa alguna tontería.
Después del desayuno, Jhon se va directamente al Dirty. Tarda un par de horas en dar señales de vida, pero al fin lo hace enviándome un WhatsApp que reza:
El pollo está en el horno. Se supone que para la cena estará listo.
Listo. Mi chico a hecho sus deberes y a la noche todo el producto ya estará en manos de Tom.
Me paso el día remolonoeando por casa. Esto de tener resaca es la peor parte de haber salido la noche anterior, y me cuesta mucho intentar hacer cualquier esfuerzo. Incluso me da pereza tener que bajar a buscar a Alise, cuando de pronto recuerdo que el día de la boda de Dakota, se tendrá que quedar cuidando de su hijo.
Ains... Pobre Alise. Le tendré que pagar un plus por tener que aguantar al monstruito de Alan.
La tarde sigue pasando. Alise ha decidido ir a comprar algunos juguetes para que Alan no se aburra en casa durante el día de la boda, y Jhon, Thomas y Derek, han respetado mi espacio y no me han molestado en ningún momento.
A la noche, me muero de ganas de saber algo sobre Tom y el trato que tenemos. Pero no puedo mostrar mis ansias, así que le mando un seco WhatsApp en el que pregunto si todo ha llegado como debía.
El cabrón me deja en visto durante una hora, y después solo manda un SI, como respuesta.
El día siguiente pasa, los días siguientes también y, a lo tonto, ya ha pasado una semana en la que mi vida se limita a desayunar, seguir vomitando lo que ya empiezo a dudar que sigan siendo Gin tonic, hacer acto de presencia en el Dirty para que mis empleados no crean que tienen rienda suelta, y seguir esperando noticias de Tom.
De hecho, he llegado a un punto en el que he pasado de intentar comunicarme con Tom, llamándole cada dos por tres, a obligar a Jhon a encontrar el modo de enterarse de qué narices pasa.
Nada. Durante la siguiente semana todo sigue igual. Me empiezo a poner histérica de solo pensar en que Tom me la ha jugado. Pero lo peor de todo, no es que piense eso, sino que algo, una leve intuición, me grita que Tom no me ha traicionado, sino que algo ha pasado.
Y no sé porqué razón, pero esa intuición se reaviva en sobremanera, cuando la mañana antes de la boda de Dakota, Jhon llega a casa corriendo con un paquete en la mano. Sin decir palabra, me levanta de la tumbona en la que intento relajarme tomando el sol, me saca arrastras del jardín que rodea mi piscina, y me encierra en la cocina.
No sé cómo narices me he mantenido petrificada hasta llegar aquí, pero en cuanto escucho la puerta de la cocina cerrarse de un portazo tras nosotros, sacudo mi brazo violentamente, me libero del agarre de su mano, y me giro con la mano abierta en todo su esplendor.
¡Zas!
Un perfecto tortazo aterriza en la cara de Jhon, una furia insana nace de mis entrañas, y se refleja en la mirada asesina que le dedico con ápices de desdén.
- No. Vuelvas. Ha. Tratarme. Así - siseo.
Jhon tuerce la mandíbula en un gesto de dolor, se acaricia la mejilla enrojecida por el tortazo, y sin mírame, dice:
- Calla y mira esto - me da el paquete. Está abierto.
Lo miro esperando una respuesta, aunque no me hace falta porque sé que si lo ha abierto, es solo para comprobar que no trae ninguna sorpresita que ponga mi vida en riesgo.
Del interior de la caja saco unos cuantos papeles. Los ojeo rápidamente, y mis nervios se ponen a flor de piel en cuanto leo que son emails enviados por Tom.
Dios, es la información que le pedí.
Tiro la caja al suelo y me arrodillo como una niña pequeña a sacar todo de su interior. Me llevo la decepción del año cuando descubro que son sólo unos pocos papeles. Los miro con detenimiento, mientras Jhon se mantiene estático analizando cada uno de mis gestos.
- Mierda - farfullo, cuando veo que no tiene nada interesante.
Tom no ha conseguido ninguna información que yo no supiera ya. Nada, salvo una pequeña nota, escrita de su puño y letra, en la que dice:
Todo la información que te he enviado, es la que ya tenías. Es falsa.
No es el padre, es el hijo.
No es el padre oculto tras el hijo, sino el hijo oculto tras el padre.
Estoy en peligro.
- Pero qué coño...- murmuro, sin querer entender nada.
Jhon se agacha y me agarra las manos. Lo miro fijamente.
- Significa que hemos ido mal, Norah. Siempre has buscado al hijo, no al padre. Estamos en peligro, y tenemos que actuar ya.
Muchísimas gracias😘😘 aquí os dejo otro capítulo más. Espero que os guste😘.
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