18. ¿Humilde dice? Qué cabrón.
Lo que Derek me ha dicho que sabe, así, abiertamente, hace que me quede paralizada en el sitio. Y ya no solo eso, sino que también, parece que me he quedado momentáneamente absorbida en un estado de shock. Tanto así, que ni siquiera soy consciente de que entro en la gigantesca casa, y es Thomas quien me lleva agarrada por el brazo, hasta que tropiezo con el borde de una alfombra peluda. Sacudo la cabeza y me propongo centrarme en lo que tengo entre manos. No sin antes prometerme a mí misma, que después de la reunión tendré que hablar seriamente con Derek.
Miro a Thomas, sopesando la idea de soltarle un bofetón por arrastrarme del brazo con la misma confianza que lo haría Jhon. En mi fuero interno, agradezco su gesto de no dejarme ver bloqueada ante el tipo trajeado que camina frente a nosotros. Pero... Esas confianzas...
¡Nanaina!
Me limito a soltarme de un brusco movimiento, y sigo caminando junto a él. Contento debe de quedarse de que no le de una patada en las pelotas. Aún no se me olvida lo mal que trató a aquellas adolescentes la noche del boxeo, ni la mirada desafiante con la que me retó después. No, no, no... Muchos actos buenos tendría que tener para ganarse un mínimo de afecto por mi parte.
Saliendo del leve estado de rabia en el que me estoy adentrando de solo pensar que es Thomas quien está a mi lado, y no Jhon, decido aplacar ese sentimiento distrayendo mi mente en otras cosas. Por ejemplo, en la inmensidad y el decorado de la casa que atravesamos.
Mi casa es grande, pero esta se me antoja inmensa. Tanto así, que parece que llevamos media hora atravesando el largo pasillo que nos lleva en línea recta desde la puerta de entrada, hasta la puerta que está al final del mismo. Nos flanquean varias puertas más, aunque están todas cerradas y no nos permiten ver absolutamente nada.
Intuyo que tras esa puerta de roble blanco a la que nos dirigimos, custodiada por dos hombres trajeados y tan grandes como armarios, se encuentra el despacho con uno, o varios de mis futuros socios. Los nervios por la reunión, y la lenta, aunque ansiada venganza por la muerte de mi padre, se arremolinan en mi estómago.
Mierda.
Desvío la mirada hacia la izquierda, encontrándome con una escalera que se abre paso desde una salita de estar bastante pequeña , aunque acogedora.
Esta casa me parece exageradamente grande. Desde fuera no lo parecía tanto. Bueno, desde fuera también tenía aspecto minimalista y... ¡Caray! Además de tener lujos en exceso, está todo demasiado cargado con esos muebles rústicos, estanterías con trofeos de diferentes deportes, cuadros abstractos, intimidad de plantas por cada rincón...
-Ron - saluda el tipo trajeado que nos lleva acompañando todo el camino. Sin decir nada más, uno de los hombres que están en la entrada, entra al despacho y cierra la puerta tras de sí.
Llegamos a la altura del otro tipo que queda ahí parado. Esperamos unos segundo y... ¡Tachan! El simpático de Tom Guzmán abre la puerta de par en par.
-Norah - saluda efusivamente. Antes de que pueda reaccionar, me encuentro espachurrada entre sus brazos.
Thomas se queda un tanto tenso. Tom ha sido tan rápido que a él tampoco le ha dado tiempo de preveer su movimiento y evitar que me toque. Tiene intención de intervenir y enmendar su error de dejar que ese tío que podría ser una amenaza, me abrace. Percibo en su mirada la decisión así que, en cuanto veo que amaga con alzar las manos y despegarlo de mí, alzo una mano y le toco el brazo.
-Ya no - digo en silencio.
Tom, imagino que ajeno a lo que mi incompetente y despistado soldadito estaba a punto de hacer, me suelta de su abrazo de oso y dice:
-Bienvenida a mi humilde morada.
¿Humilde dice? Qué cabrón.
Me guardo las ironías para mí, y me obligo a esbozar una sonrisa más falsa que una moneda de madera.
-Es una casa preciosa, por lo que veo - comento. Veo que Tom sonríe de oreja a oreja, lanza una mirada de admiración a su alrededor, y alza las manos como si...
¿Me va a hablar de su casa? ¡Y una mierda!
- Oye, no quiero ser indiscreta pero... ¿Cuándo será la reunión?- mi propósito de desviar su atención de la espantosa casa que nos rodea, a la reunión que verdaderamente importa, hace su efecto.
-Oh... Será mañana por la tarde - afirma.- Tú, tu novio, y tus chicos, podéis dormir en las habitaciones de arriba.
Voy a renegar. No me hace ni puñetera gracia dormir en casa de ese tío. Vale que parezca simpático pero... ¿Dormir bajo su techo y estar totalmente expuesta a él? ¿Cuánto tiempo lleva este hombre en este mundillo? Parece nuevo para no ver o sospechar peligros.
-Norah - creo que ha notado lo que pienso.- Manuel está en la ciudad y, aunque no lo creas, yo nunca me he fiado mucho de su repentino carácter. Así que me quedaré mas tranquilo si te quedas aquí. Yo no sé lo que ha podido contar o no a los demás, ni si él es el único enemigo que puedes tener aquí ahora mismo.
Su respuesta no me parece ni la más lógica, ni convincente, y mucho menos creíble del mundo. Pero, ¿a caso no he sabido defenderme y salir ilesa de situaciones mas complejas? Pues sí. Sí que lo he hecho. Además, si insisto en irme, indirectamente, estaré dejando claro que me siento intimidada. Y no. Vaya que no. A Norah Fox no la intimidad ni Dios.
* * * *
Como ahora mismo solo cuento con la compañía del incompetente de Thomas, no me siento lo suficientemente tranquila como para no andar mirando por mi vida. Sé que Thomas lo intenta. Lo sé porque lleva más de una hora plantado aquí a mi lado, mientras yo finjo relajarme en la tumbona de la piscina de la finca. Y digo finjo, sí, porque estoy segura de que si ahora mismo alguien intense atacarnos, yo seria más rápida que él y nos protegería a ambos sacando el arma que escondo bajo la toalla.
Lo miro, está acalorado, asfixiado. El traje que lleva es demasiado gordito para el calor que hace aquí en Venezuela. Me alegro de haberme traído un biquini. Al fin y al cabo, a ojos de Derek, se suponía que veníamos de vacaciones así que... ¿Qué menos que traerme un biquini para disimular? Hablando de eso...
Tengo que hablar con Derek en cuanto lo vea.
Pasan las horas y mi propia paciencia se impacienta. Mi cuerpo se churrusca al sol, igual que mi cerebro de tanto pensar, mientras Derek y Jhon siguen sin llegar. Sé que le he dicho a Jhon que se llevase a Derek para que no se enterase de nada (aunque por lo visto sabe más, mucho más, de lo yo creía), pero ya llevan más de dos horas fuera. Más de dos horas sin dar señales de vida. Comienzo a pensar que es posible que les haya pasado algo durante el camino. Me pongo nerviosa, enferma de solo pensarlo.
El ruido del ventanal corredero abriéndose tras de mí me alerta de que alguien sale al jardín. No quiero parecer nerviosa, ni preocupada, así que aprovecho la oscuridad que me brindan los cristales de las gafas de sol, y miro a Thomas de reojo. Si su reacción es tranquila, me relajo. Si no...
Veo que Thomas mira hacia atrás, y después, con más tranquilidad que durante todo este rato, vuelve a mirar al frente. Soy consciente de quién, o mejor dicho, quiénes salen al jardín, justo en el mismo instante en el que siento una mano sobre mi hombro desnudo.
-¿Todo bien?- la voz de Jhon me tranquiliza. Asiento en respuesta, fingiendo indiferencia, y omito el impulso de gritar y darle un tortazo por preocuparme al estar tanto tiempo sin dar señales de vida.- No sabía cuánto duraría la reunión - se adelanta a explicar. Me conoce demasiado bien como para saber que me estoy conteniendo.
-Entiendo. ¿Dónde habéis estado?- exijo saber.
Jhon resopla, lo cual hace que lo mire directamente a la cara. Veo que se rasca la frente, frustrado.
-¿Qué coño pasa?- insisto, y me percato de un pequeño detalle. Miro hacia los lados y...- ¡Dónde está Derek!
-Tenemos que hablar de ello. Esta en la habitación que Tom os ha asignado. Vamos.
Me levanto, me enrosco el cuerpo con la toalla, y sigo a Jhon hasta la habitación donde antes he dejado mis pertenencias. Siento a Thomas seguirnos en silencio y con gesto de desagrado. Creo que no le ha sentado bien ver que no confío en sus capacidades y que he sacado el arma de debajo de la toalla y me la he guardado entre las tetas.
¿Le habré hecho sentir como un incompetente? Puede ser. A ver si así espabila.
Jhon abre la puerta sin siquiera llamar, así que, por gracia o desgracia, veo a Derek hablando por teléfono, y escucho algo que me llama la atención antes de que él pueda colgar.
"Os quiero a todos alerta"
Vale... ¿Quiénes son todos? ¿Por qué Derek habla y da órdenes por teléfono como si fuese alguien importante? ¿Por qué...?
-Siéntate. Tenemos que hablar y estoy cansado de juegos y mentiras - dice cogiéndome del brazo.
Por un instante, la Norah de hoy en día se ve totalmente bloqueada, y es mi Norah del pasado la que parece vivir este momento. Pero claro, eso sólo dura unos segundos. Lo justo hasta que Derek me sienta bruscamente en la cama, y me siento tan humillada como una adolescente en plena reprimenda, delante de Jhon y Thomas.
A no... Ni de coña, Derek.
Me levanto de un brinco y, antes de que Derek pueda reaccionar, le suelto un tortazo que se deja oír por toda la casa. Su cara gira bruscamente, y cuando vuelve a mirarme, la furia vibra en sus ojos azules. Pero no hace ni dice nada salvo acariciarse la mejilla. Tampoco debería hacerlo aunque quisiera, puesto que en la milésima de segundo que a desviado la vista de mí por el golpe recibido, he sacado la pistola de entre mis pechos y le estoy apuntando a la cara.
-¿Cómo coño sabes todo?- exijo saber.
-Siéntate. Te lo contaré.
- Más te vale. Sería un desperdicio hacerte un boquete en esa cara bonita.
Muchísimas gracias por seguir aquí a pesar de la tardanza. He intentado hacerlo antes, pero watt no estaba por la labor de dejarme publicar. Y bueno... Ahora que lo consigo, no me deja mencionar. Esta app me va a volver loca...
Bueno, además de daros las gracias por seguir aquí, también quiero dar las gracias a mi xhó por crear esta preciosa firma. 😍😍
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