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16 Joder, qué pesadito es.

Sobre las diez de la mañana, Jhon, Derek y yo, caminamos por pleno centro de New York. A Derek no le hace ni puñetera gracia que Jhon nos siga tan de cerca y, aunque al principio se queja como un puñetero crío, deja de hacerlo en cuanto se percata de que me importa un comino lo que diga. Jhon viene con nosotros y punto.

-¿Se puede saber por qué andas tan rápido?- reprocha.

-Tengo las piernas mas cortas que tú, llevo tacones de quince centímetros, y aún así voy más rápida. ¿No será que tú vas muy despacio?- rebato en una burla.

Derek hace un mohín e imita mis palabras en otra burla. Me río y seguimos caminando.

-No, en serio. ¿Por qué vas tan rápido? Parece que huyes de la gente - insiste.

Su conjetura me provoca risa. Yo no huyo de la gente. Por norma general, la gente huye de mi. Pero eso Derek no lo entiende, ni por asomo. Así que decido decirle parte de la verdad que hace que camine tan deprisa entre la gente.

-No me gusta la muchedumbre.

-¡Venga ya! Te encanta hacer amigos y conocer gente, Norah. Te conozco desde que eras una mocosa, ¿recuerdas?

-Ya no.

Y no miento, la verdad. Antes, cuando mi padre vivía y mi mundo era perfecto, me encantaba hacer amigos y conocer gente nueva. Abrir horizontes sin miedo a entregar mi confianza a quien fuese. Pero ya no. No desde que sé que a mi padre le asesino uno de sus propios socios.

La simple idea de recordar que ese cabrón hijo de perra estuvo infinidad de veces en mi casa, reuniéndose con mi padre y el de Derek junto con otros tantos socios... ¡Dios! ¡Me pone enferma! Si tan solo hubiera estado atenta, pendiente y al acecho de todo lo que me pudiera hacer desconfiar de alguien, ahora sabría exactamente quién es ese hijo de...

Pero claro. Fui estúpida. Una puñetera cría mimada que pensó que su padre era inmortal. Que nada malo le podría pasar. Y que jamás sospechó la idea de que alguno de esos socios a los que él trataba como amigos, y algunos incluso como hermanos, le pudiera traicionar. Y mira por dónde... La amistad se convirtió en envidia, la envidia en traición, la traición en asesinato y... ¡Para cojones los míos! Su asesinato en mi venganza.

No. No me gusta la muchedumbre. Si tengo la prueba de que no se puede confiar ni en aquellos que dicen ser tus amigos, ¿cómo voy a confiar en la gente desconocida que me rodea por la calle?

-Venga ya. Dime la verdad, anda - insiste.

Joder, qué pesadito es.

Resoplo. Estamos llegando a la tienda en la que pretendo comprar su traje para la boda de Dakota, y las dependientas me conocen porque siempre vengo con Jhon a comprar ropa para él y lo otros chicos. No quiero seguir hablando de este tema, y mucho menos dentro de la tienda.

- Asesinaron a mi padre, Derek. Un amigo suyo, para ser exactos. Así que disculpa si no me fío ni de mi propia sombra - me esmero en ser más tajante de lo que requiere la situación, para que Derek capte de una jodida vez que no quiero hablar más sobre ese tema. Afortunadamente, lo capta y se calla. Nonsin antes mirarme con aire lastimero, como si quisiese indagar en mí y hacer las veces psicólogo.

Jhon se adelanta a nosotros rápidamente, abre la acristalada puerta de la tienda, mira hacia a todos lados y después asiente con la cabeza indicándome que no hay peligro. Entro muy seguida de Derek. Tanto así que, aunque camina tras de mí y no puedo ver su cara, casi puedo sentir la repulsión e imaginarme el gesto de asco hacia Jhon, cuando le escucho murmurar:

-Puto lame culos.

Pongo los ojos en blanco. No sé por qué Derek tiene celos de Jhon. ¡Joder! ¡Que Jhon es gay! Me dan ganas de decírselo, de dejarle claro que no tiene ningún derecho a sentir ese tipo celos, o envidia, o lo que sea que le tenga a Jhon. Pero, por otro lado, entiendo que si le digo eso, estaría entrando en su juego de enfados tontos. Así que sin siquiera darme la vuelta, sigo caminando hasta la sección donde se encuentran los trajes de hombre, mientras le digo:

- No es un lame culos, Derek. Trabaja para mí. Y créeme, hace muy bien su trabajo y se gana su sueldo con creces.

No le dejo ni responder. Aprovecho que hay una dependienta cerca y chasqueo los dedos para que venga a atendernos. Ella, al reconocerme, se acerca a toda mecha y me saluda fingiendo una amabilidad que resulta intoxicante.

- Buenos días señora Fox. Qué hermosa está usted hoy. Qué elegancia. Qué vestido tan ceñido y atrevido. ¡Madre mía! ¡Qué bien le queda el color negro! Resalta su piel blanquecina y...

-Basta - ordeno. No grito, pero alzo la mano frente a su cara para que cierre la boca de una puñetera vez. Me está volviendo loca con tanto peloteo. Siempre hace lo mismo. - Necesito un traje para él - señalo a Derek con el dedo, y por el rabillo del ojo veo cómo este mueve con picardía los dedos a modo de saludo.- Es para una boda, así que tiene que ser el mejor.

-Por supuesto. Aquí siempre tenemos lo mejor para usted, señora Fox.- insiste con su peloteo.

-Ah. Y otro para Jhon - giro sobre mis talones, y al pasar junto a Jhon, le pongo una mano en el hombro y le informo al oído.- Estaré en la sección de mujeres buscando un vestido - él asiente. Aunque sé que no le hace mucha gracia que me separe y no poder vigilar, sé que sabe que siempre voy armada y que sé defenderme.

Mientras la dependienta engulle entre trajes, camisas y corbatas, a Jhon y Derek, otra dependienta acude en mi búsqueda en cuanto ve que me acerco a la zona de vestidos.

- Te llamaré yo sí te necesito - le informo en cuanto la siento a mi espalda, lista para atacar cual leona a una gacela, a mi tarjeta de crédito.

-Perfecto. Estaré por aquí.

Merodeo entre la ropa en busca del vestido perfecto para la ocasión. Veo varios que me gustan, pero no son lo que busco. Es la boda de mi única y mejor amiga, y también es la primera vez que asistiré con Derek a un evento. Así que no. No puedo llevar un vestido bonito. Tiene que ser perfecto. Espectacular.

Busco, busco, busco y busco. Pero nada. Me irrita estar dando vueltas y darme cuenta de que vuelvo a ver una y otra vez los mismos vestidos pero en diferentes colores. ¡Ah! Y a la dependienta acechando entre las prendas. Me desquicio.

Miro en dirección a los probadores donde la primera dependienta sigue saturando a Derek y Jhon con más y más trajes. Tienen para rato.

Se acabó. Me largo a otra tienda.

Giro sobre mis pies, decidida a marcharme pero... ¡Tachan! Ahí está. Lo veo, lo admiro, y me abofeteo mentalmente por no haberlo visto antes teniéndolo tan cerca.

Un precioso vestido color rojo pasión con detalles brillantes, solitario y ligeramente alumbrado por uno de los led que cuelgan del techo, capta toda mi atención. Lo analizo a medida que me acerco. Es atrevido, sexy. Largo por el lado izquierdo, y demasiado corto por el lado derecho. Lo rodeo y me encanta descubrir que, con él, llevaría toda la espalda desnuda. Lo acaricio, descubriendo que está hecho de una tela fina y suave. Se ceñirá a cuerpo como una segunda piel, estoy segura. Es elegante a la vez que atrevido. Sutil y llamativo.

Este. Es este. ¡Qué suerte tengo!

Chasqueo los dedos para que la dependienta que he mandado básicamente a la mierda hace como cosa de una hora y que me lleva espiando todo este tiempo entre las estanterías, venga a mí enseguida. Aparece a mi lado en una milésima de segundo.

-¿Desea este, señora Fox?

La miro y me dan ganas de darle un tortazo. ¿Para qué narices me pregunta esa gilipollez, si le estoy dando yo el vestido? Me aferro a la idea de que la pobre chica solo pretende ser amable, y asiento con la cabeza sin mirarla demasiado.

-¿Cómo van mis chicos?- le pregunto.

-Aun no tienen nada claro.

-Bueno. Entonces miraré los zapatos y de más complementos - informo y me encamino hacia la zona donde se encuentra todo ello. La siento en mi espalda. Su aliento golpea mi hombro y casi puedo sentir las puntas de sus pies golpeando mis talones debido a lo sumamente pegada que está a mi culo - Te llamaré si te necesito.

No sé cuánto tiempo he estado mirando el bolso y los zapatos que llevaré. Pero me siento satisfecha de saber que me llevo todo lo que necesitaba, y que además, estoy súper contenta con esta compra. Me encanta el vestido, los zapatos y el bolso. No tengo ni un miserable "pero" que añadir.

Le doy todo lo que voy a comprarme a la dependienta y voy a ver qué tal lo llevan Derek y Jhon. No los veo a ellos, pero sí a la dependienta que les atiende, esperando en la puerta de los probadores. Me coloco a su lado, esperando a que salgan de una vez y poderlos ver. No se hacen esperar mucho, por suerte.

Jhon sale el primero, y sonrío ampliamente, satisfecha por ver lo atractivo que se ve enfundado en un traje con tanto estilo. El negro le sienta tremendamente bien con su pálida piel y, además, su tonificado cuerpo parece mucho más grande y esbelto. Estoy segura de que si hay algún gay en la boda, mi Jhon, triunfa.

-Esto es agobiante - escuchamos quejarse a Derek. Casi puedo imaginar que está peleándose con los botones de la camisa.

-Sal ya, por Dios - digo con impaciencia.

Al parecer, mis palabras son lo único que necesita para salir del probador con cara de pocos amigos, y mostrarnos lo bien que le queda el traje.

Me cago en la...

Casi se me deshace el tanga. ¡Está perfecto!

Su escultural y fibrado cuerpo parece más atractivo bajo esa americana negra. Esa camisa blanca, tan ceñida, envolviendo esos pectorales de escándalo. Y esos botones superiores abiertos de manera sugerente... ¡Joder!

Por un segundo, en mi mente me monto una escena porno en la que lo empujo dentro del probador y... Sabe Dios lo que le hago ahí dentro.

-¿Qué opina señora Fox?- la dependienta me devuelve a la realidad.

Sacudo la cabeza para sincronizar cuerpo y mente en una misma sintonía y, sospechando que por la cara con la que me mira Derek, casi he dejado ver lo que pasaba por mi mente, cambio de tema haciendo saber que falta un detalle.

-Falta la corbata.

-¿Corbata?- pregunta Derek en una especie de queja.

Sí, majo, sí. Vas a llevar corbata. Cierra esa camisa o no respondo de mí.

Sin prestar atención a Derek, miro a la dependienta y le digo que quiero que ambos lleven una corbata roja. Del mismo color rojo fulana que mi vestido.

Cuando salimos de la tienda, dejamos las bolsas en el Jeep y Jhon conduce hasta un restaurante a las afueras de New York. Aprovechando que no íbamos a estar en casa, le he dado el día libre a Alise, así que no voy a hacerla ir a casa solo para prepararnos la comida.

Durante la comida me doy cuenta de que Derek y Jhon parece entenderse mejor. Quizá sea porque en la tienda les han vuelto tan sumamente locos, que no les ha quedado otra opción que unirse contra el enemigo.

Su conversación se resume a coches y deportes, cosas que a mi ni me van ni me vienen. Me distraigo mirando por la impecable cristalera del restaurante, sumergida en la idea de cómo me veré con el vestido que me he comprado. Ni siquiera me lo he probado. Sé que es mi talla y que me quedará bien, pero tengo ganas de verme con él. Me imagino una y mil veces cómo me veré con el vestido, los zapatos, qué pasará durante la boda, cómo se verá Dakota... Cuando de pronto, algo, o mejor dicho, alguien, llama mi atención en el párking.

Quizá sea cosa mía, no lo sé. Pero un tipo bien vestido y con gesto siniestro, que no conozco de nada, nos mira desde el interior de un BMW negro. Creo que se percata de que le he pillado mirándonos. Bueno, no lo creo. Lo sé. Lo sé porque, en cuanto mis ojos se encuentran con el oscuro cristal de sus gafas de sol, el muy capullo arranca el BMW y desaparece del párking a toda prisa.

Algo en mí se enciende. Una alerta, un instinto, una sensación que ya sentí una vez. No lo sé. Podría apostar a que es la misma sensación que sentí cuando empecé a sospechar que mi padre corría peligro, y la misma sensación que obvié cuando él me dijo que no pasaba nada. No puedo estar segura, pero algo me dice que tenga cuidado. Mucho, muchísimo cuidado.

Mil millones de gracias a todos los lectores que me apoyáis y me dais ánimo para seguir escribiendo.

Lamento no poder mencionar a nadie en este capítulo. No sé qué narices le pasa a la app pero no me da ni siquiera la opción de ver vuestros usuarios ni aun poniendo la @.

Pero bueno, vosotros sabéis que éste, al igual que todos los capítulos y todas mis historias, van dedicadas a vosotros.

Como suelo decir, una historia sin lectores, es un mero conjunto de palabras vacías. Gracias a vosotros, mis historias cobran cada vez más y más vida, y yo, por supuesto, me recargo de energía positiva para seguir dedicando los capítulos que tanto os merecéis.

Sois mi motor, mi apoyo y mi combustible para seguir. Y... ¿Sabes qué, Wattpad?

Que aunque te empeñes en fastidiarme con este tipo de problemas como el no dejarme mencionar... Ellos saben que sigue dedicado a ellos.

(Carita con lengua fuera y un dedo índice muy elegante alzado)

Un abrazo y hasta la semana siguiente 😘

🎅FELIZ AÑO🎅

ItsasoAU#amagodeescritora#rompeclichesdelnorte

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