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12. No sabes tu bien, nene.

No aparco, básicamente tiro el coche en el primer espacio que veo libre, y salgo del mismo hecha un basilisco. Jhon me sigue de cerca. No sé dónde ha dejado su Jeep, pero sus pasos siguen muy de cerca los míos mientras intenta alcanzarme.

-Norah - me llama. Siento su mano intentando alcanzar mi hombro. Pero como no llega, termina por acariciar levemente mi espalada con sus dedos - Norah, para.- al fin su mano agarra mi hombro y me obliga a detenerme en seco.

Giro sobre mis talones rápidamente. Le agarro por la muñeca y le retuerzo el brazo hasta hacerle caer de rodillas. Jhon ni quisiera se queja. El cabrón es duro. Tan duro, que hasta se atreve a mirarme a la cara con un ápice de desafío, mientras yo lo miro con aire asesino.

Lo adoro. Siempre tan firme y fuerte. Tan duro de pelar y tan leal a mí.

-Norah - insiste.- No entres así. Hay mucha gente y muchos testigos. No permitas que ese niñato mal criado te haga perder los estribos en tu casa, en tu terreno - y lo dice así, como si intentase llegar al escaso sentido común que me queda enterrado bajo toda la masa de rabia.

Aprieto los dientes, rabiosa. Sé que Jhon tiene razón. No puedo entrar a mi propia casa y liarme a golpes y disparos con todos. Tengo que ser más lista, más audaz, más templada, pero... ¿Cómo? ¡Joder! ¡Cómo!

-Norah. Recuerda que mañana te reunirán con el socio de Manuel. No puedes permitir salir hoy en las noticias acusada de asesinato o escándalo. Si haces eso, no querrá negociar contigo. Ni él ni nadie - me recuerda.

Sus palabras dan en la diana de la lógica. Es verdad. No puedo permitir que el socio de Manuel se asuste. La reunión de mañana, es la única oportunidad que tengo para que mi producto cruce la frontera y llegué a Latinoamérica.

Una vez mi producto esté allí, me daré a conocer y el resto de narcotraficantes importantes querrán conocerme mejor. Querrán negociar. Y eso solo significa una cosa...
Estaré más cerca de conocer al imbécil que mato a mi padre.

Hasta ahora la única pista que tengo de él, es que es chileno. Un jodido viejo que se oculta y da las órdenes, tras la sombra de su hijo.

Menudo valiente de los cojones.

-Norah. Para. Te están mirando esos borrachos de mierda - escupe Jhon, haciéndome volver a la realidad.

Automáticamente, lo suelto y miro por el rabillo del ojo hacia la entrada de mi casa.

Una cuadrilla de orangutanes bebiendo en vasos de plástico, descansan sus asquerosos traseros sobre la barandilla de cristal que bordea mi casa.

Usss joder... Que puto asco de niños. Pienso mientras me acerco a esos orangutanes llenos de esteroides y camisas de mangas recortadas.

Me da asco verlos, y a medida que me acerco a ellos y el hedor a alcohol mezclado con sus alientos, llega a mis fosas nasales, me van dando cada vez más y más ganas de vomitar.

Percibo la lasciva mirada de ellos cuatro posándose en mí. Pero hay uno en concreto (el gallo de corral supongo), que incluso se atreve a soltar un silbido de admiración en cuanto me detengo frente ellos. Lo miro de soslayo, con asco.

-Una chica dura - ronronea.

No sabes tu bien, nene. Río en mi fuero interno.

En un gesto rápido, tan rápido que ni siquiera lo ve venir, giro sobre mí misma y le arreo un golpe seco en la parte baja de la nariz, con el mollete de mi mano derecha.

Un leve crujido es seguido de un grito de dolor insoportable. Sus tres amiguitos, lo miran a él y me miran a mí, como si no diesen crédito de lo que acabada de pasar. Se lo aclaro. Quizá son tan tontos que no saben lo que le acabo de hacer al chulo playa que tienen por amigo.

- Será mejor que lo llevéis al hospital. Le acabo de romper la nariz - tras mis palabras, los tres idiotas abren la boca, incrédulos, y se acercan a su amigo evitando tocarme.

Aprovecho el paso libre que queda entre ellos y entro a mi casa. Bueno... Mi casa... O lo que que se supone que es mi casa.

La entrada, el salón de estar y las escaleras que dan a la parte de arriba, parecen un burdel de mala muerte. La gente baila al ritmo de un nuevo género que hace bien poquito empezaron a bailar y canturrear los adolescentes. El dichoso "trap".

La canción de "mala mujer" retumba en las paredes de la estancia, mientras un sin fin de jóvenes chicas dominadas por sus hormonas, fingen arañar los cuerpos de los diferentes chicos que las rodean, al escuchar la letra:

"Mala mujer... Mala mujer... Has dejado cicatrices por todo mi cuerpo con tus uñas de gel..."

Intento no hacer caso a lo mal que recrean algunas chicas esa canción. Sin embargo, no puedo pasar por alto ver a mis chicos, quienes se habían quedado a cargo de vigilar la casa, intentando controlar la situación.

Uno de ellos bloquea la planta superior de la casa. Evitando que cualquier pareja de calenturientos acceda a las habitaciones. El hecho de pensar que podría haberme encontrado a alguien follando en mi cama... Puf. Me crispa.

Otros dos, se encargan de vigilar e impedir que los borrachitos de turno, rompan jarrones, cuadros, figuras... O cualquier objeto decorativo que se les cruce en el camino.

Y dónde está...

Busco con la mirada al cuarto chico que debería estar por aquí, vigilando y custodiando mi casa. Casualmente, es el mismo idiota al que le tuve que parar los pies y recordarle su posición el día del combate de Derek.

Dios. Ese imbécil seguro que está disfrutando de la fiesta en lugar de hacer su trabajo.

-Señora - distingo su voz a mi derecha. Miro y lo veo casi cuando llega a mi lado.

- Qué coño es todo esto - exijo saber en un siseo de rabia. Él alza las manos en sinónimo de paz, y pone carita de inocencia. Le dejo hablar.

-Señora. Ese puto crío, -alza la mano y señala a un punto tras de sí - es un sin vergüenza. No sabemos cómo ni cuándo lo ha hecho. Ha debido de llamar a todos o crear alguna difusión con un mensaje de WhatsApp, no lo sé. Solo sabemos que de pronto han aparecido todos estos adolescentes, en manada, en la puerta de la casa. Hemos intentado detenerlos, pero prácticamente nos han arrollado.

Me descubro a mí misma sintiendo la tensión de mis labios conteniendo una risa. No es que la situación me agrade ni mucho menos. Pero imaginarme a mis corpulentos, musculados y entrenados hombres, siendo arrollados por una masa de adolescentes locos... Dios. Es para descojonarse.

Me aclaro la garganta y endurezco el gesto en cuanto me percato de que mi chico me mira raro. Entonces, caigo en la cuenta de que hay una personita que no he visto, y que tiene que sentirse un pelín asustada ante este panorama.

-¿Dónde está Alise?- intento que no se me note la preocupación.

-Tranquila señora - señala con el dedo índice hacia su compañero, el chico que bloquea el paso de las habitaciones.- Alise esta en su habitación. Acabo de llevarla allí para que no tenga que ver esto.

Asiento y me reconforta saber que mi adorable anciana está tranquila y a salvo de esta manada de descerebrados. Sin decir ni una palabra más, me encamino hacia la cocina en busca de algo que beber. Sé que tengo que hacer algo para desalojar mi casa, pero no puedo ser una bruta ni hacerlo a mi manera.

Zigzageo entre los cuerpos sudorosos, alcoholizados y drogados, y no dudo en repartir codazos a aquellos que se interponen en mi camino hacia la cocina. Según llego, veo una pareja casi desnuda haciendo toda clase de tocamientos sobre la encimera.

Joder. ¡Qué poco glamour!

Agarro el primer vaso de plástico que veo y, a paso ágil y rápido, me acerco a ellos y se lo tiro por encima.

-¡Ah!- gime con horror la chica de pechos al aire.

-Pero qué...- intenta entender el tipejo que se entretenía en sus pezones.

-Fuera. De. Mi. Puta. Cocina.- no sé si a sido por la contundencia de mis palabras, la mala hostia reflejada en mi cara, o el detalle de espachurrar el vaso mientras hablo... Pero me han hecho caso y han desaparecido de mi vista en un segundo.

Suspiro, giro sobre mis talones y cojo un vaso limpio de plástico. Agarro la botella de whisky milagrosamente llena que tengo a mi izquierda, y me sirvo un vaso que me bebo de un trago.

-Ag - suelto sin querer. El sabor del whisky hace que me ardan la boca y la garganta.

Me sirvo otro vaso, dispuesta a beberme tantos como necesite hasta sentirme un pelín más desestresada sobre esta situación. En cuanto alzo el vaso para beberlo de un trago, mis ojos se clavan en las dos personas que tengo de frente. A unos cuantos metros de mi, mezclados entre la gente y ajenos a mi presencia, sumidos en un vaivén de movimientos un tanto... Íntimos. Presto atención a la música. No conozco de nada la canción que suena, pero desde luego que no es para nada sensual, ni va acorde con el ritmo que esa perra rubia teñida, manifiesta al revolotear cerca de Derek.

Aprieto los dientes tanto como puedo. Tanto, que hasta mis encías protestan ante la presión.

-Vaya... Quién diría que te encontraría aquí - la familiar voz de alguien a quien no esperaba encontrar en mi casa, se hace oír a mi derecha. Desvío la mirada hacia allí, y creo que me quedo momentáneamente petrificada por la sorpresa, en cuanto le reconozco. El cabrón sonríe.- Cualquiera diría que has visto un fantasma.

-¿Marcos?- suelto sin salir de mi asombro.

¿Qué hace aquí mi colombiano buenorro? Ni siquiera sabe dónde vivo.

-¿A ti también te llegó el WhatsApp con la invitación?- pregunta con una sonrisa. Aunque más que una pregunta, parece estar afirmando que esa es la razón de mi presencia aquí.- No te tomaba yo por esa clase de chicas - ronronea. Se acerca a mi y me quita la botella de whisky de la mano.

Su mirada oscura, intensa y provocativa, acompañando al escultural cuerpo que sé que esconde bajo la blanca camisa y esos labios carnosos que prometen pasar un rato increíble... Joder... Hacen que por un momento sienta la humedad entre mis piernas adueñarse de mi voluntad. Me contengo como puedo. Intentando no recordar las muchas veces que me lo he tirado en su casa, en su cama, ni las veces que me he vuelto loca entre sus manos.

-¿Qué clase de chicas?- pregunto. El cabrón danza las cejas con diversión y le da un trago a la botella antes de responder.

-De las que van a fiestas de críos - suelta sin más, extendiendo un brazo y señalando el panorama que se cierne sobre mi casa.

Miro en la dirección donde se concentra toda la masa de adolescentes y, sin querer, vuelvo a ver a Derek zorrear con la rubia esa. Me pone de los nervios ver esa situación. Nadie. Nadie se acuesta conmigo y al día siguiente me olvida para irse con otra. La canción termina y la rubia de los cojones besa a Derek como si quisiese devorarlo ahí mismo.

Hija de ...

"Quiere que lo hagamos en diferentes partes..."

El ritmo erótico, la voz sensual, el sexy acento colombiano de la voz de Shakira, llega a mis oídos. Esta canción en concreto, es una de la pocas que he escuchado del dichoso "trap". Pero es una canción que, aunque lleve un ritmo medianamente lento, invita al sexo mas salvaje.

La rubia petarda parece pensar lo mismo que yo, y empieza a contonearse al rededor de Derek. Intentando ser sexy, buscando el roce. No sé cómo ni cuándo, pero en un segundo, se acaban de convertir en el centro de atención. Todos observan como la muy cerda le zorrea mientras él se deja hacer.

Uis... Una pelea de zorras en la casa de la más zorra de todas. Me encanta.

Me aferro a mi idea como a un clavo ardiendo y empiezo mi plan. Miro al colombiano, le quito la botella de whisky y le doy un trago. Me lamo los labios de manera sensual para limpiarme el líquido que empapa mi labio inferior, le guiño un ojo y, dejando la botella sobre la mesa, le agarro de la mano y lo arrastro hacia la muchedumbre. Él no pone resistencia. Es más, parece encantado con lo que voy hacer, aunque no tenga ni idea de mis planes.

-Te sorprendería saber qué clase de chica puedo ser - le digo cuando me detengo a unos pasos cerca de donde esta Derek.

Animada por el ritmo caliente de la canción de Shakira y Maluma, la salvaje y ardiente Norah que llevo dentro, sale a la luz. Despliego todas mis armas de mujer.

La rubia me mira por un segundo. Su cara se descompone y recompone en un abrir y cerrar ojos, cuando un gritito masculino a la vez que afeminado, se hace oír entre la muchedumbre.

-¡Guerra de zorras!

Derek responde al grito intentando mirar en mi dirección. Pero no alcanza a verme porque la rubia le agarra por el mentón y le obliga a mirarla a ella. Empieza a moverse intentando ser sexy.

Mira y aprende, guarra.

A paso lento pero intenso, mis manos recorren el cuerpo del colombiano. Nuestros cuerpos se juntan y procuro rozar sus partes íntimas con mi cadera en cada movimiento que hago. Él se mantiene quieto, mirándome con una mirada lasciva que creo que ya ha percibido toda la gente que está en la casa.

Me deslizo hacia abajo con delicadeza mientras mantengo la mirada en sus ojos. Así, tal y como le hacía todas aquellas veces que devoré sus partes bajo el techo de su habitación. Un suspiro animal se escapa de entre sus dientes, y me ayuda a hacer de este momento algo más intenso, acercando sus manos a mi cabeza y revolviendo mi melena haciéndome parecer una leona. Lo que ni él ni nadie a visto, es que, con todo mi disimulo, le he desabrochado el cinturón.

Miro por el rabillo del ojo al lugar donde esta Derek, y siento el placer del orgasmo al ver que ya he conseguido lo que quería. El pobre Derek no hace ni puñetero caso a la rubia que le revolotea, al contrario, él está centrado en mí. En mis movimientos, en mi descarado baile sensual, mientras la rabia de ver que es otro hombre y no él, se manifiesta en su cara.

Aprovecho el hecho de tener toda su atención centrada en mí para hacer algo que creo que nadie se espera. Me deslizo hacia arriba suavemente, y en cuanto estoy a la altura de la cara del colombiano y nuestras narices se rozan, acerco mis labios a los suyos, amagando con besarle. El colombiano intenta alcanzar mis labios, tal y como yo esperaba, pero es entonces, cuando de un brusco tirón, le quito el cinturón. Una sonrisa, una mirada intensa y un mordisquito leve en su labio inferior, es lo único que le regalo antes de girar sobre mis talones y dejar mi espalda contra su pecho.

Y así, de espaldas a él, alzo los brazos y dejo que el cinto caiga sobre sus hombros, mientras yo lo agarro por ambos extremos. Dejando que mi culo siga el ardiente ritmo de la música. Bajo y subo provocativamente mientras me aseguro de rozar y encender cada centímetro de él.

Vuelvo a mirar a Derek por el rabillo del ojo, y percibo que aprieta los puños como si quisiese matar a alguien.

Oh, sí... A buena has ido tu a joder... boquerón. Me regocijo en mi logro.

En cuanto vuelvo a deslizarme hacia arriba, justo cuando mi culo está a la altura de la entrepierna del colombiano, giro veloz sobre mis talones. Provocando que el cinto se tense y se cruce, creando un amago de amarre sobre el pecho del colombiano. Él, sonríe pícaro. Tiro del cinto, atrayendo nuestros cuerpos, y me contoneo sobre mí misma, acercando mi cadera a la suya. Y ahora sí... En cuanto percibo que la dureza de su miembro se hace sentir a través del pantalón, me acerco a su cara y le lamo los labios de abajo hacia arriba. Siento sus manos aferrándose a mi trasero con avidez, con fuerza, con posesión. Gritándome en silencio que lo quiere aquí y ahora.

-¡Me cago en tu puta madre!- un grito iracundo acompaña al puño de Derek aterrizando en la cara del Marcos.

Uhhh... La que has liado, Norah. Ronronea mi conciencia, divertida.

Vaya que sí. Y lo mucho que me gusta a mí, ver cómo he dado la vuelta a la situación y ser yo quien ha sacado de quicio a Derek.

Me deleito unos segundos viendo a Derek perder los estribos, mientras él y el colombiano casi se enzarzan en una pelea.

Y digo casi, sí, porque mis chicos son tan eficaces que ya están aquí, separándolos, y evitando que se maten en mi casa.

-¡Todo el puto mundo fuera!- ordena mi adorable Jhon en un grito autoritario. La gente no hace falta ser convencida de nada. Se les a cortado el buen rollo, y todos salen de mi casa a toda prisa.

Todos... Menos la rubia de las pelotas.

Se acerca a Derek, quién aún forcejea con uno de mis chicos para que le suelte y poder arremeter contra el colombiano. Marcos no se queda atrás e imita la misma rabia y ganas de pelea que Derek.

-No entiendo por qué te importa lo que haga está zorra - le reprocha la rubia.

-Tú si que eres una zorra. Niña microondas - escupe Derek, dominado por la rabia y sin dejar de mirar a su objetivo.

-¿Qué?- la rubia no ha entendido una mierda sobre lo que le ha querido decir Derek con lo de "niña microondas".

Uh, ¡qué bien! Se lo explico yo.

-Niña microondas - repito.- Calientas, pero no cocinas - explico. La rubia me mira sin entender.

Joder. Es más tonta de lo que pensaba. ¿Será que es rubia natural?

-Nena. Que eres una calienta pollas.

¡Y al fin lo pilla!

La rubia frunce el ceño y hace un mohín de enfado ridículo. Aprieta los puños, mira a Derek y grita como si realmente estuviese muy enfada:

-¡Cochino!

Me muero de la risa allí mismo.

Feliz lunes por adelantado mis adorables lectores😘😘 mil gracias por acompañarme en este nuevo capítulo también. Sois el mejor combustible para seguir escribiendo 😘😘

MaryEstuardo2112 JaniSisLove Britger26 AdictaAlChicoDelPan GraceSeidl20 NishaSaez TifaSteph xandy547 JuanDeEnero RubnPrezPardo LizetYitrum IkriiMNS4 clarymorgen2 eyesmoonbook shamialvarez rosalia_1950 Rouses0926

Quiero agradecer a mi xoxo TifaSteph por crear esta preciosidad de logo. Eres un amor, una persona increíble y una escritora admirable.

Sé que llegarás lejos. Y al que no me crea... Le recomiendo pasarse por cuales de sus relatos:

*Mírame.
* 7 pecados.

O... ¡Mejor aún!

El espectacular fanfic de HP que consiguió atraparme desde el capítulo #1.

*Harry Potter y el sueño eterno.

😘😍

Atte: ItsasoAU#amagodeescritora#rompeclichesdelnorte

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