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Dormir como un bebé era su plan desde que su cuerpo casi se rinde en el recorrido. Y fue así, pero sólo duró hasta que escuchó a un gallo cantar.

Enserio ¿cómo se les ocurrió que en todo un terrenote era mejor opción dejar un gallinero cerca de la casa? Se sentía como si la granja entera estaba mal distribuida a propósito.

Bueno, de todas formas el gallo ese no se la ganó y siguió durmiendo hasta que su alarma se hizo escuchar. Aunque se tuvo que asegurar de que no hubiera pospuesto la alarma en su entresueño.

Afortunadamente no fue mucho, eran las nueve de la mañana, la pospuso una sola vez y eso era bueno. Se levantó y fue a su armario, yendo a ducharse, vestirse con tranquilidad y por último echarse una maquillada -no muy- rápida.

Ahora estaba con mejores aires, revisó la hora en su teléfono una vez acabó y sonrió; eran las diez y era su tiempo récord. Bajó finalmente las escaleras y se dirigió a la cocina, y se detuvo una vez vio al que supuso era el señor Choi tomar un café y anotar algo en una pequeña libreta.

¿Dónde estaban los hijos del señor Choi?

Fue algo extraño verlo sólo, supuso que era el primero en levantarse y se acercó para saludarlo con una sonrisa y todo, pero el semblante serio del hombre hizo que un escalofrío calara hasta sus huesos.

Inmediatamente se sintió pequeño, por primera vez en su joven vida se sintió pequeño ante alguien que no conocía, porque en efecto, no conocía a Choi Siwon.

Lo que perfectamente es su mente fue un "¡Ah! Seguramente eres Choi Yeonjun, un gusto conocerte" se volvió un "¿Así que tú eres Choi Yeonjun?" Y eso gente, provocó un miedo absoluto en Yeonjun.

Siwon lo miró con altanería y frialdad, el pelirrosa estaba seguro de que mínimo no había sonreído en unos años... Antes de nacer.

Ay amiga, este hombre...

Tragó saliva y de todas formas lo saludó, no iba a demostrar miedo, y pesar de que se hizo a la idea de que el señor ese puede oler el miedo.

—Bu-buenos días —saludó e hizo una reverencia.

— ¿Eres Choi Yeonjun, no? —.

Señor, un gusto conocerlo también.

—Si —no tenía idea de que otra cosa decir, normalmente si hubiera estado Yewon hubiera reaccionado distinto y hasta hubieran hablado un resto, pero no.

—Ya veo —el hombre se levantó y miró por unos segundos al chicos — ¿Yewon no te dijo a que hora debías empezar el día? —.

¿Empezar el día?
Creo que hablamos de una cosa así ayer.

—Eso creo —Yeonjun en esos momentos admitió no escuchar del todo a la chica, pero ¡no era su culpa! Debía preocuparse de estar con vida para el final del recorrido, detalles como esos se podrían ir arreglando en el camino ¿no?

—Bien, entonces te repito las palabras de mi hija —ah, si era el señor Choi —El día empieza cuando canta el gallo. Antes es mejor, pero a estás horas —.

¿Cuando canta el gallo? ¿CUANDO CANTA EL GALLO?

Ese señor no conocía lo que era dormir, en lo absoluto. Y la cosa no se iba a quedar así sin más.

—Pero... —.

—Nada de peros muchacho, ahora come algo y vete a trabajar, Yewon va a guiarte en lo que debas hacer —definitivamente ese señor no quiso conocerlo ayer, pero ahora sí había un lado bueno, estaría con la chica que era muy amable con él.

Bueno, se dirigió a la cocina y tomó un café, le dio un poco de nervios la presencia del señor así que lavó la taza cuando terminó.

Aunque no tenía idea de si lo hizo bien, nunca en su vida tuvo que lavar un solo tenedor.

El señor le dijo que en el almacén se encontraba lo que iba a necesitar para el día, como las botas para el barro y cosas así. Por lo que fue al lugar bajo la mirada del hombre.

Choi Siwon miró la taza mal lavada y suspiró.

Al menos hizo algo por su cuenta.

Yeonjun sentía que estaba atrapado en un juego rpg de una granja.

"Ve a tal lado para hacer esto" "Si haces esto saldrá esto" "Si giras a la izquierda irás a la derecha".

Ahora como todo protagonista debe, fue al almacén para ver lo que debía usar, y en su mente estaba rogando porque Yewon estuviera ahí.

Pero no había ninguna granjera con personalidad de enfermera amable y carita de modelo.

En cambio, había un chico alto y de cabello oscuro, supuso que era el hermano de Yewon.

—Uh... Hola —bien, dio un paso a relacionarse con quien sea que es ese chico. Seguro era el paso para entablar una segunda amistad. O tercera, si se puede considerar que lo que le dijo don Siwon era algo amistoso.

Pero no, fue completamente ignorado.

—Uhm, chico —se acercó y pudo notar lo que tenía la atención del granjero, y era un motor. ¿UN MOTOR?

Pensó que sólo habían granjeros en ese lugar, pero parece que cada uno tenía un rol específico. Tal vez Yewon no era una granjera si no que una veterinaria también. Se sintió estúpido, con razón la chica tendría una personalidad de enfermera si su rol era cuidar de los animales.

Pero debía pensar en eso después, estaba seguro que si no empezaba cuanto antes lo siguiente que le diga el señor Choi no serán palabras bonitas.

—Disculpa que te moleste pero —.

—Las botas para el barro se encuentran en ese cajón —dijo el chico, sin despegar su mirada del motor.

—Uhm, gracias pero —.

—Los guantes en el cajón siguiente —.

—Pero —.

—Y estás atrasado —.

Ese chico lo estaba sacando de sus casillas ya, nada más no le dice nada porque ni siquiera sabe su nombre.

—En realidad preguntaba por Yewon —respondió con un puchero mientras iba y sacaba las dichosas prendas para ir a la labor.

Curiosamente ahora sí capturó la atención del chico ya que este le miró de forma inmediata, de arriba hacia abajo.

El Choi granjero-mecánico lucía bastante bien, sus ojos le recordaban a su tío Jimin, pero no eran tan grandes, y también tenía unos labios bastante pomposos. Su piel no era tan pálida como la de Yewon, pero incluso con lo que pensó sería el constante contacto con los aceites de los motores y esas cosas parecía tener una piel bien cuidada. Y el bonus: era jodidamente apuesto.

—Wow, pareces una chica —la cara de Yeonjun se volvió roja de pura indignación, hasta que el chico se rió con una sola carcajada —Mira, Yewon no está, un cordero se salió del corral y tuvo que ir a buscarlo —.

—Primero, soy Choi Yeonjun, no una chica. Y segundo, pues que pena; porque entonces tendrás que enseñarme las cosas que hacen aquí —.

—Ah, eras el chico citadino —respondió el más alto con ironía y volvió a su asunto con el motor —Pues vete, espera a que Yewon vuelva o algo, enseñarte no es mi trabajo —.

— ¡¿Cómo que no?! Si no es ella quien me enseña entonces quién lo hará ¿eh? —Parece que prendió el foco del chico.

—Mm, ¿chico? —de repente, una gran sonrisa de hizo presente en el rostro del... ¿Granjero-mecánico?

—Me llamo Wonjin, sígueme —se limpió el aceite de las manos y lo hizo salir del almacén para caminar un resto. Afortunadamente no fue mucho trayecto, pronto llegaron a un lugar que se trataba un huerto. Un huerto de hortalizas.

¿Qué hacían ahí?

—Espérame aquí, Yeya —Yeonjun frunció el ceño ante el apodo y lo vio caminar hacia una persona.

Yeonjun no sabe nada de agricultura, pero estaba seguro de que lo que hacía era plantar semillas.

Estaban algo lejos, no podía oír lo que decían. ¿Quién era?

—Es el chico que papá trajo para que nos ayude —.

—Ah pues, bien por él ¿Porqué me comentas eso de la nada? —.

—Necesita que le enseñen como se hacen las cosas con lo animales —.

—Se supone que eso lo haría Yewon —.

—Yewon está viendo al cordero ese —.

—Pero... —.

En ese momento, Yeonjun no se dio cuenta, pero el joven con el que estaba hablando Wonjin lo miró de reojo, y volvieron a su plática.

En eso, cuando vuelve a poner atención a los chicos, Wonjin venía de regreso, y cuando creyó que empezarían con el día, el chico le palmeó en el hombro.

La mano aún la tenía un poco sucia y esa camisa era nueva.

— ¿Qué...? —.

—Suerte —dijo Wonjin con una sonrisa socarrona y simplemente se fue. Yeonjun lo vio irse con la indignación pegada en su cara.

No lo entendía, ni Yewon ni Wonjin iban a enseñarle nada ¿qué se supone que haría ahora?

Miró al joven en la huerta, pareciera haberse quedado pensativo. No podía ver bien su rostro, pero pareciera no estar muy feliz.

Todo esto era culpa de sus padres ¿porque lo trajeron a este sitio en primer lugar? Ah sí, porque reprobó.

Esa parte de sus años como universitario lo perseguirán por el resto de su vida.

Suspiró mientras que revisaba el camino hacia el chico, se presentaría con él y verían que hacer con los animales; además, sería hasta que Yewon vuelva con el cordero.

Dio el primer paso pero resbaló y cayó, llamando la atención del chico.

Maldita sea.

Era un chico muy alto, su rostro era como el de un conejito, su labio superior con ese arco de cupido casi perfecto y ese labio inferior que era muy pomposo, ambos rojizos y bien cuidados, las mejillas del chico no eran tan rellenas como las de Yewon o Wonjin, sin embargo lucían un poco más rojizas que las de los hermanos Choi. Sus ojos no eran muy grandes, pero daban la sensación de ser muy brillantes, profundos e hipnotizantes. Su piel, lucía tersa, y era lechosa a pesar del constante contacto con el sol.

Como diría Kai; su rostro parecía tallado por los mismos dioses. No ayudaba a calmar su vista cuando se fijó en el físico del chico.

Esbelto, pero no un flacucho; sus brazos parecían bien trabajados, el cuello y poco pecho que estaba mostrando... Uff, y ni hablar de las manos que se cargaba.

Como que quería ser ahorcado, en definitiva.

— ¿Te sientes bien? —.

Hasta que el chico le preguntó, no se había dado cuenta de que lo estaba mirando desde el suelo. El rostro del chico denotaba preocupación e incluso tomó a Yeonjun por los brazos para ayudarlo a levantarse.

Fue ahí que hizo contacto visual con el chico.

—Si, lo estoy —respondió casi sin aire y sin dejar de mirarlo, el cabello negro del chico lucía suave, fresco.

El chico suspiró de alivio y se aseguró de limpiar el poco de barro que cayó en la mejilla de Yeonjun. El cual se estaba derritiendo por el contacto.

—Siento no haber ido para allá, hubiera evitado que cayeras de esa forma —se disculpó con una tímida sonrisa, notó que tenía hoyuelos y eso lo hacía más adorable; mientras se separó del contacto con Yeonjun y se reverenció —Me llamo Choi Soobin, soy el hijo menor de Choi Siwon —.

Ahí se quedó, tieso.

Sabía que Yewon y Wonjin eran mellizos, Yewon se lo comentó ayer. Pero ¿Porqué no le habló de Soobin?

Es decir, es hijo único y no sabe lo que es hablar de un hermano. Pero Kai tenía dos hermanas, Lea y Bahiyyih; Kai siempre habla sobre ellas, siempre las presume y las hace presente en todo lo que hace, tampoco olvida nunca hablar de alguna.

Fue extraño.

Pero de todas formas, ese no era el problema principal.

¿Qué demonios comió la esposa del señor Choi cuando estaba embarazada? Sus hijos parecen modelos y cada uno es más guapo que el otro.

Podía oír a Siwon perfectamente.

—Nos quedaron bien bonitos, quiero otro más —.

Eso o de verdad le echaron más ganas a Soobin.

— ¿De verdad te sientes bien? Creo que tienes fiebre —no notó qué tan sumergido estaba en sus pensamientos que ni siquiera fue capaz de presentarse a Soobin y que además tenía el rostro rojo, sintió el calor hasta en sus orejas.

— ¡Si! Si, estoy bien —mostró su sonrisa más galante y tiró su cabello hacia atrás —Me llamo Choi Yeonjun —.

Pero tú bombón, llámame Yeonjunnie~.

Choi Soobin era totalmente distinto a su familia ENTERA.

Primero, el chico era jodidamente tímido. Tuvo que esperarlo a que terminara su labor en la huerta y el chico trataba de evitarlo en lo que podía. Ahora maneja la teoría de que su presentación para nada seductora lo había intimidado. Realmente podía apostar que su MBTI comenzaba con I y no con E.

Era callado, retraído y un tanto evasivo con la mirada. Fue así al menos hasta que logró sacarle un tema de conversación; y ese fue acerca de la granja.

Cuando le preguntó en qué parte de la granja solía estar ocupado, él le dijo que era el ingeniero de alimentación de los animales y cosechar las hortalizas.

— ¿Eres ingeniero entonces? —.

—No, sólo alimento a los animales —.

Bueno, al menos hace bromas, tal vez si se inscribe en un concurso gane por buen comediante.

Luego de eso finalmente fueron a cumplir la labor de Yeonjun. Él le comentó que ya había alimentado a los animales, pero que podían revisarlos en la ausencia de Yewon y que le explicaría poco más sobre la situación de cada animal.

Fue entonces que lo llevó a uno de los gallineros, más bien el que estaban arreglando.

— ¿Dónde están? —Soobin lucía confundido, buscando lo que Yeonjun sería la entrada a un caso policial por unas gallinas desaparecidas en el cual sería el principal sospechoso por haber dicho antes que comería mucho pollo.

Pero no, no era eso.

Cuando Soobin abrió el gallinero comenzó a escuchar a unos pollitos, los cuales fue sacándolos poco a poco del gallinero, sacando una sonrisa de alivio en el granjero.

Yeonjun sintió su serotonina y glucosa aumentar cuando vio a esas bolitas en las gigantescas manos de Soobin. Lucían esponjosos y bien cuidados, también muy despiertos, era señal de que estaban saludables.

— ¡Qué ternura! —quería tomarlos, pero le daba cosita que fueran tan pequeñitos y temía lastimarlos.

—Nacieron hace unos días —dijo Soobin mientras los extendía a Yeonjun para que los viera de cerca —Tristemente la madre los abandonó cuando nacieron, por lo que me he estado encargando de ellos —los labios de Yeonjun formaron una perfecta o cuando Soobin le dijo eso.

Yeonjun sabía que las madres podían rechazar a sus crías, comúnmente pasa cuando a la hora de parir sienten mucho estrés o nacen con problemas, en el peor de los casos matan a sus crías poco después de nacer. Pero no sabía que también podría pasar con las gallinas.

— ¿Y cómo ocurre eso? —Preguntó Yeonjun con clara curiosidad, hasta que se dio cuenta de que Soobin puso una cara parecida a la suya — ¿Cómo te diste cuenta de que los rechazó? —.

Soobin guardó silencio unos segundos, hasta que respiró hondo y comenzó con su explicación.

—Las gallinas no quedan exentas del rechazo a sus crías, es poco común que pase —comentó mientras dejaba a la bolitas amarillas en el suelo, dejándolos merodear libres —Y eso pasa por no tener las condiciones para las gallinas en general —.

Yeonjun inclinó su cabeza, pidiendo en silencio que Soobin le hablara en español, no en ciencia. Se supone que estaba estudiando el libro de veterinaria para tontos.

—Cuando les falta alimento no solo rechazan a los pollos, también se comen sus huevos —acomodó un poco su sombrero —También puede ser por el espacio o parásitos. Si las gallinas no se sienten cómodas comienzan a picotear a sus pares, y si no se les detiene ese comportamiento se pueden volver caníbales —.

Soobin tomó a uno de los pollitos y se lo acercó a Yeonjun para que lo viera de cerca, ahí el pelirrosa se dio cuenta de que tenía un pequeño desplumaje. Pensó que se debía al rechazo de la gallina.

—No encontré el motivo del rechazo, por lo que Noona y yo decidimos separar a la gallina de su gallinero original y a los pollos también. Al menos hasta que podamos encontrar la causa —.

Yeonjun miró a un pollo con cariño y un poco de pena, luego lo tomó en sus manos y lo acarició.

Resultó no tener tanto problema con tener a esa bolita de plumas entre sus manos, era muy suave y no pudo evitar derretirse de amor cuando el pollito se acurrucó en sus manos.

Miró con atención al pollito, hasta que se dio cuenta de que Soobin lo estaba mirando fijo.

Rápidamente volvió a su posición y sus mejillas enrojecieron, confundido por el actuar del granjero.

— ¿Qué pasa? —Pregunta luego de unos segundos y Soobin toma de uno de los pollitos.

—Quería saber cómo los veías, una segunda opinión no viene mal —.

Oh, él quiere saber sobre los polluelos.

Miró al pollito en sus manos, cómo éste ya se encontraba dormido y bien acurrucado.

—Bueno, uhm... Lucen bien, obviando el detalle de sus plumas se ven sanos y muy adorables —el más alto suspiró, llamando la atención del pelirrosa — ¿Pasa algo? —.

El pelinegro negó con la cabeza, para luego sonreírle al chico.

—Nada. Uhm, te recomiendo bajar al pollo —.

Yeonjun no tenía idea de cómo cuidar a un pollo, por lo que decidió obedecer como si su vida dependiera de ello.

Se agachó y extendió sus manos al suelo, listo para dejar que el pollito tocara el suelo una vez lo viera y pudieran seguir con sus... Pollerías. Lo observó cuando bajaba y no pudo evitar sentir su corazón terminar de derretirse, simplemente era adorable.

Alzó su mirada un poco, viendo fuera del gallinero a una pareja pasar, por el cabello largo de la chica y su vestimenta pensó que se trataba de Yewon, pero no reconocía a la persona que se encontraba a su lado.

— ¡Oh! Yeonjun, no te muevas —el pelirrosa frunció el ceño ante la confusión de la extraña orden, sin embargo obedeció y Soobin posó sus manos en la cabeza del chico.

ALTO AHÍ VELOCISTA.

Su cuerpo se crispó, pero sólo sintió como si retirara algo de su cabeza; y cuando miró al granjero su cara se puso roja nuevamente cuando dio cuenta de que en realidad Soobin sólo había sacado un pollito de su cabeza y no pasaría la cochinada que estaba pensando.

¿Cómo llegó ahí sin sentirlo? Ni idea, pero le hacía un poco de gracia al pelinegro, así Yeonjun suspiró de alivio.

Se veía fácil pero no, primero una cenita o algo.

— ¿Cómo llegó ahí? —Preguntó Yeonjun y tocó su cabeza, como si esperara que hubiera otro pollito o incluso cualquier cosa. Sin embargo Soobin le hizo un ademán con sus manos para indicarle que ya no habían pollitos en su cabeza.

Soobin lo miró por unos segundos desde su altura al joven pelirrosa tratar de recuperar su color natural de piel.

Ahora que el pelinegro lo pensaba, el joven veterinario era muy lindo, lucía delicado.

— ¿Y bien? —pero su tono y actitud cuando agarraba confianza era... Algo extraño.

Es como si toda esa delicadeza y colores arcoiris que derrochaban su ser entero

— ¿Eh? —el pelirrosa frunció un poco el ceño al darse cuenta de que Soobin no lo había escuchado.

—Te pregunto que si ya me puedo parar, el barro ensucia mis jeans —.

Choi Yeonjun le recordaba las chicas populares malas de las comedias adolescentes que suele ver en sus tiempos de gustos culposos.

—Ah, si, sí —rápidamente lo ayudó a levantarse y le sonrió con algo de nerviosismo pero nunca torpeza, después Yeonjun lo ayudó a dejar a los pollos dentro del gallinero.

En vista de que sus pollitos estaban bien y que Yeonjun en realidad bromeó con Yewon sobre comerse a los pollos, podía estar un poco más tranquilo.

Siguieron yendo con otros animales, Soobin ahora se sentía vigoroso y feliz por saber que los animales estaban bien, pero no se dio cuenta de que Yeonjun se estaba agotando demasiado rápido, incluso más rápido que ayer en el recorrido.

—Ahora iremos a ver como se encue... —Yeonjun agarró en un puño parte de la camisa del pelinegro, llamando su atención y luego el chico simplemente se desplomó — ¡¿Choi Yeonjun?! —.

Por eso niños, cuando saben que van a estar haciendo actividad más demandante a la que acostumbran, es recomendable tener un desayuno firme y no solo beber café.

Yeonjun abrió los ojos, desorientado.

Lo último que recordaba era como un cerdo trató de lamerle la cara.

Cerró sus ojos por la luz que entraba por la ventana y hacían incomodidad en sus ojos. Pero los abrió en grande al darse cuenta de que no era el cuarto gigante de su humilde morada o la de sus padres.

Suspiró y se sentó en la cama, derrotado ante unos repentinos mareos y el pensamiento de que la granja no era un sueño y que de verdad estaría lejos de su zona de confort un buen tiempo.

Tomó su teléfono y se dio cuenta de que eran las tres de la tarde, alzó una ceja confundido y se acercó a la puerta para salir, pero su sentido arácnido del chisme se encendió cuando escuchó murmullos y posó su oído sobre el trozo de madera.

— ¿Crees que se encuentre bien? —esa era la voz de Soobin, se concentró y prestó mayor atención.

—Si —ahora quien hablaba era el granjero-mecánico —Alguien que no ha movido un dedo en su vida no conserva muchas energías. Y estoy seguro que tarde o temprano iba a pasarle esto —.

— ¿Se refiere a mí? Ouch —murmuró e hizo un puchero, pero siguió escuchando.

—Bueno, debo volver a lo mío, tan solo asegúrate de que coma algo dulce y que de verdad lo mantenga con energías —escuchó unos pasos, como si alguien se alejara.

—Si quieres yo me encargo desde ahora, Soo —vaya, la chica con apariencia de modelo pero personalidad de enfermera cariñosa estaba de vuelta —De todas formas era mi responsabilidad estar con él y... —.

—No, está bien —Yeonjun alzó las cejas, sorprendido —Papá ya me dejó con la tarea de cuidar de él, así que estará conmigo de ahora en adelante —.

No podía descifrar el tono de Soobin, pero en definitiva no era algo malo.

Iba a seguir escuchando, pero su teléfono vibró y por instinto fue hacia la mesita de noche y lo tomó. Kai le estaba enviando mensajes.

Hizo un gesto pensativo, se supone que estaba durmiendo por lo que entendió, y aunque eso no justificaba los mareos que tenía, chismosear con su amigo un momentito antes de llamar a su médico de cabecera para pedir reposo e irse a casita no haría daño.

Por lo que decidió marcar el número de Kai, y comenzar a hablar con él.

— ¡Kaining! —Habló un poco alto cuando escuchó un ruidoso "¡HYUNG!" por parte de su amigo, ambos rieron un poco con la charla.

Ah Hyung. Te llamé hace un rato y no contestabas, estaba bastante preocupado~ —Yeonjun rió un poco.

—Ah no te preocupes, estaba ocupado —respondió el pelirrosa mientras se acercaba a la ventana del cuarto, recién en ese momento se dio cuenta de lo hermoso que era el paisaje.

¡Hablo enserio! Estuviste mucho tiempo sin hablarme y ya pasó lo que sería el horario de almuerzo de oficina —El castaño se encontraba en una cafetería, Yeonjun podía escuchar sus ruidos habituales, meseros tomando y entregando pedidos, las cafeteras haciendo lo suyo; el transcurso de una tarde tranquila en una linda y moderna cafetería —Es momento de que me cuente sus chismes, estoy seguro de que tiene algunos o caso contrario habrías contestado mis mensajes —.

Choi suspiró y miró a la puerta del cuarto, tratando de asegurarse de que nadie lo oyera.

—Kai, no estoy seguro de si esto es premio o castigo —.

¡¿Acabas de decir que no sabes si enviarte a una granja es premio o castigo?! —se formó un silencio entre ellos tras escuchar a Kai gritar esas palabras — ¡No te quedes callado, dime que hizo que pensaras que ir a una granja sabiendo nada es un premio! —Yeonjun trató de pensar en sus palabras y ordenarlas — ¡Confiesa! —.

—Kai —miró nuevamente a la puerta y se acercó más a la ventana, estaba mareado y a su vez nervioso —Sé que ayer te dije eso pero —tomó aire y chilló — ¡No esperaba que los trabajadores fueran tan calientes! En especial el hijo menor del dueño ¡¿Qué demonios habrán comido cuando...?! —.

— ¿Acabas de decir que soy caliente? —Yeonjun se quedó callado en cuanto la grave voz de Soobin retumbó en sus oídos y en la habitación.

Se volteó para mirar al chico, Yeonjun no sabía si estaba rojo o pálido pero en definitiva el fuerte sonrojo en las mejillas de Soobin era notorio.

En esos momentos quiso desmayarse de nuevo.

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