Capítulo 1 "Mi alma gemela"
Dakota era una niña de 8 años, la cual había nacido con un problema muy llamativo. Al principio sus padres creían que era algo normal, pues la mayoria de niños solian tener amigos imaginarios, debido a la falta de amigos o hermanos, en pocas palabras, la soledad era la encargada de crear esos extraños seres que acompañaban a sus hijos, como un amigo incondicional que siempre estaría ahí, sin embargo; Dakota empezó a experimentar un extraño comportamiento hacia la vida, incluso algunas veces trató de suicidarse, diciendo que su amigo imaginario le había dicho que lo hiciera.
Los padres de Dakota decidieron llevarla al doctor, pues sospechaban que su hija tenía algo más que un simple amigo imaginario, pero por más que buscaron, los doctores no dieron con nada, para ellos, Dakota era una niña muy saludable, solo se sentía sola y quería llamar la atención tratando de hacerse daño. Los padres inconformes, pero resignados, decidieron olvidar el tema y mantener medicada a Dakota, tal y como le había pedido el doctor.
-¡Dakota! ¿Has tomado el medicamento? -preguntó la madre con una sonrisa dulce.
-Mi alma gemela dice que está mal. -respondió Dakota refiriéndose a su amigo imaginario.
-Ya hemos hablado del tema hija, ahora ve y toma tus pastillas. -mandó la madre.
Dakota solo asiento y empezó a caminar hacia las escaleras para subir hacia su habitación, en ese momento sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, haciendo que los vellos de sus manos empezaran a erizarse, Dakota alzó su mirada y pudo observar como la puerta de su habitación empezaba a abrirse lentamente, ésta rápidamente salió corriendo hacia allí con una sonrisa en su rostro, pues sabía claramente que se trataba de su alma gemela. Alma gemela, así era como Dakota llamaba a su supuesto amigo imaginario, ya que ella sentía que ese ser era muy parecido a ella, como si se tratara de otra gota de agua, incluso su pensar y físico eran idénticos.
-¿Te vas a tomar las pastillas? -preguntó una voz cerca de su oido.
-Mi mami dice que son necesarias. -respondió Dakota.
-Ella solo quiere separarnos, si te la tomas, no me volverás a ver. -amenazó.
Dakota guardó silencio mientras botaba las pastillas en el baño, seguida se aquel ser, el cual sonreía con satisfacción al ver que Dakota hacía todo lo que ella le pedía. Su madre subió horas más tardes a la habitación de su hija, para encontrarla dormida plácidamente, la madre suspiró aliviada al ver el tarro de las pastillas casi vacío, lo que significaba que su hija si se las estaba tomando y que pronto estaría mejor y olvidaría por completo a su amigo imaginario. La madre empezó a organizar las sábanas de su hija para que estuviera más cómoda, en ese momento observó que el pie de Dakota estaba fuera de las sábanas, así que inmediatamente se apresuró a tomarlo para cobijarlo, pero se llevó una gran sorpresa al darse cuenta que la sábana de su hija estaba ensangrentada, pero por alguna extraña razón, la piel de Dakota estaba intacta, entonces ¿De qué era la sangre? Se preguntaba la madre una y otra vez.
La madre de Dakota se encontraba fuera de la casa esperando a su marido, para hablar respecto a lo que había encontrado en la cama de su hija. Después de unas horas, el padre de Dakota llegó y empezó a hablar con la madre, luego de unos minutos, ambos decidieron poner cámaras ocultas en la habitación de Dakota, haciendo todo lo posible para que ella no se diera cuenta y pudieran sacar a la luz lo que realmente estaba pasando con su hija.
-¿Crees que sea buena idea? -susurró la madre de Dakota.
-Tranquila, ya verás que nada malo va a suceder. -respondió el padre con una sonrisa tranquilizadora.
Ambos terminaron de poner la cámara de seguridad en una esquina de la habitación de Dakota. La madre se acercó a su hija, besó su frente y dejó que el gato de la casa se acostara junto a ella. Ella y su esposo salieron de la habitación y se dispusieron a ir a dormir, ya era tarde y mañana debían ir a trabajar. La noche pasó con normalidad y en un parpadeo amaneció, los gritos de Dakota despertó a la madre y al padre, los cuales rápidamente salieron corriendo hacia la habitación de su hija.
Dentro había una completa escena de terror. La habitación estaba llena de sangre y en la cama, estaba el gato muerto, el cual tenía la cabeza volteada hacia la espalda y sus intestinos estaban afuera del cuerpo, la madre rápidamente abrazó a Dakota mientras tapaba su boca por el asombro, sin darse cuenta, que en el rostro de su hija, había una sonrisa satisfactoria.
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La madre se encontraba haciendo sus maletas, pues habían escuchado sobre una bruja a las afueras de la ciudad de Nueva York y estaban casi seguros de que ella les podría ayudar con su hija. Mientras la madre hacía todo eso, el padre se encontraba arreglando la cámara de seguridad para averiguar lo que había pasado esa noche en la habitación de su hija.
-Cariño ven aquí, necesito que veas esto.
La madre se acercó a su esposo y vio la cámara de seguridad. En esta se podía observar a su hija durmiendo, después, ésta se levantó y se paró al frente de la cama, observado fijamente al gato, así pasaron dos horas, hasta que el gato empezó a levitar hasta casi tocar el techo, después, el gato empezó a chillar, mientras su estómago era rajado poco a poco, haciendo que sus intestinos se salieran de su cuerpo, luego, la cabeza del gato se volteó hasta la espalda, después cayó sobre la cama salpicando todo de sangre, en ese momento su hija miró fijamente la cámara con una sonrisa y la trasmisión se apagó.
-Debemos hacer algo pronto. -comentó la madre.
-Esto no está bien. -susurró el esposo.
Ambos terminaron de empacar, llamaron a una niñera y se dispusieron a irse, no sin antes, dejar un número de teléfono para que la niñera llamara si había alguna emergencia, pero según ella, Dakota era un ángel, el cual se portaria muy bien. Los padres tomaron rumbo hacia la bruja, dejando a la niñera ya su hija solas, mientras rezaban de que nada malo pasara mientras ellos estuvieran fuera de la ciudad.
-Muy bien Dakota ¿Qué quieres jugar? -preguntó la niñera con entusiasmo.
-Mi alma gemela quiere jugar a las escondidas. -respondió Dakota mirando hacia un lado de ella.
-¿Tienes un amigo imaginario Dakota? -cuestionó la chica.
-¿Quieres ver que no es imaginario?
El juego rápidamente empezó, Dakota se encontraba contando del uno hacia el cien, mientras que la niñera buscaba un lugar donde esconderse, mientras caminaba por la casa, vio como la puerta del sótano se abría lentamente, la chica decidió ir a investigar, pensando que quizás había alguien allí abajo. La niñera empezó a bajar por las escaleras, mientras preguntaba si había alguien allí abajo, pero de un momento a otro la puerta se cerró, la niñera rápidamente subió las escaleras para abrir la puerta, pero esta estaba cerrada.
La niñera empezó a llamar a Dakota, pero esta solo podía escuchar como la niña contaba lentamente, la chica trató de encender la energía, pero nada funcionaba, en ese momento sintió como una mano fría se agarraba de su pierna, mientras sentía como un cuerpo se subía sobre ella.
-¿Vamos a jugar? -preguntó una voz siniestra.
La niñera gritó fuertemente y lanzó a lo que sea que fuera eso, hasta el final del sótano, buscó con sus manos algo que la ayudará a mirar lo que era, hasta que encontró una linterna y alumbró. Era una niña idéntica a Dakota, solo que esta tenía su rostro tapado con el cabello, sus uñas eran puntiagudas y negras, caminaba como si no tuviera huesos y sonreía fría y despiadadamente. La niñera trató de abrir la puerta mientras gritaba por ayuda, pero la linterna dejó de emitir luz y la voz de la niñera se cayó.
Dakota siguió contando lentamente, sin saltarse ningún número, haciendo que llegar al cien, se convirtiera en una tarea demorada. Las horas siguieron pasando y los padres de Dakota al fin habían llegado, los rostros de ambos demostraban cansancio, temor y culpa, como si lo que fuese que hubiera dicho la bruja, les hubiera marcado la perspectiva de lo que estaba pasando. La madre de Dakota empezó a llamar a la niñera, ya que debían pagarle para que se pudiera ir a su casa, pero por más que buscaron, no la encontraron, hasta que la puerta del sótano empezó a abrirse.
-¿Dominica? ¿Estás ahí? -preguntó la madre de Dakota-. Ya puedes irte a casa, te pagaremos bien por tus servicios.
-¿La encontraste? -preguntó su esposo acercándose a ella.
La mujer señaló el sótano, así que ambos empezaron a bajar para averiguar si Dominica se encontraba ahí, pero al son que avanzaban, el olor putrefacto empezaba a llegar a sus fosas nasales. La madre de Dakota gritó fuertemente al ver el estado de la niñera, pues esta se encontraba colgando del techo con un lazo en el cuello, la parte inferior de la mandíbula estaba destrozada, sus ojos estaban abiertos con expresión de sufrimiento y temor, sus brazos y piernas tenían cortadas profundas, llenas de moscos y gusanos. Los padres de Dakota quedaron estupefactos y en ese mismo momento, Dakota llegó al cien, dejando de contar para luego irse a su cuarto.
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Dakota se encontraba durmiendo plácidamente en su cuarto, como si nunca hubiera pasado nada. Sus padres entraron en la habitación sigilosamente y enterraron una aguja afilada en su cuello la cual contenía un sedante para dormir, pues debían llevarla con la bruja antes de que matara a alguien más. El hombre conducía rápidamente hacia la casa de la bruja y en el camino, varios animales impedían que el auto siguiera avanzando, como si lo que sea que tuviera Dakota, estuviera haciendo lo imposible para que no la llevaran al lugar.
Después de algunos accidentes con renos, cuervos y otros animales, al fin habían llegado con la bruja, donde amarraron a Dakota aún palo, esperando a que esta se despertara. Los padres de Dakota se encontraban en un llanto eterno, donde se maldecían por todo lo que estaba pasando, pero de cierto modo, lo que había pasado con Dakota no había sido culpa suya, ya que el embarazo de la mujer se había complicado y la única solución era lo que habían hecho ese día.
-¿Qué hago aquí? -preguntó Dakota con voz inocente y temerosa-. Mami ¿Qué pasa?
-Lo sentimos mucho hija, pero no tenemos otra opción. -respondió la mujer tratando de contener sus lágrimas.
-Mami, quiero irme a casa, no me hagas esto. -sollozó Dakota tratando de liberarse.
-Dakota, cuando estabas en mi vientre, el embarazo se complicó -empezó a contar la madre-. Los doctores nos dijeron que no venías sola, tenías una hermana gemela.
-Nos alegramos mucho, porque significaba que nuestra niña no estaría sola y nuestra familia sería más grande y amorosa. -confesó el padre.
-Lastimosamente el embarazo era peligroso, de alto riesgo y el doctor nos dijo que sólo podíamos salvarla a una de ustedes. -sollozó la madre- yo estaba devastada, pero decidimos quedarnos contigo Dakota y dejar ir a tu hermana.
-Me dejaron por ella, me abandonaron, por eso todos deben morir. -dijo una voz dentro de Dakota.
Dakota lanzó un grito estremecedor, que hizo que las ventanas del auto se destruyeran en mil pedazos. La bruja empezó a lanzar gasolina encima del cuerpo de Dakota, sin entender como su hermana gemela se había apoderado de su mente, pero eso sería un secreto más de la vida. La bruja terminó con lo suyo y le entregó los fósforos a los padres de Dakota.
-Te amamos hija, pero esta no eres tú y debes entender que no existe tu alma gemela, es un alma gemela inexistente. -suspiró la mujer.
-Lo sentimos mucho. -susurró el padre.
Ambos tiraron el fósforo encendido al cuerpo de Dakota, haciendo que esta empezara a quemarse lentamente. Los gritos de Dakota eran desgarradores, pero poco a poco, el fuego empezó a quemar cada esperanza de Dakota, preguntándose por qué le hacían eso, ya que ella tampoco tenía la culpa de lo que había hecho, su alma gemela inexistente.
Aunque todo fuera acabado así, los padres de Dakota se habían librado del mal, salvado la vida de muchas personas inocentes, pero dejando su corazón destrozado, pues los misterios de la vida le habían quitado a su niña y eso no tenía perdón.
Fin.
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