El humano corrió por los pasillos tratando de conseguir todo lo que le habían ordenado en el menor tiempo posible. Todos en el palacio sabian bien que jamás era una buena idea hacer enojar a su líder.

Un bramido aterrador retumbó en las paredes y los ventanales, haciendo a los soldados y a los vidrios temblar. El tiempo se le acababa, se adentro en la cocina, los trabajadores estaban estáticos, como animales asustados incapaces de moverse, y en consecuencia tampoco podrían hacer su trabajo como les correspondía. Ignorando a todos los presentes se dirigió a toda prisa al congelador, todos los recipientes parecían iguales a simple vista, sólo las etiquetas que nombrabran los compartimentos permitían saber algo sobre lo que había en el interior de estos.

Sus ojos viajaron fugazmente a través de ellos hasta detenerse en aquello que tanto buscaba. Arrancó el contenedor de los estantes y salió corriendo de allí, no importaban los quejidos de los cocineros, el ya tenía lo que necesitaba. Regresó al pasillo en donde los chillidos de la bestia persistían, su miedo había cesado, casi estaba ahí, tan rápido como sus piernas se lo permitían el se adentro en el laberinto de los corredores para llegar a su destino. Derecha, izquierda, recto, izquierda, giro y corrió, hasta que finalmente lo encontró. Una puerta cerrada, ardiente de furia y barbaridad, con las manos temblorosas de la agitación ingreso el código de seguridad, cuando un grito más hizo retumbar el suelo.

Freezer: YAMCHAAAAAA!!!!-. Gritó el pequeño emperador consumido por la frustración.

Yamcha: Aquí estoy, aquí estoy!-. Devolvió apresuradamente antes de dejar todos los elementos que le habían pedido en la mesa enfrente al sillón en donde el amo reposaba-Tengo todo lo que querías, helado de fresas del planeta Kiritio con galleta y sirope de- no pasó ni un segundo antes de que el cuenco en el que traía el postre se le fuera arrebatado de las manos bruscamente.

Freezer: Argh, gracias, sólo puedo contar contigo, todos estos inútiles son incapaces hasta de traer un mísero vaso de agua-. Despótrico enterando con fuerza la cuchara en el lácteo, como si fuera una cuchilla siendo clavada en el corazón de alguno de sus sirvientes. La compasión no era una de sus virtudes.

Yamcha: Creo que los tienes asustados. Yo también lo estaría si estuviera en su lugar-. Río entre dientes, no tenía porque juzgar a esos chicos, los primeros meses en el que el estuvo en las manos del emperador no había podido dejar de temblar, ni el se creía lo mucho que las cosas habían cambiado en todo ese tiempo.

Freezer: Debería destruirlos a todos sólo por su incompetencia. No es como si pudieran aportarle algo al mundo de cualquier manera-. La naturalidad con la que el albino hablaba hizo al peli-negro tragar saliva.

Yamcha: Ooo... supongo que puedes dejarlos vivir para que no tengas que buscar nuevos trabajadores y ellos pueden seguir complaciendote con los platillos exóticos que yo no se preparar, ¿Qué te parece?-.

Freezer: Supongo que tienes razón-. Una cucharada más entró en su boca con gusto. Disfruto el sabor por unos instantes, relajandose con el placer dulce que yacia en su boca, hasta que algo ocurrió, una sensación incómoda, que lo hizo dejar su pequeño paraíso y levantar la vista, sólo para chocarse con los ojos del humanoide-¿Qué?¿Tengo algo en la cara?-. Interrogó con una cara de pocos amigos.

Yamcha: No, no, bueno si un poco de chocolate por ahí, pero eso no es-. El peli-negro se arrodilló junto al asiento del emperador sin perder la vista de su hinchado estómago -Te vez muy tierno con esa panzita. Quien podría pensar que el gran emperador del mal podria verse tan adorable-. Ese comentario casi hizo vomitar al tirano, receloso de su apariencia y su dignidad, agitó su cola alrededor de si mismo, cubriendo de la vista a su estómago.

Freezer: No soy adorable. Ten algo de respeto por la autoridad por amor a los dioses-. Esa forma de hablar, esa forma de referirse a el, eran simplemente escandalosas, que pensarían sus ancestros si supieran de que un simple humano, escuálido, débil, peludo y simplemente incapaz de hacer casi todo por su cuenta tenía la suficiente confianza con el como para hablarle de esa manera sin recibir castigo alguno.

Yamcha: Supongo que no puedo evitarlo... es demasiado tierno como para resistirse-. La sonrisa enternecedora que se posó en su rostro fue suficiente para hacer que las mejillas del albino se tinieran de un profundo tono violeta, era una sonrisa tonta, una de amor, una a la que no podia resistirse- Me pregunto cómo será... ¿Quizás tan pequeño como tu? No tengo idea-. La mueca de disgusto no pudo permanecer por mucho tiempo en el rostro del tirano pues un delicado beso fue depositado sobre su vientre, el vientre en donde portaba a su descendencia, su primogénito, el resultado de su amor- Solo quiero verlo-.
Posando una de sus manos en su abultado abdomen, el emperador desplegó una pequeña sonrisa, reflejando una emoción que no había conocido de forma plena en mucho tiempo, felicidad.

Freezer: Yo también lo deseo-.