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❤Amore, lussuria e possesso❤

Amor: Sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona o cosa a la que se le desea todo lo bueno.

Un sentimiento que podía causar tanta alegría como daño. Algunos lo tomaban como un regalo que algún ser superior les había dado, otros lo veían como una simple secreción de hormonas cerebrales romantizada. Pero había algo que nadie podía negar, aquel sentimiento afectivo podía anular cualquier clase de pensamiento lógico que un ser de inteligencia suficiente podría recurrir para actuar, en otras palabras un botón de apagado para el lóbulo frontal. Su persona en particular fue de las pocas que pudo mantener intacta su capacidad para racionar, el amor no era una parte de su vida, sólo era quien la fastidiaba.

El jamás había estado en una relación real, después de todo era un príncipe, tenía cosas demasiado importantes de las que ocuparse como para perder el tiempo en cosas tan banales, el romance era algo inexistente tanto en su corazón como en los de su raza, en su tierra natal los matrimonios eran arreglados, por mera conveniencia o tratos de intercambio, todos allí parecían estar conformes con eso, al fin de al cabo los demonios del frío, como los conocian en el resto del universo, eran incapaces de sentir amor por cualquiera distinto a ellos mismos, así es como había sido siempre.

Pero para su mala suerte no todas las razas del cosmos eran tan indiferentes a aquel "sentimiento" como lo podían ser la suya. Eran seres emocionales, pasionales y por ende débiles, manipulables pero sobre todo inestables. En el pasado tuvo que lidear con uno que otro problema, resultado que aquel irracionalismo romantizado de los entes inferiores que comandaba, pero ninguno de ellos percances fueron algo que no pudiera arreglar con un siempre disparo de plasma en el cráneo.

Tuvo suerte de encontrar hombres de confianza capaces de alejarse de todo capricho pasional con el fin de entregarse por completo a servir a una causa, su causa. Desafortunadamente no pudo arrancar los deseos de sus hombres de sus cuerpos. Hace un tiempo por pura casualidad o por obra del destino, se enteró que uno de sus soldados de élite y su capitán habían tenido un encuentro de índole sexual durante una de sus misiones, podría haberlo dejado pasar pero nuevas noticias llegaron a sus oídos de parte de uno de sus socios comerciales.

Parecía que unos soldados bajo el mando de su hermano menor, el emperador Freezer, habrían tratado de envenenarlo, con el fin de acabar con su vida, pero por las ventajas superiores de su raza, no habrían logrado nada de eso. Al principio pensó que se trató de un atentado rebelde, alguna venganza por la destrucción de sus planetas. Pero no, un furtivo romance entre los culpables, había sido suficiente motivo como para revelarse en contra de su lider supremo de la manera más estúpida posible, condenando a los amantes a una muerte definitiva.

No lograba entender como algo tan insignificante podría haber conllevado a un atentado de tal magnitud, aunque no le quiciera dar importancia la idea permaneció en su cabeza, semanas más tarde tuvo un momento para poder hablar con el capitán de su escuadrón del tema, y de sus encuentros con el otro soldado, ya sabía cuáles serían sus respuestas pero eso no significaba que estuviera conforme con ellas. Fuera de conocer lo ya sabido, otro nuevo dado llegó a el de parte del capitán, el y su otro soldado también estaban involucrados con el tercer miembro de su escuadrón, en un intento de relación poliamorosa.

Eso activo todas las alarmas, si la relación entre ellos seguía fortaleciendose llegaría a mucho más que unos simples encuentros causales, eso podría perjudicar la lealtad que tenían hacia el, su devoción y sentimientos de admiración se verían eclipsados por sus nuevas emociones que surgirían entre los oficiales. Soldados traicionado sus causas por un sentimiento tan banal como el amor. ¿Cómo era posible que permitiera tal cosa? No podía hacerlo, por suerte había conseguido una solución a su problema, una poco convencional pero eficaz de cualquier manera.

Si no podía desprender aquella emoción del pecho de sus hombres tendría que utilizarla a su favor, haciendo que toda esa pasión de sus hombres se girará en torno a el, convirtiéndolos nuevamente sus siervos leales quienes por "voluntad de su corazón" lo seguirían hasta el final. Como dijo Tsun-Zu en "El arte de la Guerra" si no puedes con ellos uneteles, y así lo hizo.

Al principio su escuadrón se encontró sorprendido por su oferta pero los dos más grandes aceptaron sin siquiera pensarlo, era casi un honor para ellos, mientras que el capitán se mantuvo estático sin ser capaz de entender en un comienzo porque su jefe quiciera tener algo así con ellos, conociendo su naturaleza pero no le quedó otra que acallar sus dudas y unirse a los demás con tal de no ser desplazado.

Y así se estableció una unión silenciosa entre maestro y seguidores, nadie más conocía de sus acciones aparte de ellos cuatro, lo que le daba una ventaja aún mayor al chang-long en su juego de ajedrez. Sin opiniones externas todo lo que pasará en su círculo privado sería tomado como el quiciera que se viera.

Su familia era conocida no sólo por ser seres sanguinarios y crueles, sino también por su astucia y habilidad de manipulación, esto era de las pocas costumbres que Lord Cooler apreciaba de su familia. El sabia perfectamente como hacerle honor a su apellido, moviendo los hilos de su mundo para manipular a su voluntad a sus marionetas, sólo necesitaba un buen escenario en donde montar su show y así comenzaría su espectáculo.

Lujuria: Deseo y actividad sexual exacerbados.

Más abajo, a los pies de los escalones que conducían a su trono, conectados a el con cadenas se encontraban sus lacayos, sus bufones, quienes le proporcionarán el entretenimiento que quiciera con una simple orden. Qué los de su raza fueran incapaces de sentir amor no los hace incapaces de disfrutar de actos lujuriosos, ambas cosas iban por caminos muy separados a su parecer, pero había algo más detrás de ese disfrute causal, algo más oscuro que era lo que de verdad provocaba la alegría del demonio de piel morada.

Tensando las cadenas de acero logró atraer a dos de sus títeres, ambos cruzaron miradas entre si antes de dar un pequeño asentimiento y acercarse más el uno al otro, esto no era más que un juego erótico para ellos, uno de muchos otros que ya habrían realizado. Sus labios chocaron de manera brusca, intentando de encajar de alguna manera posible, una lucha pasional se liberó en sus bocas, tratando de tomar el control. Quien resultó victorioso fue Dore, aquel exluchador corpulento no dudo ni un segundo de usar su masa muscular superior para domar a su compañero más flaco. No sólo tenía la fuerza a su favor si no que su mismo deseo incorregible lo hacia llevar todo al límite.

Desde su punto de vista, no podía estar más complacido por la situación, placer sin culpa, lujuria sin consecuencias, podía disfrutar de sus atractivos compañeros de equipo cada noche que quiciera sin tener que preocuparse de los castigos que su jefe les podría poner, con su análisis ignorante y superficial hasta llegó a creer que el chang-long estaba disfrutando tanto como ellos, era el paraíso en carne.

Mientras que al hombre anfibio quien había enrollado sus brazos detrás del cuello de su compañero con tal de atraerlo más hacia el, le resultaba sumamente emocionante poder tener esa clase de experiencia en frente de su maestro, el siempre había buscado llamar su atención, no porque le gustará ni nada de este estilo, simplemente anhelaba su valoración, que le reconozca por una vez sin nadie de por medio estrobando, su ego rogaba por ser alimentado y el estaba dispuesto a hacer lo que sea con tal de dejarlo satisfecho.

Como si de animales se tratara ellos dos continuaron con su desenfreno, intentando desprender a ojos cerrados los broches de sus trajes que los cubrían. Uno centrado en el cuerpo del otro, se volvieron inconcientes de su alrededor, en especial de los pares de ojos que los observaban. Uno de esos pares correspondía al capitán líder de aquellos dos soldados, un brench de piel azul y baja estatura, quien desde su posición se mordia sus labios deseando estar junto a sus camaradas, ser parte de aquel encuentro, arroparse con el calor de sus compañeros vez de tener que padecer sólo el frío seco de los escalones de mármol en los que reposaba.

Quiso inpulsarse e ir hacia adelante, pero hubo algo que debutó cualquier intención de acto que pudiera emprender. Un tirón en su cuello, era la cadena tensandose, el no quería ir hacia el, no quería alejarse aún más de sus otros amantes, pero no tenía opción, no importaba si trataba de resistirse a ella, la cuerda lo jalaba hacia arriba de las escaleras, forzandolo a ir a donde ellas le dijeran o perecer en su rebeldía.

Escalón por escalón, fue obligado a subir todo con tal de no perecer ahorcado por la presión de su collar tirante, finalmente llegó a la cima, en ella se encontraba la figura del chang-long sentado en su imponente trono decorado con aleaciones de oro con el único propósito de resaltar su prestigio. Una ligera sonrisa surgió en la cara del demonio al ver al pequeño hombre de rodillas a sus pies.

Cual boa constrictora enrollo su cola por la cintura de su presa, y con su fuerza logró elevar al brench de cabellos rubios del suelo para sentarlo en sus piernas cubiertas por el cuero negro de su atuendo. El capitán mantuvo la cabeza baja en todo momento, queriendo escapar de la vergüenza que le causaba estar en esa posición hasta que los dedos del demonio trazaron una línea en su mandíbula para luego elevar su mentón obligando a mirarle a los ojos. Finalmente sus miradas se cruzaron, las orbes rojas miraban a las orbes naranjas, como si quiciera sacarle toda la información posible. A diferencia de las miradas perdidas en el deseo de sus otros lacayos, la suya era diferente, era como si a través de sus ojos le estuviera cuestionando el porque de sus acciones. Era evidente que no creía que todo ese espectáculo fuera sólo un juego entre adultos para divertirse, conocía bastante bien a su amo para saber que las cosas no eran así de simples.

Eso era lo que más le fascinaba al demonio del frío, jugar con la mente prodigiosa de su capitán era uno de sus pasamientos favoritos, dándole pistas erróneas y señales confusas sólo hacían el espectáculo de verlo romperse la cabeza por encontrar la verdad aún más entretenido.
Lo mejor de todo es que no importaba si en su cabeza llegaba a conocer la verdad sobre las intenciones que tenía el al involucrarse con sus soldados de élite de esa manera, el brench seguiría sin el poder o los recursos suficientes como para hacer algo salvo que doblegarse a su voluntad.

Con sus dedos trazó el contorno de la mandíbula del rubio hasta dirigirse a la parte posterior de su cabeza, jugueteo con los mechones dorados antes de tomarlos con un fuerte agarré. Teniendo el control de su cabeza, acerco al más pequeño hacia el llegando al punto en que sus labios estaban al borde del rozamiento. Dio una última sonrisa de superioridad, antes de unir sus bocas de una vez por todas.
Al principio no fue más que un beso simple e impersonal, o eso fue hasta que el tirano mordió el labio inferior del rubio haciendole abrir la boca al soltar un quejido. Habiendo logrado su objetivo el chang-long introdujo su larga lengua en la boca del capitán. La batalla entre ambas lenguas resultó con un vendedor definitivo, el demonio tomo el control total de la cantidad vocal del otro. Permanecieron así por varios segundos.

Sintiendo las manos del rubio empujando débilmente contra su pecho supo que era tiempo de darle un respiro. Al separarse el azulado se vio obligado a dar una buena bocanada de aire tratando de estabilizar su ritmo respiratorio.

El oji-rojo tuvo suerte de no soltar una carcajada al ver como con un simple beso podía dejar en ese estado al capitán de su escuadrón. Le hacia gracia lo delicados que eran los cuerpos de su subordinados a comparación de los de su raza, sus pulmones no eran capaces de resistir tanto tiempo como los de ellos.

Tomo un poco de distancia para ver la escena que había creado, tenía a su mano derecha sentado en sus piernas, con la cara roja y el pecho descubierto subiendo y bajando a un ritmo acelerado. Sus ojos se posaron en un punto específico del cuadro, el cuello de su acompañante. Deslizó hacia abajo el collar del brench para tener una vista más limpia de su objetivo, su aliento cálido  golpeó contra la piel desprotegida del azulado antes de atacar.

Posesión: acto de poseer ciertas cosas, ya sean materiales o incorpóreas.

Cada una de las mordidas, que daba, cada una de las marcas que dejaba, tenían un significado más allá que la mera estética, estaba designando su propiedad.

Jamás lo admitiría, siquiera era algo que llegará a considerar, pero la verdad era que al saber lo que ocurría entre su mano derecha y sus otros soldados, lo hizo molestarse más de lo que debería. No importaba por cuántos años de evolución hayan pasado, los demonios eran posesivos y territoriales por naturaleza. Ver a su soldado devoto entregarse de esa manera a un soldado tan pobre y carente de toda cualidad excepcional, provocó que algunos de los instintos más primitivos se activaran. Desde hace varios años que el brench le había jurado su lealtad, como todo soldado servil a su amo, le había entregado su vida, su mente, así había alguien a quien debía entregarle todo de si era el. No estaría contento hasta que cada uno de los presentes fuera consciente de eso.

Pequeños suspiros escapaban de la boca del más bajo con cada mordida que el mayor le brindaba. Por más que intentará mantener la cabeza fría, era imposible mantenerse cuerdo por mucho más tiempo.

Así prosiguió la noche entre los cuatro hombres, hipnotizados por la bruma de la lujuria, eran incapaces de ver las intenciones del demonio, pero eso no era lo más importante en ese momento, ya tendría tiempo para proceder con sus planes pero por ahora todo lo que tenía que hacer era seguir con este juego peligroso y engorroso, ese es el juego del amor.

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-2449 palabras-.

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