Capítulo 7
Nomi
Cobarde.
Co-bar-de.
Eso es lo que soy.
Me siento como un pésimo equilibrista caminando oscilante en la delgada soga sobre un público burlón que espera por mi caída. Tengo este vértigo que me tambalea entre el miedo y la emoción por lo que Asahi me hace sentir. ¿Podré llegar hasta la meta sin caerme? Pero... ¿qué significaría eso? ¿Cuál es la meta?
En un principio, solo me enfocaría en los estudios y en aprobar para poder continuar mis sueños de ser arquitecta. Sin embargo, con tan pocos encuentros, Asahi está ocupando espacios que no debería tocar, provocando que esa meta empiece a cambiar, incluyéndolo sin entender cómo o para qué.
Vuelvo a preguntarme cómo reaccionaría este chico amable y atento si supiera que la pobreza en la que vivía me transformó en una esclava sexual. Nadie, en su sano juicio aceptaría algo semejante. Es por eso que justifico mi accionar ante su intento de invitarme a una cita. ¿Qué objetivo tendría? Además, no mentí en que no tengo tiempo para alguien más en mi vida.
Exhalo profundamente, deseando no haberlo ofendido, ni que haya percibido un rechazo, porque no quiero que nuestros encuentros se vuelvan tensos.
Mi celular suena y lo busco en el bolsillo de mi chaqueta. Es un mensaje de Jun que me tomo el tiempo de leer aprovechando el semáforo que me corta el paso. El día de hoy, él iría por nuestros hermanos para que yo pudiera quedarme estudiando, pero al parecer, regresará a casa solo. Bueno, con un amigo, Shoma, a quien todavía no conozco personalmente. Raito le pidió permiso de ir con Makoto al parque cercano a jugar. Y Aiko hizo lo mismo para ir a la casa de su compañera Ohime, una hermosa niña de ojos alegres que se ha vuelto su mejor amiga desde el primer día.
Guardo el teléfono y dejo que mi mirada vague por el cielo, con un sentimiento de plenitud por mis hermanos. Me colma el pecho que tengan con quién compartir su tiempo. También, los envidio un poco.
Si tan solo pudiera...
—¡Nomi! ¡Nooooomiiiiii!
No necesito comprobar quién llama por mí en medio de la vía pública sin ningún tipo de recato. El cabello negro cortado por el mechón rosado se balancea violentamente de un lado a otro mientras corre hacia mi posición.
—¡Nomi! ¡Qué sorpresa verte por aquí! ¡Es el destino! —exclama exageradamente, con una sonrisa enorme. El colgante con un sol queda descolocado sobre su clavícula y lo acomoda con suma gentileza.
—¿El destino?
—¡Sí! Porque quería que alguien me acompañara a la librería por unos mangas y justo te encuentro aquí. ¡Y no podrás evitarlo como siempre haces!
Ciertamente, hoy es un día conveniente ya que no tengo que hacerme cargo de mis hermanos.
Sin poder replicar, se enrosca en mi brazo y me arrastra, aprovechándose de que, aunque es delgada como yo, me supera por media cabeza. Ni hablar de la fuerza que tiene su entusiasmo.
Unas calles después, nos detenemos en una gran librería.
—Vamos, entremos. —Me empuja—. Pasaremos un rato de chicas.
Al principio, cada una rebusca en las secciones según nuestros gustos. Yo selecciono un libro de arquitectura que muestra edificios hermosos y emblemáticos de todo el mundo, contando su historia y planos. Con mi selección hecha, busco a Chinatsu que tiene un libro con una portada espeluznante bajo el brazo.
—¿Elegiste uno?
—Sí.
—Arquitectura, ¿eh? —Me sonríe de manera enigmática.
—¿Y tú qué tienes? —Interrumpo cualquier cosa que vaya a decir. Con esa mirada asusta.
—¡Ah! —Me muestra su libro y compruebo que es tenebroso—. A mi novio le fascinan las leyendas escabrosas. Hace un rato me contó una... —Tiembla—. En cambio, yo prefiero los libros de diseños de interiores. Es lo que estudio. Pero lo que me tiene aquí es mi pasatiempo favorito. ¡Los mangas!
Dejo que me guíe. Luce como una niña entusiasta mostrándome lo que le gusta.
—Amo los mangas. —Inspecciona uno tras otro—. ¿Cuáles te gustan a ti? —La miro sin comprender. Ella levanta algunos señalándomelos—. Ya sabes. Maho shojo, nekketsu, ecchi —alza sus cejas varias veces.
—No lo sé. Nunca leí.
Parece como si hubiera dicho una ofensa, porque abre sus ojos y boca con horror.
—¡¿Cómo es posible?! —Me encojo de hombros—. Vamos a remediarlo. Ven, te explicaré un poco. A mi novio le gustan los spokon, especialmente si son de voleibol. Él es jugador. Está en el equipo de la universidad. ¿Te lo había contado? —Niego, poco interesada en los mangas—. Pues sí.
Tomo uno solo por seguirle la corriente y ella me lo quita, exultante.
—Estos son de mis preferidos. Los shojo son románticos. Me hacen suspirar. Deberías leer alguno. Pero los que son mi gusto culposo son estos...
Me toma de la mano y me lleva a otro sector. Paso mis ojos por las portadas y noto que en todas ellas hay chicos. Nada más que chicos en posturas románticas y provocativas.
—Estos son los BL —aclara.
—¿BL?
—Boys Love. Los mangas yaoi. Historias de amor entre chicos.
—Pero son... chicos —repito como tonta, desconcertada.
—No importa. Son increíblemente románticos, dulces y tienen emoción. Deberías probar.
—No, gracias.
—¿Y qué me dices de los shojo? Esos son chico y chica.
—Tampoco.
Abandono la abrumadora cantidad de mangas y me dirijo al sector de la caja, dispuesta a pagar y salir de una vez. Espero tras un par de otros compradores, eludiendo a Chinatsu que me observa con el ceño fruncido.
—Podrían darte ideas.
—¿Ideas? —Las ideas que vienen a mi mente no tienen nada que ver con esto—. No gracias.
—Vaya. Te creía una romántica. Una chica tan bonita como tú podría tener muchos prospectos si no fueras tan reservada.
—Pues no soy romántica ni busco una relación. Tampoco me interesan esas historias. No tienen nada que ver con la vida real. Las cosas no son así de fáciles, ni de color rosa. No hay corazones, caleidoscopios o brillos resplandecientes. Las únicas ideas que darían serían erradas. Una tonta ilusión que se rompería frente a la cruel realidad.
Mi tono sale molesto y me arrepiento de inmediato.
Su semblante decae junto a mí, apagando su mirada.
—Lo siento —murmura—. Te han hecho mucho daño, ¿verdad? ¿Acaso te han roto el corazón?
—No —evado, tajante.
Se me voltea el estómago y finjo no estar afectada cuando el cajero me cobra. Espero por el turno de Chinatsu, agradeciendo que deje de lado el tema, y en silencio nos encaminamos a la salida.
—Gracias por acompañarme. Yo... —vacila—. Mi novio tiene partido en unos días. ¿Vendrías conmigo a verlo? Por favor —me ve con ojos suplicantes.
¿Acaso hoy es el día de pedirle citas a Nomi?
—Discúlpame, Chinatsu. No puedo.
—¿Por qué? ¿Por qué nunca puedes hacer nada? No sé qué te ocurrió, pero yo solo quiero ser tu amiga, Nomi.
—¿Por qué te interesa tanto? No tenemos nada en común. Ni siquiera estudiamos la misma carrera. Debes de tener muchas otras personas más interesantes con las que pasar el tiempo.
Mi curiosidad es genuina.
—Es cierto que soy amigable con muchos, pero es obvio que a ti te hace falta una amiga y yo quiero ser esa amiga.
—No lo necesito. No tengo tiempo. No soy nadie para que te importe. No valgo la pena. Lo siento.
Mis palabras la afectan y otra vez, me arrepiento de mi brusquedad. Aunque no es mentira lo que digo. Sin saber qué más decir, saludo en un murmullo y me voy.
Corre hasta alcanzarme e igualar mi paso.
—¿Cómo puedes menospreciarte tanto? —Parece enojada. Su boca está fruncida y sus cejas en una línea dura. Casi que es graciosa—. Todos necesitan de un amigo. A alguien que le importes. Y tú, eres alguien que vale la pena. Para mí, eres una persona que se nota bondadosa y quiero conocer más de ti.
—¡¿Por qué?! —Me detengo, frustrada de que no me deje en paz.
No tiene idea de lo que soy. De lo que sufrí, del espantoso secreto que soporto por vergüenza. Por miedo.
—Porque te veo siempre sola. Te he visto así desde que llegaste y no dejas que nadie se acerque, cuando creo que hay en ti mucho para compartir. Date la oportunidad de reír conmigo, o hasta de enfadarte. Y si no es conmigo, al menos con otras personas. Solo... no me gusta verte triste.
—Tal vez... quiero estar sola. Es más fácil.
—Nadie quiere estar realmente sola. Y créeme, estando sola las cosas son más difíciles. Es con la ayuda de otros que todo se vuelve posible.
Estoy impactada por descubrir en esta chica tan desenfadada un lado sensible y me siento peor todavía por haber creído que solo veía diversión a su alrededor.
—Mira... —anota algo en un trozo de papel que arrancó de una pequeña libreta sacada de su mochila—. Este es mi número. No volveré a molestarte. Pero, si tú quieres alguna vez hablar con alguien, no importa que no quieras se mi amiga, puedes hacerlo conmigo. No te juzgaré nunca. Sé lo feo que eso.
Deja en mi mano su contacto y da unos pasos, regresando por donde vino. Pero antes vuelve a hablarme y noto en su mirada el brillo de la melancólica humedad.
—No confundas mi permanente entusiasmo y facilidad para relacionarme con los demás. Solo tengo dos personas en las que confío y son todo para mí. El resto, solo son figuras momentáneas. En cambio, cuando te vi, creí que podrías ser mi amiga. No eres la única que necesita una.
Sonríe de una manera que me golpea, porque no proviene de su habitual alegría. Está marcada por la decepción.
Me deja ahí, de pie, como muñeca de trapo en tanto veo su coqueta figura empequeñecerse hasta desaparecer.
Con la culpa carcomiéndome, llego a mi casa.
Camino por el pasillo rumbo a mi recámara, pero me detengo cuando llegan a mí un par de risas amortiguadas. Dirijo mis ojos hacia la habitación de Jun, recordando que había dicho que vendría con un amigo.
Me regocijo con el sonido de alegría que sale de allí y dudo en interrumpir. Que él sea feliz es suficiente para espantar cualquier malestar.
Pero como toda hermana mayor, me aprovecharé del deber de conocer a los amigos de mis hermanos.
Golpeo la puerta.
—¿Jun? ¿Puedo pasar?
—¡Nomi! ¡Sí, pasa!
No sé si fue mi imaginación, pero sonó algo nervioso. Lo que pareció provocar más risas en su acompañante.
Al abrir la puerta encuentro a mi hermano con una sonrisa avergonzada y su rostro enrojecido. A su lado, sentado igual que él en el suelo, hay un chico delgado y más alto que Jun. Viste el mismo uniforme de la preparatoria exclusiva de hombres. Su cabello está teñido de rubio y lo tiene algo crecido, de una manera despeinada, pero con intención. Como un chico despreocupado.
Ambos me miran y el rubio se levanta, viniendo hasta mí con una sonrisa encantadora. Sus ojos son francos y resplandecientes. Me agrada. Delante mío compruebo lo alto que es cuando me saluda.
—Hola. Soy Shoma Iwato.
Se inclina y al enderezarse pasa su mano por su cabellera, peinándolo hacia atrás. Noto que sus orejas están perforadas y con la cercanía, se ve que en la esquina de su labio inferior solía tener algún arete. O que usa fuera del horario escolar.
—Bienvenido Shoma. Soy Nomi, la hermana mayor de Jun.
—Bienvenida a casa. ¿Todo bien con tu tutoría? —pregunta desde atrás mi hermano.
Repaso los últimos acontecimientos. Y aunque tuve mis tropezones, incluso el encuentro con Chinatsu todavía resuena en mí, me enfoco en mi progreso académico.
—Voy comprendiendo mejor. Mi tutor es excelente —suspiro sin darme cuenta y los dos chicos arquean una ceja hacia mí. Río, nerviosa—. ¿Quieren que les traiga té?
—No te preocupes. Estamos bien.
—Genial. Estaré en mi habitación. Cualquier cosa que necesiten, avísenme, chicos.
—No hace falta que te vayas... —me frena Jun—. Puedes quedarte un rato con nosotros. Te vendría bien relajarte.
En serio. ¿Qué les pasa a todos?
—No quiero interrumpir.
—No lo haces —responde Shoma. Me toma la mano y me lleva consigo—. Vamos, ven. Siéntante con nosotros. Y ayúdame a convencer a Jun de que se una a mi club.
No puedo negarme, hipnotizada por su encanto, y quedo sentada en medio de los dos chicos.
—¡Shoma! —regaña Jun, alzándose sobre sus rodillas y recargando sus manos sobre la mesa baja donde nos encontramos, a lo que su amigo responde riendo.
—¿Club? ¿Club de qué?
—Pertenezco al club de teatro. Estoy a cargo de la escenografía.
—Es muy talentoso —halaga mi hermano, dejando pasar el enfado.
—Gracias. —Guiña un ojo—. Pero aquí, tu hermano, resulta que también es talentoso, pero para el diseño de vestuario y quiero que se nos una.
—¿En serio, Jun? —Abro los ojos desconociendo esa información.
—Sí —reconoce bajando con vergüenza la cabeza—. Descubrí que soy bueno para arreglar y confeccionar prendas.
—Muéstrale tu cuaderno de bosquejos.
Jun niega un par de veces pero finalmente accede a mostrármelos y quedo impresionada porque Shoma no exageró al decir que tiene habilidad.
—¡Jun, esto es maravilloso! —Paso páginas y páginas de modelos de todo tipo de diseño. Para obras tradicionales japonesas, como clásicas occidentales o hasta ropa casual—. Eres todo un artista.
—¿Lo crees? —Asiento—. Creo... creo que me gustaría dedicarme a esto. Trabajar para el mundo del espectáculo haciendo todo tipo de trajes.
Me siento orgullosa de ver todo lo que ha crecido mi hermano y agradezco estar aquí para ser testigo de ello.
—Entonces, cuando sea el momento, averiguaremos lo necesario. Mientras tanto, estoy de acuerdo con Shoma. Únete al club de teatro.
Shoma festeja con una gran sonrisa cuando Jun acepta.
Así, la tarde endulzó mi ánimo y comprendo al ver reír a mi hermano como nunca antes lo ha hecho, que somos criaturas que necesitan de otros.
Chinatsu tenía razón.
Nadie quiere estar solo.
*
N/A:
Categorías mencionadas de mangas:
-Maho Shojo: los protagonistas tienen algún poder mágico.
-Nekketsu: historias de acción que resaltan valores como la amistad o superación.
-Ecchi: comedias con toques eróticos 😏
-Spokon: historias con temáticas deportivas.
-Shojo: orientado a público femenino adolescente.
-Yaoi: como lo menciona Chinatsu, historias de amor entre chicos. Particualmente, son de mis favoritas 🥰
Gracias a mi amiga @PinkDoll04 que fue gran responsable de que volviera a conectarme con el mundo del anime después de muuuucho tiempo. Para vos va este capítulo!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro