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━ 001 ; the new blood

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               THEODORE ODIABA FORKS. Era algo irónico de decir dado que nació y se crió en ese pueblo. No lo odiaba por el frío clima que lo azotaba los 365 días del año, o por el cielo que constantemente estaba nublado, ni siquiera por ser un pueblo tan pequeño ubicado en el estado de Washington, nada de eso. Lo que odiaba de Forks era la gente que habitaba en ese pueblo.

Odiaba la existencia de esa gente, odiaba al cartero que aparecía sin falta a las 6:00 A.M, aquel chico rubio que no paraba de coquetearle a su hermana, a la señora de la cafetería a la que tanto le gustaba ir, a su increíblemente imbecil profesor de Historia, a los policías inútiles de Forks y así sucesivamente, la lista era bastante larga. No entendía el porqué su odio a la civilización humana de la noche a la mañana, pero simplemente, los odiaba.

— Theo ¿todo en orden? — La voz de Ariella a su lado lo sacó de sus pensamientos. La clase ya había acabado y los estudiantes comenzaban a guardar sus pertenencias para ir a la siguiente clase.

— Sí, solo me distraje un poco. — Theo cerró su cuaderno que estaba completamente vacío y lo guardó en su vieja mochila.

— ¿Tienes clases de álgebra ahora?

Theodore hizo una mueca.— No me lo recuerdes, me apuñalaria con este mismo lápiz en el ojo con tal de no entrar a esa bendita clase.

Ariella soltó un suspiro ante las palabras de su hermano, aquellos comentarios se estaban volviendo bastante frecuentes en el castaño, si bien creía que estaba relacionado con su reciente diagnóstico, no podía acostumbrarse a que su hermano dijera cosas de ese estilo tan frecuentes.

— Cuida tus palabras, Theo, te pueden escuchar. — Ariella lo miró severamente, antes de dirigir su vista al reloj que colgaba de la pared frente a ella.— Tengo que darle un recorrido a un grupo de estudiantes ahora, debo apresurarme si no quiero hacerlos esperar.

— Vaya ¿ya tenemos sangre nueva por estos lados? — Theo soltó un bufido cómico.— Te acompañaría, pero me parece algo sumamente aburrido, suerte liderando a los nuevos.

— Te veo en el almuerzo — Ariella se levantó de su silla, depositando un pequeño beso en la cabeza de su hermano, quien no reaccionó de ninguna forma al gesto de la castaña,l uego vio a la chica marcharse rápidamente del salón.

Y entonces se quedó solo.

O eso creía. Si bien no había nadie más en el aula, sentía una presencia bastante terrorífica a su alrededor. El sonido de un plumón para pizarra llamó la atención del castaño, quien dirigió su mirada al origen del ruido, al hacerlo, se quedó helado en su sitio.

Una figura alta completamente vendada de pies a cabeza estaba escribiendo en un idioma que no entendía en la pizarra. Un jadeo fue lo único que salió de su boca acompañado de un temblor que recorrió todo su cuerpo.

Tú no entiendes... — La voz salió como un susurro de la boca de aquel monstruo.Es un acertijo... ¿Conoces alguno, Theo?

— Algunos. — Theo apretó sus puños, intentando controlar su miedo que solo se incrementaba más y más. No era la primera vez que le pasaba algo así, los llamaba “episodios”, había estado experimentando esos episodios desde hace ya tres semanas atrás ¿la razón? La desconocía, pero normalmente pasaba cuando intentaba dormir, jamás a plena luz del día.

¿Qué se moja entre más se seca? — El monstruo frente a él continuaba escribiendo, sin apartar su mirada de la pizarra.

— Una toalla.

¿Qué crece más entre más le quitas?

Theo cerró con fuerza sus ojos, estaba soñando, definitivamente estaba soñando. Era otra de sus parálisis del sueño, estaba seguro de que en estos momentos estaba dormido, solo debía despertar.

— Un agujero.

¿Y cuando una puerta no está cerrada ni abierta? — La criatura dejó el plumón a un lado y se giró en dirección al castaño. No tenía rostro, estaba completamente vendado, como si de una momia se tratase, a excepción de su boca, de esta se asomaban dientes realmente filosos.

— Cuando está entre abierta. — Theo sintió sus ojos cristalizarse por primera vez.— Por favor, dejame en paz.

Todos la tienen, nadie puede perderla... — Poco a poco la criatura comenzó a acercarse al chico que no podía dejar de temblar ante las ilusiones tan vividas de su cerebro.— ¿Qué es Theodore...?

— Yo... No lo sé. — Theo pasó ambas manos sudorosas por su cara.— No es real, no es real. — Susurraba para si mismo

El monstruo comenzó a acercarse a pasó lento pero firme, como el espacio del pasillo era tan pequeño para poder llegar al castaño, solo le bastó un movimiento con sus manos y las mesas se lanzaron en su dirección. Theo tuvo que refugiarse debajo de su mesa para evitar el impacto de las mesas y sillas voladoras.

Fac me venire in... — La criatura se acercaba más y más al castaño, quien no paraba de sudar y temblar en su lugar.— Fac me venire in...

Antes de que el monstruo lograra llegar hasta él, Theodore se deslizó hábilmente entre las mesas y salió corriendo en dirección por el pasillo de la Preparatoria de Forks. La gente con la que se cruzaba en el camino lo miraban extrañado, algunos con el ceño fruncido, otros murmuraban, nadie podía entender lo que pasaba por la mente del joven Goldberg. El castaño volteó rápidamente para asegurarse de que el monstruo no lo siguiera y efectivamente, lo había perdido.

No era un sueño, había sido real, o quizás había sido una ilusión, no estaba seguro, pero definitivamente podía descartar que estaba en un sueño o en alguna parálisis. Era bastante tedioso para él, tener que estar a cada momento de su día asegurarse de que lo que estaba pasando era real, no producto de un sueño.

Soltó un jadeo, aliviado de haberse librado de la situación, otra vez, pero cuando estaba dispuesto a detener la maratón que había dado por toda la preparatoria, se estrelló con fuerza contra algo, o más bien alguien. Antes de que su mente reaccionara, ya se encontraba casi de rodillas en el suelo, solo que sujetando por la cintura a la figura con la que se estrelló en primer lugar.

Theo notó que a quien había salvado de una caída bastante dolorosa jamás la había visto anteriormente. Conocía al pueblo completo y estaba seguro de que aquella rubia con aspecto de Diosa jamás la había visto antes.

— ¡Theodore! ¡¿Qué diablos te pasa?! — Ariella apareció a su lado ayudando a la rubia a levantarse de los brazos de su hermano.

Entonces Theodore cayó en cuenta, ella era nueva en la escuela y no solo ella, frente a él había otros cuatro estudiantes que lo miraban fijamente, como si fuera alguna especie de insecto jamás antes visto.

— De verdad pido una disculpa, él es mi hermano, Theodore. — Ariella tomó bruscamente del brazo a su hermano obligandolo a levantarse del suelo.

Aquél gesto enfurecio al castaño. Le molestaba su hermana, odiaba la fachada de niña buena y estudiante prodigio, odiaba cada vez que ella intentaba sacar en cara lo perfecta que era. Las ganas que él sentía de ahorcarla y dejarla sin aire eran gigantescas, o peor, pasarle con el auto por encima frente a toda la escuela se le hacia bastante divertido y a la vez tentador, pero no era su estilo, no era un asesino, podría fantasear con esas cosas pero jamás ejecutarlas.

Theodore con una falsa sonrisa tomó con fuerza la mano de su hermana, apartandola de él, la castaña solo alcanzó a formar una mueca de dolor antes de que el mayor la soltara. Sin duda eso le dejaría un feo moretón.

— Quítame tus manos de encima, no eres mi abogada, puedo solucionar mis propios problemas, gracias por el detalle. — Susurró, y sin más, el castaño se alejó del grupo de estudiantes nuevos y de su hermana, bajo la atenta mirada de la rubia con la que acababa de chocar.

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                PARA LA HORA DEL ALMUERZO, THEODORE SE SENTÓ EN LA MESA JUNTO A LOS AMIGOS DE SU HERMANA. No les agradaba, para nada, salvo la chica de lentes de nombre Angela, ella se salvaba. Si fuera por él, saldría a caminar solo por la Preparatoria, pero lamentablemente su hermana quería tenerlo vigilado para que no causara problemas.

— Entonces ¿Quienes son los nuevos? — Jessica le daba un sorbo a su bebida observando atentamente a la chica Goldberg, esperando las nuevas noticias.

— Es la Familia Cullen, vienen de Alaska. — Ariella llevo un par de papas a su boca.— Solo sé que el padre adoptivo de ellos es doctor, trabajará próximamente en el hospital de Forks, dicen que es un excelente doctor.

— Eso es algo bueno, hace falta buenos médicos por estos lados. — Dijo Angela, antes de dirigir su mirada al castaño a su lado.— ¿Cómo estuvo tu día, Theo?

El mencionado se encontraba jugando con su comida cuando la de lentes llamó su atención.— Creo que bien, algo pesado por toda la materia, pero puedo soportarlo.

— Eso me alegra.

— ¿Y tú como estás? — Theo clavó su vista en Ángela, quien se sonrojo levemente, aquella pregunta la había tomado desprevenida.

— Estoy muy bien, me alegra que preguntaras. — Sonrió amablemente.

— Miren quienes vienen ahí. — Habló Erick esta vez, llamando la atención de casi toda la mesa.

Esa fue la oportunidad perfecta para Theo de examinar la mesa en donde se encontraba, había algo en su interior que necesitaba ser saciado, era como si su cuerpo se lo pidiera gritos. Necesitaba una dosis de problemas ajenos. Fue entonces que con mucho cuidado y sigilosamente tomó el teléfono del chico de nombre Tyler que estaba encima de la mesa. No tenía nada contra Tyler, si bien no le agradaba, jamás había tenido algún problema con él, pero necesitaba un poco de diversión. Sin ningún tipo de remordimiento colocó el teléfono en la mochila de Erick, que se encontraba hablando sobre la belleza de la familia recién llegada.

Genera conflictos... — Una voz dentro de su cabeza había tomado el control de su cuerpo por un segundo.

— Disculpen ¿alguien podría prestarme su teléfono? Necesito buscar información para la tarea del profesor Martínez y creo que dejé el mío en mi casillero. — La voz de Theodore sonó bastante inocente pese a lo que había hecho hace segundos atrás.

— Si quieres puedes tomar el mio. — Ofreció Ariella.

— Oigan ¿han visto mi teléfono? — El chico de piel oscura rebuscaba desesperadamente entre sus cosas.— Estaba seguro que lo dejé sobre la mesa.

— Yo no lo tengo. — Habló rápidamente Jessica.

— Yo tampoco. — Dijo Erick.

— Oigan es en serio, no estoy de humor para sus juegos ¿donde lo escondieron? — Tyler perdía poco a poco la paciencia, si fuera otro día quizás hasta se hubiera reído de aquella inocente broma, peor esta vez no, estaba esperando una llamada muy importante y debía tener el teléfono a mano.

— Si me disculpan, tengo tarea que hacer, nos vemos luego. — Con una pequeña sonrisa de complicidad se levantó de la mesa, justo antes de que Tyler comenzara a culpar a todos los que estaban en la mesa sobre la pérdida de su dispositivo, estaba muy molesto.

Theodore salió de la cafetería, satisfecho con la pequeña pelea que formó anteriormente. Iba silbando por los pasillos, buscando que podía hacer para perder el tiempo. Una parte de el le gustaba crear problemas, le hacía sentir revitalizado de alguna forma, aunque la otra parte gritaba con fuerzas lo mal que estaba. Esa siempre había sido su pelea interna, que era lo bueno y que era lo malo, pese a tener la certeza de cual era cual.

— ¡Oye!

Theo volteó lentamente al sentir que alguien lo había llamado, para su gran sorpresa, a unos metros de él se encontraba la rubia con la que había chocado anteriormente. Estaba de brazos cruzados con un semblante de pocos amigos en su rostro.

El castaño hizo una pequeña mueca, confundido.— Disculpa, ¿sucede algo?

— No lo sé, dímelo tú, chocas conmigo y ni siquiera ofreces disculpas al respecto.

Theodore se sorprendió ante la actitud de la chica, era directa, hacia notar cuando algo le disgutaba y se notaba que tenía un carácter bastante fuerte. Eso le gustó a simple vista.

— ¿Cuál es tu nombre?

La rubia hizo una mueca con sus labios.— Rosalie.

— Escucha Rosalie, lamento lo que ocurrió esta mañana, no estaba en mis 5 sentidos, siento haberte dado una impresión nefasta o haberte faltado el respeto de alguna forma. — Aquella disculpa sonó brutalmente más sincera de lo que a Theo le hubiera gustado.— ¿Te hiciste daño?

Rosalie negó lentamente con la cabeza, mirando atentamente al castaño, acción que Theodore aprovechó para analizar sin descaro alguno a su contraria. Lo primero que notó fueron sus ojos color ámbar, aquel hermoso color podía competir contra el mismo oro si los pusieran a competir entre si, tenía facciones realmente delicadas, era hermosa a simple vista, con un aspecto de ángel.

No, no de un ángel, el aspecto de una auténtica Diosa en todo su explendor.

— Lindos ojos, jamás había visto algo similar.

Si Rosalie pudiera hacerlo, se hubiera sonrojado ahí mismo de ser posible, aquel cumplido había causado un auténtico revoltijo en su interior, esperaba todo menos eso. Lo único que pudo hacer fue apartar la mirada, deseando irse lo más rápido posible de ahí.

El estruendo de unas puertas llamó la atención de la dupla, quienes dirigieron sus miradas hacia donde provenía el ruido. Las puertas de la cafetería se había abierto de par en par y de estas cayeron dos chicos que peleaban a golpes. Una sonrisa perversa apareció en los labios de Theodore al ver que se trataba de nada más y nada menos que Tyler y Erick, al aparecer se habían dado cuenta de la inocente broma del chico.

— Hombres, resolviendo sus malentendidos a golpes e insultos. Es tan fácil irritarlos. — Dijo Theodore para él mismo, sin notar que la rubia a su lado lo había escuchado atentamente.— Tan fácil alimentarse de ellos.

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