7- Tienda de ropa
Él para recompensar la propuso una idea que había tenido.
Y así fue como acabaron en el tejado de la casa más alta que un rascacielos.
Las alturas nunca habían sido lo suyo, pero subir tan alto y sin siquiera una barandilla era un nivel superior.
Axel la había traído en brazos después de haberse dado tantos paseos para dejar así de bonita la azotea.
Había una manta extendida en el suelo, cantidad de cojines esparcidos, luces que no sabia de dónde las había sacado colgando de unos palos de poster y otras enroscándose en estos y también rodeando la pequeña caseta por la que habían entrado al tejado.
El chico la dejó con cuidado sentada en uno de los cojines y usó otro para apoyar su tobillo.
-He pensado que si esta noche no vas a poder dormir que al menos tengas algún entretenimiento- dijo sacando de su espalda un par de libros que justamente eran similares al tipo de gustos de lectura que tenía.
- ¿Cómo has sabido que me gustaban estos? - parecía magia, no podía creerlo, dónde estaba Axel y quién era el chico que había organizado todo esto.
- ¿Quién eres y que has hecho con Axel?
-Jaja muy graciosilla, ¿te gusta lo que he hecho o prefieres no dormir abajo amargándote más de lo que eres.
-Prefiero esto.
-Bien, como hay una señorita con miedo a las alturas me quedare un rato más.
- ¿Cómo lo sabes? - de nuevo parecía leerla la mente, empezaba a creer que tenía esa capacidad.
-He visto como mirabas el borde del tejado y luego te alejabas casi temblando doña miedosa.
-Perdóname señor tiquismiquis por tener un miedo totalmente normal y racional a caerme de un tejado, es que no me apetece morir hoy.
-Perdonada, y no creo que mueras hoy, tal vez lo haces mañana.
La noche era fría.
Por eso después de esa reconfortante y amable conversación Emily se acurruco en las mantas y Axel quiso hacer lo mismo.
- ¿Qué haces?
-Tumbarme.
-No, me refiero a por qué te acercas tanto.
Y tenía razón, sus cuerpos estaban a centímetros de rozarse cuando en la manta era grande y tenían espacio de sobra.
-Porque tú tienes la manta y yo también tengo frio.
-Pues coge otra.
-No hay otra.
Su suerte no existía o le gustaba burlarse de ella.
-A dos metros mínimo.
No le hizo caso y se acercó hasta su respiración estar en su cuello.
-He cambiado de idea, a tres metros- se acercó más- ahora diez.
Él se rio roncamente en su oído.
Eso no era bueno si se suponía que quería mantenerlo lejos.
- ¿De qué te ríes ahora pesado?
-De ti.
-Y por qué.
-Me gusta meterme contigo.
-Mira que majo.
-Descansa enana, a no, que no puedes, que pena.
-Muy gracioso, calla y duerme, a ver si me dejas en paz unas horas.
No pasó mucho para que Axel se durmiera, Emily pasó horas leyendo hasta que se cansó incluso de eso, las letras empezaban a verse borrosas y era una sensación que no le gustaba.
El hechizo que había usado el vendedor con ella hacía que pudiese sentir el cansancio, pero no dormirse, era una tortura.
Se giro al chico de pelo oscuro revuelto, dormido parecía hasta un angelito, no tenía esa sonrisa arrogante que le gustaría quitar de un zape, y su cara relajada podría llegar hasta ser atractiva.
Pero qué cosas decía, el sueño la estaba afectando las neuronas.
Dejó de pensar en eso cuando él ni corto ni perezoso acortó por enésima vez la distancia que ella se empeñaba en guardar.
Se removió hasta pasar un brazo por su cintura, se le cortó la respiración.
Y para empeorar la situación apoyo su cabeza en su pecho, si, justo ahí, espirándola en el cuello, señoras y señores el egocéntrico la estaba usando como almohada.
Intento quitárselo de encima, incluso le dio una colleja, la estaba aplastando el gorila este, parecía una mole de piedra.
Él gruñó cuando le puso una mano en la cara empujándolo y solo consiguió que enrollara sus brazos en su cuerpo, como si fuera su seguro de vida.
Para cualquier persona podría ser un bonito y tierno abrazo, pero viniendo de Axel podía ser un intento de asesinato, si se descuidaba la ahogaba.
Se removió por aproximadamente una hora, tenia toda la noche para hacerlo, y solo obtuvo un agarre mas firme en su cintura y espalda, no la hacía daño, pero no le gustaba tener a Axel pegado su cara en su pecho.
Así que unas horas después se rindió, ya regañaría al azabache mañana.
Miró hacia arriba, las estrellas iluminaban el firmamento como pequeñas luces brillantes, la luna menguante estaba justo sobre sus cabezas y la vista a toda la cuidad era increíble, incluso mejor que la de la terraza de la habitación en la que había estado un par de veces.
No se dio cuenta de que su mano acariciaba el pelo carbón del gorila encima suya hasta que volvió a mirar hacia abajo.
La quitó como si fuera acido.
Eso no tenía por qué saberlo Axel y ella no sería la encargada de decírselo, era el quien había invadido su espacio.
A la mañana siguiente cuando el de pelo carbón despertó observo traviesamente a la chica a la que había despertado abrazado accidentalmente.
Puede que fingiera estar dormido para darle ese abrazo, pero eso era un secreto que se llevaría a la tumba.
Se hizo el despistado y aguanto las quejas de Emily intentando no reírse, lo que más le hacía gracia en el mundo era ver a Emily enfadada, junto a verla asustada.
Se disculpó "sinceramente" por haberla abrazado "sin querer" toda la noche.
Los días pasaron y el pie de Emily mejoró, en especial por el reposo que él había insistido que guardase y el remedio mágico que había encontrado, se suponía que ella era la médica profesional y parecía una niña enfurruñada por no poder salir de la cama o apenas andar, decía que era una exageración.
Ella misma le había contado lo que estudiaba antes de venir aquí.
Hoy iban a ir de nuevo a los mercadillos para compensar lo de la otra vez y de paso comprar algo de ropa para Emily, la pobre había tenido que usar camisetas de Axel y él se había negado a salir a comprarle ropa, decía que no sabia ni su talla ni sus gustos, y que no pensaba meterse a una tienda de chicas él solo.
La rubia caminaba con muletas por las calles, seguida de Axel que al lado suya parecía una mole de piedra en comparación, si se enfadaba daba miedito.
Se había empeñado en que lo acompañase a comprar ropa, él desde luego no la dejaría sola en un mundo desconocido para ella y coja, pero lo que no estaba dispuesto era a entrar con ella a una tienda de chicas, ese tipo de tienda, le daba un poco de vergüenza
Al final tuvieron una larga y entretenida discusión de porque debía o no entrar con ella.
Entonces la chica notó que él estaba rojito y no pudo evitar soltar una carcajada, nunca lo admitiría, pero se veía muy mono.
Después de unas risas por parte de Emily y un tierno sonrojo de parte del gorila quedaron en que ella entraba a la tienda y él se quedaba en la puerta.
Compro todo lo necesario, pijamas, ropa interior, camisetas de verano, pantalones cortos y otros largos y algún abrigo. Según le había dicho Axel allí el clima no iba por estaciones sino por zonas, había partes de Nocturm que podían ser comparadas con el desierto y otras en pleno invierno.
Y una vez lista salió con otra cosa que no sea una camiseta de Axel y unos pantalones rasgados.
Era un simple vestido rosa pastel, pero a los ojos de Axel era un ángel caído del cielo.
Se veía angelical, sonriéndole, con sus hoyuelos y mejillas rojas.
Pero qué estaba pensando, daba tanta ternura que era asqueroso, demasiado empalagoso, llevaba un par de días pensando sin deber así de ella y debía de parar.
Había pensado llevarla a un restaurante de la ciudad para compensar lo de la última vez, pero no sabía cómo decírselo para que sonase casual.
Pero por qué querría que suene casual, que más le daba lo que pensase de eso Emily, el problema era que solo de pensarlo se ponía nervioso y no sabía ni por qué.
Estuvieron conociendo más la ciudad y los mercadillos, la rubia no dejaba de sorprenderse por cada cosa que encontraba, todo era realmente muy diferente al mundo humano.
Después fueron a comer a un restaurante, se sentaron a la mesa y cada uno hizo su pedido.
Mientras esperaban a que trajeran la comida se estuvieron mirando el uno al otro durante largos minutos, verde contra azul, había tensión en el aire y no sabían el motivo.
Axel cogió la mano de Emily por encima de la mesa incrementando si era posible esa extraña tensión, no podía apartar las miradas y el tacto de sus manos les daba calambres.
Se miraron sin pestañear, la tensión podía cortarse con un cuchillo, y el aire casi no se respiraba.
La mano del chico daba caricias a la suya mandando escalofríos a todo su cuerpo, de pies a cabeza, casi sintió como se le erizaban los pelos del brazo, sin ser pasado por Axel que se dio cuenta y sonrió con burla.
- ¿Qué haces?
Justo llegó el camarero con los platos encontrando a la "pareja" muy cerca uno del otro, enseguida se separaron.
En cuanto les dejó sus platos y se fue el azabache contesto con alteraría.
-Fingir ser pareja, ¿recuerdas amor mío?
Y para variar tiraba por la borda este tipo de momentos en los que llegaba a pensar que hubiera una mínima de seriedad en él.
-Bien cariño- dijo siguiéndole el juego, a esto podían jugar dos y ella no iba a perder. - ¿quieres que nos conozcamos mejor? - pregunto con toda la inocencia del mundo y por dentro imaginando como seria clavarle el tenedor en la mano que cogía la suya.
-Empiezo yo. ¿Cuál es tu animal favorito?
-Las mariposas.
-Entonces conozco el lugar perfecto, luego te llevaré, si quieres claro, si te duele el pie volvemos a casa. - eso si que la extrañó, siendo amble sin intención de recibir nada a cambio y respetar su opinión, estos días estaba actuando raro, a veces como el tonto de siempre y otras de repente atento, estaba empezando a marearla.
- ¿El tuyo?
-El lobo, aunque también me gustan los ciervos.
-Y a mí los perros.
Emily volvió a hablar.
- ¿Cuándo fue tu primera cita?
-Depende, ¿esto es una cita?
- ¿Enserio?
-Si, soy el soltero mas codiciado de todo Nocturm.
-Y luego dices que no eres egocéntrico, se te subió el ego a la cabeza.
- ¿Y tú?
-Ni una.
- ¿Y yo qué, no existo?
-Tú no cuentas como cita.
-Pues claro que sí, tienes el honor de estar sentada en la misma mesa que el chico mas guapo del mundo mágico, deberías de sentirte honrada.
-Si sigues así me largo estando coja a casa, hablo enserio.
-Pero cálmate mujer, solo estaba bromeando.
Terminaron la comida después de esa charla y salieron según Axel a un lugar sorpresa.
Solo con oír la palabra sorpresa ya temía de lo que pudiese ser.
A saber, a donde la llevaba.
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