44- Verdades
El aleteo de alas ralentizó su ritmo hasta aterrizar en una cumbre de las montañas que separaban Nocturm del mundo exterior.
Unas montañas tan altas que nunca habían sido exploradas ni escaladas por humanos, a los que ningún avión, helicóptero o cualquier transporte aéreo pudiera llegar, ni siquiera los satélites, era un lugar borrado del mapa, el mundo oculto.
Cuando sus pies tocaron el suelo estuvo a punto de lanzarse a este y besarlo, seguía asfixiando a Axel con el abrazo por miedo a perder el equilibrio y caer rodando por la montaña, probablemente, más alta del mundo.
-Ya puedes soltarme- dijo él divertido al ver que no se despegaba.
Ella al instante reaccionó y se separó con rapidez.
-Lo siento- carraspeó incómoda.
Cuando miró hacia abajo el vértigo se apoderó de ella y retrocedió todo lo que pudo lejos de la orilla. Hasta que mirando al horizonte se le ocurrió algo.
- ¿Por qué no has usado la tele transportación para venir?
-Rastrean la magia, nos habrían seguido.
Ahí empezó la traca de preguntas.
- ¿Qué eres?
-No soy humano.
-Te estoy preguntando qué eres, no qué no eres.
Él dudó unos segundos, sabía que le había prometido contarle todo, pero había algunas cosas que confesar más difíciles que otras. Y esta, era una de ellas.
-Soy un demonio- lo soltó sin más.
Estuvo atento a la reacción de Emily, ella en cambio parecía estar en otro mundo.
Había esperado que le gritase, le pegase o se volviese loca, incluso que le tuviese miedo, que era lo que más le aterraba, no quería que le temiera, que era, tristemente, justo lo que hacía en estos momentos.
-Sigo siendo yo- añadió al ver que se quedaba en silencio, ahora mismo era un libro en blanco.
-Pero eres otro diferente al que decías ser.
-Soy Axel, el chico que siempre te va a molestar porque es su actividad favorita, el chico que te enseñó este mundo, el que estuvo contigo y te ayudó a buscar a tu abuela, soy ese chico que sin deber empezó a sentir cosas por ti desde el primer momento.
-No, eres el chico que me mintió desde el principio, que me oculto cosas y que me trajo aquí por un motivo que no logro entender, pero que definitivamente no era caridad, eres el chico que dice que le gusto pero que me ha mentido en todo, eres el chico por el que estoy empezando a dudar si fue sincero si quiera con sus sentimientos. No eres ese Axel. Ese nunca existió, fue inventado, eres inventado.
-Fui yo desde el principio, te he mentido para protegerte, y lo que sentía por ti siempre fue verdad. Tienes razón, no te encontré aquella noche en el banco por casualidad y si te traje fue por órdenes de alguien, pero eso fue antes de conocerte, después...
- ¿Qué? ¿después qué? ¿todo cambió, me conociste? No seas ridículo, y tampoco digas que fue para protegerme porque es una excusa demasiado usada. Quiero que te vayas, que te alejes de mí y de Blair, más de una vez te pedí que dejaras de mentirme, pero no lo hiciste.
-Emily por favor- su voz estaba quebrada y, por primera vez, lo vio vulnerable.
-Lo siento, no puedo seguir contigo sabiendo que todo fue mentira, no puedo vivir así.
-Al menos déjame explicarme, por favor- dijo cogiéndola de la mano, como tantas veces había hecho.
Ahora mismo lo que menos le apetecía era seguir aguantando su mirada aguada, no era capaz de verle así y saber que ella era la causante, pero no se dejaría pisotear y luego seguir como si nada, había faltado a su confianza, la había mentido, desde el principio.
-Habla- dijo esquivando su mirada.
-Estaba obligado, nada de lo que hacía me gustaba, al principio quería mantener las distancias contigo porque sabía que como me encariñara sería más difícil, pero es imposible no cogerte cariño, solo tuve que verte a la cara, ver tu sonrisa y la forma en la que mirabas el mundo para saber que estaba jodido. Esos oscuros con lo que nos hemos cruzado solo son de los grupos menores, también son demonios, y venían a darme un aviso, se suponía que te tenía que haber entregado hace mucho, pero no soy capaz.
- ¿Quién escribió la carta? – dijo ignorando su discurso. Como empezase a dudar luego sería más difícil alejarse.
-Fue un oscuro. Para traerte a Canadá, el lugar con más criaturas sobrenaturales de todo el mundo, después de la Antártida claro, me mandaron a mi para ir a buscarte al pueblo y traerte por el bosque hasta Nocturm, nadie contaba con los cuervos, pero te querían sana y salva así que...
-Por eso me protegiste cuando nos atacaron.
-Sí, luego dije que la carta era una broma pesada para que no sospecharas.
- ¿Por qué me dormí en la cueva? Fue automático, no creo que fuera mera coincidencia.
- ¿Recuerdas la fogata que hice? Le puse hierbas y setas del bosque para dormirte, luego eché una perla transportadora a la lumbre y te llevé a la casa de infinitas plantas.
- ¿Por qué no nos transportamos antes? En vez de hacer toda esa caminata y ser atacados por cuervos.
-La magia de Nocturm no se puede usar hasta estar en la ciudad o tan cerca de esta que alcance a llegar al núcleo central, que es el palacio y sustenta toda la magia de este mundo.
- ¿La explicación de lo que eran los cuervos y el resto de las criaturas del bosque era verdad?
-Sí.
- ¿Y lo de los antiguos dueños de la casa de infinitas plantas?
-También.
- ¿En que más me mentiste?
Él suspiró, sabía que tendría que contestarle todas las preguntas, pero no estaba preparado.
-Tu abuela vivió aquí, y lleva sin aparecer años, pero la última vez que la vieron sus conocidos dijeron que actuaba extraño, ella antes de irse tuvo a tu madre aquí, y cuando ella se fue tu madre tenía diez años, tu abuelo estaba muerto desde hacía años por lo que se quedó a vivir con unos amigos de tu abuela.
- ¿Quiénes fueron los conocidos que la vieron por última vez?
-Un violinista que años después se volvió loco y se fue a vivir a un pueblo humano a las afueras de Nocturm y los dueños de esta casa, los cuales murieron años después de la partida de tu abuela.
Ella se quedó un rato pensando, sorprendida, empezaba a sospechar que el violinista del que hablaba era el que se encontró en el pueblo aquella noche de su llegada, el cual le dio tan mala espina que usó a su abuela y su apellido para espantarlo, y funcionó. Al parecer no solo temía a su abuela, la conocía, lo suficiente para salir por patas solo con nombrar su nombre.
¿Qué clase de persona era su abuela? Que dejaba a su hija huérfana desamparada, no se le veía la cara ni en el funeral de su propia hija y que todo aquel que la conocía la temía.
-Cuéntame más de mi madre, ¿Qué paso con ella después?
-Creció en la ciudad capital, en las nubes, territorio que también forma parte de este mundo, años después conoció a tu padre, que era un demonio recién escapado del infierno. Tuvieron una arrolladora historia de amor y abandonaron este mundo al ser vistos como una pareja tabú, ya que ángeles y demonios son como perros y gatos.
- ¿Qué pasó después?
-Con la noticia de tu embarazo ganaron más enemigos, decían que no podían engendrar a una criatura así, que sería demasiado poderosa al ser hibrida de dos de las especies más poderosas con genes de tu abuela también. Tus padres fueron al mundo humano, muy lejos de aquí, a la otra punta del mundo para protegerte y darte una vida común y corriente sin el mal acechando.
Tardó unos minutos en procesar toda la información, sus padres dieron sus vidas por ella, se sacrificaron para que tuviera una vida mejor y aun así la encontraron.
- ¿Cómo me encontrasteis? Has dicho que huyeron a la otra punta del mundo.
-Cuando tus padres murieron ellos pudieron localizarlos, y dieron con tu paradero, formaron un plan y un par de meses después al recibir la noticia de que iban a meterte a un orfanato hasta tu mayoría de edad decidieron falsificar una carta y documentos diciendo que tu abuela, tu único pariente, se haría cargo de ti.
- ¿Qué paso con los cuerpos? El accidente fue provocado ¿fuisteis vosotros? – a este punto de la historia en la que no lo conocía podía esperarse de todo, incluso lo más dantesco posible- ¿fuiste tú? – preguntó incrédula por plantearse esa posibilidad.
-No fui yo- se apresuró a aclarar dolido por su acusación, aunque muy en el fondo sabía que se la merecía- cuando ocurrió yo aún estaba en el infierno. No sé qué pasó con los cuerpos, no me informaron de eso, me dijeron que tus padres querían provocar ellos mismos el accidente para que no los encontraran y por lo tanto que no te encontraran.
Ahí sintió todo derrumbarse, sus padres provocaron el accidente y murieron por ella.
Ella había causado todo esto, ella tenía la culpa.
-Oye, Emily, escúchame, no tienes la culpa de nada.
Se sentía en otra orbita, perdida, no podía reaccionar, su canal autocritica la estaba martillando y lo único que quería ahora era encontrar una trampilla que la hiciera escapar de todo, de su realidad.
- Emily- la llamó Axel, sintió cómo la cogía con delicadeza de los brazos e intentaba que lo mirase.
- ¿Emily? - preguntó Blair saliendo de unos peñones.
De repente, volvió en sí.
- ¿Qué haces aquí?
- Axel me pidió que viniese aquí y que me escondiese.
- Menos mal- dijo ella aliviada sintiendo cómo se le quitaba un gran peso de encima.
Corrió a abrazar a la niña estrechándola en sus brazos.
- ¿Estas bien ma....? -se cortó cuando se dio cuente de lo que iba a decir.
- ¿Qué has dicho? - preguntó sorprendida, ¿la iba a llamar...?
- Nada- se apresuró a decir, negando con rapidez con la cabeza.
-Emily- dijo Axel a sus espaldas- tenemos que irnos, esas criaturas eran solo oscuros, los más bajos de la pirámide demoniaca, solo venían a revisar, pero seguramente ya hayan avisado a los que realmente importan, los guardianes, o incluso peor, los siete príncipes del infierno. Si los llaman a ellos estamos perdidos. Tenemos que huir, encontrar algún reino que esté dispuesto a darnos su apoyo.
-Podemos ir al reino de las nubes, dices que mi madre creció allí. Y si soy tan poderosa como dicen, les convendrá tener una criatura así de su lado.
-No, después de tu nacimiento y la huida de tus padres el reino celestial les dio la espalda, su hija no será bienvenida.
-El infierno descartado, ¿las sirenas?
-Son conocidas por su avaricia y astucia para engañar, son peligrosas, y consideradas una clase de demonio sacado del infierno.
- ¿Los elfos?
-No hablo con ellos desde hace mucho, y detestan a los demonios.
-Si tanto los odian, que mejor que pedirles a ellos ayuda para combatir contra los demonios.
-Por si no lo has notado, yo también soy un demonio.
-Y yo un ángel.
- Mitad de demonio.
Resopló frustrada, era muy difícil.
- ¿Los hombres lobo?
-Tendremos que preguntarles.
- ¿Los vampiros? Uno de ellos me atacó, y cuando reconoció mi sangre huyó aterrorizado. Su especie me teme, no me quieren tener como enemigo, podemos pedirle ayuda a cambio de nunca molestarlos, un tratado.
- No estoy seguro.
- ¿Por qué quieres ayudarme? ¿Por qué traicionar tu especie?
- Porque te conocí, estoy dispuesto a luchar por ti.
- ¿Quiénes son los siete príncipes del infierno?
- ¿No los conoces?
- Sino no estaría preguntando, listo.
- Son los siete pecados capitales, gula, avaricia, pereza, lujuria, envidia, ira y soberbia.
- ¿Tú que clase de demonio eres?
- No soy un oscuro.
- Dilo ya.
- Puede que por causalidad esté un poco por encima de los siete príncipes.
Eso la pilló por sorpresa.
- ¿Qué?
- ¿Ahora eres sorda?
- Te he oído, pero eso en que te convierte, ¿en el rey? Espera, ¿eres el maldito rey del infierno y no me lo has dicho?
- En realidad, soy el hermano del rey, el ángel de la muerte, un caído, controlo los pactos que hace Luci y corrompo a los humanos, ese es mi pasatiempo favorito, ¿estamos a tiempo de conocernos de nuevo? - preguntó lo último con ironía.
Se estaba quedando con ella, literalmente se estaba burlando de ella en sus narices.
- Ni me hables, vete por ahí a corromper a humanos y a mi déjame en paz.
- Oye, que era solo una broma, no te enfades.
-Ni se te ocurra decirme una chorrada como esa, me has mentido, en absolutamente todo, y esa tontería de que lo que sentías era verdad no me la trago, a otro perro con ese hueso.
- Emily- llamó Blair tirando de la manga de su chaqueta, interrumpiendo su próxima monumental pelea- vienen los hombres malos.
Miró al cielo, donde una bandada de alas negras y ropas oscuras se acercaba a ellos.
- Vámonos- exclamó a Axel.
Cogió a Emily en un brazo, levantándola con facilidad, y a la niña en otro.
- Yo puedo volar- se quejó, enfadada.
- Sí, pero no tan rápido como ellos peque.
Extendió sus alas a los costados y con el primer aleteo tomó impulso para salir disparados.
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