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13- Casa de memorias


A la mañana siguiente Emily seguía enfadada con él y el mencionado seguía sin decirle la verdad del todo.

No pensaba hablarle hasta que dejase de mentirle.

Fracasó en su misión.

Pasaron la noche los dos tensos, cada uno en su lugar pensando en lo que había ocurrido, su discusión y a la mañana siguiente hicieron el desayuno como cada día preparándose para salir.

Hoy harían una excursión, a una casa de un amigo de Axel que contenía el mayor número de objetos mágicos recopilados de todo el reino, después del propio castillo claro.

En ningún momento Axel quiso decirle qué iban a hacer allí y eso la molestaba, era cierto que tenía que respetar su privacidad, pero si él le pedía confianza también tenía que tenerla con ella como para contarle las cosas, o, al menos, cosas que la involucraran, pues le había pedido que la acompañase.

No le daba buena espina, sobre todo por el sobrenombre que le tenían puesto, la casa maldita, por eso era conocida.

Ahí el polvo dorado y el aire mágico se desvanecía convirtiéndose en algo negruzco con motas rojas tan oscuras como la sangre seca de un inocente. La chispa de magia junto al dorado y purpura había desaparecido y sido sustituido por niebla densa y grisácea que nublaba la vista.

Ni siquiera habían entrado a la casa y ya quería salir corriendo.

La puerta de madera también oscura tenía engranajes de ocre y pomo de hierro el cual Axel toco ignorando la negación de la chica.

Esperaron la respuesta, no la hubo, Emily suspiró aliviada pero toda tranquilidad se fue cuando la puerta se abrió sola crujiendo en el proceso.

El azabache entró sin dudar, la rubia se quedó en la entrada pensando en cuánto tardaría en llegar corriendo a casa antes de que él la pillara. Axel resopló y enganchó su brazo en el de ella arrastrándola consigo.

Dentro era incluso peor que fuera, parecía haber entrado al interior de un castillo medieval maldito. Las columnas de piedra antigua se alzaban, las antorchas titilaban creando sombras y figuras, murmullos provenían de todas partes sin haber nadie, susurrando tan fuerte y todos a la vez que llegaba a ser sofocante.

De verdad que no entendía cómo alguien podía vivir aquí y no volverse loco, o tal vez el propietario de esta mansión catillo ya lo estaba.

Un escalofrío la recorrió cuando susurraron muy cerca de su oído, vio a Axel que actuaba como si nada, tal vez la loca era ella que escuchaba voces que los demás no.

El lugar era lúgubre, siniestro y oscuro, todo allí gritaba peligro, al cual ella entraba de cabeza.

Una escalera subía al segundo piso, pero lo que llamó su atención fue la sangre seca que se acumulaba en esta y descendía lentamente por los escalones, dio un pequeño salto en su sitio, asustada, volvió a ver a Axel a su lado que seguía avanzando tranquilamente, sin percatarse de las escaleras bañadas en sangre, pero cuando volvió a ver en esa dirección ya no estaba, no había ni rastro de lo que acababa de ver, eran escaleras normales, blancas, pulcras, sin una gota del color carmesí.

Esto empezaba a dar miedo, veía y escuchaba cosas que no eran realidad.

Se acerco aún más a Axel aterrorizada cuando escuchó otro susurro en su oído y una respiración en su cuello.

Realmente empezaba a asustarle la situación.

Subieron los escalones juntos, escalones que hace unos segundos estaban cubiertos de sangre recién derramada.

La planta de arriba estaba repleta de pasillos en los cuales podías perderte fácilmente, en ningún momento se separaron, caminaron entre los extensos pasillos sin fin, atravesaron infinidad de puertas, dejaron atrás cantidad de espejos dorados en los que no reflejaban su reflejo, sobre sus cabezas las lámparas de araña se movían solas y encendían y apagaban cada dos segundos, la escena parecía sacada de una película de miedo.

Se fijó más detenidamente en uno de los espejos de marco dorado, esta vez sí reflejaba algo, era ella, pero a la vez no, tenía su mismo aspecto, pero era diferente a la verdadera Emily que miraba hacia su reflejo desde el pasillo, su rostro exactamente idéntico al suyo sonreía macabramente, estirando sus comisuras hasta las mejillas, más de lo que un humano normal sería capaz de hacer, y saludaba energéticamente a la Emily asustada y ahora sola del pasillo.

Miró a los lados, hace unos segundos estaba agarrando el brazo de Axel y ahora este no se encontraba por ninguna parte.

Se asustó más si era posible, lo llamó, gritó su nombre, buscó por los pasillos, abriendo puerta tras puerta, nada, no había nadie.

Entró en pánico, corrió por todas partes, intento encontrar la salida, o bajar a la primera planta, pero se había perdido en el laberinto de pasillos.

Todos los pasillos eran exactamente iguales, con la única diferencia de que ahora todos tenían espejo y en este se mostraba el mismo reflejo, a su copia saludándola, riéndose de ella, persiguiéndola, u observándola mientras corría despavorida.

Corría directa al final del pasillo había una puerta, una con marco dorado cuando desapareció en sus narices, justo cuando iba a coger el pomo de esta, se chocó contra la pared que ahora tenía la misma puerta pintada.

Retrocedió, asustada, no sabía que era real y que no, todo parecía una compleja alucinación.

La risa de su doble no se hizo esperar, retumbo por los pasillos, haciendo eco en toda la planta, las luces sobre su cabeza se iban apagando una a una mientras el reflejo saltaba de un espejo a otro cada vez más cerca del final donde se encontraba ella sin salida.

Sintió de nuevo esa respiración en su cuello, luego una lamida escalofriante en su oído y por último un susurro en este mismo.

-Bu- decía burlonamente la voz seguido de una risa.

Después de eso, todo fue negro.

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