12- Problemas en el paraíso
Capitulo corto dedicado a my love.
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¿Qué cómo había dormido hasta ahora sin necesidad de estar en la habitación que compartían?
Fácil.
Durmiendo en el sofá.
Esta no era su casa, no podía quedarse cómodamente y adueñarse de algo que no era suyo como hacia Axel.
Pero para variar el pelinegro la convenció.
Empezaba a pensar que tenia alguna clase de control mental porque si no, no se explicaba la facilidad con la que la convencía de hacer algo.
Al final acabaron en la misma habitación, Axel en el suelo y Emily en la cama matrimonial.
Al menos no dormían juntos.
Eso era un pequeño logro.
No podía dormir.
El pan de cada día desde la muerte de sus padres, y aunque todavía tenía esperanzas, le quitaba el sueño.
Pero hoy algo mas rondaba su cabeza, y duro ni unos minutos antes de que su curiosidad actuase por ella.
-Axel.
El chico respondió al llamado.
- ¿Sí? – preguntó al ver que no hablaba.
Se giro en su dirección pensando que algo iba mal encontrando a una Emily concentrada en algo, cuando se concentraba mucho mordía sus labios, sacaba un poco la lengua e incluso arrugaba sus ojos.
No es que se fijase en ella, simplemente era observador.
-En la casa fantasma me encontré uno de los espíritus.
Se levantó del suelo de un salto cuando escuchó eso.
- ¿Qué?
- ¿Ahora estás sordo?
-Hablo enserio Emily- era la primera vez que lo veía serio- ¿Qué viste?
-Un espíritu, de uno de los miembros de la familia asesinada creo.
- ¿Y qué pasó? - ahora mismo no sabría decir si parecía un adulto preocupado o un niño intrigado.
-Me dejo ir.
- ¿Así de simple?
-Dijo algo de mi familia y que no le convenia meterse conmigo. ¿Sabes por qué?
- ¿Por qué?
-Te lo estaba preguntando a ti. Dijiste que eras cercano a mi familia, que me ayudabas por un favor a mi abuela y que todo el mundo aquí la conocía antes de que se fuera, algo tendrás que saber.
-Se que fueron importantes.
-Dijiste que eras cercano a ellos, tendrás que saber por qué eran importantes.
-Eso es algo que no me incumbe contarlo.
-Y a quien le incumbe entonces.
-A tus padres.
-Están muertos Axel- trago el nudo que se le formaba en la garganta, sentía una cuerda alrededor de este estrangularla, no soltaría ni una lagrima, no ahora.
Para ella era un tema delicado y no lo había hablado con nadie, ni siquiera con Axel.
Desde que se conocieron había evitado ese tema a toda costa, aun sabiendo que si no profundizaba eso no tendría respuestas a sus preguntas.
Ahora tenia la oportunidad, y no iba a despreciarla llorando.
Ya les había llorado cuatro meses.
-Debieron contártelo, y siento que no lo hicieran, pero es algo que yo no puedo contarte, lo siento Emily.
-Y por que no, pretendas que tenga confianza contigo, pero no me cuentas las cosas, tengo que saber la historia completa si quiero encontrar a mi abuela.
- ¿Por qué tanto empeño en encontrarla? - Axel sabía que no valía la pena.
Deberías de haberlo escuchado Emily.
-Porque es la única familia que me queda.
-Eso no son motivos suficientes, no la conoces de nada, no la has visto en tu vida.
-Lo son para mí- luego reflexionó sus palabras- ¿Cómo sabesque no la conozco?
-Por que cuando llegaste al pueblo no tenias ni idea de donde vivía, nunca te vi en el pueblo y ella nunca salía de aquí. Ahora ¿Quieres dejar de dudar de mí?
- ¿Cómo quieres que no dude de ti? No me cuentas las cosas, se que me mientes en algo, no es normal que te ofrecieras a ayudarme sin conocerme y llevas conmigo casi un mes sin ni siquiera decirme de qué conocías a mis padres.
-Y qué quieres saber Emily- se acercó a ella y su mirada sería casi amenazante junto a su voz enfadada la hizo alejarse.
Empezaba a desconfiar, no debería haberle creído en primer lugar.
Él intentó calmarse antes de volver a hablar, no quería asustarla.
-Conocí a tus padres cuando tu madre, la que heredaría el imperio de tu abuela, trajo aquí a un humano, tu padre, estaban enamorados, pero rompieron las reglas, por eso fueron exiliados, luego en el mundo mundano te tuvieron a ti.
- ¿Mi abuela tenía un imperio?
-Emily, tu abuela era la bruja suprema.
Se quedó en blanco, se esperaba todo menos eso.
Aunque si había vivido aquí significaba que era alguna criatura mágica.
Pero no una reina narices.
- ¿Qué regla rompieron mis padres?
-Se enamoraron siendo especies enemigas, los de su clase lo vieron mal, como un tabú, y por sus años en guerra los hicieron elegir entre su especie o su amor, ya sabes lo que eligieron, por eso ahora estas aquí.
-Espera, ¿llegar aquí no era casualidad?
-Claro que no, eres la nieta de la reina de Nocturm, tarde o temprano acabarías aquí, aunque habría sido preferible en otras circunstancias.
Supuso que lo dijo por la muerte de sus padres.
-Mi madre era bruja. - no lo preguntó, lo afirmó. Pero quería saber que le decía Axel.
-Si.
No supo cómo, pero tenía la certeza de que no decía la verdad.
Tenia un texto sentido para leer a Axel, a veces se cerraba y creaba un muro de hielo y otras era un libro abierto.
Siempre descubría cuando mentía, por mínimo que fuera, y ahora lo estaba haciendo.
Así que si no confiaba en ella como para decirle la verdad no dormiría en la misma habitación que él.
Ni corta ni perezosa cogió una manta y salió de la habitación lo antes posible para teletransportarse en un espejo al salón y prepararse para dormir en el sofá, como esas semanas había hecho.
Axel por supuesto la siguió, sabía que había metido la pata.
Cuando la encontró ya estaba echa una bolita en el sofá y acurrucada en la manta, por las noches allí hacia frio.
- ¿Problemas en el paraíso?
-Por dios no uses esa frase.
- ¿Te han dicho alguna vez que eres muy amargada?
Si, tú, muchas veces.
Pero no lo dijo, quería hacerle la ley del hielo, no le dirigiría la palabra el resto de la noche.
Él intento llamar su atención o que le contestara un buen rato, era insistente, como un niño pequeño queriendo llamar la atención de su madre.
-Emily- la llamo por sexta vez.
Ella harta de su insistencia se giró en el sofá para darle la espalda.
-Oye, hazme caso.
Se tapó la cara y los oídos con cojines.
Axel se los quito como buen pesado que era.
-No tienes que dormir aquí, llevas así estas semanas, algún día te vas a congelar.
Seguía sin contestar.
-Puedes dormir en la habitación y yo en el sofá si no quieres dormir conmigo.
Y eso fue lo único que escuchó. Se levanto arrastrando la manta todavía envuelta en su cuerpo dejando a un solo y congelado Axel.
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