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8


Los días pasaron.
Ni Jimin ni Jungkook hicieron el intento de contactarse.

El trato distante entre los hermanos cedió en su totalidad cuando Yoongi de manera amorosa compartió con Jungkook la decisión que Jimin y él habían tomado de poner distancia entre ambos y romper de una vez por todas esa mezquina relación que llevaban.

Él hubiera jurado que el chico rubio usaría esa bandera blanca para acercarse nuevamente a JK.
Pero no, Jimin no lo hizo. Se llamó a silencio y desapareció de la vida de ambos por varias semanas, que se hicieron meses.

La próxima vez que se vieron fue en el estudio cuando comenzaron los ensayos de los temas que Yoongi había compuesto para él.

Cómo los excelentes profesionales que son, Jungkook y Yoongi tomaron la iniciativa de dejar lo personal de lado y lograr el mejor producto para su cliente.

Jimin había sido citado a las quince horas y contra todo pronóstico, llegó puntual. Fue recibido cálidamente por Yoongi y charlaron largo rato sobre el sonido y el estilo que quería darle a su disco.
Yoon pudo notar que el chico estaba nervioso. El también lo estaba. No se veían desde hacía mucho y la última vez que habían hablado, no había sido nada grato.

—¿Quieres tomar algo, Jimin? ¿Algo fuerte o un té?  

—Solo agua, por favor. Estoy un poco nervioso.

—No lo estés, estás entre gente amiga, Jimin, pronto te sentirás como en casa. Trata de relajarte y cuéntame qué ideas tienes.

Eso logró distender al cantante y de a poco fue soltándose. Pero un pensamiento le importunó la cabeza cuando se dio cuenta que en cualquier momento la puerta se abriría y aparecería Jungkook.
Bastó que lo convocara con la mente para que ocurriera.

Un perfume muy reconocido para él asaltó el ambiente antes de que Kook hiciera aparición en la sala.

Yoongi vio a Jimin aspirar y cerrar sus ojitos disfrutando de lo que a su nariz le llegaba. Y ambos sabían que tras el fragante rastro venía el chico tatuado.

Jimin enfocó la vista en la puerta porque anticipó que se abriría. Y el moreno entró, inmenso, bello, sonriente. Era un regocijo para los ojos. Parecía más alto.
Para cuando Jungkook saludó a Jimin con una reverencia, su sonrisa ya no estaba.

—Hola, Jimin. Bienvenido.

—Hola Jungkook, gracias.

Kook dejó a un lado, el bajo que traía en sus manos, con el que había estado grabando las bases en las canciones de otro artista. Jimin miró el  instrumento y luego miró a Yoongi.

—Cuerdas. Quiero cuerdas en el tema que compuse.

Se dirigió a Jungkook.

—¿Tocas el contrabajo, Jungkook?

—Sí, lo hago. —respondió sin mirarlo.

—Si quieres cuerdas, tendrás las mejores. Podemos hacer bases de violines y violonchelo. ¿Qué opinas hermano?

—Me parece perfecto, Yoongi —contestó pero tampoco miró a su hermano.

Jimin estaba exultante al ver cómo sus ideas sobre el producto final iban materializandose ante él. Yoon era un genio con los arreglos. No podía esperar a que llegara el día de la grabación aunque eso le provocara miedos e inseguridades. Grabar voces delante de sus dos "ex" se asemejaba a una verdadera pesadilla.

Uno de los asistentes le avisó a Yoongi que lo necesitaban en el estudio dos y se retiró dejando solos a los chicos. Después de tantos días, Kook y Jimin volvían a estar solos. Ellos no pudieron ver la sonrisa gatuna de Yoon mientras se dirigía a la puerta.

Solos.

El intenso silencio entre los dos se expandía en el ambiente. Y se miraron por primera vez en lo que va del día. El contacto visual se mantuvo por más tiempo del necesario. Jimin rompió el silencio.

—¿Cómo estás?

—Bien. Con mucho trabajo. De casa al estudio, del estudio a casa. Me convertí en un viejo de veinticinco —rieron— ¿Tú?

—Bien. Bien, poniendo en orden mi vida, dándole prioridad y toda mi energía a esta nueva etapa. Evitando excesos y malas juntas…

—Otro viejo de veinticinco…

—Jaja, de veintisiete.

—Sí, claro, veintisiete…

Se miraron nuevamente para comprobar que allí seguía la chispa que en algún momento los había llevado a estar juntos y devorarse en esas noches de lujuria y pasión. Cuando Jimin miró su boca, Jungkook supo que estaría perdido si no se levantaba en ese instante y rompía la conexión que empezaba a generarse y que lo llevaría directo al "hechizo Jimin".
Él se había propuesto no regresar por esos pasos nunca más.

Trabajar juntos requeriría de fuerza de voluntad y dominio de los impulsos.

¡Que el cielo se conjurara para que estos dos pudieran llevar el proceso en paz!

En una tarde de muchísimo trabajo con ensayos, prueba de voces, grabaciones, Jimin hizo un alto en las tareas y salió a tomar aire para retomar fuerzas.
Llevaba horas tratando de llegar a una maldita nota altísima.
Solo, a la intemperie y con poco abrigo, emitió al aire esa aguda nota y todo su cuerpo vibró en estado de armonía. Sostuvo la nota, la disfrutó y se percibió pleno.

Cantó la estrofa entera, se quitó las botas y danzó descalzo mientras su garganta acariciaba las notas más perfectas. Continuó bailando y se detuvo cuando se sintió seguro para entrar a grabar y demostrar que llegaba a los agudos sin dificultad.

Se sentía poderoso.
Pero al llegar al estudio, dentro la cabina estaba Iu, grabando su parte.

—¿Qué significa esto? increpó a Jungkook que sentado frente a la consola parecía disfrutar de la voz de la chica, que, para agregar incomodidad al momento, ella sonaba increíble.

—Jimin, te fuiste y llamé a Iu para que probara si llega a esa nota que a ti te cuesta.

—Me fui solo media hora, Jungkook, y para tu información, primero —enumeró con sus deditos— Yo llego perfectamente a esa nota. Y segundo, tú no decides quién canta en mi disco.

—Jimin, no te enojes. No hubo mala intención. No quise pasar por encima de tus decisiones…

Jungkook interrumpió la grabación y le pidió con cariño a Iu, que dejara la cabina.

La chica salió y abrazó a Jimin.

—¡Jimin, qué belleza de tema has compuesto!

Maldición ella es adorable.

—Iu, gracias, tu voz es hermosa...

—No como la tuya, Jimin —confirmó Yoongi detrás de ellos tres —te escuché en el patio, cantas y bailas como un ángel. Entra a la cabina, haz tu magia, bebé.

«¿Le dijo bebé?… ¿volvieron?»

Antes de que Jimin ingresara a la cabina insonorizada, JK se levantó de la silla con una notoria incomodidad en su rostro.

—Necesito un descanso, Yoongi.

—Ok, hermano.

—¿Quieres tomar algo conmigo, Iu?

—Me encantaría, Jungkook.

Tomó de la mano a la flaquita y salieron del estudio.

Por supuesto que después de todo lo ocurrido, Jimin no pudo llegar al agudo y se retiró a su casa frustrado y como no podía ser de otra manera, muerto de celos.






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