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Conforme avanzaba la noche también avanzaba el consumo de alcohol y la parte de presentaciones y formalidades dió paso a la verdadera fiesta.
Jungkook se reunió con su grupo de amigos y por un par de horas se olvidó que Jimin también se divertía bajo el mismo techo.
La música fuerte, los cuerpos danzando, calor, sed y desenfreno.
Entre sus amigos había llegado una de las nuevas voces en ascenso.
Una hermosa y escultural morena que se pegó a JK ni bien se lo presentaron.
Ella y sus proporciones perfectas se oscilaban sobre el cuerpo del chico, sin vergüenza ni piedad.
Jungkook de espaldas a ella, cruzó su brazo tatuado sobre el pecho de la chica y la atrajo hacia sí. Respiró sobre sus cabellos en un intento de sentir un aroma que no encontraría en esa melena oscura, claramente, porque ella no era Jimin.
La chica giró y quedó cara a cara con este bello hombre de ojos enormes y lo besó. Y él se dejó llevar, quería disfrutar la noche y probarse a sí mismo que podía divertirse sin trabas ni límites.
Se besaron por varios minutos hasta que ella corrió a buscar más bebidas.
Kook volteó para acompañarla y sus ojos divisaron al chiquillo endiablado bailando de manera muy cariñosa con un tipo que no dejaba de mirarlo con cara de idiota.
Soltó la mano de la chica y dejó que se perdiera entre la multitud mientras él mantenía su mirada clavada en Jimin.
Le irritó verlo tan cerca de otro.
Caminó hacia ellos.
A medida que se acercaba admitió que los besos que le había dado a esa chica eran vacíos y sin sensaciones.
Caminó más rápido.
Rogó que Jimin no lo hubiera visto besarse con aquella mujer. Besos vacíos.
Aceleró el paso.
Quería decírselo, quería gritarlo.
Quería que el rubio supiera que su boca y sus besos tienen un dueño y ese es Park Jimin.
Se detuvo muy cerca de Jimin quién reconoció su perfume y se dejó envolver en la magia cautivadora de su olor.
El chico permitió que Jungkook acercara su pecho a su espalda.
El acompañante de Jimin y el mundanal de personas, desaparecieron para ellos dos, como por arte de magia.
Acercó la boca a la oreja del rubio, la tomó con suavidad entre sus dientes, mordió, besó y le susurró…
—¿Sigue en pie tu propuesta de salir de aquí?
Jimin no contestó, lo tomó de la muñeca y lo arrastró muchos metros al más oscuro rincón que encontró en uno de los jardines a cielo abierto de la enorme casona donde mil almas danzaban dentro.
Lo siguiente que Jungkook sintió fueron los necesitados labios de Jimin sobre los suyos moviéndose sin tregua para profundizar la unión. Jungkook gimió rudo y hundió su lengua en la boca de su chico y se deleitó con su sabor único y delicioso. Sintió su excitación salirse de control cuando Jimin levantó su camisa y le mordió las tetillas, balanceando sus caderas contra su pierna.
Casi diría que había olvidado cómo se respira. Quería comerse a bocados la piel dulce de Jimin, mordió su labio inferior y jadeó su nombre entre saliva y deseo.
—Me vuelves loco, maldición. Jimin, te deseo…
Lo tomó de sus cabellos y tironeó su cabeza hacia atrás para dejar el cuello del rubio a su merced. Dibujó círculos de baba sobre la nuez de Adán.
—Salgamos ya de aquí, Jungkook, llévame a tu casa.
—Sí, nene, vamos.
Se distanciaron muy poquito y sonrieron como si estuvieran haciendo una travesura. Acomodaron sus prendas para atravesar, tomados de la mano, el interior donde la fiesta aún continuaba. Nadie les prestaba atención, ellos caminaron de prisa y casi llegando a la entrada principal en la zona más iluminada, un tumulto de gente les llamó la atención y a medida que ellos se acercaban pudieron ver de qué se trataba. Toda esa gente amontonada allí, estaba saludando y dando la bienvenida al recién llegado… Min Yoongi.
Jimin se quedó inmóvil. Él lo miró intentando descifrar en ese bello rostro, qué sucedería después y cuando el chico soltó su mano, sintió una punzada en su pecho y supo que se vendría otra decepción.
Jimin se acercó a Yoongi, lo recibió con una abrazo y con un pequeño beso en la boca.
Un beso en boca ajena. Maldición.
Miró los labios de Jimin hinchados y rojos por los besos que recién se habían dado, sobre esa piel blanca y perfecta aún quedaban los rastros de sus mordidas.
Jungkook vio pasar todo en cámara lenta.
¿Era una maldita broma del destino?
—Pensé que no vendrías, Yoo —Escuchó la voz de Jimin repercutir en su cerebro.
—Igual yo. Mi vuelo se adelantó y aquí me tienes.
Yoongi contempló a su hermano y por su mirada pudo percibir que estaba triste y furioso.
—¡Min yoongi, llegaste! —El grito del anfitrión los sacó a los tres de la pesadumbre que se había generado en el ambiente
—Hola, Nam. No podía perderme tu fiesta, amigo. Aquí llegué.
—Vengan los tres —dijo un eufórico Nam— quiero presentarles a alguien. Ella es Iu.
La chica hizo una reverencia.
—Iu, él es Jimin, es mi hada más pequeña, todos lo amamos.
—Hola Iu. Un gusto —Jimin se inclinó ante ella.
—Este es Jeon Jungkook —continuó Nam con las presentaciones — un genio de la música. Iu, lo vas a amar.
Jimin se sintió incómodo de la manera en que la chica pareció derretirse ante el moreno.
—Sí, Iu, ya lo sé, es lindo el maldito —Rió Nam— Además de lindo y talentoso es el hermano de otro genio, quién quiero que produzca tu disco, Min Yoongi. Bueno quiero que los hermanos produzcan tu disco.
¡Detengan el mundo! «¿Qué? ¿Qué dijo? ¿Hermanos?»
Jimin tembló ante la novedad. Clavó sus ojos en los de Jungkook tratando de encontrar una respuesta coherente. Pero Jungkook solo le guiñó un ojo.
¿Jungkook y Yoongi son hermanos?
Maldita mierda…
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