33
La rutina les cayó sobre los hombros nuevamente.
Jimin que había cancelado todos los eventos de promoción y presentación de su nuevo disco, debía retomar pero a las claras se detectaba que no tenía ganas, ni fuerzas, ni voluntad. Le planteó a la empresa la posibilidad de tomar unos meses de hiatus pero el “no” que le dieron como toda respuesta, fue concluyente. Es así que había comenzado con ensayos extenuantes. Él llegaba a su casa en estados de agotamiento extremos. Jungkook no siempre estaba allí para darle mimos o hacerle un masaje y eso lo entristecía demasiado, se había acostumbrado a dormir a su lado, desayunar juntos y a amarse hasta caer rendidos… como caía ahora, pero sin Jungkook, sin besos y sin caricias…
Patético
Las semanas posteriores a la muerte de su padre, mantuvieron cuanto pudieron el hábito de hacer todo juntos. Pero Jungkook también debió retomar sus actividades en la productora y se metió de cabeza a reintegrar con trabajo, todos los días de ausencia.
Así es que la relación pasó de estar pegados todo el tiempo, a la nada misma.
Para empeorar la situación, la gira de Jimin daría comienzo en muy corto tiempo. Una gira por tres meses.
—Mierda.
Maldijo por lo bajo. Pensar en estar separados por tres meses, lo llevaba a llorar y a engendrar sentimientos de rechazo por su profesión. Quiso abandonar todo, aislarse con su amado en la casita Noctiluca y dedicarse a cocinar, leer, dormir durante el día y lamer los tatuajes de su hombre por la noche. Pero maldita sea, tenía un contrato por cumplir…
El móvil lo sacó de sus enmarañados pensamientos.
Con un entusiasmo que no mostraba desde hacía días, Jimin se entregó a sus prácticas pero, con mucha anticipación, dio por concluido el entrenamiento antes de que sus energías se agotaran como ocurría cada día. Se retiró a su hogar sonriente y feliz a esperar a su amado.
Jungkook llegó y fue acogido con aroma a hogar y a comida recién hecha.
Jimin corrió a su encuentro, se colgó de su cuello y se trepó sobre sus caderas cual koala.
—Hola, hola, hola —Cada uno de esos “hola”, iba acompañado de un beso sonoro y baboso. Jungkook reía y se dejaba besuquear por su ángel.
—Hola, mi nene hermoso.
—¿Estás cansadito?
—Agotado, necesito mimos… y un par de azotes —Jungkook dejó abierta esa puerta sabiendo lo que provocaba en su power bottom cuando él largaba esas frases poniendo carita de cachorro tras las intenciones lascivas.
—¿Azotes, Kookie? —Se bajó de sus brazos, hizo un gesto como de pequeña molestia y llevó su mano a la entrepierna y presionó —Ayshh.
Acercó sus labios carnosos a los labios de Jungkook que parecía haber caído en un hechizo observándolo.
—Tengo una sorpresa —susurró dentro de su boca.
Jimin lo tomó de la mano y caminaron a la habitación. Lo llevó directo a la bañera donde lo esperaba un baño de relajante espuma.
—Entra conmigo —ordenó, JK.
—No, yo ya me bañé, esto es para ti solito. Voy a bañarte, mi b-be-
—Quítate la ropa, Jimin, entra ya —No lo dejó continuar la frase.
—Qué mandón estás… —hizo un puchero que JK devoró.
—No me hagas esa carita, nene, entra conmigo, te necesito.
Le quitó una a una las pocas prendas que Jimin llevaba puestas y besó cada rincón de su piel descubierta.
—Hermoso mío, cuanta falta me haces, te he extrañado tanto estos días, Mimi. Tanto…
Se sumergieron en el agua caliente. Jimin apoyó su espalda sobre el pecho de Koo, quién llevaba sus dedos mojados a la boca del rubio y los delineaba mientras el chico hablaba.
—Yo también, te extraño, Jungkook, mucho, al punto de que he pensado… —hizo una pausa— he pensado seriamente en abandonar todo.
—¿Qué? No. ¿De qué hablas?
—Estoy confundido, no sé si esto es lo que quiero para mi vida.
—Cantar y bailar es tu vida, ¿Por qué dudas?
—Por los tiempos. En un mes comienza la gira, me voy, Koo, por tres meses.
—Mierda —bufó irritado— tres meses. Lo sabía pero era algo que lo veía tan lejano pero ya está encima.
—Sé que mi sueño es cantar y bailar, ¿Pero a qué costo? ¿Debo permitir que interfiera con nuestra vida, koo?
—No, pero debemos hacer que funcione.
—Jungkook, la herencia de mi padre alcanza para que vivamos por cien años sin mover un dedo.
—Eso no lo sabes aún.
—Sí lo sé, se comunicó conmigo el estudio de abogados. Me pasaron cifras y datos de las propiedades que me dejó mi padre. Te hiela la sangre.
—¿Por qué?
—Porque es un número obsceno. Ni siquiera puedo pronunciarlo, pero para que te des una idea, es un número de nueve ceros.
—Espera, nueve... ¿Un billón?
—Un poco más de uno…
—Mierda… Jimin.
—Por eso digo que podemos darnos el lujo de dejar todo y hacer lo que queramos.
—Eso solo es dinero, Jimin, pero además, nosotros ya hacemos lo que queremos. Yo no puedo imaginar mi vida lejos de la música —Acariciaba el mentón de su novio mientras intentaba que su punto de vista le resultara interesante.
—Tratemos de seguir haciendo lo que amamos, Jimin, tratemos de que nuestra vida juntos sea posible sin que ninguno de los dos, abandone sus sueños.
Sin emitir sonido Jimin asintió con la cabeza.
—¿Koo, crees que sería posible que fueras conmigo a la gira?
Jimin esperaba un no por respuesta, o mínimo, un par de excusas que liberaran a Jungkook de hacer semejante viaje a su lado y se sintió infeliz de antemano.
—No sé. Hay demasiados planes en el estudio, tengo varias obligaciones y contratos firmados con otros artistas.
—¿Con Iu?
—¿Qué?
—¿Con Iu vas a grabar?
—¿Qué es esto, nene? ¿celitos? —No pudo evitar reír por lo bajo.
—No. Yo no soy celoso.
—¿No? El señor Park Jimin, no es celoso. —afirmó mientras continuaba recorriendo los labios de Jimin con sus dedos mojados— Entonces puedo grabar y ensayar con Iu sin que te moleste.
—¡Por supuesto! Eres un profesional.
—Sí, sí, claro que lo soy. Y además tengo técnicas para que el artista se relaje si no llega a una nota o desafina.
Eso llevó a Jimin a recordar sus momentos, mientras grababa su disco, en el que Jungkook le hacía caricias en el cuello y se besaban hasta el infinito cuando él no podía cantar como debía .
—¿Técnicas?
—Sí, soy bastante bueno haciendo que el artista se relaje y …. ¡Ay! —se quejó y retiró los dedos de la boca tras sentir un punzante dolor.
—¡Me mordiste!
—¡Oops! Perdón. No me di cuenta.
—¿No? —Sentía dolor pero le causaba mucha gracias lo ocurrido—¿Por qué fue esa mordida?
—No te mordí, solo fue un recordatorio de que si le haces a alguien lo que me hacías a mí cuando no llegaba a las notas, JK, voy a dejarte eunuco y podrás llegar tú solito a esas notas altas sin ningún problema… —dijo un Jimin con voz de ángel y cara de diablo.
Jungkook bufó una carcajada ante la respuesta graciosa de su chico.
—Solo a ti te he dado esos besos en el estudio, Minnie. Además ella no está entre mis programaciones, creo que Yoongi ya grabó su disco. No tengo idea. Ni me importa.
Volvió a meter sus dedos en la boca del rubio y pudo sentir que tras sus palabras, se le dibujaba una sonrisa y ahora le rasgaba tiernamente el índice con su dientito torcido.
—Voy a hablar con mi hermano, puedo adelantar trabajos para quedar libre y acompañarte.
—¿Lo dices en serio?
—Sí, amor, sí, pero claro que eso implica que, tal vez dejemos de vernos a partir de ahora.
—No me importa que nos veamos poco si eso equivale a estar juntos en la gira.
—Poco no, Jimin, nada. Si quiero viajar contigo por tres meses debo adelantar todo ese trabajo en treinta días. No sé si lo lograré.
—Sí lo harás, prometo ser buenito y no rogarte que vengas a comerme.
—“Buenito y comerme” en la misma frase no parece muy “buenito” de tu parte, Jimin —sintió a Jimin profundizar la succión y metió todo el pulgar en su boca, y él lo atrajo más a su pecho para acariciarle el terso abdomen con la otra mano. Jimin arqueó su cintura ante la caricia placentera, paseó su lengua por la mano tatuada de Jungkook para después tragarse varios dedos con su boca jugosa.
—Jimin, iré contigo —jadeó a su oído y mordió el tierno lóbulo lleno de aritos—Quiero hacerte el amor en cada ciudad que visitemos.
Jimin aulló y se sintió flotar en una espesa nube de dicha.
—¡Soy feliz, mi amor! —gimoteó sin dejar de mover su cadera— ahora sí quiero ir de gira, conocer el mundo a tu lado y dormir sobre tu pecho cada noche.
Ya había girado su cuerpo sentándose a horcajadas sobre Jk y besó el lunar bajo su boca.
—Salgamos del agua —demandó— estoy muy caliente pero aquí siento frío.
Recuperaron calor bajo una ducha de lluvia candente, se lavaron uno a otro y se secaron entre sí.
Ya en el cuarto, Jimin caminó desnudo ante los ojos caníbales de su novio.
—Hoy quiero hacer algo distinto —Le comentó sin mirarlo.
—Ay, cuando dices esas cosas me das miedito.
—Jajaja nooo, no sé qué te imaginas. Te va gustar, mi bebé ¿Confías en mí?
—Siempre.
Regresó a su lado con un pañuelo de seda negro y un frasco de aceite besable sabor a champagne y frutillas.
—Jimin… yo..
—Dijiste que confiabas en mí… ¿Confías o no?
—Sí, pero..
—¿Confías o no?
—Sí, sí confío —balbuceó muy poco convencido.
Jimin movió el sillón de un cuerpo que suele estar frente al ventanal y lo colocó a centímetros del pie de la cama, bajo la atenta mirada de Jungkook quién fue atraído hacia el asiento color azafrán.
Jimin le ató las manos con la seda negra a cada costado de la butaca y pudo sentir la respiración exaltada de su hombre.
Y lo besó. Fue un beso suave, lleno de amor.
De pie, entre sus piernas, fue lentamente descendiendo por la desnudez de Jungkook sin dejar de hacer contacto con sus ojos, lamiendo su cuello que aún se mantenía tibio por la ducha. Sentado de rodillas, se detuvo en la ingle de JK porque es una de las zonas que él más ama besar y que lo besen. Pero se separó y se sentó en la cama un poco distante pero bien enfrente de Jungkook que jadeaba despacito sin poder quitar la mirada del cuerpo de su chico y la detuvo sobre esas fuertes piernas que reflejaban, en los tonificados músculos, el impacto de semanas de entrenamiento furioso del bailarín.
Jimin tomó el Kissable oil y contra todo pronóstico mental que JK se había hecho acerca del destino de la sustancia resbaladiza, Jimin lo distribuyó sobre sí mismo acariciándose con sensualidad, como si cada parte de su cuerpo se tratara de algo sabroso y único. Era un tortuoso momento de sensualidad y erotismo para el que Jungkook no se sentía feliz de estar atado.
—Jimin, suelta mis manos, déjame tocarte.
—Hoy te toca mirar —decretó al hundir en sus carnes sus dedos bañados en el líquido viscoso, suavemente y gimoteando sin dejar de mirar a Jungkook que se retorcía, amarrado al sillón amarillo. Creyó que se desmayaría de impotencia por no ser él quien estuviera haciéndole eso a su ángel perverso. Pero el ángel tenía más planes, regresó a colocarse de rodillas hasta quedar entre las fuertes piernas de JK, distribuir el óleo de champagne y saborear lenta y tortuosamente cada abertura del cuerpo de su hombre. Metió lengua y dedos en las partes secretas de su cuerpo, aquellas donde él y sólo él tenía el privilegio de llegar.
Se deleitó con sus jugos cómo quiso y cuánto quiso. Enredó su lengua en el piercing del ombligo y sin quitar sus dedos del interior de Jungkook, bajó, se llenó la boca con la excitación palpitante que lloraba precum desde hacía horas y le dio un placer húmedo y profundo por más tiempo del que cualquier humano soportaría, pero era Jungkook y Jimin sabía que él podía con eso y con más.
Se separó un poco solo para deleitarse con el desastre que su amor se había convertido tras una serie de impecables succiones en lugares correctos.
—Minnie, por favor —Lo escuchó gemir pero él aún no pensaba desatarlo.
Se sentó sobre su regazo y uno a uno fue metiéndose sus dedos en la boca para chupar las secreciones de su Koo, quién sin ningún freno, maldecía en todos los idiomas. Bajó por el pecho y besó, lamió, mordió sin quitar sus hermosos ojos de los ojos de su amor cuando decidió que era momento de enfrentarse a la fiera que él había despertado.
Se irguió de pronto y le desató las manos. Jungkook lo tomó y lo arrojó a la cama casi con furia y se acercó a su boca para saborear sus propios jugos.
—Maldito torturador…
Estaba desbocado, desenfrenado, quería devorarlo sin compasión.
Jimin gemía fuerte tras cada embate .
—Eres un hijo de puta, te voy llenar tanto, mierda, te quiero hacer un hijo…
—Hazme diez.
Eso pareció enloquecer más a Jungkook que aceleró el ritmo sin dejar de decirle cosas sucias al oído hasta que un bestial espasmo le reventó el abdomen tras gruñidos guturales y salvajes, por un par de segundos, Jungkook olvidó que él, era un simple mortal.
La sensación de plenitud se apoderó de sus cuerpos y se permitieron quedar en silencio sintiendo como sus respiraciones volvían a la normalidad.
—Eso fue… Dios, Jimin, eres el puto amo del sexo.
Una hermosa sonrisa se extendió por sus labios gruesos y Jungkook se convenció que Jimin no era de este mundo.
—Te amo, Jimin —fue lo último que pudo decir antes de caer dormido, plácida y profundamente entre las piernas de su novio sin escuchar el «yo más» que Jimin balbuceó adormecido.
La IA me hizo al JK de este capítulo.
Me morí de amor.
¿No es bellísimo?
Dato random: lo hice sentado en el sillón color azafrán que suelo escribir en muchos de mis fic.
♪♪ Gracias a la IA, que me ha dado tanto♪♪
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro