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—Lo que voy a contarte, Jungkook, solo lo pude hablar en terapia. Nadie excepto mis padres y mi hermanos lo saben. Posiblemente me quiebre, te ruego que me dejes llorar hasta que me arda, pero no permitas que me calle. Hoy es el día que por fin, este dolor saldrá de mi sistema.

—Te lo prometo, mi amor.

      »Llegué a esta casa, a los ocho años de edad. Mis abuelos me rescataron de las garras de mi madre.
Sí, así como lo oyes, Jungkook, mi madre fue mi torturadora, ella me odió desde el mismísimo día en que nací y ahora sé el porqué. Después de tantos años, no fue hasta hace unas horas, cuando mi hermanos me reveló la verdad de su origen, fue que pude atar los cabos sueltos y vislumbrar todo.

De niño, uno no sabe por qué le ocurren esas cosas. Ni por qué tu madre en lugar de ser quién te cuide y quién te amé, es quién te lástima y te hiere.

A los cinco años ella me dio la primera golpiza que me envió al hospital con traumatismo de cráneo y costillas rotas.
Cinco años, Koo.
¿Puedes imaginarme de cinco años?

—Me muero de amor imaginándote a los cinco…

Sonrió triste y continuó.

        »Yo tenía una nana, que me cuidaba y me quería mucho. Ella era maestra de danzas en una escuela cercana. Salía de allí y corría a la casa de mis padres con bastante anticipación para jugar conmigo antes de llevarme a dormir una siesta. Ponía música, me levantaba y bailaba conmigo en brazos. Yo la adoraba. En un descuido, me dejó solo por pocos minutos y yo saqué de sus bolsos, un tutú de danza de sus alumnitas y me lo puse. Y bailé feliz frente a los espejos de la enorme sala. Me sentía especial y bonito. Mi madre entró y me vio con el tutú multicolor y lo próximo que recuerdo es la sangre en mi rostro y el dolor en mi dedo meñique que se había enganchado en el tul de la falda. El tirón que ella dio para quitármelo del cuerpo, hizo que me fracturara mi pequeño dedo. Creen que estando yo en el suelo, me pateó tantas veces la cabeza que perdí el conocimiento. Eso lo sé porque me lo contaron, yo ya no estaba consciente.

Cinco años —se detuvo cuando el llanto se atascó en su cuello y tal como le había prometido, Jungkook lo estimuló a seguir aún cuando él a duras penas podía ocultar el llanto que amenazaba por romper su garganta.

         »La nana y el resto de la gente que trabajaba en la casa lograron frenarla antes de que me lastimara peor.
Llegué a emergencias casi sin vida. El hospital dio aviso a los servicios sociales pero mi padre detuvo todo. Ya sabes, con poder y dinero, nada es imposible.
Fue tan brutal el ataque que estuve en coma por dos días y permanecí internado por quince. A la nana la echaron como perro y no volví a verla nunca más.
Mi padre justificó todo y hasta me hizo responsable de provocar a mi mamá por usar ropa femenina.

—No lo puedo creer.

     »Créelo, y aún hay más. Eso no fue todo, la imagen del tul multicolor destrozado me persiguió por años. Mi madre confirmó que era un ser diabólico y perverso cuando ordenó decorar mi cuarto con los colores del tutú y colgarlo cual trofeo de guerra detrás del cabecero de mi cama. —Rompió en un llanto gutural nunca visto por Jungkook. —Ahí tienes el porqué de mi obsesión con el blanco, con la usencia de colores en mi casa...

Ambos lloraban sobre el hombro del otro. Cuando pudo volver a hablar, continuó…

        »Durante el siguiente año, mi madre no volvió a abusar físicamente de mí, pero la violencia llegaba en forma de palabras. No tienes idea de las cosas monstruosas que ella me decía, Kook —suspiró y prosiguió— Me llamó enfermo y homosexual desde que tengo uso de razón. ¿Qué sabe un niño de seis años lo que es la sexualidad?
A los siete volví a ser ingresado con fracturas varias y el cuerpo magullado. Por segunda vez, mi padre obturó a la justicia y fui restituido al hogar del horror en cuanto me dieron el alta.
La tortura continuó pero pareció calmarse con la llegada de mi hermano. Fue una calma aparente. A los ocho la escuela hizo una denuncia el día que llegué con un brazo dislocado y la espalda violeta de hematomas. Intervinieron mis abuelos y amenazaron a mi padre con hacer una denuncia penal en contra de la demente si él no permitía que me separasen de ella.

Y se hizo. Mis abuelos paternos cuidaron de mí los dos días que estuve en el hospital y me llevaron con ellos a su hogar. Mi abuela me envolvió en esta manta, Jungkook, y me llevó abrazado todo el trayecto hasta llegar aquí. Ella, mi abuelo y esta casa cálida fueron mi refugio y mi salvación. Desde ese día no volví a tener contacto con ese ser nefasto que fue verdugo y generador de los peores traumas de mi vida.

A esa altura ambos lloraban sin intentar calmarse.

—Mi amor, hermoso. No lo puedo creer. ¿Como es posible que haya personas así?

—Es una enferma, JK. Esa es la única explicación posible. Ella debió estar medicada. Pero mi padre estaba ciego de amor. Y siempre la eligió a ella antes que a mí.
Cuando me enteré que JiHyun no es hijo natural de mi padre, entendí muchas cosas. Volví a hablar con mi hermano para indagar sobre su padre biológico. Resultó que ese hombre era el amor de mi madre y a quién ella debió abandonar cuando la obligaron a casarse con mi padre y quedarse con él hasta tener descendencia. ¿Te suena?

—¡Por supuesto! Lo que tú padre quiere obligarte hacer a ti.

—Exacto. Yo fui la razón por la que ella fue infeliz. Y me odió. Ella culpó a una criatura indefensa de su incapacidad de decir que no y oponerse a una boda arreglada que la haría infeliz por el resto de sus días. Y descargó sobre mí el más profundo de sus odios.

—Qué maldita hija de p...

—Mi hermano tuvo lo mejor de ella y tal vez lo peor de mi padre, no lo sé, yo ya estaba lejos y a salvo.

—¿Qué pasará ahora Jimin? ¿Qué has decidido?

—Haré un trato con él. Aunque te parezca mentira, he logrado comprenderlo un poco… solo un poco. No creas que todo. Pero entiendo que el amor que le tuvo a ella fue tan fuerte que lo llevó a cometer errores imperdonables. Y la verdad, siento pena por ambos. Eligieron vivir una vida de mierda. Mi madre no sólo me castigó a mí, también lo castigó a él, no amándolo y engañándolo con otro. Siento una profunda lástima por mi padre.

—Pero el fue artífice de ese destino.

—Sin lugar a dudas pero fue víctima también y me angustia.

—Eres demasiado bueno, Jimin. Tienes un alma hermosa. No te merecen.

Besó sus manos y se detuvo en el meñique, lo imaginó enredado en el tutú azul y no pudo evitar las lagrimas y el nudo en la garganta.
Te amo, le decía con los ojos.
Te amo, respondió con su mirada.
No había palabras pero ambos sabían leerse.
.
.
.

—¿Qué trato harás, Jimin?

—Uno que no podrá negarse a aceptar. Es eso o se muere sin que yo firme nada. Y te juro que me importan una mierda, él, mi madre y mi hermano. Si no acepta, le daré la espalda a todo y no los veré nunca más en mi vida. 

—¿Me dirás cuál es?

—Sí, pero no ahora. Ahora necesito un abrazo fuerte y calor de hogar. Regresemos a casa, amor.

Se pusieron de pie y casi al iniciar la caminata, Jungkook lo atrajo y lo abrazó fuerte.

—Gracias por confiar en mí, Minnie. Lo que me has contado ha roto mi alma en mil pedazos. No Puedo imaginar que hayas pasado todo eso y sobrevivido para contarlo. Eres tan fuerte, mi amor. Estoy tan orgulloso de ti. Gracias por compartirlo conmigo, aquí estoy, para contenerte y cuidarte. Tú eres yo.

—Y yo soy tú. Te amo, Koo.





Bueno, confieso que fue fuerte escribir este capítulo. La violencia en niños me desarma... Y existe. Mucho más de lo que imaginamos.

Nunca nos quedemos calladas si sabemos de algo así. Una denuncia a tiempo, salva vidas.

Recta final para el final...

Solo queda unos cuantos capítulos.
Las quiero, gracias por leer.

Lola 💜














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