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19


—Jimin... Jimin....
Jungkook se acercó al sillón del living donde Jimin se había quedado profundamente dormido. Acarició su rostro y sacudió suavemente su hombro.

—Ahhh, q-q-ué... ¿Qué pasa?... Me quedé dormido...

—Sí, amor, muy dormido, tu teléfono chilla hace veinte minutos, es tu madre...

Tomó su teléfono y observó la pantalla, aún se encontraba somnoliento y el móvil escapó de sus manos.

—¿Qué pasa Mimi?
Jungkook levantó el teléfono y volvió a ponerlo entre sus manitas.

—Sigo dormido.

—¿No llamarás a tu mamá?
No le contestó, simplemente marcó.

—Madre, más de cuarenta llamadas perdidas... ¿Qué ocurre?

Jungkook se levantó para que tuvieran una charla privada pero Jimin hizo señas con la mano libre para que se quedara.
Regresó sobre sus pasos, se sentó a su lado y cruzó su brazo de tintas sobre la espalda de su amor. Con la otra mano, hacía dibujitos en el cabello rubio. Jimin giró para sonreír ante el gesto de cariño y besó esos dedos que adoraba pero al regresar a la charla con su madre su rostro se volvió de piedra.

—Dime de una vez, Ha-Neul ¿Que está pasando y deja de llorar que no te entiendo.

Era la primera vez que Kook presenciaba la interacción entre madre e hijo y le llamó la atención, no solo que Jimin mencionara a su madre por su nombre de pila, sino que usara un tono imperativo y distante con ella. Si bien Jimin ya le había contado que entre ellos la relación no era de las mejores, nunca imaginó que sería tan frío con su mamá.
La charla continuó con monosílabos hasta que su rostro cambió y clavó su vista en un punto fijo del suelo y cortó la llamada.

—¿Todo bien, Mimi? Amor... ¿que te dijo?

—Mi padre está muriendo.

No había ni una pizca de tristeza en Jimin y eso sí que fue extraño. Había recibido una noticia que para cualquier persona sería devastadora pero él no mostraba ningún signo de angustia frente a la posibilidad de que su padre muriera.
Jungkook lo atrajo hacia su pecho y lo abrazó fuerte.

—Ay, amor, qué triste...

Jimin se dejó mimar, adoraba los momentos de cariños y de cuerpos entrelazados pero no sentía ninguna pena por lo que estaba ocurriendo, él solo tenía preocupación.

—Bueno, así es la vida, los padres mueren —dijo en un tono neutro carente de toda emoción— Mi madre dice que él quiere verme antes de morir. ¿Qué se traerán entre manos estos dos?

Tomó su teléfono y llamó a su asistente personal.

—Consígueme vuelo para hoy a Busan. Es urgente.

Jungkook hizo un dos con su mano y la puso frente a Jimin.

—Dos —repetía.

Jimin negó con la cabeza y cortó la llamada.

—Jimin, quiero ir contigo.

—No amor, debo ir solo.

—No me dejes afuera de tu vida.

—Tú eres mi vida, Jungkook, jamás podrías estar fuera. Pero esto lo haré solo. No te expondré al odio homofóbico de mi familia.

Aunque Jungkook hubiera querido decir algo más, solo movió sus labios pero ni una palabra salió de ellos.

—Yo te he contado muy por encima el tipo de relación que tengo con mis padres, Kook, y nada de lo que te he dicho se compara a la realidad que viví con ellos.

—Cuéntame.

—Solo te diré que él día que salí de la casa de mis padres fue el día que mi vida comenzó realmente.

Hizo un gesto que emulaba ser una sonrisa pero en realidad era una mueca triste.

—Fui un niño muy triste, Jungkook. Mucho desamor y mucho maltrato por parte de mis padres.

—¿Tu hermano es así también?

—No. Él es un ser especial. Es amoroso, me quiere y lo quiero. Pero me crié lejos de él. Quiero creer que mis padres le dieron una mejor educación y contención que a mí. Y supongo que así debe ser ya que el único hijo desviado y "enfermito", soy yo.

—No te llames así, mi amor.

—Ellos me llamaban así. Mi madre me taladró los oídos diciéndome enfermo, retorcido.

Cerró sus ojos en un intento de detener una lágrima que cayó de todos modos.

Jungkook la beso. Y lo acarició con amor.

—Saliste de esa mierda, Mimi. Ya pasó. Ahora estamos juntos y somos dos "enfermitos" de amor.

—¡Jaja sí! Bueno, es por eso que necesito ir solo. Y la verdad, Koo es que no siento lástima, solo guardo un rencor por las heridas que no sanan. Aún no he podido perdonar.

—¿Fue tan malo todo?

—Peor que malo. Fue cruel y abusivo. Algún día te contaré.

—Cuéntame ahora.

—No. No puedo. Solo lo he tratado en terapia. No podría hablar de eso sin romperme.

—Mi amor, ¿Qué te hicieron?

—Lo sabrás. No es el momento. No estoy listo para decirlo.

—Respetaré esos tiempos, Mimi.

—Gracias, amor, por eso es que no siento pena porque mi padre esté muriendo. Creo que él tiene algo bajo la manga para hacerme caer de nuevo.

—No pienses así. Tal vez quiera hacer las paces antes de partir.

—No creo. Creo que ni en su lecho de muerte, mi padre será bueno conmigo. Hay algo detrás de este llamado. Ojalá me equivoque.

Se limpió el resto de lágrimas y su semblante cambió en el acto, como si estuviera acostumbrado a transitar estos episodios de dolor y reponerse rápidamente. Jungkook había preparado su infusión preferida y le alcanzó una taza de té de crisantemos para beber entre los dos.

—¿Qué hacías, mi amor antes de la llamada?

—Estaba en el jardín, disfrutaba del sol y arreglaba tus plantitas.

—Qué lindo eres.

Lo besó.

Jungkook le devolvió otro beso.

Para cuando se dieron cuenta el beso se había hecho húmedo y profundo y Jimin ya había sido despojado de sus boxer y de su camiseta blanca que era la única prenda que llevaba puesta y Jungkook entre sus piernas le hacía el amor con su boca.
Instintivamente, Jimin arqueó su cintura y se metió más en su garganta.
El rubio se desarmó por completo en un estallido que desbordó de deliciosa miel la boca de su chico. Lo atrajo hacia sí, tomó su rostro entre sus manos y comió de ella.
Entrecerró sus ojitos y con la voz más maliciosa que Jungkook haya escuchado salir de esos labios le pidió que se tocara.

—Hazlo para mí.

Kook aún de rodillas, obedeció como niño sumiso y mientras comenzaba a desnudarse, Jimin incorporó medio cuerpo y aún sentado en el sillón y con su pecho desnudo y pegado a la cabeza de Jungkook, con extrema dulzura le ató sus cabellos largos en una pequeña cola. Lo besó tierno pero sus palabras estaban muy lejos de ser tiernas.

—Tócate ya, no querrás que me enoje y te castigue.

Jungkook amaba ese costado ambiguo de Jimin. De la total delicadeza podía pasar a la demanda ruda. Y él entraba de lleno en ese juego porque no había nada en el mundo que lo excitara más que la dualidad de su chico.
Y empezó a tocarse.
Se levantó.
Caminó completamente desnudo y se apoyó en la robusta mesa frente al sillón donde Jimin se encontraba tragándoselo con la mirada.

Su mano y su erección eran una sola. No podía mirar a Jimin mientras lo hacía, sentía una especie de vergüenza por brindarse placer a sí mismo.

—No dejes de tocarte, mi amor. Me vuelves loco. Hazlo suave. Quiero que esto dure mucho.

Kook quería besos y caricias. Quería estar dentro de él pero esto le estaba encantando. Nunca nadie lo había hecho sentir así...

Jimin se levantó, se metió entre sus piernas y un segundo después le mordió el cuello antes de salir de entre sus muslos para caminar hacia atrás sin dejar de mirarlo.

—Vuelvo en un segundo, si dejas de hacer lo que haces me enojaré mucho.

Regresó con preservativos y un frasco de lubricante. Jungkook dejó de hacer lo que hacía...

—¿Jimin, qué se supone...?

—¿Confías en mí?

Besó sus labios que aún permanecían con la duda dibujada en ellos.

—¿Mi bebé, confía en mí?

—Sí, mi amor...

Llenó su mano de lubricante y quitó la que Jungkook tenía sobre sí mismo mientras lo besaba profundo.
La boca de Jimin bajó besando, se detuvo sobre su abdomen y su lengua jugó con el piercing del ombligo de Jungkook provocando que el moreno gruñera de manera feroz.

Siguió bajando, mordió su ingle y con clara actitud felina, ronroneó antes de envolver con sus labios, el erguido sexo de su hombre.
Se levantó solo para observar el desastre en que lo había convertido. Frotó sus erecciones en un abrazo abrupto e hizo que Jungkook flexionara una pierna y la sostuviera arriba de la mesa. Volvió a bajar para besar la entrada de JK que para esas alturas no le quedaban palabras sucias por decir. Se untó la mano de lubricante e introdujo un dedo junto a su lengua.

—Tócate —Le exigió de nuevo.
JK creyó tocar el cielo cuando sintió sus carnes vírgenes ser saqueadas por primera vez con las caricias de fuego que su chico le regalaba. Flexionó su otra pierna y la subió sobre la mesa, abrió ambas y se entregó por completo. Jimin quedó embobado con lo que veía, tomó el sexo de su chico y se hundió en sus carnes con sus dedos.

—Más, más mi amor.

Jk dejó caer su espalda sobre la mesa para tratar de darle calma a sus pulmones y que su respiración se sosegara para poder continuar pero sintió a Jimin colocarle el preservativo y subirse sobre él para montarlo sin piedad.
¿Cómo podía soportar tanto placer un cuerpo?
Él no era capaz de responder a eso. Clavó las manos en la cintura de su compañero e impuso una cadencia rítmica que lo llevó a meterse muy adentro de su ángel rubio.
Agotados y sudorosos sonrieron cuando acabaron permitiéndose caer sobre la mesa hasta recobrar fuerzas.

—¿Cómo estás, Jungkook?

—¿Necesitas que conteste?

—Sí, necesito saber si estás bien, si te gustó. ¿Te hice mal?

Jungkook se puso de pie y en brazos llevó a Jimin hasta el sillón. Se recostó a su lado y se cubrieron con la manta, blanca, por supuesto.
Apoyó su codo contra el respaldo para poder mirarlo.

—Me gustó lo que hicimos, Jimin.

Jimin se relamió.

—Debo confesar que cuando te vi con el lubricante y el preservativo me asusté un poco. Pensé... ¿Estoy listo para esto?

—¿Lo estabas?

—Claro que no. Pero tú fuiste tan malditamente dulce y sensual...

—Te dije que confiaras en mí. Jamás te haría daño.

—Y fue realmente delicioso, Jimin, no sé qué me hiciste allí abajo pero fue exquisito

—Jaja, quédate tranquilo. Aún eres virgen, mi amor. Solo fueron juegos previos, solo mi lengua y un par de deditos y los míos son pequeños.

—Tus dedos serán pequeños, pero no la criatura que te cuelga entre las piernas...

—¡Koo!

Golpeó su pecho con su puño y JK rió ruidosamente.

—Siempre supe que llegaría este día, Jimin. Eres muy directo en el sexo, vas de frente, no te callas nada y eres mandón. Pareces un lobito alfa dispuesto a marcarme pero luego te deshaces como un bocadito de chocolate y me ruegas que te rompa.

Besó su sien y prosiguió. Jimin jugaba con la colcha entre sus dedos.

—Pero hay momentos en que tu mirada cambia. Veo que me miras como si quisieras tragarme y sé que quieres más. Hoy vi a ese alfa dentro de ti y me volví loco.

—Me entrego por completo a ti, me siento tan tuyo, Jungkook, que me da miedo, pero a veces no me basta y más de una vez he necesitado estar dentro de ti. Hoy por fin me animé a decírtelo.

—Creo que estoy listo para más.

—Será cuando me lo reclames. Solo cuando estés muy seguro.

—Confío en ti, mi ángel. Quiero volver a donde me llevaste hoy...

—¿Dónde fue eso?

—Al cielo. ¿Dónde más?













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