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Ese te quiero salido de los labios de jungkook en el marco de una intimidad que no involucraba sexo, afianzó la confianza y creó vínculos entre los dos que jamas ni en sus mejores sueños, ellos podrían haber sospechado que algo así pudiera ser real.
Los próximos meses los encontraría conociendo cada cosa que rodeaba la vida del otro.
La grabación del disco de Jimin que ya había llegado a su fin, los mantuvo en permanente contacto por fuera de la relación, y aunque casi a diario ellos tuvieron discusiones en ese espacios de trabajo no siempre fueron espontáneas, por lo general ellos las provocaban adreade. Cuando se generó una que otra diferencia de criterio terminó siempre de la misma forma: besos, mordidas, saliva y semen.
Por supuesto que no siempre en ese orden ni tampoco en el mismo “ring”. De hecho, Jimin conoció el departamento de Jungkook tras salir disparados del estudio en una de esas “riñas” premeditadas.
El contraste entre la blanquísima casa de Jimin y la oscura decoración del departamento de JK era casi como una proyección del carácter de ambos.
Jungkook lleno de tatuajes, con cabellos largos y renegridos que ataba en una pequeña media cola, vestía siempre o casi siempre de riguroso negro aunque su estilo de bad boy se caía en el preciso momento en el que Jimin lamía su cuello y lo dejaba fuera de su eje en contados segundos.
Ninguno era experto en las artes de pareja. A Jimin le había ido bastante mal en sus cuestiones románticas y Jungkook nunca tuvo una. Así que, esta estaba siendo la primera relación importante y comprometida para ambos y como tal habían enumerado acuerdos que respetaban a rajatabla para que todo fluyera de la mejor manera.
Ninguno, jamás, ocultaría nada al otro.
Se dirían todo de frente y sin miedos.
No tolerarían violencia de ningún tipo, y los celos infundados entraban en esa categoría.
Se cuidarían uno a otro, siempre.
Respetarían sus espacios y tiempos.
Cada cual en su casa pero dormirían juntos solo si ambos lo deseaban. Y por lo que venía sucediendo de un tiempo a esta parte, eso ocurría prácticamente todas las noches.
Una sola de esas reglas no pudieron, respetar nunca: No al sexo en cualquier lugar.
Esa fue una norma ridículamente imposible de obedecer.
En donde ellos rozaran su piel, eclosionaba la manifestación súbita de hormonas y deseos que no detendrían aunque hubieran podido.
Y esa mañana en la JK intentaba preparar el desayuno, Jimin interrumpió con caminar felino llevando solo una camisa enorme, completamente desprendida y mostrando su desnudez, Jungkook supo que no tendría escapatoria. Sus instintos de macho alfa se activaron pero cuando Jimin lo obligó a ponerse de rodillas se sometió como un cachorro a la pulsión sexual de su insaciable y dominante novio.
Lo besaba suave y profundo dejándole jugar con sus sentidos pero no le permitía que lo tocara. Acercaba su pecho para que él pudiera saborear sus tetillas de canela con labios, dientes y lengua pero no le dejaba usar las manos.
—Bésame aquí—Jimin abrió sus piernas, chupó dos de sus dedos y los deslizó por lo largo de su blanca y suave ingle. Esa delicada y sedosa zona era el maldito punto más erógeno del rubio. Fácilmente él pudo haber entregado su alma al diablo cuando Jungkook mordió la piel de la entrepierna.
Kook lo tomó de las muñecas, rasgó su propia camisa dejándolo completamente desnudo y con los harapos se las ató por encima de la cabeza.
—Mío.
Sí, era suyo, Jimi lo sabía, no necesitaba que Jungkook lo reclamara a cada rato. Él era suyo de manera mansa, sumisa pero también en modo dominante, rebelde y desobediente, le pertenecía entero. Se había entregado a este hombre de toda forma imaginable y este preciso momento era una de ella, cuando se redujo a un solo gimoteo mientras las sacudidas de su chico dentro de su cuerpo lo llevaron directo a las estrellas.
—Te amo… —repetía una y otra vez mientras penetraba profundo la carne amada.
—Yo más, Jungkook.
Estaban locos uno por el otro y no perdían oportunidad para expresarlo. Tras la feroz acometida de sus cuerpos y a la descarga de prolactina, se permitían que la somnolencia se apoderara de ellos y caían en éxtasis, abrazados, cuerpo con cuerpo.
—¿Ya te dije que te amo?
—Nunca.
—¿Seguro?
—Mmm —sacudió su flequillo dorado cuando hizo un no, con la cabeza.
La sonrisa del rubio desapareció en la boca de Jungkook que la devoró de un bocado.
—Te amo, nunca voy a cansarme de decirtelo y demostrartelo, Jimin. Nunca en toda mi vida he tenido un año más intenso que el que hemos vivido.
Feliz aniversario, amor mío.
—Feliz aniversario, mi amor.
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