16
¡¡Jimin, vuelas de fiebre!!
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Jungkook había llegado a la casa de Jimin a la hora exacta que habían acordado.
Jimin le había enviado un mensaje minutos antes diciendo que dejaría la puerta sin seguro para que ingresara sin llamar.
Cuando Jungkook llegó notó demasiada oscuridad y la calefacción apagada. Se anunció con voz fuerte para que Jimin supiera que había llegado, pero al no recibir respuesta decidió buscarlo. Entró a la habitación y lo encontró dormido.
Él había fantaseado con que el chico lo esperaría despierto, que hablarían entre beso y beso hasta dejar en el olvido la parte poco feliz de la jornada anterior, hasta podía imaginar su carita sonriente esperando el desayuno. Contrario a eso lo halló tapado hasta la cabeza en un cuarto helado y desapacible.
Se acercó en puntitas de pie para que no despertara asustado pero el temblor de su cuerpo debajo de aquellas colchas lo puso en alerta y el instinto lo llevó a tocar su frente.
—¡Jimin, vuelas de fiebre!!
Lo obligó a girar e intentar sacarlo de su ensoñación. Jimin apenas podía abrir sus ojos y él no estaba en ellos. La mirada perdida y el tiritar arrítmico de su cuerpo no hizo más que ponerlo en alerta y corrió al cuarto de baño, y llenó la bañera de agua tibia.
Regresó, se quitó sus zapatos y su ropa, se acercó a Jimin y lo levantó en brazos. Aún envuelto en la manta lo llevó hasta la bañera y con absoluto cuidado se introdujo con su chico en brazos en el agua tibia en un intento de bajar la altísima temperatura.
Un quejido chiquito salió de la garganta de Jimin al hacer contacto con el agua pero Jungkook lo atrajo a su pecho y acarició su espalda con ternura y lo acunó. Mojó sus cabellos, su frente, tocó su cara y dibujó con su mano mojada el contorno de ese rostro perfecto mientras le hablaba despacito.
—Despierta Minnie, ponte bien por favor. Aquí estoy contigo…
La temperatura de su cuerpo bajó y en sincronía, Jimin abrió los ojos.
—Jimin, hola…
No sólo la temperatura de Jimin había bajado, la de Jungkook también y su mandíbula tiritaba tras cada palabra. Sus labios comenzaban a ponerse azul y eso determinó el momento de salir del agua.
Lo envolvió de pies a cabeza en toallas blancas y lo llevó hasta la cama, también blanca.
Regresó al baño, aún tiritando de frío abrió el agua caliente de la ducha y dejó que la lluvia hirviendo le devolviera la calidez a sus huesos para poder asistir a Jimin como debía.
Tomó su teléfono y llamó al médico de la empresa, también llamó a Yoongi y lo puso al tanto de la situación. Llamó a su mejor amigo Jin, su médico de cabecera y le pidió que fuera con urgencia. Necesitaba la opinión de él aunque en camino ya se encontrara el servicio de emergencia.
Solo se puso su camiseta regresó a la cama y se metió con él y lo abrazó fuerte.
Jimin había regresado del letargo de la fiebre y lo miraba con desconcierto.
—¿Qué haces aquí? ¿Qué pasó?
—Llegué hace un rato, volabas de fiebre y nos dimos un chapuzón para que te bajara.
Sonrió.
«Conejo hermoso» —pensó Jimin.
—Ahora deja que te seque bien y te ponga algo de ropa, está viniendo el doctor y no quiero que te encuentre desnudo.
—Jaja, yo tampoco. En el segundo cajón tengo pijamas, busca alguno de algodón, quiero algo bien suavecito.
Volvió a sonreír. Jimin creyó que no era justo para su corazón afiebrado recibir esos gestos tan hermosos.
Jungkook se levantó y se encontró con un cajón repleto de pijamas… blancos.
Giró y lo vio en su cama blanca, aún envuelto entre toallas blancas y sonrió por tercera vez al ver a su niño blanco por primera vez en su "entorno natural". Tal y como es él, sin caretas, sin personaje de por medio…
Él, blanco, etéreo, único.
Se sintió privilegiado de compartir algo tan íntimo y sus ojos se llenaron de lágrimas a las que impidió que salieran. Él es un sentimental sin remedio y cuando algo rasga su corazón, a sus ojos les gusta mojarse.
Lo vistió con un pijama blanco que tenía pequeños pollitos bordados, en blanco por supuesto. Secó sus cabellos rubios con secador y lo peinó como si de un crío se tratara.
Se vistió, miró la hora con enojo tras la demora de los médicos y bajó a preparar un desayuno cuando el timbre sonó anunciando que habían llegado.
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