14
Tendrían por primera vez una cita que no fuera entre cuatro paredes y una cama de por medio.
Velas, cena, buen vino y una charla profunda sobre quién es quién, se presentaba como un muy buen plan.
Jimin pasó por su chico tatuado puntualmente a la hora que habían acordado. Esa no era una cualidad de Jimin, pero había descubierto que cuando se trataba de Jungkook, él era el más puntual del mundo.
Nadie que lo conociera sería capaz de creer este cambio.
Llegó puntual y ni él se lo creía.
El perfume de Jungkook se filtró en su cerebro y lo atontó por varios segundos.
Qué bien huele, por Dios.
—Hola.
Kook se acercó a él y le dio un beso en la mejilla a la vez que decía un hola muy cerca de su cuello.
—Mmm, ese olorcito a limón, Jimin, es ciertamente delicioso.
—Tu perfume también es exquisito, Koo, hueles a cielo.
Unas tímidas arrugas se formaron alrededor de los ojos de Jungkook al reír. Jimin quedaba embobado cada vez que el chico le regalaba una sonrisa de conejo.
—Reservé mesa en un lugar que es muy especial para mí.
—¿Sí, por qué?
—Es de un amigo, un chef espectacular y mi mejor amigo, Tae. No es un sitio de lujo, no me gustan así. Este es cálido, hermoso, ya lo verás
—Entonces va gustarme.
El lugar tal como lo describió Jimin, era pequeño un club de sabores con una interesante propuesta gastronómica. Informal, bien decorado, donde era posible saborear de manera distendida las especialidades de la casa.
La mesa que Taehyung había dispuesto para ellos solos y sin personas alrededor era la más exclusiva, con vista a las luces parpadeantes de la ciudad.
Jimin corrió a abrazar a su amigo y se colgó de su cuello dándole sonoros besos en la cara.
Jungkook golpeó la lengua sobre el interior de su mejilla, en el acto, pero se controló. No es normal sentir celos del mejor amigo. ¿No?
—Jungkook, él es Kim Taehyung, mi amigo del alma. Tae, él es Jeon Jungkook, mi …
No completó la frase porque Tae se adelantó y estrechó la mano de Kook.
—Un placer, Jungkook, espero que te guste mi lugarcito especial.
—Claro que sí. Es muy hermoso. La iluminación cálida y con velas me parece genial.
—¡Espera a probar los manjares que hace Tae!
Tae había vuelto a abrazar a Jimin y pasaba su mano por arriba y abajo de la espalda del rubio. Pudo sentir la textura de las lunas por encima de la camisa.
—¿Se curó bien tu tatuaje, Min?
Min…
—Oh, sí, sí, claro. Lo normal. Después de cuatro o cinco días ya no tuve molestias.
—Que bueno, después quiero verlo. No te he visto esas lunas desde el día que lo tatuaron.
¿Ver su espalda desnuda?
Rayos, Jungkook hacía un esfuerzo sobrehumano para que su cabeza entendiera que lo que estaba sucediendo era entre amigos.
—¡Claro, amigo! Después te muestro.
Tomó la mano de Jungkook y la llevó frente a Tae.
—Él está lleno de tatuajes, TaeTae, no sabes… mira su mano, todo este brazo lleno de tinta es mi delirio. Ya verás.
Jungkook se sintió exhibido y le dio pudor. Ellos hablaban de él como si no estuviera presente.
—No verás mis tatuajes de la espalda, Tae, lo siento.
Sonrió con cierta malicia y puso fin al "tema tinta".
Sostuvieron miradas hasta que Jimin interrumpió el duelo cuando emprendió camino a la mesa.
—¿Eres muy cercano a él?
—Sí, crecimos juntos. Nuestro cariño es auténtico. Él ha estado en mis peores momentos
—¿Y tú?
—¿Yo qué?
—¿Has estado en sus peores momentos?
—Sí, claro.
No pudo responder con absoluta verdad porque la verdad absoluta es que no recuerda ningún momento en que él haya sido sostén de su mejor amigo.
¿Tae nunca estuvo mal?
¿Tan dispar fue esta amistad como para que él no recuerde en ningún momento en que su amigo lo necesitara?
Ahora que revisa en su memoria, Tae nunca lloró por un amor no correspondido, nunca se quejó por conflictos con su familia, nunca nada. Descubrir de esa manera tan cruda que lo que él consideraba una amistad perfecta era una relación unilateral, en la que él solo recibió sin dar absolutamente nada, fue un mazazo para Jimin.
Cuando Tae se arrimó a la mesa para acercarles el mejor vino de la casa. Vio a su amigo hermoso allí, a su lado, como ha estado desde que se conocieron, conteniéndolo con amor y en silencio.
Hubiera corrido a abrazarlo y decirle lo importante que es en su vida.
Jungkook pudo ver esa emoción en Jimin y aunque no comprendió a qué se debía, supo que sería muy poco inteligente de su parte si sentía celos de una amistad tan profunda.
Hasta entendió el gesto que hizo Tae, detrás de Jimin cuando con los dedos en V, los acercó a sus ojos, luego lo señaló y gesticuló sin voz "Te estoy observando".
Bajó sus manos y las metió en los bolsillos de su chaqueta de chef y le guiñó un ojo antes de retirarse. Ese gesto tras la advertencia, hizo que Jungkook sintiera que la persona más cercana a Jimin, no permitiría que le hiciera daño pero a la vez le dejó ver que confiaba en él.
La cena a la luz de las velas fue todo lo que Jimin esperaba y más. Hablaron de lo que había ocurrido con ellos y cómo la decisión de darse una oportunidad había repercutido en el ánimo de cada uno.
Jimin fue muy sincero al decirle que se sentía muy feliz pero a la vez tenía pánico de entregarse por completo y salir lastimado. Y Jungkook confesó que aunque él nunca se había enamorado, también sentía miedo.
Se contaron cosas que nunca compartieron con nadie, como que Jimin solo duerme sobre sábanas blancas, que sus toallas son todas blancas y por supuesto viste de blanco para meterse a la cama.
Jungkook en cambio ama el negro, sus sábanas suelen ser oscuras y duerme tan solo con un boxer, aún en invierno.
Sus manos se cruzaron en más de una oportunidad durante toda la noche e hicieron contacto con sus miradas por varios minutos inmersos en una burbuja donde solo se sentían sus respiraciones.
—Quiero estar contigo de nuevo, Jungkook, te deseo.
—Yo también, Jimin, pero, ¿no crees que deberíamos darnos tiempo antes de que corra a tu cama nuevamente?
—Creo que sí, pero me muero por un beso.
—No te mueras. Ven
Jimin se puso de pie y Kook lo atrajo a su regazo. Sin testigos ni miradas curiosas, tomó su rostro y delineó la boca del chico con su pulgar. Jimin lamió el dedo mientras eso ocurría. Se levantó, abrió sus piernas y se sentó a horcajadas y Jungkook gimió cuando sintió la entrepierna de su chico sobre la propia.
Cuando todo se tornó muy candente, Jimin, quién había sugerido dormir juntos, detuvo el húmedo beso que llevaba más de diez minutos y se levantó para dirigirse a su silla. Sus labios rojos producto de las mordidas eran una maldita tentación para Jungkook que quería mantenerse frío.
—¿Por qué te fuiste? Quiero más besos, Jimin.
—Basta por hoy, si no vamos a tener más que esto, prefiero que lo dejemos aquí o seré un desastre en contados minutos.
—Ok. Sí, es mejor así.
Se sentó derecho sobre la pobre silla que había aguantado el baile de ambos mientras se besaban e hizo un gesto de dolor llevando sus manos a la entrepierna.
—¿Duele?
—Sí —contestó cuál cachorro.
—A mí también. Pero acepto tu decisión, Kook.
Llamaron a Tae para pagar la cena, cosa que no ocurrió ya que obviamente fue una invitación de la casa. Se despidieron de él y salieron tomados de la mano.
—¿Quieres que maneje, Jimin?
—Sí.
Le entregó las llaves del coche y antes de entrar Jungkook lo empujó contra una de las puertas y lo besó con ferocidad.
—Quiero hacerme el fuerte y no me sale, Jimin, te deseo tanto que creo que me voy a morir.
—No te mueras.
—Llévame a tu casa, nene, a tus sábanas blancas, no puedo esperar a rasgar tu ropa con mis dientes y lamer tus lunas una a una...
Sé mío, Jimin, ¿quieres?
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