11
Las paredes que rodeaban a Jimin parecían sufrir los estragos de una lenta y pesada disnea que lo impulsó a salir disparado de allí sin importar el frío.
Necesitaba martirizar su cuerpo en un intento de que ese dolor calmara la tortura que su cabeza le propinaba tras el arrepentimiento, sí, porque él lo tenía en claro, lo sabía, sabía que había molestado a Jungkook de manera adrede. Lo había hecho a propósito y se sintió despreciable.
¿Por qué era cruel con alguien que le importaba tanto?
El crujir de las hojas secas bajo sus pies le daban un triste ritmo a su caminar crispado.
Él creyó que ya nadie podría lastimarlo ni filtrarse entre sus células sin su consentimiento. Durante mucho tiempo Jimin fue la parte que sufría en una relación y se había propuesto dejar eso enterrado en un pasado lejano y sin memoria.
Él sería ahora dueño y señor de sus relaciones y jamás, nunca nadie volvería a hacerlo sentir pequeño e infeliz.
Pero en ese intento, se había convertido en lo que odiaba.
¿Por qué lo hizo? ¿Por qué necesito la dosis de dolor del otro?
La única respuesta que su sistema le devolvía era: "porque eres un imbécil"
Él intencionalmente provocó que Jungkook se sintiera mal porque no pudo soportar los celos de verlo en brazos de la chica linda.
Maldito cruel.
Se sintió fatal al admitir que había sido incapaz de decirle al hombre que le gusta que empieza a ser importante en su vida.
¿Es miedo a que esa persona huya o lo lastime lo que lo llevó a lastimarlo primero?
Tal vez sí.
Pero le importa demasiado como para dejarlo ir.
Ni el frío ni el autoflagelo le darían las respuestas porque las sabe de antemano.
Lastimó a los hermanos y metió el dedo en la llaga cuando le mintió a Jungkook.
¿Cómo va lograr que el chico le permita contar la verdad?
¿Cómo, si ni siquiera contesta sus mensajes?
¿Cómo hará?
No tiene ni la menor idea, pero sí tiene algo muy en claro, necesita poner ejes en su vida y al parecer estos ejes tienen enormes ojos negros y una sonrisa que enamora.
Él necesita decirle la verdad a Jungkook, necesita decirle muchas cosas. Y si no tuvo las agallas cuando debió, lo hará ahora. Ahora mismo.
Lo primero es lo primero. Tomó el teléfono con sus manitas temblorosas por el frío y llamó.
Su llamada pasó directo al buzón de voz. Sonrió al escuchar su voz hermosa pidiéndole que dejara su mensaje.
Cortó.
Repitió la acción y fue a parar de nuevo al contestador, lo escuchó con ojitos cerrados y tras los tres pitidos que habilitan para hablar decidió no decir nada.
Entonces abrió el chat.
Si no atiende sus llamadas porque no lo quiere escuchar, entonces lo leerá.
¿Jungkook, podemos hablar?
En el preciso segundo que Jungkook envió el último mensaje, una sonrisa leve pero triste se instaló en su rostro y se sintió extraño.
No es que no se sintiera bien por haber recibido el mensaje de Jimin, al contrario, estaba feliz. Pero en el fondo tenía una batalla interna librándose entre hacer lo correcto o hacer lo que el corazón manda.
Tal vez lo que el corazón mande, sea lo correcto. ¿No?
Lo sabrá mañana, mañana lo volverá a ver y eso le basta y sobra para permitirse apoyar la cabeza en su almohada y dormir en paz.
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