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4

Presente.

Tres días sin saber de Solar luego de lo que pasó en el club. Obviamente no quería verme y si ella pensaba que iría a buscarla y a rogarle no iba a ser así.

Conducía pensando en ella y en su extravagante manera de ser, claramente me atraía bastante y esa actitud solo me ponía peor.

Llegué al taller luego de una reunión en casa de Wheein, y en cuanto me bajé del auto pude ver el humo en el patio.

Sabía perfectamente que estaba hecha una fiera y aunque pasaran los días eso no se le iba a bajar así por así; por lo que mientras me acercaba al fuego presentía que era ella la causante de él y así fué.

La vi salir del taller con mi ropa en los brazos y se dirigió al fuego que empezaba a tomar fuerza en la tierra. Lanzó mi ropa a la candela, sacudiéndose las manos al final.

Me quedé mirando la escena con mis manos en la cintura sin intervenir realmente porque no me esperaba esto. Luego volvió a entrar al taller, demoró un poco y salió con más ropa. La locura se apoderó de su cuerpo, eso era obvio, tenía la cara sonrojada y sus cejas estaban fruncidas.

Y ahí iban mis vaqueros más caros. Se empezaron a comprimir y a convertirse simplemente en cenizas.

Me quedé mirando todo a unos diez metros del fuego; pareció que ella ya había sacado toda la ropa y se quedó mirando el fuego fijamente. Mis ojos no se cohibieron y examiné su cuerpo, esas nalgas remarcadas con el short que cargaba, los mismos tacones de siempre y su cabello estaba todo despeinado.

Se mantuvo de espaldas sin darme la cara y contemplando el fuego cruzada de brazos.

¿Esto era lo que decía en letras pequeñas cuando me metí con ella? ¿Una loca desquiciada vengativa?

Me dirigí al taller dispuesta a trabajar, no le daría el gusto de colmarme la paciencia. Presioné el interruptor para que los ganchos bajaran el auto que mantenía elevado cuando revisaba la parte inferior, cuando tocó el suelo y levanté la tapa del motor escuché como el fuego se avivaba. Como una leve explosión que de hecho llegó su calor a mi espalda.

Me giré y vi como le tiraba más gasolina a la ropa.

— Estás loca — hablé rascando mi ceja mirando lo que hacía.

— ¡Jódete!

No debo perder la paciencia. Me trataba de convencer

Normalmente ya la hubiera mandado a la mierda pero sé que con ella debo calmarme y no enloquecer como lo hago con los demás.

— ¿Qué pasa? ¿Te molesta que te ahuyentara a tu cliente favorito? — insinué reconociendo en voz alta que la idea de que estuviera enojada por ese estúpido incrementaba mi rabia.

Entró nuevamente a la casa pasando a mi lado y demoró un rato. Lo que no entendía era como ella no se esperaba que yo reaccionara así. Existen leyes importantes cuando te dedicas a este mundo, y creo dejar muy en claro que Solar me pertenece, por lo que me lleva a pensar que ese imbécil simplemente es idiota como para meterse con una mujer que no es de él, y mucho más idiota sabiendo que es la mía.

Solar salió con su cartera en hombro sin mirarme.

En realidad no quería ni hablar con ella, quería que se largara hacer shows a otro lado; si se quedaba un minuto más iba a explotar contra ella y no quería eso.

La dejé ir y yo volví a lo mío con el fuego chispeando de fondo mientras consumía mi ropa. Necesitaba trabajar al menos un rato para perderme en mi misma y no cometer más locuras. Este auto llevaba aquí un mes entero y no había avanzado mucho así que me propuse a terminarlo hoy mismo.

— ¡Eres una idiota! — escuché a mis espaldas.

— ¿No te has ido todavía? — hablé mientras abría el maletero.

— ¡Imbécil, me despidieron por tu culpa! — mi oído zumbo por la gritadera que tenía.

— Mejor — reí bajo, lo suficiente para que me escuchara; sabía que mientras más hablaba más se iba a enojar pero no podía evitarlo cada que la imágen de él viendo algo enteramente mío se cruzaba por mi cabeza me entraba una rabia descomunal.

No la escuché ni respirar y supuse que me había escuchado reírme. Cerré el maletero luego de sacar una caja y las alfombras de repuesto.

La ví cerrar sus ojos para calmarse y respirar ampliamente.

— Vete a la mierda — me dijo mirándome con enojo y sonreí — Si tú no respetas mi trabajo entonces no tengo por qué respetar el tuyo, da gracias que no incendié el puto taller — me crucé de brazos lista para el discurso y ella se acercó más a mi— Perdí dinero por cuenta de tus estúpidos episodios, tuve que limpiar la sangre de porquería que dejaste — habló con asco — ¡Y encima de eso! Es que esto es el colmo — se masajeo la frente — Me entero de lo cariñosa que estabas con Dahee esa noche... es decir, me armas escándalos pero tú también andas sobre gente que ni al caso. Me fui de ese club siendo la cornuda porque ¡TODAS! te vieron con Dahee.

— No eres una cornuda — le resté importancia a su acusación buscando en mis bolsillos la caja de cigarrillos pero estaba vacía — Maldición.

Lancé el paquete vacío contra la tierra y miré a Solar. Sus ojos eran un desastre, no porque hubiera estado llorando, sino por lo enojada que podía expresar con ellos. Por poco y podía ver el infierno en ellos.

— Eso que tenías no era un trabajo, y mejor que te despidieron, así no tenía que escuchar por todos lados lo caliente que tenías a medio pueblo.

— Es lo que me gusta hacer y punto, yo no ando criticando cómo te ganas el dinero. De hecho, si hablamos de trabajos dignos, el tuyo no es muy bonito que digamos.

— Gracias por recordarmelo.

— No voy a dejar que tú decidas lo que hago o no hago en mi vida — se llevó la mano a su cabello para acomodarlo y después me señaló con un dedo acentuando sus palabras — Si no te gusta lo que hago o cómo diablos soy, entonces... — se sacudió las manos — vaya consiguiendose otro ligue mi amor.

Se cruzó de brazos y no le bajé la mirada que tampoco cedía ante mis ojos. Como siempre, su cuerpo me llamaba y mis ojos cayeron en la tentación que tenía como pecho: senos redondos que me mareaban. Hoy cargaba un sostén que se los afirmaba mucho más y la piel de porcelana brillaba por el sol mezclado con su sudor.

Miré hacia otro lado pensando en sus palabras. Estaba equivocada si creía que se iba a deshacer de mi tan fácil; no estaba para nada de acuerdo con eso conseguirme a otra. Siempre había tolerado su trabajo como bailarina porque sé muy bien que el club no se presta para otras cosas a menos que ambas partes estén decididas y hayan pagos exagerados. Y ella no aceptaba en ningún caso comprometida.

Luego pensaría más sobre ello pero ahora no estaba para pensar en otra cosa que tenerla solo para mi.

Me recosté del auto sintiendo la falta de nicotina provocar a mi cuerpo, me encendía en un dos por tres y yo nunca disimulaba cuando eso pasaba. Ella me miraba con una ceja levantada conociendo el efecto que ejercía en mi cada que se veía así de provocadora, y también sabiendo bien que sus amenazas llegaron fuertes y claras y yo las acataría sin dudar, porque así me tenía ella: metida en un encanto sexual y sentimental donde solo mi persona seguía sus ordenes.

Metí mis dedos en el borde de sus shorts a la altura de su ombligo y la atraje hacia mí escuchando como se quejaba.

— No empieces, siempre te tomas lo mío como si no valiera nada — sus manos se fueron a mi pecho para alejarme pero yo me aferré más a su cintura para pegarla a mi cuerpo.

Pegué mis labios por debajo de su oreja buscando su cuello.

— Pero es que tu no necesitas trabajar — mi voz salió ronca por la excitación que ejerció de repente.

— Sí lo necesito, lo que no necesito es que tú me mantengas — dejé que se alejara, pero antes de que se diera la vuelta la arrastré de nuevo hacia mí y la tomé de la mandíbula para detallar su rostro.

Labios, mejillas, ojos, incluso sus cejas.

— Te voy a callar con acciones ese pensamiento que tienes — le dije con decisión.

Mis palabras no eran cualquier cosa, cuando me enfocaba en algo, lo hacía. Pero ahora hay una diferencia en cada pensamiento que tengo respecto a mi trabajo o a mis metas, y es que siempre la incluyo a ella. Por más que le gustara el trabajito ese, yo no dejaría que se dedicara a ello toda su vida.

Quiero muchas cosas con ella y tiene que entender que no dejaré que nadie se cruce en mi camino.

Me miró sabiendo que yo no bromeaba, o que no era uno de mis episodios de rabia como ella los llamaba. Apartó mi mano y caminó hacia el portón del taller.

Siempre tan irresistible... y dramática.

Caminé en su dirección pero para ir hacia mi coche, me miró de reojo y ya podía sentir que toda la rabia que ella sentía se iba esfumando, y obviamente el quemar mi ropa la liberó en cierto modo.

Me subí a mi coche y di la vuelta enseguida sabiendo que ella era capaz de correr con tal de no ceder a mis intentos por buscar paz.

— Sube — me detuve a su lado.

— Tengo que trabajar — continuó caminando sin mirarme y me ahorré la pregunta de a dónde cojones iría a trabajar.

— Te llevaré.

— Joder no, creo que con solo verte por ahí me van a despedir inmediatamente.

— No lo dudo — le seguí el ritmo a su caminata hasta que llegamos al portón — Sube — esta vez rodó los ojos y se subió.

Me indicó en donde era su nuevo trabajo y no abrí mi boca para nada. Podía apostar que su hermano estaba contento y en parte eso me aliviaba porque era en un restaurante concurrido de la localidad, pero tenía que verlo con mis propios ojos. A veces gente idiota anda rondando también por esos lugares y me atrevería a decir que ya le pusieron el ojo encima.

Solar no es inocente, ella sabe lo que provoca, una chica mala que sabe que todos mueren por ella, y aunque fue una de las cosas que me atrajo al principio, ahora deseaba que no se andara con esos aires todo el tiempo y fuera más precavida.

Me estacioné frente al local y ella se bajó enseguida.

— Llámame cuando salgas — le avisé casi en un susurro dudando hasta de mi cuando detallé sus piernas.

Sin voltearse o decirme cualquier cosa me enseñó el dedo medio y entró al restaurante. Me quedé un rato simulando que cambiaba la radio en busca de algo bueno, sé que estaba llamando la atención y eso era lo que quería, dar a entender que ella no estaba sola.

Volver al taller no era una opción. Di dos vueltas a la manzana pero eso no me iba a hacer consumir las horas del trabajo de Solar, suponiendo que hacía las horas comunes.

Pasé a comprar paquetes de cigarrillos, y me quedé en la barra del bar más cercano bebiendo cerveza. Sabía que el incidente del club había despertado cierto temor en algunos, aunque no supieran directamente que era yo, simplemente sospechaban, pero hay un factor que dejé inconcluso a pesar de estar conciente cuando tomé esa decisión.

Jan. No lo maté, vivir es más cruel que morir; pero, conocía este mundo, y sabía muy bien que alguien vendría a buscar venganza por él, o simplemente algo de su propia medicina.

De cualquier yo debía estar preparada.

Mi intuición se despertó en el momento en que Solar llevaba días sin buscarme, y es mejor desconfiar y prevenir que andar de confiado y recibir el golpe.

A través de los años, aunque fuera jóven todavía, conocía este mundo como la palma de mi mano, no puedo vivir en la burbuja que viven todos. Cada día era más perverso, más injusto, más infierno.

La verdad es que, sabiendo que estaba en el ojo del guasón, no podía enfocarme en la misión de Hwasa como debía, en parte me entiendo a mí misma por necesitar tener esto en orden.

Esperé pacientemente en la barra y al final terminé pidiendo otra botella. Planeé mentalmente mis movimientos, sentía que me observaban y aún así me quedé más rato hasta que la llamada de Solar llegó.

¿Puedes venir?

— Voy.

Al caminar ya sentía que el suelo se hundía y mi estómago estaba revuelto. Estaba perfecta para halar del gatillo si la oportunidad se presentaba, sin embargo el llegar al restaurante y ver a un viejo gordo gritarle a Solar eufórico hizo que el alcohol se me esfumara.

Podía ver a través de los ventanales como el viejo se iba hacia la parte de atrás del restaurante y Solar se recostaba del mostrador.

Salí del auto y con paso firme llegué a entrar. Toda la presión se me vino a la cabeza cuando le vi el rostro, que por más que intentara ocultarlo fingiendo que veía algo en el mostrador, era obvio lo que tenía.

— Déjame ir por mis cosas — se dió la vuelta para cruzar la misma puerta por la que el viejo había cruzado antes.

Mientras tanto, yo esperé congelada por verla de ese modo. Ideas me venían a la cabeza, sangre, masacre, disparos. Escondí mis manos en los bolsillos de la chaqueta tanteando el arma que tenía escondida entre mi cinturón.

Ella volvió sin todavía mirarme a los ojos y detrás de ella venía el viejo.

— Mañana mismo quiero cada centavo que dejaste ir — dijo antes de que yo sacara mi arma para reventarle el cuerpo a tiros, cosa que no pasó ante sus palabras.

Él me miró y cambió su expresión, parecía que no se esperaba mi presencia.

— Te dije que te devolvería todo — le dijo ella saliendo del mostrador sin percatarse del debate que tenía con su jefe.

Él suavizó su mirada y desistió de enfrentarse a mí, imaginándose que estaba armada.

— Robaron todo el dinero del día, espero que mañana pague lo que dejó ir — me informó.

Solar pasó a mi lado y pude notar mejor el rojo de su mejilla combinado con el ojo cerrado. Un escalofrío viajó por mi columna y las ganas de matar que tenía antes fueron multiplicadas por mil.

— Y estás despedida, obviamente.

Solar salió del restaurante y le dediqué una ultima mirada al viejo. No sé como podía caminar cuando mis pensamientos estaban por otro lado, mi cuerpo estaba ligero pero mis manos pesadas, peso que se iría solo cuando halara del gatillo.

No todo era casualidad. El que esas personas robaran justo en el turno de ella, justo cuando encontraba nuevo trabajo, para nada era coincidencia.

Tampoco iba a ser coincidencia el disparo que todos tendrían en la frente por no atacarme de frente.

Solar ya estaba en el asiento del copiloto con los ojos cerrados y con la cabeza recostada en la ventana. Abrí mi puerta y eché el asiento hacia atrás para sacar la bolsa negra que escondía ante cualquier evento, era más como una especie de caja fuerte.

Saqué tres fajos y regresé al restaurante, entré a la misma cocina ya que no había nadie fuera.

Coloqué el dinero en un escritorio y le indiqué al viejo que se acercara ya que se notaba que estaba listo para salir corriendo. Ya estando cerca y con la vista fija en el dinero del escritorio lo tomé por el cuello y le hablé suprimiendo toda la rabia que albergaba en mí.

— ¿Quiénes fueron?

— No tengo idea — le tembló la voz.

— Dime — lo miré con una ira desmedida.

— Las cámaras de afuera son las únicas que sirven, nadie había robado aquí antes no teníamos necesidad de arreglarlas, solo se logra ver un Mercedes y los tres cargaban pasamontañas.

Lo empujé contra el escritorio haciendo que los demás me observaran curiosos, cuando salí de la cocina y me encaminé al coche podía sentir mi cuerpo más relajado.

Tenía a las personas con las que quería desquitarme: tres con pasamontañas y solo unos pendejos son capaces de ir vestidos a un atraco como delincuentes de película. Tenían que ser los niños que Jan se había conseguido ahora como escuadrón.

Subí al auto y me llevé un cigarrillo a la boca sin encenderlo. Conduje en silencio y estando alerta ante cualquier objeto en la calle. Antes de llegar al taller la vi moverse en el asiento y se recogió el cabello.

— Te pagaré.

— No necesito ese dinero — le dije con una voz que demostraba lo comprimida que llevaba la garganta.

Suspiró y parecía que se estaba conteniendo demasiado.

— Era mi deuda, no me quedaré de brazos cruzados, y te devolveré todo — se bajó del coche sin esperar una respuesta de mi parte.

La vi dirigirse al taller y yo me quedé en el auto esperando a calmarme con el cigarro. Su rostro maltratado haciendo estragos en mi cabeza, le habían golpeado vilmente y yo aquí sin tomar cartas en el asunto.

Una rafaga de pensamientos se alojaron en mi cabeza y sonreí. Sentí toda la fuerza que mi mano hizo apretando el timón; la rabia apoderandose cada vez más de mi.

Mezclado con la adrenalina que empezaba a florecer; piensas demasiado en ambas cosas. Piensas en como joder y piensas en como salirte con la tuya.

Sabía que mis manos limpias no se iban a quedar, una vez que empezara a deshacerme de ellos, esto no tendría fin hasta que yo muriera. Pasa a menudo, las pandillas son así, le guardan ese tipo de respeto a sus allegados, cobrando sangre por sangre y sabía que el tiro esta vez sería directo.

Al saber ellos que mi ataque hacia Jan fue por una mujer, vendrían por ella si yo mataba a uno de ellos, esta vez no dejando golpes sino disparos y quien sabe si algo peor.

Eran unos niños, tendría que pensar como agarrarlos sin tanto drama y sobre todo sin que me tocaran a Solar.

Una cosa era segura, no quería dejarlos libres como si nada.

Una idea se me pasó por la cabeza. Una acción muy a mi estilo, a lo sangriento, y sobre todo demostrando que todo acto mío se realizaba por una razón y no solo por el  placer verlos pagar.

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