Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 15 - Arcano XV - El Diablo

El Diablo. Destino (bueno o malo); poder de seducción, impulso ciego, tentación, obsesión; desviación sexual; un estado mental confuso; las pasiones carnales descontroladas.

INVERTIDO:

Carta dañina, fatalidad, mal uso de la fuerza; debilidad, ceguera, desorden; efectos maléficos; la patética condición humana que prefiere la ilusión a la verdad.

-------------------------------------------------------------

Dante llegó esa tarde de jueves muerto de cansancio a su departamento. Había sido una semana muy ajetreada y casi no había dormido desde su comienzo. El asesinato en el hotel, la escaramuza en el cementerio, el largo viaje a Las Vegas. Ahora sólo quería disfrutar de su pasatiempo favorito: escuchar buena música e ingerir cantidades monumentales de alcohol hasta quedarse dormido. Ya mañana continuaría, trataría de tomar un nuevo camino en su investigación. Seguiría tratando de entrevistarse con una persona que al principio no aparentaba tener nada que ver con los hechos, pero que si estaba en lo cierto, podría ser una pieza clave.

Se disponía a sacar una botella de cerveza de la heladera cuando alguien tocó a su puerta. No era muy aficionado a recibir visitas inesperadas, así que hizo una mueca de disgusto mientras volvía a colocar la botella en su lugar y cerraba la puerta de nuevo, creando una helada brisa sobre su rostro.

-Es tu amigo el policía -informó Bertha mientras entraba a la cocina.

-¿Carlos? Que extraño, nunca viene sin llamar antes.

-No, ese no, el más viejo, el gordito que suda mucho -aclaró.

-¿Velázquez? Más raro aún.

-Disculpa que haya venido sin avisar -se disculpó el inspector después de que Dante lo recibiera y lo invitara a entrar-. Pasaba cerca de aquí y recordé que teníamos una conversación pendiente.

-Claro, ¿quiere algo de tomar, o está en servicio?

-No hay problema, mi turno ya terminó.

-¿Una cerveza?

-Si tienes algo más fuerte mejor -dijo al dejarse caer sobre el sillón, se veía tan o más cansado que Dante.

El anfitrión puso en la mesa de centro un par de vasos con hielo y una botella de escocés, luego de llenar ambos vasos, se sentó frente a él.

Velázquez bebió todo el contenido de un solo trago, así que Dante llenó de nuevo su vaso. Mientras lo hacía, el teléfono del oficial timbró. Velázquez lo miró y lo apagó sin contestar.

-Maldito Contreras, como si no tuviera ya bastante trabajo, todavía quieren que apoyemos al departamento de «Personas Desaparecidas» -escupió muy molesto.

-¿No se dan abasto? -pregunto Dante.

-Últimamente no, siempre hay personas desaparecidas. Pero en los últimos meses han aumentado los reportes, sobre todo de mujeres jóvenes. El jefe pidió a todo el departamento que cooperemos, podría estar operando una red de tráfico de mujeres en la ciudad. Pero por lo pronto necesito resolver lo del hotel, creo que si lo hacemos, resolveremos dos casos a la vez. Como ya lo averiguaste tú también, parece estar relacionado con el de la chica Quintero.

-Así parece, he tratado de hallar la relación entre ambas víctimas, pero aún no avanzo en ese sentido. Quise hablar con Néstor Noriega, pero no tuve mucho éxito -se quejó Dante.

-Oh sí, ese maldito viejo, estoy seguro que él fue el autor intelectual de esos crímenes, y posiblemente de otros más.

-¿En verdad?, ¿cómo llegaste a esa conclusión? -preguntó Dante mientras llenaba el vaso por tercera ocasión, esperaba que el licor lo hiciera compartir la mayor cantidad de información posible antes hacer él lo mismo. Había grandes probabilidades de que Velázquez no creyera lo que él tenía que decir y que dejara de cooperar.

-Es obvio, ¿si sabes cómo hizo Noriega para llegar a ser vicepresidente de AQSA, verdad?

-Claro, comprando acciones de otros socios.

-Sí, pero su mayor avance sucedió cuando el anterior vicepresidente, Alberto Aguilar, falleció de manera muy oportuna hace unos diez años. Ahí fue cuando Noriega compró las acciones de Aguilar a su angustiada viuda. Muchos de nosotros en el departamento de policía sospechamos en aquel entonces que Noriega lo había asesinado, pero nunca lo pudimos probar.

-Eso no lo sabía -expresó Dante con mucho interés.

-Y eso no termina ahí. Como ya lo sabrás, grupo AQSA ya tiene algunos hospitales en la región, y entre sus planes está abrir una clínica para tratar casos de infertilidad.

-Eso sí lo había escuchado -confesó Dante mientras llenaba una vez más su vaso.

-Pues bien, Noriega era el encargado de ese proyecto, pero el tipo que venía de León, nuestro cadáver del hotel, había sido invitado por los otros accionistas de la empresa, parecía tener una mejor propuesta para la compañía que la de Noriega. Si ésta convencía a los accionistas, Noriega perdería ese proyecto y quedaría en vergüenza con la mesa directiva. La brutal muerte de ese pobre diablo congeló por completo las negociaciones con la empresa de León, beneficiando de nuevo a Noriega.

-Muy interesante, todo parece encajar. ¿Y la muerte de la hija de Quintero? -preguntó de nuevo Dante aprovechando que Velázquez estaba bastante cooperativo gracias al escocés.

-No estoy seguro del todo, pero esta es mi hipótesis. -Carraspeó un poco, luego continuó-. Creo que la ambición de Noriega no tiene límites, y desea la compañía completa para él. Supongo que su próximo paso será eliminar al mismísimo presidente. Pero antes de dar el golpe final, quiere eliminar a los herederos, comenzó por la hija, pero seguramente eliminará también al hijo. He escuchado que está enfermo; tal vez él mismo lo haya envenenado o le haya inyectado un virus de alguno de sus laboratorios o alguna porquería de esas. Así se repetiría lo mismo que hace diez años con Aguilar. La esposa de Quintero no parece ser mujer de negocios, así que con toda seguridad vendería las acciones de su esposo al mejor postor.

-Qué curioso que la menciones -dijo Dante-, he estado tratando de hablar con ella, pero tiene días fuera de la ciudad. Espero poder entrevistarme con ella mañana.

-¿Con quién? ¿Con la esposa de Quintero?, ¿para qué? -preguntó Velázquez entornando los ojos.

-Es sólo otra de mis corazonadas, puede que no sea nada, sólo una tontería. Sin embargo, tus deducciones son bastante sólidas -Agregó para hacerlo retomar el hilo de la conversación.

-Eso creo, sólo falta un detalle, encontrar a los autores materiales de los homicidios, atrapándolos seguramente podríamos hacerlos confesar que fue Noriega quien los contrató. -Luego miró a Dante con suspicacia-. Y creo que en esa parte sí has avanzado en tu investigación, parece que tienes una idea de quién pudo haber cometido los crímenes.

-Tienes razón. No he tenido mucho éxito en averiguar los motivos, pero sí he hecho avances en identificar a los asesinos.

-Debes compartir lo que sabes, Dante -dijo Velázquez con seriedad-, es imperativo que detengamos a los culpables. Estoy seguro que matarán de nuevo si no lo hacemos.

-Y lo haré, sólo espero que abras tu mente, tienes que aceptar que en este mundo hay fuerzas oscuras, antiguas y malignas que acechan desde las sombras.

-Vamos, Dante, déjate de juegos, no me pidas que crea esas tonterías de «hocus pocus». El antiguo jefe, Sergio del Valle, era un hombre de otra generación, criado en un pueblo pequeño rodeado de supersticiones, estamos en el siglo XXI. ¡Por favor!

En ese momento, Bertha, quien había estado todo el tiempo de pie cerca de ellos poniendo atención a la conversación, volteó de pronto hacia la puerta. Su mirada se quedó fija, su rostro congelado. Comenzó a sentir algo que no había sentido en décadas: Genuino pavor.

-¿Bertha? ¿Qué pasa? ¿Qué tienes? -interrogó Dante preocupado como pocas veces. Sin embargo ella no respondió.

-¿Bertha? ¿Cuál Bertha? ¿Con quién hablas? -Preguntó Velázquez, creyendo que Dante le estaba jugando una especie de broma.

Dante saltó del asiento, voló hacia la puerta y la abrió. Frente a ésta, se extendía un largo pasillo que culminaba en el viejo ascensor. La aguja sobre su puerta indicaba que éste subía lentamente desde la planta baja emitiendo fuertes rechinidos mientras lo hacía.

-Esto no puede ser bueno -se quejó Dante.

-¡El ascensor funciona! -exclamó molesto el inspector-. Y yo subiendo las putas escaleras sudando como cerdo. ¿Por qué le ponen un letrero de «no sirve»? No tiene gracia.

-Créeme Velázquez, ese ascensor no se había movido desde el terremoto de 1979 -dijo Dante tratando de sonar lo más convincente posible para que el inspector le creyera de una vez.

Todas las luces del piso comenzaron a parpadear cuando la puerta del ascensor comenzó a moverse poco a poco. Una vez abierta, mostró a su ocupante: un hombre alto, bien parecido, vestido casual pero elegantemente. El sujeto comenzó a caminar directo hacia ellos, con un andar decidido, orgulloso, como si todo el lugar le perteneciera.

Dante cerró la puerta de su oficina de golpe.

-¿Quién es ese tipo? -preguntó Velázquez.

-¿No se lo imagina? Justo hace un momento hablábamos de él -respondió tratando de conservar la calma, pensando en todas las posibles acciones a tomar dada la situación-. Parece que estamos a punto de conocer a uno de los asesinos.

-¿Y por qué cierras la puerta? -preguntó Velázquez mientras desenfundaba su revólver-. ¡Ábrela de inmediato!

-Guarda tu arma, te aseguro que no servirá de nada, si lo enfrentas estás muerto. Ya sabes de lo que son capaces, recuerda cómo acabaron las víctimas.

Un escalofrío recorrió la espalda del agente, aunque todavía se negaba a creer, era un hecho que los asesinos eran verdaderos psicópatas. No guardó su arma, pero al menos no insistió en que abriera la puerta.

-¿Qué vamos a hacer entonces? ¿No pretenderás dejarlo así como así? -insistió Velázquez.

-Por mí estaría encantado de dejarlo ir, el problema es que él tiene otros planes. -Se tranquilizó un poco, recordó las protecciones que tenía en su departamento-. Bueno, se trata de un íncubo, un demonio menor, relativamente poco poderoso en comparación con las potestades infernales. Los símbolos que he tallado sobre el marco de la puerta deberían bastar para mantenerlo fuera -explicó.

-¿Sigues con eso de los demonios? -Luego señaló confuso hacia la puerta-. ¿Pero qué es eso?

Los símbolos de los que hablaba Dante eran casi imperceptibles, había que poner mucha atención para notarlos, pero ahora estaban reluciendo como si los hubieran dibujado con fuego, también desprendían humo blanco.

-¡No puede ser! -exclamó Dante ahora nervioso en verdad-. No están resistiendo, necesito reforzarlos. -Tomó de una mesa una navaja, pero antes de poder llegar a la puerta, ésta se desprendió de sus bisagras y cayó hacia dentro del departamento, haciendo que Dante saltara hacia atrás para evitarla.

La entrada ahora completamente desbloqueada mostraba al visitante parado ante ella, con una sonrisa en el rostro, las manos en los bolsillos del pantalón. Dio un par de pasos dentro de la habitación y habló:

-¿Vaya, así tratas siempre a las visitas, Dante? -preguntó con un atisbo de ironía en su tono de voz.

-Sólo cuando éstas podrían tener intenciones de matarme -respondió tratando de mostrar aplomo.

-No vengo a matar a nadie, no hoy. Sólo deseo hablar -explicó mientras siguió caminando. Pasó entre ambos hombres, quienes se quedaron inmóviles siguiéndolo sólo con la mirada-. Pero qué amiga tan hermosa tienes, es una pena que no sirva para mis propósitos -agregó.

Bertha, horrorizada, no pudo emitir ningún sonido. Sólo se alejó muy despacio, caminando hacia atrás sin perder de vista al extraño hasta que salió de la habitación.

-¡DETÉNGASE! ¡ARRIBA LAS MANOS! -ordenó el inspector al fin saliendo de su estupor, apuntándole con el arma directo al pecho.

-En serio Velázquez -dijo Dante-. Baja tu arma, no servirá de nada.

-Hazle caso a tu amigo -aconsejó el visitante-, no se te vaya a escapar un ti...

No pudo completar la frase, tal vez por el alcohol entorpeciendo sus ideas, o porque comenzaba a darse cuenta de que Dante podría haber estado diciendo la verdad y estaba dudando de sus convicciones; el caso es que hizo algo que no hubiera hecho en condiciones normales, le disparó a un hombre desarmado.

El rostro del desconocido cambió en un instante, sus ojos cambiaron de color, sus facciones se volvieron angulosas y abrió la boca mostrando un juego de dientes afilados, en una fracción de segundo estaba sujetando a Velázquez del cuello, apretándolo con firmeza con una garra de acero.

-¡DIJISTE QUE NO MATARÍAS A NADIE! -gritó Dante, esperando que fuera alguien que respaldara sus palabras.

Escuchado esto, el demonio lanzó a Velázquez, un hombre adulto y obeso, como si de un muñeco se tratara. Voló varios metros hasta estrellarse de espalda contra la pared. El inspector cayó al suelo después y no se movió. Dante se apresuró a su lado, comprobó que estaba vivo, sólo inconsciente.

-Disculpa, perdí el control -se disculpó mientras señalaba el agujero en su camisa, rodeado de una mancha amarillenta, su rostro había recuperado su apariencia humana-. ¿Sabes lo difícil que es encontrar ropa de calidad en un pueblucho como éste?

-En verdad no, notarás que mis gustos no son tan sofisticados -respondió levantando las palmas de las manos, como mostrando la sencillez de su morada.

-Sin embargo, parece que tienes buen gusto -mencionó mientras levantaba la botella de la habían estado bebiendo momentos atrás y la acercaba a su rostro para olfatear el contenido-. ¡Excelente calidad! ¿Te importa?

-Adelante, permíteme traerte un vaso. -Dante fue a traerlo. Mientras lo hacía seguía tratando de planear cómo solucionar cualquier contratiempo que pudiera surgir. De verdad no estaba preparado para lo que estaba sucediendo. No tenía ningún control sobre la situación y eso lo enfurecía. El cuchillo de Sabato estaba a unos cuantos pasos de distancia, sin embargo, utilizarlo sería inútil, ya había anochecido, y revelar que sabía cómo destruirlos podría arruinar futuras estrategias. No podía hacer nada más que dejar que las cosas siguieran su curso-. Ahora que lo mencionas, ¿por qué aquí?, ¿por qué en este pueblo olvidado? -preguntó al colocar el vaso frente a su invitado.

-Mi hermana, a quién ya conociste, y yo, vinimos hace algunos años para recuperar un objeto muy valioso para nosotros. Mientras lo localizábamos hicimos algunos negocios, por lo que nos hemos quedado más tiempo del previsto -contestó al tiempo que se sentaba en el mismo lugar que minutos antes ocupaba Velázquez y se servía un trago.

-Supongo que te refieres a la daga de Haia-Nisaba -soltó mientras él también tomaba asiento frente a su visita.

-Ésa misma -dijo abriendo grandes los ojos por el asombro-. Veo que estás bien informado. No cabe duda que tienes talento. Ha vuelto con sus legítimos dueños.

-¿Legítimos?, no lo creo, que yo sepa le pertenecía a los sacerdotes de la antigua Mesopotamia -increpó Dante.

-Por supuesto, originalmente les perteneció a ellos. Pero cuando murieron, lo más lógico era que pasara a ser nuestra, después de todo, mi hermana y yo fuimos los primeros demonios que nacimos en este mundo por su conducto. Somos los primogénitos de Haia-Nisaba -explicó con la mayor naturalidad-. Todos los íncubos y súcubos que nacieron después de nosotros son nuestros descendientes.

Eso explicaba muchas cosas, estaba hablando con el íncubo original, el padre de todos los que vinieron después. De seguro era por eso que su poder era mayor al que esperaba y los símbolos de protección no lo detuvieron, posiblemente también era ésa la razón por la que eran mucho más violentos.

»La tuvimos por siglos -continuó el demonio-, pero la extraviamos algunas décadas atrás. Estuvo guardada, durmiendo todo este tiempo, pero hace unos cuatro años, despertó momentáneamente al probar un poco de sangre. Nos llamó y supimos aproximadamente dónde estaba, así que nos trasladamos a ésta región para buscarla. Sin embargo, durmió de nuevo, hasta hace unas semanas cuando despertó otra vez y entonces pudimos localizarla con exactitud.

-También supongo que están usando su poder para acelerar el proceso de gestación de sus descendientes, pero ¿por qué?, ¿cuál es la prisa?, ¿qué ganan con matar a las madres en el proceso?

-La verdad, Dante, es que nos estamos extinguiendo. -Su voz y semblante se tornaron algo más sombríos-. Todo esto comenzó desde la edad media. Surgieron órdenes místicas por todo el mundo, ser cazador de demonios y brujas se volvió muy popular en esa época. Muchos de mis vástagos sucumbieron ante ellos. Y por si fuera poco, algo sucedió con la humanidad, no sé por qué, pero nuestras probabilidades de éxito al reproducirnos descendió drásticamente. Antes, de cada concepción, al menos uno de cada cien resultaba en uno de nosotros, pero ahora es mucho menos que uno de cada mil. La gran mayoría no llega a término, y los pocos que lo logran nacen casi siempre como híbridos; humanos «mejorados», por decirlo así. Pero con la daga, las probabilidades de éxito son del cien por ciento. Si tan sólo pudiera usarse todos los días, ya hubiéramos recuperado nuestra población.

-Ya veo, la daga está relacionada con la antigua diosa de la fertilidad, supongo que su poder está ligado a los ciclos lunares -reflexionó Dante en voz alta casi sin pensarlo.

-¡Exacto!, en verdad que eres bueno para esto, se nota que eres de la familia.

-De nuevo eso, ya lo había escuchado antes, primero de tu hermana. ¿Qué quieren decir con eso? -inquirió. Las palabras de aquella mujer, más bien, criatura, habían estado resonando en su cabeza los últimos días.

-¿En serio no lo sabes? ¿Tu madre nunca te habló de tus orígenes?

-No -respondió tajante-. Jamás hablaba sobre el pasado. -No sabía si quería escuchar lo que el invitado diría a continuación.

-Vaya, entonces puede que te sorprenda bastante, pero tienes que saber que eres de nuestra estirpe. Tu padre fue uno de nosotros.

Dante sintió de pronto como sumergido en agua helada, la parte más primitiva e intuitiva de su mente pareció comprender y aceptar, pero la más racional se negó, no podía ser verdad, seguramente se trataba de una mentira de estos seres para avanzar en sus planes.

-No me vengas con esos cuentos, tienes que estar mintiendo.

-Por supuesto que no. ¿De dónde crees que provienen tus habilidades? -cuestionó con una sonrisa irónica en sus labios.

-Ser descendiente de un íncubo no es la única manera de tenerlas.

-Por supuesto, pero no me digas que no tienes ningún poder relacionado con nosotros. ¿No tendrás cierto «encanto» con las mujeres? ¿No te sucede que a veces sabes lo que piensan, o lo que desean? ¿No te encuentran a veces más atractivo de lo que tú mismo supones que eres?

«Eso explicaría muchas cosas» pensó Dante, pero aún se negaba a creer por completo.

-Mi madre me ocultó muchas cosas, pero algo así, creo que sería demasiado.

-Tu valiente madre, Lucía Mondragón, o más bien, Lucrecia Montenegro. La recuerdo muy bien.

Dante puso los ojos como platos, él mismo ignoraba que su madre se había cambiado de nombre hasta después de que ella había muerto. Lo descubrió al revisar unos documentos que ella guardaba celosamente en una caja de seguridad de un banco. Suponía que se escondía de algo o alguien. El único que parecía saber algo al respecto era el anciano Quesada, pero no quiso hablar al respecto cuando lo interrogó después de su funeral.

-¿La conociste? ¿Qué sabes de ella?

-Muchas cosas. Ella era una cazadora de demonios, pertenecía a la «Nueva Orden Del Templo». -Dante abrió aún más los ojos, su rostro de desconcierto era evidente-. ¿Tampoco lo sabías? Parece que la conocía mejor que tú. Pues eso era. Y era de las mejores, se acercó mucho a nuestro grupo, abatió a varios de mi clan. Envié a mi mejor elemento para eliminarla. Pero ambos cometieron la más alta traición: se enamoraron. Cada uno de ellos traicionó a su bando. Ahora tanto nosotros como la Orden los queríamos muertos. Él la ayudó a escapar, se quedó atrás para darle tiempo de huir, a él lo atrapamos y pagó el precio, pero no supimos que pasó con ella, hasta hace pocos días que supimos de ti.

Dante no podía asimilar todo lo que había escuchado, hablaría de nuevo con Quesada, esta vez le sacaría la verdad a como diera lugar. Pero la entrevista no había terminado, todavía había cosas que necesitaba saber.

-Suponiendo que eso sea cierto, aunque todavía no lo acepto del todo, no creo que sólo hayas venido de visita familiar.

-Oh, claro que no -declaró el visitante-, vengo a proponerte que te unas a nosotros, ambos podríamos salir beneficiados.

-¿En serio?, ¿cómo?

-Elementos como tú nos fortalecerían mucho, eres muy capaz, aunque seas mortal, serías una gran adición a nuestra familia. Y nosotros podríamos enseñarte a alcanzar todo tu potencial, apenas estás tocando la superficie de tus poderes. Bajo nuestra tutela podrías sumergirte por completo. Podrías igualar o incluso superar a Cagliostro, Crowley, Dee o Flamel. El mundo podría estar a tus pies. Y ni que decir de las mujeres, imagina tener todas las que quisieras.

-La oferta es tentadora, pero creo que...

-No tienes que decidir ahora -interrumpió el invitado-, piénsalo bien, cuando nos volvamos a ver espero tu respuesta. Imagino que sabrás que pasará si te niegas.

-Creo que lo puedo deducir.

-Bueno, Dante, me tengo que ir, tengo negocios que atender.

-Imagino que estarán relacionados con industrias AQSA -soltó tratando de obtener un poco más de información-. Me pregunto cuál es tu relación con ellos.

-Vamos, no creerás que te quitaré la diversión de descubrirlo por tu cuenta. Estoy seguro que lo averiguarás pronto. Espero por tu bien que para cuando lo hagas, hayas decidido apoyar a tu familia de sangre. Ahora sí, me retiro. Gracias por el trago, excelente licor. ¡Ah!, y mil disculpas por la puerta. ¿Quieres que envíe a alguien a repararla?

-No te preocupes, no es la primera vez que pasa algo así. La repararé yo mismo, soy bueno con las herramientas.

Escuchado esto, el visitante sonrió y salió de su oficina. Dante no lo perdió de vista hasta que la puerta del ascensor se cerró. Suspiró aliviado, había tenido mucha suerte. Si hubiera venido con otras intenciones no hubiera tenido manera efectiva de enfrentarlo. Sabía que no sería tan afortunado la próxima vez.

-Perdóname, Dante, no supe que hacer, me acobardé -se disculpó Bertha, quien regresó al lugar de la conversación ahora que el extraño ya no estaba.

-No hay nada que perdonar -declaró Dante-. No había nada que pudieras hacer.

Una vez seguro de estar a salvo, llamó a una ambulancia para el pobre inspector que seguía inconsciente.

Después de que atendieran y se llevaran a Velázquez, Dante tuvo una larga e interesante conversación telefónica con Quesada, el viejo amigo de su madre.

-----------------------------------------------------------------------------------



Al fin pude actualizar este relato. Mil disculpas a todos, quería hacerlo desde hace mucho, pero debido a problemas personales no había podido hacerlo, estaba bastante mal emocionalmente y no podía continuar. Espero ahora sí actualizar con más frecuencia, no falta mucho para el final.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro