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Era el joven capitán del Ranger el pirata del que todos huían. Su nombre causaba pavor en los pueblos costeros y el pánico se desataba cuando las banderas negras se divisaban al horizonte. Sin embargo, los mercantes del puerto del Imperio Min recibían con animosidad al capitán Jackson.
Un joven de apariencia temible que sabía disfrazarse de corderito con su sonrisa seductora cuando la situación lo requería. Era caracterizado por sus pantalones de cuero ajustados y una camisa holgada que dejaba ver gran parte de su pecho, la espada colgando de su cintura jamás faltaba.
-Con cuidado, eso vale más de lo que ganan en sus vidas.
Había llegado esa mañana al puerto y se encontraba controlando el trato con el que los siervos, enviados por su majestad, manejaban su costosa mercancía: cofres y barriles sellados, para que solo su alteza pudiera ver el contenido, eran llevados con sumo cuidado a un carruaje de carga.
Un grupo de jóvenes esclavas bajaban por las rampas en fila, amarradas con cadenas, sucias y maltratadas. Tanto tiempo en un espacio reducido a oscuras causo que las jóvenes sufrieran el golpe de luz en sus ojos.
Jackson miro a su alrededor, fueron meses en los que no pisaba tierra y ver tanta vibra positiva le levantó el ánimo. El puerto estaba colmado de gente, atracciones de todo tipo acumulaban tumultos de todas las edades, los puestos de comida abundaban, casas decoradas con banderines y antorchas le daban color al evento.
-¿Así festejan la boda de la hija más insignificante del sultán? Imaginar lo que harán cuando se case la otra, o el príncipe.- hablo un miembro de la tripulación a su lado.
Jackson exhalo antes de que su puño se enterrara en el estómago del hombre y este se retorció en el suelo. El pirata no le dio tiempo a recuperar el aliento cuando tiró con fuerza de su cabello.
-Si algún siervo del palacio te escucha ¿Crees que no ira corriendo a contárselo a al Sultán? Tu cabeza podría ser la próxima atracción de la plaza principal. Y no quiero que su majestad piense que no educo a mi tripulación. Sube al barco y limpia los desechos de la cubierta.
-Si señor- tartamudeo.
El pirata soltó el cabello graso del hombre y se limpió en sus pantalones. Se acercó a la fila de mujeres que aguardaban a un lado del muelle y comenzó a examinarlas una por una. Se detuvo en una joven en sus escasos veinte años. Labios rosados pero de tés pálida debido a las condiciones insalubres en la cual se encontraba viajando; la mirada perdida le atrajo considerablemente. Lo que más resaltaba en ella era su cabello rojizo. Sonrió.
Hizo seña a uno de los siervos del palacio y este no tardo en acercarse.
-Esta joven de aquí será mi regalo de bodas para la Sultana, encárgate de que se vea presentable.
El siervo asintió y se llevó a la joven consigo.
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¿Y cuánto más tendría que sufrir?
Nuevamente estaba siendo vendida y tratada como un animal. Si bien la primera vez tuvo suerte de ser comprada por una familia acaudalada de Ucrania que se había compadecido de una pequeña niña de ocho años, esta vez, no sabía si correría con la misma suerte.
El recuerdo más primitivo que se repetía en su mente fue llegar a casa de su tía Morín con su hermano, pocos minutos después ambos se vieron arrastrados y separados uno del otro. La desesperación en el rostro de su hermano nunca la pudo olvidar. Ahora estaba sufriendo la perdida de quienes amaba una vez más.
Ese día las agua se encontraban extrañamente tranquilas, hasta que un barco de aspecto sospecho arribó de forma precipitada al nuevo puerto de la ciudad, la tripulación comenzó a descender. Lo que siguió después fue sangre, muerte, agonía, desesperación, terror. Muchas mujeres jóvenes fueron secuestradas. Ella tuvo la desgracia de ser una.
-¿Cómo te llamas?- el muchacho tiraba de sus cadenas atreves del camino de adoquín, exclusivo para los suministros del palacio, no era brusco ni tampoco apresurado pero tantos meses en un barco encadenada y encerrada le pasaba factura, se agitaba fácilmente y las piernas dolían intensamente.
La chica no contesto, además de cansada se encontraba asustada, nuevamente fue alejada de todo lo que conocía, toda su concentración estaba en mantener la calma y no llorar. Su rostro se veía serio y contrariado, desprendía un aura tan pesado que causo escalofríos en el chico.
-Está bien, de todos modos la sultana sabrá escoger un nombre para ti.- hablo el joven al ver que no recibiría respuesta alguna.
El camino era extenso para recorrerlo a pie, la espesa vegetación y árboles de copas altas a los lados no permitía ver más allá del camino. Finalmente llegaron mas pronto de que pensaba. Atravesaron la entrada principal de los jardines del palacio y las puertas de imponente tamaño se levantaron repentinamente frente a sus ojos. No reparo hacia donde se dirigían, solo lo supo hasta que las inmensas paredes se encontraron a tres metros de distancia.
¿En dónde estaba? ¿Qué hacía ahí?
El jardín se encontraba cubierto de tantos colores que daba vértigo a primera vista; no tenía fin. Se extendía ampliamente a los lados y continuaba en la parte trasera del palacio, el límite se perdía entre frondosos árboles que daban inicio al bosque.
-Youngjae ¿A quién traes?
La chica presto atención al joven que se acercaba a paso firme hacia ellos. Si le preguntaban, era un joven muy guapo y fresco. No era difícil imaginar a una fila de jovencitas esperando por su atención.
Pero necesitaba información. ¿Por qué se encontraba en un lugar como ese?
-Cortesía de Jackson, para nuestra sultana- hablo quien mantenía las cadenas que la aprisionaban en sus manos.
¿Sultana?
-No se ve bien, Jackson debería tratar mejor a los esclavos que trae a palacio. Con este tipo de mercancía no entiendo como simpatiza con nuestro soberano.
Mercancía...
-Entre animales se entienden.
-Shhh... que no te escuchen idiota.
-Lo siento Jaebum, la llevare con Taehyung para que se encargue.
¿Taehyung...?
El nombre le era dolorosamente familiar.
☕☕☕
-Es un honor, alteza, que me permita ser un miembro más de la familia.
Las palabras le resultaron desagradables, y pensar que su hermana ahora se encontraba unida a ese tipo le resultaba atroz.
Intento convencer a su padre de que ese matrimonio no era viable, si bien se trataba de una unión beneficiosa, su querida hermana había perdido los colores y la energía que la caracterizaba desde que supo que fue prometida a un tipo treinta años mayor. A Yoongi no le agrado ver tristeza en Lisa y enfrentó al Sultán, pero fue demasiado tarde, la decisión ya había sido tomada, nada fue suficiente para hacer que cambie de opinión.
Pronto comenzaría una nueva campaña en la que recibirían todo el apoyo en estrategias, armas y ejército de sus nuevos aliados. Solo esperaba que el tipo cometiera el más insignificante error para rebanarle el cuello y liberar a Lisa de ese martirio.
El sujeto se inclinó mostrando respeto al príncipe besando el dobladillo de su fina vestimenta, más tarde le pediría a Taehyung quemar sus ropas una vez terminara la desagradable visita.
-Felicitaciones por la boda, no tuve la oportunidad de verlo el día de la unión, lo siento mucho.- tomó de la infusión contra el stress que Jin solía hacerle para mantener la calma frente a tipos como él.-Me encontraba realizando una visita al palacio de la ciudad de Muhon.
-¡Oh, la ciudad de Muhon!- exclamo fingiendo sorpresa. -Eh oído rumores de corrupción, espero los culpables sean castigados.- murmuró con malicia. –Sera una gran oportunidad ¿No es así, Príncipe?
A Yoongi no le gusto como sonó esto último. Era sabido que deseaba tomar el control de dicha ciudad, muchos suponían que el motivo era independizarse del Sultán y dictar sus propias órdenes; oponerse a su padre para finalmente deshacerse de él y comenzar con su era de una vez por todas.
Otros simplemente creían que era lo justo, el príncipe Yoongi ya era un adulto y le correspondía por derecho ser gobernador de la segunda ciudad más importante del imperio y adquirir los conocimientos necesarios para cuando su momento llegase; algo completamente inevitable.
Pero la verdad era que solo pensaba en la mujer que llevaba a su hijo en su vientre.
Yoongi no podía hacer nada sin el consentimiento de su padre; los rumores eran la excusa perfecta para darle una patada en el culo a Sen, y tomar su lugar en el mandato.
-No habrá piedad, no se preocupe.- fingió ignorar cualquier tipo de insinuación. Sorbió de su té, poco interesado en mantener una extensa conversación con él. Azad así se llamaba el hombre, pobre de su hermana.
-Claro, ¿Sabe, usted que puede contar con mi ejercito cuando lo desee?- susurro insinuante.
Yoongi pudo haber roto la tasa en su mano si el material no fuera tan resistente. De no ser porque su participación en la próxima campaña seria clave lo habría acusado de conspiración. Ganas no le faltaban de ver su cabeza en una pica expuesta en la plaza principal.
Yoongi sonrió, alejando los sangrientos pensamientos a un lado.
-Gracias, Azad lo tendré en cuenta.
Hizo un esfuerzo enorme por no vomitar, el estómago se le revolvió de sobre manera al ver la sonrisa de satisfacción del tipo.
La imagen de la cabeza de Azad pudriéndose, rodeada de moscas fue suficientemente gratificante como para devolverle la sonrisa y ofrecerle un dulce de su guarnición personal al pobre desgraciado.
-Pero dudo que su presencia en mis aposentos tenga algo que ver con mis asuntos en Muhon. Ya entregué el informe al Visir Namjoon, él será el encargado de informarle con detalles. Y si de los festejos de la boda se trata, se encuentra en el lugar equivocado, nuestras sultanas son las encargadas del acontecimiento.
Azad sonrió sin gracia, una sonrisa irónica, tan desagradable como la barba canosa y enredada que no se molestaba en arreglar.
-Tiene usted razón. Estuve pensando, –despreocupadamente sorbió de su té antes de continuar- ...el futuro sultán de este gran imperio pasara a la historia como aquel que derribo a todos sus enemigos y conquistó las tierras de occidente y medio oriente.
-¿Cómo está usted tan seguro de sus afirmaciones, consulto algún brujo acaso?
-Por supuesto que no, eso enfadaría a nuestro señor.- Azad se humedeció los labios.-No es necesario ser un adivino para ver sus dotes de liderazgo. Usted maneja la espada como un gladiador romano... por cierto,- hiso un gesto con la mano al siervo que se encontraba junto a la puerta, este asintió y salió de los aposentos.-quiero dejar a su disposición a uno de mis mejores hombre.
- ¿Qué tiene este hombre que no haya tenido ninguno de los que sirvieron anteriormente en nuestro palacio a lo largo de nuestro reinado?
-Créame, es el mejor.-persuadió.-Insignificante comparado a lo que puedo ofrecerle cuando asuma el trono.
Yoongi vio los ojos codiciosos en Azad. Idiota, no había nada en este mundo que el tipo pudiera ofrecerle que él mismo no pudiera conseguir por sus propios medios. Hasta comenzaba a sentir un poco de pena por él. Debía ser demasiado estúpido para creer que podría manipular al príncipe como a un títere.
-¿Qué esta insinuando?- Yoongi expuso el malestar que le generaban esas palabras pero poco más pudo decir cuando las puertas de sus aposentos se abrieron.
-Majestad, este muchacho- dijo el hombre poniéndose de pie junto al chico que acaba de ingresar.- su nombre es Jimin. Ha servido en mi palacio por casi quince años y es intachable; Impecable en cada uno de los trabajos que se le asignó.
El joven se acercó en silencio y luego se inclinó frente al príncipe, fingía firmeza pero se notaba un poco nervioso.
Para Yoongi, Jimin se veía como un siervo más, indiferente a los demás. Solo algo delgado y de apariencia delicada. Bueno, eso sí era inusual y no correspondía a una persona que pudiera pertenecer al poder de un imperio. Sus enemigos dirían que ahora las mujeres también eran reclutadas para los trabajos de un hombre.
No podía aceptarlo, e iba rechazarlo pero un detalle llamo su atención, y fue como una bola de cañón cayendo pesado en su estómago.
A simple vista pareces un copito de nieve, pero luego de jugar contigo pienso que eres como un terrón de azúcar. La dulce vocecita se reprodujo en su mente y se sintió mareado.
Jimin besó el dobladillo de su ropa como se le había enseñado.
-Es un placer Jimin.- balbuceo.
No quería ver ese prendedor en el pecho del chico.
-El placer es mío, majestad.
Yoongi levantó la barbilla del joven, obligándolo a conectar las miradas. Y pudo reconocer los ojos del muchacho.
Guardó su recuerdo como una reliquia en su memoria; un tesoro que se negaba a olvidar. Siempre estuvo en su mente la inocencia y despreocupación del niño que adoró. No lo volvió a ver en las visitas ocasionales al pueblo. Ahora se encontraban de nuevo, frente a frente. Y no lo iba a dejar escapar.
🌹🌹🌹
Se sumergió en el agua caliente, los vapores cubrían los baños y apenas era consciente de la mujer que le ayudaba a lavar su cabello. El placer era tan grande que no pudo evitar dejar caer su cabeza a un lado y cerrar los ojos. El agua escurriéndose en su cabeza la puso en alerta. Los últimos meses los vivió aterra de morir ahogada, cada vez que el barco se cubría con agua o daba bruscos movimientos el miedo la asaltaba a ella y a sus compañeras.
-Tranquila, estas a salvo aquí.- la mujer volvió a enjuagar las hebras rojizas que ahora brillaban entre sus dedos.-Yo también llegue a este palacio de la mano del capitán Jackson.- susurraba con voz maternal.- la vida en el palacio es maravillosa, te encantara estar aquí.
Ella asintió relajándose en el tacto de la chica, tomar un baño se sentía tan bien.
-Por cierto ¿Cuál es tu nombre?- La joven desenredaba con sumo cuidado su cabello admirando el color de este.
-¿Qué caso tiene decirlo? La sultana escogerá un nombre para mí.
-No tienes que aceptarlo si no quieres. Aunque es una ofensa rechazarlo, la Sultana Lisa no se enojara contigo por eso. Ella tiene un gran corazón.
La chica se puso de pie cuando su cabello estuvo desenredado por completo, la mujer junto a ella tomo una toalla para secar su cuerpo y continuó:- La Sultana Lisa suele escoger el nombre de sus siervos tomando alguna característica física. Estoy segura de que escogerá algo bonito para ti. Ahora vístete que debo llevarte con Taehyung.
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