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Gotas de gran grosor golpeaban el suelo con fuerza formando canales de lodo en las huellas que marcaban las carretas de los caminos reales, mismos que conectaban a las ciudades más importantes del reino, pero él no lo sabía, nunca se había encontrado atravesando un camino igual, o al menos no lo recordaba.

La tormenta era aterradora, estaba desorientado y asustado, aunque no quería admitirlo se encontraba perdido, pero no podía volver sin su hermano.

Llevaba un par de horas buscando, no estaba seguro si lo había hecho en los lugares correctos, pero a medida que los minutos avanzaban el sentimiento de angustia crecía. Sus ojos se cristalizaban; por algún motivo el instinto lo llevo a ese camino pantanoso que acabo con ensuciar su túnica y extraviar sus sandalias.

Se recargo en la corteza de un árbol, al costado del camino, la lluvia aun no cesaba, se encontraba empapado, con frio y cansancio. Miro a ambos lados esperando encontrar algo; lo que sea que le dé un indicio de donde se pudo haber marchado.

De pronto un olor nauseabundo mezclado con la lluvia comenzó a invadir sus fosas nasales. Los mareos y dolores de cabeza no se hicieron esperar, quería vomitar y así lo hizo detrás de algunos arbustos de moras.

Levanto la vista limpiando su boca con la maga, decidido a seguir, pero inmediatamente se paralizo al ver un carruaje del palacio avanzar en su dirección.

Ingenuo fue al creer que podía resolver la situación sin que las criadas y los guardias reales notaran la ausencia de los príncipes por tanto tiempo. Nada podía hacer, enfrentaría el castigo... luego de encontrar a su hermano.

Pero los pies se enterraban en el barro y fue imposible ocultarse.

El carruaje se detuvo frente a él, esperaba encontrarse con algún enviado de su padre o, en el mejor de los casos, de su madre o abuela. La puerta se abrió, llenándose de alivio al ver la melena pelirroja de su hermano asomar. Sonreía ampliamente solo como él sabía hacerlo, tan radiante como siempre.

La angustia volvió a pesar; quería hablar, pero las palabras no salían.

La lluvia se detuvo y con ella el intenso impacto de esta dando lugar al llanto, no suyo y menos de su hermano quien aún sonreía; Un bebe, un recién nacido.

-¿Creíste que podrías ocultarlo?- hablo la tenebrosa voz de su padre saliendo de los labios de Hoseok. Esa brillante sonrisa se transformó en una sínica.

Como la de él.

La angustia se convirtió en pánico y él aun no podía hablar, tampoco gritar, movía los labios pero nada salía de ellos. Comenzó a mirar por los alrededores, ahora su objetivo era encontrar aquella criatura.

Debo protegerlo, pensó.

El camino de lodo poco a poco comenzó a tomar un color cobrizo, el olor nauseabundo ahora era más intenso y el llanto se alejaba a cada paso que daba. Pronto se vio cubierto por un rio de sangre que le cubría hasta las rodillas, luchaba pero era inútil, mientras más lo intentaba más se hundía...

-Suga~

Y... esa voz... otra vez...

Abrió los ojos un poco agitado, el sudor brotaba de todos lados, ya había aprendido a mantener la calma cada vez que sufría pesadillas, pero vaya que le costó. Observo el dosel de ébano en oro, rememorando las partes más relevantes de su sueño.

Lluvia...Carruaje...Sangre...Llanto...

Hoseok.

Tal vez ya era tiempo de hacerle una visita a Nurbanu.

Las telas que cubrían la cama fueron removidas, los ventanales abiertos de par en par permitieron la entrada de la molesta luz solar; entrecerró los ojos encandilados, tratando de enfocar a la persona que se encontraba frente a él: con la cabeza inclinada y enfundado en una túnica gris, supo reconocer las hebras rubias de aquel siervo fiel que era Taehyung. El turbante le sentaba muy bien, con la frente despejada y refinados rasgos atraía la mirada de las jovencitas del harem, Yoongi jamás lo hubiera aceptado como guardián de no ser por el certificado que le correspondía avalar un eunuco.

-Buenos días alteza- saludo cordialmente. Otros siervos lo acompañaban listos para escoger sus prendas y realizar el aseo personal. Con palangana de plata y algunos paños para lavarse el rostro, Taehyung se encargó de enunciarle las noticias más recientes divulgadas en el reino.

Pero su mente divagaba.

No era una mañana diferente a las demás, en el desayuno, ocasionalmente, estaba acompañado -¿Con quién? No importa, siempre variaba- visitar a su padre era rutina, participar en las juntas y decisiones del reino era cosa de todos los días.

Tarde o temprano tomaría el lugar del viejo Sultán y debía estar preparado para dicha responsabilidad, responsabilidad de la cual alguna vez creyó poder escapar, pero fue muy estúpido de su parte pensar en eso, tal vez un poco egoísta, pero soñaba con ello y en su mente siempre estuvo esa fantasía, la cual se esfumo con su perdida.

-Y finalmente, el sexto día de festejo por la boda de Lisa Sultán se está llevando a cabo sin incidentes. El pueblo se encuentra muy activo, no hay amenazas que reportar.

Yoongi fue vestido con prendas azul nocturno bordado en plata. Al terminar, con un simple gesto, los cinco ciervos que habían estado aseando la habitación y vistiéndole se marcharon. Taehyung fue el único que se mantuvo en su lugar a la espera de las órdenes de su príncipe.

-Ahora háblame de lo que realmente me interesa.

Taehyung inhalo una buena cantidad de oxígeno aun manteniendo la vista en el suelo, ver a un miembro de la familia real a los ojos era una verdadera falta de respeto que podía costarle la vida si la persona en cuestión no se encontraba de humor, sin embargo, no valía de nada mantener la vista gacha si eres portador de malas noticias.

-La señorita Jisoo se encuentra en el 6to mes de gestación. Actualmente está bien y estable, sin embargo...

Taehyung se aclaró la garganta, no se había preparado para infórmale lo siguiente a su alteza, se mordió el labio inferior y sus ojos comenzaron a vagar por los detalles de la alfombra bajo sus pies, Yoongi odiaba por completo eso, sabía que el rubio lo hacía cuando se encontraba nervioso o lo que tenía que decir no era nada agradable.

-Habla ya- dijo manteniendo la calma que sabía no tenía.

El tiempo habían hecho de aquel niño inocente y lleno de sueño un caos. Su temperamento había cambiado, y la tolerancia era algo que perdía con facilidad en los últimos años.

-La partera dice que... tal vez haya complicaciones- la voz de Taehyung sonaba angustiada, no se animó a decir más, lo que pudiera hacer o decir Yoongi le atemorizaba. Asimilarlo le atemorizaba.

-Dehesaste de ella, y llama a la señorita que asistió a mi madre en el parto de Jennie. Si el diagnóstico es el mismo entonces que haga todo lo necesario para solucionarlo, de lo contrario obtendrá el mismo destino.-Taehyung asintió, lamentablemente estaba acostumbrado a recibir órdenes de ese tipo, siempre las llevaba a cabo sin objeción, Ala lo proteja si tenía algo para objetar.

🍞🍞🍞

El ambiente sombrío en la cocina del palacio resulto ser húmedo y caluroso, nada más alejado de la realidad del día a día, sin embargo la cosas ahora se encontraban aceleradas y más tensas de lo habitual. Los asistentes corrían de un lado a otro con bandejas repletas de una variedad infinita de platillos, algunos clásicos otros exóticos, algunos dulces otros salados, también había agridulces.

¿El motivo?, pues una boda de tal magnitud era como agua dulce para las moscas. Aquellos que pretendían agradar al sultán jamás se perderían una oportunidad para colmar de regalo las manos de su alteza con el fin de contar con su protección, si así se requiere en alguna ocasión.

Como buen anfitrión, agasajar a los invitados era parte de un protocolo que se debía seguir, y si a través del lujo y la variedad gastronómica era la manera de demostrar un poco del gran poder que el imperio manejaba, entonces era un pequeño sacrificio que estaba dispuesto hacer.

-Oh por dios, quien es el encargado de la cocción de esta salsa.- Incluso el mejor cocinero del imperio había sido reclutado -por no decir obligado- a servir en la cocina del palacio, y por más en desacuerdo que estuvo de asistir a la realeza, este no dejaba de ser perfeccionista tanto en el lugar de trabajo como con sus recetas, ya sean propias o traídas de los rincones más aislados del mundo.

-Lo siento señor, fui a sacar los bollos del horno.- el joven menudo y desaliñado tembló, su primer día como asistente en la cocina y ya tenía una llamada de atención.

-¿Eres principiante acaso? ¿Sabes dónde estás parado y a quien le sirves?- la mirada del joven se mantenía avergonzada en el suelo sin saber que escusa formular.-Bota esto, esta horrible.

-Sí señor.-Se apresuró a tomar la cacerola y desaparecer, pero su jefe lo detuvo.

-Escucha, solo concéntrate en una cosa y deja que el resto haga su trabajo ¿Entendido?

El joven asintió y se marchó.

SeokJin podía ser un ser desagradable al fuego, pero en el fondo no era más que una persona pura con el corazón de oro más grande que sus asistentes más antiguos habían visto en un hombre tan joven y guapo como él. Y que su soberano no lo descubriera de lo contrario podría hacer las joyas más bellas, y de exuberante valor, si averigua que diamantes brillantes se encuentran incrustados en su interior.

-¡Seokjin!- atreves de los pasillo que recorrían el ala oeste del palacio se hizo eco la voz de un joven que el cocinero pedía a Ala no escuchar, ver la oscura melena asomar por las puertas de la cocina significaba más trabajo.

-Por favor, Jaebum, dime por una vez que solo vienes a robar de los dulces destinados al harem.

-Sabes que no me gusta cargarte con más trabajo del que puedes soportar, pero el sobrino de nuestra sultana se encuentra en camino y sabes que es el favorito del Sultán desde que... bueno ya sabes...El príncipe desaparecido.- susurro cubriendo su boca.

-Cállate, que no te escuchen, podrían cortarte las manos de solo mencionarlo.

-Lo siento.-este miro al suelo avergonzado.

-¿Y bien? ¿Cuáles fueron las órdenes exactas?

-Pues, se hará un banquete.

-Lo imagine, ¿Cuántas personas? ¿Alguna recomendación especial?

-Bueno, además de la familia real y su sobrino habrá otro invitado.

-Siempre llega un colado a la fiesta.

-Pues, tengo entendido que no es cualquier invitado, no se su nombre pero sé que es un pirata al servicio de su majestad en los mares del mediterráneo.

-Bien, supongo que puedo hacer algo con eso.-El cocinero giro sobre sus pies atravesando el caos como si de una hoja arrastrada por el viento se tratase, ignorando todo el alboroto a su alrededor. Busco entre los estantes un viejo libro de cocina con recetas originarias de aquella zona.

-Me retiro, al parecer este hombre de mar trajo algunos peces consigo y debo encargarme de avisar a Taehyung para que realice el control de calidad.

-Claro...

Seokjin se despidió con un gesto, sin levantar la vista de aquel libro.

🍃🍃🍃

Taehyung golpeo con fuerza la pared de concreto en su habitación, descargando la furia y la rabia acumulada en sus puños. Una lágrima rabiosa se deslizo por su mejilla la cual rápidamente se encargó de quitar con el brazo. Cada día que pasaba en el palacio su estabilidad se deterioraba un poco, si continuaba así no lo soportaría ni un segundo más.

Llevaba algunos pocos años como eunuco interno del harem del Príncipe Yoongi, sin embargo, se había ganado la confianza del príncipe a tal punto que se volvió encargado principal de las finanzas, la caridad y la correspondencia personal del sucesor, pero nunca creyó que se metería en un gran lio cuando recibió y acepto el título de efendi, justo después el príncipe le confió la responsabilidad más grande de su vida.

A riesgos de ser descubierto y castigado por el sultán, Taehyung acepto, sin dudar, encubrir y proteger a la señorita Jisoo y al pequeño príncipe en su vientre.

El llamado a la puerta lo devolvió a la realidad y se vio obligado a tomar aire y relajarse.

Sereno debía mostrarse a ante los miembros del palacio, pues era el reflejo del príncipe que algún día gobernaría el mundo.

Sonrió amargamente.

Absurdo, se autoproclaman con el fin de llevar acabo las atrocidades más horridas sin recibir mella alguna. Pensó.

Si realmente existiera un dios justo, el castigo divino seria su condena. Sin embargo, las esperanzas le fueron arrebatadas cuando apenas comenzaba a pastorear el rebaño entre los claro de las afuera del reino; ya no se dejaba engañar con cuentos para asustar a los "infieles".

Jalo de los picaportes para recibir a la visita. En segundos el mundo se puso de cabeza recordando que jamás debía bajar la guardia, no importa donde se encontrara.

Observo a la joven de cabellos dorados abrirse paso sin devolver la mirada. Ni con quien.

-Por favor, dime Tae, ¿Cómo está ella?

Sin reparar en el joven en el suelo se dirigió al escritorio del eunuco, revisando y revolviendo cuanto papel tocaba con sus blancas y delicadas manos. Buscaba algo con desesperación, ignorando el hecho de que Taehyung se encontraba haciendo su mayor esfuerzo por levantarse y no quejarse del golpe punzante en la cintura.

-Tranquila, no me descaderaste con el golpe.

-Oh, lo siento ¿Te duele?- ella se giró, tomó su brazo y lo ayudó a sentarse correctamente sobre el pequeño diván de terciopelo.

-Estaré bien, no fue tan...

-Perfecto- le interrumpió- ¿Leyó mi carta?

TaeHyung suspiro rendido. De entre los huecos de su manga extrajo un pequeño cilindro metálico, simple y llano, sin sello ni nada que lo identifique.

-Su respuesta.

La joven se lo arrebato de las manos, destapando y sacando de su interior un pequeño pergamino perfectamente enrollado. Arrojo el cilindro, este aterrizando en el pecho del rubio quien dio un pequeño brinco ante el impacto.

Leyó la carta con una bella sonrisa adornando su rostro, pero un atisbo de tristeza surcaba en su mirar. ¿Cómo engañar a una sultana?

-¿Cuánto de sus palabras son ciertas?- interrogo al concluir. –Sé que las cosas no marchan tan bien como ella dice... o cree.

Ese pequeño nudo en su garganta se hacía presente nuevamente y la piedra que cargaba en su estómago se volvió más pesada.

-El futuro es incierto, mi sultana.- susurro tan inestable como imposible ocultar.

-¿Qué tan incierto?

Taehyung dirigió su mirada al pergamino que la Sultana Lisa dejo caer al hurgar en su escritorio. Ella lo tomo entre sus manos y barrio con atención cada palabra.

-Sultana, no llore- Taehyung hablo con la voz a punto de quebrar. En ese momento, Lisa noto las lágrimas caer sobre el papel, difuminando la tinta que expresaba el peligro que corría la joven en estado.

Dejo caer la carta al suelo como si el simple acto de tocarla podría contagiarle de una enfermedad muy grave. Recargo sus brazos sobre el lugar de trabajo del rubio e inmediatamente su mano se dirigió a un pañuelo femenino, perfectamente doblado, asomando en un pequeño cofre viejo y desgastado sobre la mesa de madera caoba.

-Eres eunuco, Taehyung, pero eso no te impide amar.-afirmo limpiando sus lágrimas en una voz forzadamente serena. –Soy consciente de los sentimientos que guardas por Jisoo; es dueña de tu corazón ¿Me equivoco?

TaeHyung abrió sus ojos en demasía, sonrojado ante tales palabras. Hizo un asentamiento leve a pesar de que lisa se encontraba dándole la espalda, se esforzó por no responder lo que su mente gritaba por confesar:

No la amo, nos amamos.

-Lo supe por tus ojos... Nos volvemos nuestros propios enemigo cuando no controlamos nuestros sentimientos sobre nuestras acciones.- de pronto Taehyung se preguntó qué tan imprudente había sido como para que una sultana lo descubriera de ese modo. ¿Qué haría ahora con esa información?- Por suerte para ti, los hombres de mi familia son estúpidos y no entienden de la materia. Tranquilo nadie lo sabrá- ella hablo como si leyera sus pensamientos.

Un simple acto o incluso pensamiento indebido hacia cualquiera de las mujeres del harem era motivo de encarcelación y castigo.

Jisoo no es una mujer cualquiera del Harem.

-Quisiera yo estar entre los brazos de quien me mire de la misma forma. En ese sentido ambas somos desdichadas.- rio con sorna.

-Sultana, usted ahora está casada.- susurro el rubio e inmediatamente se reprendió por hablar. Sabía él de las noches sin dormir que estuvo la joven, llorando por un matrimonio indeseado; a conveniencia de los intereses del reino.

-No es secreto para ti que Jisoo sea mi mejor amiga, la única sincera y verdadera que he tenido.- hablo –ella supo de mis infantiles deseo de huir y ser feliz junto al hombre que amo.

-¿Sultana?- Taehyung reaccionó sorprendido a sus palabras.- ¿Quién...?

Ella lo interrumpió.

Volvió su mirada a Taehyung causando escalofríos en el joven eunuco, calculadora como su hermano, ojos fríos como los de su padre, pero amable y cordial como solía ser su madre. Así era Lisa.

-Estas son mis órdenes: -espeto.- si algo le sucede a Jisoo, que Ala no lo permita...-susurro esto último- tú serás el guardián del niño en su vientre, serás responsable de su crianza, educación... serás responsable de su seguridad...Y su felicidad ¿Entendido?

Taehyung se inclinó, ante su Sultana.

-Que mis extremidades sean arrancadas y mi cuerpo arrastrado por la plaza en agonía si no logro cumplir con sus expectativas.

Lisa se marchó satisfecha, no contaba con lo que sus órdenes significaban para el rubio. Estaba dispuesto a hacer lo que sea por Jisoo y el bebe. 

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