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UNO | AQUELLOS OJOS GRISES QUE TANTO DAÑO ME HICIERON

«Necesitaba alejarme y escribir tranquila y disfrutar de ese momento conmigo misma»

Nika.

—¿Cuándo crees que podrás terminar la novela, Nika? La editorial está dando prisa.

La joven que estaba recogiendo sus cosas tras la última firma de libros que tuvo esa tarde, miró a su editora, cansada de repetirle siempre lo mismo.

—Esther, todavía me quedan 12 capítulos para acabarla.

—¿Y tienes fecha prevista para acabarla? —dijo Esther antes de ver el rostro que le estaba poniendo la joven novelista por sus prisas—. Si lo sé, estoy siendo una pesada y lo siento, pero sabes como funcionan las cosas aquí.

Nika suspiró, tomó su rebeca y su bolso y salió de la librería tras despedirse amablemente de los trabajadores. Ambas mujeres caminaron por las calles de aquel lugar en el atardecer.

—Soy consciente de ello. Pero dile a la editorial que puede esperar un mes, después de esa fecha tendrán el manuscrito por completo —contestó Nika, echándose un mechón de su cabello oscuro detrás de la oreja.

—Vale, un mes... —Su editora no le hizo demasiada gracia que esperase tanto, pero tampoco podía meterle más prisa a una de las mejores escritoras que tenía en ese momento su editorial—. Por cierto, ¿celebramos que acabas de tener éxito de ventas con tu novela "Asesinato a las 3 de la madrugada"?

Nika miró a su amiga y sonrió.

Lejos de que fuese su editora, pasaban tanto tiempo juntas entre gira y gira que ya la consideraba una buena amiga.

—Gracias, pero estoy cansada y quiero irme a descansar al hotel tras la gira —contestó. —Por cierto, a partir de mañana no estaré disponible durante el próximo mes. Así podré acabar la novela tranquila, sin que nadie me presione.

Esther se quedó callada mirando a Nika, pensativa en que contestarle y sin gustarle que le dijese todo aquello. Pero era ella la que escribía la novela y debía hacerlo a su manera. No era nada común que Nika dijera aquello, siempre estaba disponible, pero eso era nuevo.

—Vale, pero ¿dónde estarás?

Nika se paró en medio de la calle y sonrió.

Era pleno agosto, a punto de empezar septiembre y el calor por aquellas calles españolas era bastante notable.

Nika le lanzó una mirada de advertencia junto con aquella delicada sonrisa y cada vez que hacía ese gesto, significaba que no siguiera por ese camino. Nika era muy privada en cuanto a sus pensamientos, a su vida y Esther la comprendía, aunque no era nada parecido a la joven, era todo lo contrario.

Cualquier problema que Nika tuviese, jamás nadie lo sabría. Lo vivía todo muy en privado y no siempre eso era bueno para ella. Pero a pesar de ello, su sonrisa siempre estaba presente y Esther la admiraba por ello.

—Vale, me ha quedado claro que no quieres que nadie te localice. Pero no te olvides de mi —advirtió divertida mientras cada una iba al hotel para separarse después hasta la próxima vez que se viesen.

—¿Cómo voy a olvidarme de mi editora? —bromeó con aquella sonrisa y Esther rio por ello.

Ambas se despidieron y la joven Nika llegó a su cuarto, recogiendo sus maletas ya echas y luego bajar nuevamente, donde el chófer del hotel la esperaba en aquel coche negro.

Nadie sabía a donde iba a ir, pero ella quería disfrutar de los últimos capítulos de su novela y pasar unas vacaciones en Portugal, tranquila y viviendo aquella experiencia.

Pasaron la frontera en poco tiempo y a las 4 horas ya estaban cerca de la costa de Portugal.

El chófer del hotel la había dejado antes de pasar la frontera, donde la esperaba un taxista y este la llevase al hotel en el que se quedaría durante toda su estancia en Portugal.

Era casi la 1 de la madrugada y el calor era asfixiante, ni el aire acondicionado del coche ayudaba demasiado. Llevaba solo una blusa blanca que dejaba ver la línea que hacía sus pechos gracias a su sujetador y ya estaba deseando llegar a su hotel para poder darse una ducha bastante fría. Pero de ahí a cuando llegasen a su hotel, faltaba bastante rato.

Entonces, el teléfono del taxista sonó y él contestó con el manos libres, escuchando toda la conversación la joven escritora que estaba sentada atrás.

Una mujer agitada se escuchaba de fondo, diciéndole al taxista que ya había roto aguas y el conductor frenó el coche, contestando a su mujer corriendo.

Cuando acabó la conversación, este se giró y, con un rostro desencajado, quizás por el susto y por la desesperación de irse, dijo;

—Señorita, sé que debo llevarla al hotel que me ha comentado, pero debo irme corriendo.

La joven, sin saber que decir, asintió, y comenzó a quitarse el cinturón para poder dejar el taxi libre.

—Claro, claro. ¿Me puede decir donde está la parada de taxi más cercana?

—Me temo que por este rincón no suelen haber muchos taxis. Pero ahí tiene un chiringuito. El dueño posee un edificio de apartamentos donde alquila habitaciones, podrá quedarse a dormir ahí. —Se bajó para ayudarle con sus pertenencias en el maletero y se las entregó, mientras señalaba el lugar—. Debo irme, de verdad. Perdóneme.

—Váyase, no se preocupe.

Una vez el taxi dio media vuelta para volver, la joven escuchó su móvil y, al mirar quien la llamaba, descubrió que tenía varias llamadas perdidas de su editora. Miró al cielo nocturno de Portugal y cuando fue a desbloquear el móvil para llamarla ella misma, el móvil se quedó sin batería para más mala suerte.

—Se ve que hoy es mi día.

Guardó su móvil y fue caminando hacia el chiringuito de playa que el taxista le había dicho y le gustó la primera impresión del lugar. Era bastante amplio, con mesas en interior y una terraza bastante grande frente a la playa.

Era la 1 de la madrugada y se preguntó Nika porqué seguía abierto si no había casi nadie en la playa. Al entrar al lugar, el olor a mar, las paredes llenas de cuadros del país y el ambiente, le fascinó a la joven.

Habían 4 personas; 3 hombres mayores en la barra del lugar y un camarero que limpiaba los vasos de los clientes. Estaban todos entretenidos en una conversación, cuando los tacones altos de las botas de la joven comenzaron a hacer ruido por el lugar, haciendo que todos los hombres la mirasen.

Nika sonrió y saludó a todos los que estaban ahí.

—Buenas noches, caballeros. ¿Alguien podría dejarme un teléfono para llamar? El mío se me ha quedado sin batería.

El camarero, que debía tener la misma edad que Nika, embobado por la belleza de ella, asintió y sacó su móvil de su bolsillo para dárselo.

—Claro. Tome.

Ella se lo agradeció y llamó a su editora para luego caminar por el bar hasta llegar a una columna para que nadie tuviese que escuchar aquella conversación.

De la cocina salió un hombre alto, rubio, con barba de unos días y muy atractivo. Era el dueño del chiringuito playero y tenía un toque surfero que volvía loca a cualquier mujer, pero a él no le interesaban demasiado desde hacía un tiempo.

Al ver todo el revuelo que se había formado en pocos minutos, sobre todo como todos los hombres miraban hacia una columna en específico, él se interesó, divertido por ello.

—¿Qué es lo que tanto les divierte?

Uno de los hombres que tendría unos 65 años, señaló la columna y dijo;

—Una joven exuberante. ¿No la has visto? —Miró hacia el joven treintañero que era dueño del chiringuito y al ver que negaba con la cabeza, continuó. —Como para no verla.

—Está como un queso —dijo el otro hombre de unos 78 años.

Y el joven camarero les siguió sin dejar de mirar hacia la columna, deseando que se asomara un poco la joven.

—No todos los días se ve una chica así.

El joven rubio miró a uno de los hombres mayores y limpiando uno de los platos, dijo;

—Como te vea tu mujer...

El tercer cliente de unos 68 años, levantó las manos y negó con la cabeza.

—Solo la estoy mirando, a mi mujer jamás le haría eso.

—Yo sí. —Levantó la mano el de 65 años.

A lo que todos respondieron;

—Y por eso te has divorciado 4 veces.

Una pierna, que comenzó a dar golpecitos en el suelo con su tacón de color marrón con aquellos pantalones vaqueros ajustados, hizo captar la atención al dueño del local. Jeremy se quedó mirando para esa chica, esperando ver que tan guapa era para que montase tanto revuelo en su chiringuito con los hombres más aburridos del año, cuando la joven se movió y se giró, dejando que Jeremy la viera desde la lejanía.

El hombre se quedó petrificado al verla y descubrir no solo que era tal cual sus amigos la describieron, sino que estaba mucho más hermosa que la última vez que la vio, con el cabello mucho más largo que antes y con un cuerpo mucho mejor trabajo por el gimnasio. Había pasado muchos años desde la última vez que la vio en aquel piso de Nueva York y la expresión de es hombre era de sorpresa y estaba completamente quieto al verla.

El plato que llevaba en su mano se resbaló de sus manos, haciéndolo añicos y consiguiendo que todos lo mirasen, incluido la joven. Pero fue tan rápido agachándose en el suelo, que Nika no lo consiguió ver con claridad.

Nika cortó la llamada y se acercó nuevamente al camarero para devolverle el móvil.

—Muchas gracias, Leopoldo —dijo, mirando hacia el nombre que él tenía escrito en un pequeño identificador de su camiseta azul.

El joven no supo que contestar que se quedó sonriendo para la joven. Pero los otros hombres, sin que Jeremy se atreviera a levantarse del suelo, comenzaron a hablar con ella.

—¿Se ha perdido, jovencita?

—Pues la verdad es que si. —La joven se sentó al lado del hombre de 65 años y continuó. —Iba para un hotel, pero me ha quedado bastante lejos y el chófer tenía bastante prisa y no podía llevarme.

—Podrías pedirle al dueño que te de una habitación en su apartamento. Está a 200 metros de aquí, pero merece la pena —dijo Ricardo, el más mayor de todos.

—Pues le preguntaré. ¿Qué es lo que está tomando? —cuestionó, mirando hacia el plato delicioso que tenía ese hombre.

—Bacalhau à brás, un plato típico portugués. Delicioso. Puedes pedirle al dueño que te lo prepare. Hace unos platos riquísimos.

—Lo pediré —contestó sonriente y simpática hacia aquellos hombres.

—Aunque para tomárselo a la 1 de la madrugada, solo este hombre lo haría —contestó Joao, el hombre de 65 años.

—Dudo que me vaya a dormir esta noche. No me resultará ningún problema —respondió, recordando que se pondría a escribir en cuanto llegase a la habitación que le habían dicho—. ¿Y el dueño?

—Lo dejaste tan prendido que se le cayó un plato y ahora lo está recogiendo. —Señaló el suelo, detrás de la barra y ella elevó la ceja sin comprenderlo.

Jeremy, que seguía recogiendo los trozos del plato, aprovechando que podía esconderse de ella, no pudo quedarse más tiempo ahí y se levantó, preparándose para la escena que vendría. Y cuando los ojos oscuros de ella se clavaron en los grises de él, ambos se quedaron petrificados por ello.

La sorpresa, tanto de él como el de ella, era bastante notable ante aquellos hombres que estaban alrededor de ellos. Y una burbuja invisible los sumergió, volviendo las imágenes del pasado. Todo lo que vivieron juntos comenzaron a aparecer en su mente y la primera en reaccionar fue Nika, que parecía no dar aquella escena que Jeremy estaba temiendo.

—Jeremy... —susurró ella, con la voz algo afectada al verlo, pero sin levantar la voz. Y Jeremy le afectó más escuchar aquella voz de Nika.

Jeremy se sorprendió ver como esa chica no le gritaba después de como habían acabado las cosas entre ellos, de haber sido un idiota con esa chica y haberle dado ilusiones para luego arrebatárselas como un ser despiadado. Y no había día que Jeremy no se arrepintiera de aquella noche de acción de gracias en aquel piso de Nueva York.

Ambos habían cambiado mucho en 5 años.

5 años de ausencia en el que ambos no supieron nada del uno al otro y para Nika fue mejor así, no saber nada de él. Pero Jeremy no pensó lo mismo.

—Hola Nika.

No dejaban de mirarse y habían similitudes en las miradas de ambos, pero el momento se estropeó cuando el interés de los amigos de Jeremy hizo de las preguntas inoportunas un concurso.

—Vaya... ¿Se conocen? —cuestionó el trabajador de Jeremy.

En cambio, el joven rubio estaba tan impresionado por verla que no respondió, porque ni siquiera escuchó la pregunta, temeroso e hipnotizado por esa joven dama.

—Fuimos novios hace unos años. —Rompió la conexión la joven, cambiando su mirada hacia sus manos, incómoda por ello.

—¿Qué? Esto se pone mejor que la telenovela que veo con mi mujer —respondió uno de los hombres mayores.

Uno de ellos se rio de él.

—¿Desde cuando ves telenovelas?

—No he dicho nada.

El dueño del local no sabía exactamente que decir, que responder, pero sentía la necesidad de hablar horas y horas con ella. Pero sabía que no se merecía ni un solo segundo del tiempo de ella para que lo escuchase. No después de lo que le había hecho.

Nika seguía notando la mirada de Jeremy sobre ella y sentía que el sitio se hacía cada vez más pequeño.

—¿Cuánto hace de eso? —cuestionó Joao.

Y nuevamente, ante un callado dueño de local, que impresionó a todos sus amigos por lo callado que estaba, Nika respondió;

—5 años.

Uno de los más mayores le preguntó;

—¿Tienes lengua, Jeremy? —Miró a la joven y continuó. —Normalmente no es así de callado.

La joven novelista asintió, dándole la razón al señor.

—Ya lo sé. Fui su novia. Cuando salíamos era el que más hablaba y a mi me gustaba escucharle.

Jeremy arrugó su entrecejo ante la respuesta de ella y luego hizo un amago de sonreír, pero lo borró de inmediato.

—Sin duda, esta es la noche más interesante que he vivido en años —susurró Ricardo, tomando un poco de su cerveza.

—¿Quién dejó a quien? —cuestionó Leopoldo, el joven camarero quien estaba interesado en la escena.

Y esa pregunta no se hacía.

Jeremy se sintió incómodo y no quería hacerla sentir peor a ella por lo chismosos que eran sus amigos. Y dijo la mayor mentira que podría imaginarse.

La miró a ella y susurró;

—Mutuamente.

Nika sonrió con burla ante esa respuesta de él. Lejos de como podría quedar, no le gustaban las mentiras y menos en eso. Después de todo lo que había sufrido cuando su relación terminó, no podía ni imaginarse esa respuesta.

¿Mutuamente? Siempre alguien de los 2 iniciaba la ruptura, así que para la joven Nika, dejar una relación mutuamente, no era del todo cierto. Y en la versión de ella, no quería dejar aquella relación, solo Jeremy y eso la destrozó con apenas 19 años. Ahora con 24 era lo suficientemente madura para decirlo sin que le afectase tanto como en aquella época.

Jeremy aguantó la respiración.

—No fue mutuo. Él me dejó a mí.

El camarero elevó la ceja y un silbido por parte de uno de los mayores se escuchó. Jeremy se quedó serio, más de lo que normalmente era siempre.

—Vaya... ¿Cómo has podido dejar a una chica así? —cuestionó Joao.

Jeremy no contestó. Se dignó a apretar la mandíbula, cruzarse de brazos y mirar hacia un punto fijo de la barra.

Nika apretó sus labios y no quería ver así de incómodo a ese hombre, del cual estuvo enamorada muchos años. Y le dio un punto a su favor que jamás creía que le daría.

—Tendría sus motivos.

—¿Le tienes rencor? ¿Yo se lo tendría? —cuestionó Leopoldo.

Jeremy clavó su mirada en ella, arrugando su frente y notando como su corazón comenzaba a golpearlo con fuerza.

La joven tardó bastante en responder, pensando bien su respuesta. Recordó lo mal que lo había pasado aquella navidad cuando tenía 19 años. Y mentiría si no sintió rencor en esa época por él. Pero también era cierto que Jeremy había sido su primer novio y con el que más intensidad había vivido. Todas sus primeras veces había sido con él. Pero el tiempo le fue enseñando que el rencor no era bueno para vivir y poco a poco ese sentimiento fue desapareciendo.

Todos los hombres la miraban, esperando una respuesta de ella y contestó;

—No... Si lo tuviera, significaría que no he pasado página y estaría estancada. No se debe tener rencor a nadie —susurró. —Lejos de como acabó, tuve mis mejores momentos con él.

Ambos volvieron a mirarse, hasta que ella rompió el contacto visual, nuevamente.

Y Jeremy habló por fin, dejando todo ese tema a un lado, porque nadie más le debía importar, solo a ellos 2.

—Bueno, he escuchado que necesitas un sitio donde quedarte.

Nika asintió, pensativa si era buena idea quedarse todo ese tiempo para acabar su novela en el edificio de apartamentos del que fue su primer amor.

—Si —susurró, no muy convencida.

Jeremy carraspeó y dijo;

—Todas las habitaciones están libres. Puedes quedarte en mi edificio todo el tiempo que necesites. Tendrás bastante espacio.

—Necesito acabar un trabajo, así que estaré bastante tiempo en Portugal. —Siguió pensando mientras Jeremy tenía el corazón en un puño—. Quizás me quede unos días y luego me marche al lugar que iba a ir.

2 o 3 días podría quedarse y seguir con su camino, dejando de lado todo aquello. Y Jeremy la comprendió.

—Claro.

—Oye —inició ella, también queriendo cambiar de tema—. ¿Podrías prepararme ese plato? Tiene buena pinta.

—Es algo pesado cenar eso a la 1 de la madrugada para dormir después —dijo Jeremy también.

Ella lo miró para responderle;

—No pensaba dormir hasta las 5 de la mañana.

—¿Qué trabajo es ese que no te deja dormir? —preguntó Joao.

—Soy novelista.

—Espera... ¿Nika Roselló? ¿La escritora de misterio? —preguntó Leopoldo y el único que no se sorprendió fue Jeremy, quien miraba la escena apoyado en la barra del bar—. Vaya... Se pone mejor la cosa. ¿Sabes que tu ex novio es tu mayor fan?

El rostro de Jeremy fue tal, que empezó a erguirse y buscar la salida más cercana.

La que tampoco se quedaba atrás de la sorpresa fue la joven, que miró al camarero y preguntó;

—¿En serio?

Leopoldo asintió y Jeremy dio media vuelta y dijo, entrando a la cocina;

—Voy a prepararte el plato. —Se marchó desinteresado.

Pero los demás siguieron hablando con ella.

—Un día cogió su coche y se marchó a Madrid, a una de tus firmas de libros e hizo 2 horas de cola para que le firmases un libro —siguió Leopoldo.

Ella arrugó su frente, tratando de recordar aquella firma de libros y no, no podía ser cierto. Si lo hubiese visto sabría que era él. Jamás lo había olvidado.

—¿Qué? No... Si hubiese sido así, lo hubiese reconocido.

Él, desde la ventana de su cocina, dijo;

—Llevabas horas firmando libros y se te veía con cara de cansada y yo tenía una gorra con gafas de sol para que no me reconocieras, tanto que uno de los guardas casi me echa porque parecía un sospechoso, pero tu me lo firmaste y le pediste al guardia que no se preocupara. —El joven sonrió, recordando aquel día, casi tanto que recordaba todavía que ropa llevaba ella, con aquella bufanda blanca que una vez él le regaló—. A parte de que te pedí que me firmases con mi segundo nombre; Alexander.

La joven Nika se quedó pensativa, negando con la cabeza y sin entender nada de porqué el seguía interesándose por ella. Después de como acabaron las cosas, de como la dejó rápidamente para esfumarse y no volverle a ver jamás. Ni siquiera en aquella cafetería que solían encontrarse antes de ser pareja en esa época.

Al rato, él volvió con el plato de ella. Se lo colocó cuidadosamente frente a la joven y el plato estaba tan bien cuidado, con toques decorativos, que uno de los mayores dijo;

—Vaya, está muy bien cuidado el plato. Y a mí me lo dejas así, sin más...

Jeremy ignoró lo que había dicho ese hombre y se interesó por ella.

—¿Quieres agua o un zumo? —preguntó él.

—Ofrécele un buen vino que tienes guardado —contestó Ricardo.

Nika calló, esperando escuchar que le decía Jeremy y ver cuanto se acordaba de ella después de tantos años.

El dueño miró al hombre y dijo;

—No puede tomar alcohol.

Nika se dirigió hacia el señor y continuó;

—Soy intolerante al alcohol. Mi cuerpo no puede procesar el alcohol como otras personas.

—Vaya... —susurró él, levantando la copa y diciendo. —Pues menos mal que a mí no me pasa. Salud, niña.

—Yo no sé como has podido salir con este señor, es un gruñón —dijo el más mayor de todos.

Y Nika comenzó a reírse a carcajadas por la frase tan certera de ese señor. Y la preocupación de Jeremy por ella fue en aumento al verla con aquel ataque de risa. Jeremy miró enfadado al hombre.

—Pero, ¿qué haces? No la hagas reír demasiado. Nika, ¿estás bien?

—¿Qué? ¿Tampoco puede reírse? —cuestionó Joao.

Y Nika empezó a relajarse antes de contestar ella misma.

—Estoy bien, Jeremy. —Colocó su mano sobre el hombro de ese hombre y pareció que a Jeremy le habían dado electricidad y seguía sintiendo aquella conexión que tuvieron en su pasado—. Parece que te preocupas más por mí que yo misma. —Se dirigió hacia el señor para contestarle. —Tengo cataplexia, si me rio bastante, pierdo fuerza muscular y puedo llegar hasta perder la consciencia. Pero tomo mi medicina para que no me pase tan a menudo o no tan fuerte.

Jeremy asintió, relajándose al ver que ya estaba más tranquila y dijo;

—La primera vez que la hice reír demasiado, sus piernas flaquearon y cayó al suelo, gracias a que pude tomarla antes de que se diera, me asusté mucho. Pensé que le había pasado algo.

—¿Y no puedes reír? —cuestionó Leopoldo.

—Si que puedo, pero si me da un ataque de risa, lo más probable es que pierda fuerza. Es raro la verdad. Pero Jeremy, lejos de lo preocupado que se vea, siempre me ha hecho reír y solo me ha pasado 2 veces en nuestra relación. Tuvo bastante cuidado de ello. —La joven sonrió, recordando aquellos momentos que siempre recordaría.

Ella empezó a comer mientras hablaban animadamente con todos. Y Jeremy era el único que no hablaba, solo la miraba mientras sonreía muy simuladamente. Sintió algo en el pecho al reencontrarse con esa chica y lo que creyó que moriría cuando él tenía 27, se reavivó a sus 32 años. Pero decidió que no debía ir por ese camino, porque sabía que el que se quemaría ahora iba a ser él, después del daño que le había hecho a aquella joven.

—Esto estaba riquísimo —dijo ella una vez acabó su plato—. ¿Me puedes decir donde está ese apartamento?

—Si claro, te voy a acompañar.

Ella sacó un billete de su cartera y se lo entregó al camarero Leopoldo.

—Quédate el cambio.

La joven recogió sus cosas, pero Jeremy la ayudó con su maleta y se marcharon fuera del chiringuito playero, dejándole a Leopoldo las llaves para cerrarlo cuando acabasen sus amigos.

Y una vez ellos se marcharon, todos ellos empezaron a hablar sobre aquella escena.

—No me creo que fue él quien la dejase. Si se le ve enamorado todavía —dijo el más mayor de todos.

Y Joao dijo;

—Estoy seguro que el viaje en coche va a prometer.



***

Hasta aquí el primer capítulo de NEP.

¿Que les ha parecido?

De momento, ¿que personaje les intriga más?

Una vez más, muchas gracias por estar ahí, leerme, votar y comentar.

El siguiente capítulo lo subiré el sábado. En principio subiré 2 capítulos semanales. Así que si veo que mucha gente lo lee, seguramente termine subiendo 3 o 4 capítulos semanales.

Tendrá 10 capítulos en total, pero muy, muy largos todos ellos. Incluso este primer capítulo es el más corto que he escrito de NEP.

Nos leemos el sábado :3

Patri García

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