TRES | AQUELLAS DISCUSIONES QUE NO PENSÉ QUE SE REPETIRÍAN
«No fue hasta ese momento en el que me di de cuenta cuanto daño le había hecho»
Jeremy.
Una canción de radio sonaba por todo el cuarto de baño, mientras un hombre rubio y atractivo salía desnudo de la ducha, buscando una toalla para poder secarse.
Una vez lo hizo, se colocó la toalla sobre sus caderas y limpió el espejo del baño con la mano, quitando la humedad de este y poder verse en el espejo. Al verse, se encontró con un hombre más maduro que los últimos años, sobre todo cuando conoció a Nika.
Al recordarla, no pudo evitar sentirse de mil maneras con aquella joven que se encontraba justo en el piso de abajo que el suyo. Podía bajar las escaleras y tocar su puerta, estaba solo a escasos metros de él, de su cercanía, pero sabía que las cosas no estaban tan bien entre ellos después de todo lo que ocurrió y, aunque Nika lo escondiera frente a él, podía notarse que no estaba cómoda a su lado. Y él la comprendía.
Jeremy se miró y deseó poder tener el valor de pedirle perdón, de sentarse ha hablar con ella y poder explicarle las cosas desde su punto de vista. Pero no por ello significaba que no hubiese sido un capullo integral con aquella joven, porque lo había sido de la peor manera posible.
Se miró la barba de varios días y se debatió si afeitársela o, por el contrario, seguir con ella. Y al imaginarse a Nika y por como se sonrojaba con él, juraría que quizás le gustaría a esa joven su pequeña barba. Por lo que se decantó con peinarse lo más rápido posible, colocarse un poco de colonia como acostumbraba y vestirse.
Por el camino en su gran ático, no dejaba de preguntarse como se encontraría Nika, ya que hacía más de 2 días que no la veía y se preocupó por ella, imaginándose que estaría sin dormir a consecuencia de su novela. La conocía tan, pero que tan bien, que incluso podría imaginarse que estaría con el escritorio lleno de hojas arrugadas, garabatos y muchas tazas de café cerca de ella.
Negó con la cabeza mientras le preparaba una taza de chocolate antes de ofrecérsela.
Cerró la puerta de su ático y luego bajó las escaleras de su edificio hasta llegar al piso de abajo.
Antes de tocar la puerta, se quedó unos segundos nervioso a sus 32 años por una mujer. Pero no era cualquier mujer... Era la mujer y, aunque le costó mucho tiempo en admitirlo, hacía años que ya sabía el gran error que había cometido aquella noche de acción de gracias.
Tocó 2 veces la puerta y de fondo se escuchó una dulce voz algo cansada y agobiada.
—Está abierta.
Ante la respuesta de la joven, él apretó la mandíbula, cabreado por ello y por saber que dejaba la puerta abierta de su piso. Lejos de que estuviesen solos ellos 2 en aquel inmenso edificio, no podía garantizar que hubiese algún vulgar ladrón y le hiciera daño a ella. Y jamás se lo perdonaría.
Abrió la puerta, se asomó y frente a él, justo donde tenía la mesa de escritorio pegada a una de las ventanas con mejores vistas de Portugal, la vio a ella de espaldas y escribiendo en su portátil.
—Nika, no deberías dejar la puerta abierta... Ya te lo he dicho. —Sonó intranquilo.
Y al ver la nula respuesta de ella, imaginándose que estaría en una de las escenas más importantes de la novela, se acercó lentamente a la joven, colocó la taza de chocolate caliente al lado de la joven, en una esquina de la mesa y miró los ojos cansados de ella.
Observó como todo el piso estaba limpio, exceptuando la zona del escritorio, donde muchos papeles arrugados adornaban la papelera y parte del suelo, junto con varias tazas de café sobre la mesa. Podría jurar Jeremy que ella habría bebido tanto café que apenas podría pegar ojo en horas. Se encontraba exhausta, pero parecía que Nika no le importaba.
—Nika, ¿cuánto tiempo llevas...?
—Espera. —Levantó la mano, frenando a ese joven que estaba a su lado mirándola escribir y sus delicados dedos volvieron a escribir con agilidad sobre las teclas ya desgastadas de su portátil—. Estoy a punto de clavarle un destornillador a un hombre y tirarlo por el balcón —contestó.
Un Jeremy asombrado por la respuesta de la muchacha hizo cruzarse de brazos y rascarse la barba de varios días que estuvo a punto de quitarse. Negó con la cabeza mientras pensaba en algo para poder sacarla de ese piso y dejar que tomase aire fresco. Pero una leve alegría volvió en su interior, al recordar aquellas escenas cuando ambos salían juntos. Y aunque a él le fascinara verla escribir, también quería que descansara y despejase la mente.
Es por ello que, en lo que ella termina, él visualizó uno de los abrigos suaves de la joven, colgado tras la puerta y se acercó para tomarlo, por si en algún caso le hiciera falta. Por las noches solía refrescar un poco y quería que ella estuviese cómoda.
—Deberías despejarte un poco con ese chocolate.
—¿Qué choco...? —La joven al mirar la taza caliente que él le había dejado a un lado, abrió los ojos por completo y sonrió mientras lo tomaba—. Muchas gracias, Jeremy.
Tomó un trago mientras el joven se quedaba mirándola con el abrigo de ella en mano.
—Vale, ya puedes decirme —inició Nika.
Él no dijo nada.
Esperó a que se terminase el chocolate tranquilamente y, cuando lo hizo, él la tomó de la mano y se la llevó de aquel piso ante las quejas de ella.
—Pero, ¿que haces?
—Necesitas despejarte de esa novela y estás de vacaciones en Portugal —declaró con obviedad.
—Solo he terminado 2 capítulos en 3 días... Y no estoy de vacaciones, me fui de retiro para poder terminarla sin presiones.
Tras conseguir arrastrarla por el piso hasta llegar a la puerta de este, Jeremy se cruzó de brazos, elevando una ceja e inclinando su cabeza para mirarla a los ojos. Nika reconoció demasiado bien aquel gesto y significaba que algo malo estaba planeando, algo que a ella seguramente no le gustaría. Solía poner ese gesto cuando ella se negaba a despejar la mente después de varios días confinada escribiendo o estudiando y él la tomaba en brazos para llevársela de allí y hacer que disfrutase del día con él.
Y sin duda eso es lo que planeaba Jeremy.
Con agilidad, la tomó en sus brazos, levantándola del suelo para luego colocarla sobre su hombro como si fuera un hombre de las cavernas y llevándosela fuera del edificio ante las negativas de Nika, que golpeaba la espalda ancha del joven treintañero. Pero Jeremy hacía oídos sordos para más enfado de Nika.
Y no ayudaba para él que tuviese un acceso perfecto al trasero redondo de la joven.
—¡Jeremy! ¡Te juro que como no me bajes escupiré en tu taza de café! —gritó, pero eso solo hizo sonreír a Jeremy, que aprovechó que ella no podía verlo.
—Vaya miedo...
—¡Jeremy! ¡Lo digo en serio! —Continuó golpeándole la espalda con los puños cerrados, pero, o ella no tenía nada de fuerza o a él parecía no dolerle en lo absoluto.
Más de 2 veces se ahorró las ganas de posar una de sus manos sobre el trasero de la joven y las colocó sobre las piernas de ella mientras salían a la calle.
—Dile a esa detective que puede esperar a resolver crímenes. —Jeremy se refirió a la protagonista que Nika había creado de su más famosa saga de libros.
—¿Es necesario llevarme en volandas? —cuestionó con la cara roja del enfado.
Él miró el trasero de la joven con aquel pantalón vaquero tan estrecho y sonrió con suficiencia.
Nika podía notar que el Jeremy chulesco había vuelto, tal y como lo conocía y, en el fondo, lo echó de menos.
—Mucho, jovencita.
Y aquella manera que tenía él de llamarla, hizo trasportar a Nika en aquella relación que tenían y que parecía casi perfecta. Viejos sentimientos comenzaron a salir, amenazando a la joven y solo deseó que cayese en las redes de Jeremy. No quería jugar con fuego y volver a salir quemada de allí.
Jeremy dejó a Nika en el suelo y ahí tuvo una visión perfecta del enfado que ella tenía, con la nariz arrugada, el rostro rojo de la excitación al enfadarse y unos ojos que parecían salírsele de las órbitas. Aquello enamoró a Jeremy, que pensó que estaba hermosa cuando se enfada.
—Esto no va a quedar así.
—Claro que no —bromeó él mientras abría la puerta del copiloto de su vieja camioneta para ayudarla a subir.
Ella lo señaló con el dedo y advirtió;
—Yo que tú miraría el café cada mañana cuando estuviese en el trabajo.
Ella observó la camioneta verde que, supuestamente se había estropeado aquel día, al viajar juntos por carretera y preguntó;
—¿Ya arreglaron tu coche?
Él cerró la puerta y luego, al subirse al lado de ella, dijo;
—Al final no era para tanto. Se estropeó una pieza que estaba oxidada, pero mi amigo me lo arregló rápido.
Arrancó el coche costosamente, pero lo hizo y luego se puso en marcha para hacer que Nika conociera un poco más Portugal y descansara de aquella novela que la tenía sin dormir.
—¿A dónde vamos? —cuestionó la joven.
Jeremy, manejando el coche, sonrió delicadamente, ocultando la felicidad que tenía al lado de ella y respondió con otra pregunta;
—¿Dónde está tu espíritu aventurero?
La joven elevó la ceja y girando su cabeza para ocultar su sonrisa a Jeremy, miró por la ventanilla de la camioneta las hermosas vistas de Portugal con aquel sol sobre ellos.
Jeremy conocía Portugal, aunque solo estuviese 2 años en ese país. Era un hombre que le encantaba viajar y había visitado tantos sitios en Portugal en tan poco tiempo, que ya podía ser guía turístico solo para Nika, quien no conocía muy bien el lugar.
Durante el resto del día, Jeremy la llevó a los lugares más hermosos que ella desconocía del país y juntos vivieron momentos increíbles, a pesar de ser ex pareja. Aquel mal momento del pasado se quedó atrás para que ambos pudieran vivir aquel momento tras los 5 años de ausencia, sin haberse visto, al menos ella, porque Jeremy la volvió a ver alguna vez y no solo en aquella firma de libros. Lejos de que fuese él quien la dejase, Jeremy era el que menos páginas había pasado.
La tarde comenzó a caer y tras ir a algún restaurante que incluso Jeremy desconocía, llegaron a una plaza llena de turistas y ambos tuvieron un momento de miradas en el que trasmitían a cualquiera que todavía existía aquella conexión.
—¿Qué te parece si vamos a la playa a surfear? —preguntó él en un momento de la tarde.
La joven escritora recordó aquellas tardes cuando hacían una escapada para surfear allá a donde fuera. Lo recordó con felicidad y a la vez tristeza por aquella añoranza de aquel año. Habían cambiado tantas cosas desde la última vez que lo había visto y ni siquiera fue capaz de tocar una tabla de surf después de aquella ruptura, porque le recordaba a él. Todo a él. Pero quizás, podría darle otra oportunidad al mar y al surf y, a lo mejor, conseguiría dejar atrás aquel pasado. Jeremy parecía más maduro, pero no por ello significaba que deseara volver con él. Eso significaba abrir una herida que hacía poco que había cerrado. Y volver a cerrarla iba a ser difícil.
Entonces, asintió, diciéndole sí al surf, a aquel deporte que tanto le gustaba practicar, a pesar de que le recordase a Jeremy. A lo mejor con el tiempo podría pasar página por completo para volver a practicarlo sin que le recordara a Jeremy. Aunque volvería a compartir ese recuerdo mutuamente esa misma tarde y ella sabía el riesgo que corría... Pero también deseaba compartir otro recuerdo más, aunque fuese el último.
—Me parece perfecto.
La sonrisa de Jeremy no se pudo disimular y ambos condujeron hasta la playa más cercana y alejada de todo, donde el olor a mar sobresalía por el lugar y el sonido de las olas que hacían al chocar en el agua relajasen a los protagonistas.
Ambos fueron a una pequeña tienda en las cercanías para comprar unas tablas de surf y luego volvieron a la playa, clavando las tablas en la arena para poder quitarse la ropa.
El joven treintañero, se quitó ante las vistas de la joven, su camiseta y se quedó solo en bañador, dejando ver a Nika lo bien trabajado que tenía su cuerpo. Mucho mejor que la última vez que lo había visto. Y ella tuvo que girarse para no caer en la tentación.
Jeremy había aprendido que, viviendo en Portugal, casi siempre salía en bañador. Todo lo contrario, a Nika, quien se había comprado un bikini en aquella tienda y, para mala suerte, no pudo cambiarse allí, así que tenía que hacerlo o en el coche o con Jeremy tapándola con una toalla y eso último era lo último que quería.
—¿Puedes dejar el coche abierto? Necesito cambiarme dentro —dijo mientras caminaba al coche que estaba cerca.
—Claro.
No había nadie en aquella playa y aprovecharon que estaban solos para disfrutar de aquella tarde, con el sol iluminando de naranja el lugar.
De pronto, Nika se giró, señalándole con el dedo a Jeremy para decirle;
—Pero quiero que estés de espaldas fuera y vigilando que nadie mira... Empezando por ti.
—¿Por mi? ¿Por qué me dices eso? Ya sé que no te tengo que mirar —respondió dudoso.
Ella sonrió, negando con la cabeza y recordando cosas que conocía muy bien de él.
—Porque te conozco muy bien y siempre terminas mirando —contestó, recalcando la palabra "siempre".
Abrió la puerta y, cuando ella se subió al coche, lo miró, dándole una señal de que se girase y él lo hizo.
Jeremy arrugó su frente, negando con la cabeza y dando toquecitos en el suelo con el pie. Dejó todo el tiempo del mundo a que ella se cambiase y aprovechó para mirar aquellas hermosas vistas de aquella playa y empezó a sentir algo en el pecho. Su nerviosismo y, a la vez, entusiasmo por volver a compartir aquel deporte con la chica que amaba, lo tenía como un niño completamente ilusionado.
Entonces, al ver que tardaba, giró lentamente su cabeza para ver como iba y su sonrisa desapareció al verla desnuda, tratando de colocarse la parte de arriba del bikini.
Tragó saliva al volver a ver aquellos pechos voluminosos y redondos que muchas veces tocó y besó. Pero no le ayudó en nada a mirarla y menos estando él en bañador.
Su corazón empezó a latir fuertemente y ya era tarde para cambiar la vista. La tentación volvió a él, junto con aquel amor que siempre tenía sobre ella, lejos del tiempo que pasaron separados. Para Jeremy parecía que había pasado un siglo entero y, al verla allí, desnuda dentro de su camioneta, hizo desear meterse dentro con ella para entregarse por completo y hacer las cosas que no hizo bien en su momento.
Y, al seguir mirando, cuando Nika tapó sus pechos con el bikini, miró la ventana para ver si él seguía de espaldas y, al verlo mirándola, su malhumor salió a la luz. Se terminó de colocar su bikini y caminó hacia él, cerrando fuertemente la puerta del coche.
—Eres un pervertido —habló con un tono muy duro y enfadada al estilo de ella que tanto echaba de menos el joven Jeremy.
Él le dio la espalda a la joven y escondió una sonrisa de estúpido que tenía.
—Y borra esa sonrisa... Idiota.
Jeremy volvió a mirarla, tan malhumorada y la siguió, bloqueando el coche.
—Lo siento, era para ver si habías terminado. Parecías tardar una eternidad.
—¿Te crees que es fácil cerrar un bikini por la parte de atrás? —preguntó con dureza la joven Nika y él se paró frente a la tabla, sonriendo todavía.
—Siempre puedes pedirme ayuda —sugirió él con aquella sonrisa.
Pero la mandíbula de Nika le trasmitía lo contrario.
—Además, no hay nada que no haya visto ya —dijo Jeremy para relajar. Quitándole hierro al asunto—. Siempre puedo quitarme mi bañador para que estemos en paz —provocó.
Las mejillas de la joven Nika se tiñeron de rojo al escuchar aquella sugerencia y la excitación junto con aquella imaginación, recordando las veces que lo había visto completamente desnudo, la hizo apretar la mandíbula.
Sin querer, ella miró el paquete de él y apretó sus labios, lamiéndoselos delicadamente y fue peor para alimentar a Jeremy.
—Oh, ¿te lo estás pensando? —preguntó, poniéndose frente a ella y colocando sus dedos sobre el bañador, comenzando a bajarlo lentamente, haciendo ver aquella perfecta "v" que tenía.
—¡No! ¡No me lo estoy pensando! —chilló, girándose para no tener que verlo—. Deja de inventar.
Él volvió a colocarse mejor el bañador y sonrió delicadamente.
Ambos tomaron sus tablas y caminaron juntos hacia el mar.
Ahí, la joven pudo ver un pequeño tatuaje que tenía Jeremy en su costado izquierdo, pero el brazo de él la impedía verlo mejor y saber de que se trataba. Le pareció extraño verlo con un tatuaje, ya que él nunca le habían gustado. Pero no le desagradó verlo y, al ver que tenía una pequeña palmera dibujada con una fecha en números romanos debajo de esta, le hizo preguntarse más cosas. Apenas tenía visibilidad de aquella fecha, por lo que creería que debía ser una fecha muy importante para él, pero a pesar de conocerle muy bien, no podía imaginarse que fecha importante podría tener Jeremy. Él siempre había sido cerrado para ciertas cosas, como esa, por ejemplo. Y ella no le dio importancia.
—¿Cuándo fue la última vez que surfeaste? —cuestionó Jeremy antes de entrar al agua.
—La última vez fue hace años... Ni lo recuerdo —mintió.
La última vez había sido con él, pero no quería decírselo.
Jeremy, en cambio, no quiso insistir al saber que mentía. Conocía muy bien sus tonos de voz, a pesar de los años y sabía que ese tono significaba que estaba mintiéndole. Así que, como sabía que ella no quería seguir con esa pregunta, habló sobre aquella primera vez juntos en la playa.
—Aun recuerdo la primera vez que te subiste a una tabla... —susurró él para hacerla sonreír.
Y vaya si lo consiguió.
—Fue un desastre. Gracias a que tu me enseñaste —dijo ella.
Ambos se sentaron en la tabla una vez dentro del agua y esperaron a que alguna ola se acercase a ellos.
—Tampoco fue tan mal tu primer día.
—¿Qué no? Eras el experto en aquella época —contestó la joven.
—¿Aquella época? —preguntó receloso, mientras veía como su ex novia se reía de él de una manera dulce—. Estoy en mi mejor momento del surf.
Las olas empezaron y aquellos jóvenes comenzaron a surfear en aquella playa de Portugal. Estuvieron un rato divirtiéndose, disfrutando del mar y de aquella tarde en aquella playa. El más experto parecía ser Jeremy, pero a veces de despistaba mirando a Nika, lo cual o hacía tambalearse de la tabla y las olas hacían el demás trabajo tirándolo al agua. En cambio, la joven escritora parecía necesitar unas prácticas después de estar tanto tiempo sin surfear, pero no lo hacía nada mal y, una vez que tomó prácticas, volvió a ser la joven de antes que le fascinaba aquel deporte.
No supieron cuanto tiempo estuvieron así, pero, cuando las olas empezaron a ser más suaves, ambos salieron, entre risas y diversión.
Dejaron las tablas clavadas sobre la arena y, en un movimiento de Jeremy, que chocó con el pequeño cuerpo de Nika, hizo que ambos se tambaleasen y cayesen sobre la arena. Jeremy se quedó sobre ella, entre las piernas de la joven, mientras que ella solo podía tocar el duro pecho de Jeremy.
El sonido de las pequeñas olas rompiendo en el agua, el sol comenzando a caer para esconderse hasta la mañana siguiente y el color anaranjado de la tarde iluminando sus cuerpos semidesnudos le hacían ver un escenario perfecto para poder besarse.
Habían pasado muchos años y sus cuerpos todavía parecían conocerse. El roce de la piel contra piel, el calor y sus miradas, hacían recordarles lo que en su época era una danza. Y Jeremy deseaba poder tocarla, mas que fuera solamente la mejilla, sentirla de una manera u otra. Y lo hizo.
Colocó su mano sobre la mejilla de la joven, completamente sonrojada por el ejercicio, pero también por aquella postura tan sexual en la que estaban sumergidos ambos y, con aquel simple roce, ese simple toque, bastó para desencadenar una serie de cosas. Empezando por el recuerdo de sus pieles al estar con el otro.
Las gotas del agua salada que resbalaban del rostro de Jeremy caían sobre el rostro de la joven. Y poco a poco, Jeremy se iba acercando para la sorpresa de él al ver que Nika no reaccionaba, no lo alejaba. Incluso lo animaba a acercarse más.
Ambos querían más y, si ellos le hubiesen dicho días antes que volverían a encontrarse con el amor de su vida, el cual rompieron de la forma más horrible y estuviesen a punto de besarse en una playa de Portugal... No, no se lo creerían. Aunque en el fondo desearan que aquello pasara.
La tensión que había entre ambos era palpable y Nika comenzó a tocar el rostro perfecto de Jeremy, volviendo a recorrer las curvas de su rostro, el cual jamás creía que volvería a tocar.
Y Jeremy cerró los ojos unos segundos, disfrutando de esa sensación, de como su amada lo tocaba de aquella forma tan de Nika que adoraba nuestro protagonista.
El momento era el perfecto para estampar sus labios por primera vez en aquellos 5 años alejados y deseaban más. Jeremy quería besarla, tanto como Nika a él. Pero cuando él estuvo a pocos centímetros de sentir aquellos labios nuevamente, Nika se percató del gran error que estaban a punto de cometer.
No dejó de recordar el daño que le causó ese hombre que estaba sobre ella y del que tanto amó. Estuvo mucho tiempo mal por su culpa y ella no quería volver a pasar por ese camino. Ya no.
Alejó sus manos del rostro de Jeremy, dejando de sentir la pequeña barba que tenía y colocó sus manos sobre el pecho duro de él, distanciándolo.
Jeremy se dio cuenta del cambio de rumbo, de estar a punto de reavivar su amor a pasar por ese punto.
Él se levantó, sintiendo la soledad de su cuerpo nuevamente y Nika se levantó, rechazando la mano de Jeremy al ver que intentaba ayudarla.
—Esto es un error, Jeremy. Un grave error.
—Mónica... —susurró el nombre de ella afectado.
Nika se percató de aquello, ya que el único que le decía Mónica era él y solo cuando las cosas estaban a punto de derrumbarse. Como en aquel momento.
Ella le dio la espalda, poniéndose la mano sobre la frente y a punto de culparse a sí misma por llegar a ese punto, por aceptar todas aquellas salidas con Jeremy en tan pocos días. Se odió por completo.
—¿Qué ha pasado? Estábamos muy bien... Y tú deseabas besarme tanto como yo a ti —dijo el joven rubio mientras se ponía delante de ella para mirarla a los ojos.
Ella, no pudiendo aguantar aquella espina que tenía clavada desde hacía años, negó con la cabeza mientras trataba de apartar a Jeremy de su camino.
—No me hagas esto, Jeremy.
—Nika.
—No. No quiero volver a sufrir —contestó fuerte—. Y tu ibas a besarme en vez de retirarme... Debiste hacerlo y no yo. —Le culpó, aunque en el fondo ella misma se culpaba por aquello.
Jeremy, en cambio, negó con la cabeza, habiendo deseado empezar aquel beso tras esa espinita que también tenía por lo que le había hecho.
—Yo no tengo tanta fuerza de voluntad como para hacerlo —aclaró el rubio.
La joven apretó la mandíbula, mientras miraba cualquier sitio que no fuera los ojos de su ex.
—Iba a ser un error —contestó.
—No lo sabes.
—¿Y tu sí? —preguntó incrédula.
—Nika, deberíamos hablar sobre nosotros.
Ella negó repetidas veces antes de contestar;
—No hay un "nosotros". Tu te encargaste de hacerlo añicos hace años —lanzó, dejándole ver lo que él sospechaba desde el primer día que la vio en su bar de playa.
Ella seguía muy enfadada con él por lo que ocurrió aquella noche en Nueva York, en aquel piso. Recordaba aquella escena tan bien que podría hacer una reconstrucción de todo lo que había sucedido. Y juró que se estaba repitiendo, pero de diferente forma y en diferente época.
Y Jeremy fue sincero con ella al ver que le evitaba la mirada.
La tomó del mentón e hizo que lo mirase a los ojos grises de él.
—Entonces mentiste.
La joven arrugó la frente para preguntar;
—¿En que?
Y a él le costó decir aquella frase.
—En que no me tenías rencor —susurró. —Hace varias noches cuando nos reencontramos y te lo preguntó Leopoldo... Si me tienes rencor, todavía lo tienes... —No dejó de mirarla, viendo como la mirada de ella decía algo que él conocía—. Te lo noto en la mirada.
Y la última que se había dado de cuenta era ella misma. Cuando creía que ya lo había superado con creces, que había pasado página y que había seguido con su vida... Volvía él frente a ella a ponerla a prueba y a percatarse que aquellos viejos sentimientos seguían ahí, incluso más fuertes que nunca.
El miedo se apoderó de ella y quiso irse lejos, muy lejos de él para no tener que verlo jamás.
Se odió sentir aquel rencor hacia alguien que amó y que la hizo feliz todo el tiempo, hasta aquella horrible noche de acción de gracias. Quiso olvidar aquella noche y trató de hacerlo, pero esa tarde en Portugal se percató que no lo consiguió.
Y le dio la razón.
—Creí que ya no lo sentía... Pero cuando casi te beso me he derrumbado y creía que podríamos llevarnos bien antes de que eso pasara... —susurró, avergonzada mientras que Jeremy la escuchaba—. Pero soy una ignorante.
La joven negó con la cabeza y él se acercó, tomándola de las mejillas, agachándose un poco para poder verla mejor y negar aquellas afirmaciones que había dicho
—No eres ninguna ignorante.
Ella lo miró con aquel rencor en su mirada y dijo;
—Ya no soy aquella chica virgen e ingenua que conociste en aquel bar.
Jeremy lo supo, y la comprendía. Y era cierto, lejos de que hacía años que. No la veía, ella tenía razón y se la veía mucho más madura.
—Lo sé... Lo sé muy bien.
Y ella comenzó a llorar y se abrió a él.
—Lo siento... Siento no haberte perdonado del todo —dijo completamente avergonzada por ello, por sentir aquel horrible sentimiento hacia aquella persona que tanto amó—. Todavía me duele aquella noche, cuando íbamos a celebrar acción de gracias por primera vez y me prometiste que vendrías a cenar a mi piso con mi tía. Te iba a presentar la única persona que me quería en esta vida. —Apretó los puños, enfadada con la vida por haberles arrebatado alguien muy importante en su vida y al recordar a su tía, más lágrimas cayeron sobre sus rojas mejillas.
Jeremy calló, escuchando a la joven decirle todas las cosas que necesitaba sacar de su pecho y tragó todas las cosas que le hizo mal a la muchacha.
Y Nika continuó;
—Estuve cocinando toda la tarde con la ilusión de que vendrías y si que viniste... Pero para romper, cuando la noche anterior me mentiste a la cara cuando tenía 19 años y me dijiste mientras me abrazabas, después de haberlo hecho en mi cama, que siempre estarías a mi lado. —Paró para mirar el suelo y como sus manos temblaban, apartando las manos de Jeremy que le quemaban en las mejillas. Él la observó, con las lágrimas quemándole los ojos, amenazándolo con caer como cascada—. Esas promesas sé que nunca se cumplen, pero... Joder, que solo habían pasado 17 putas horas y cortaste conmigo y luego te marchaste. Y no paré de pensar que esa misma noche que me prometiste aquello estabas planeando dejarme... Te fuiste de tu piso y me bloqueaste de todos lados para que no te llamase.
Jeremy observaba los ojos tristes y perdidos de aquella mujer.
Ya todo lo que habían disfrutado en aquella tarde, se desplomó por aquel intento de beso que tuvieron ambos y que solo una persona lo había evitado.
—Cortaste cualquier lazo conmigo y lo peor vino cuando la dueña del piso en el que vivías me llamó porque tu me dejaste unas cajas para que las recogiera, eran tuyas y que ni siquiera tú te atreviste a dármelas a mí a la cara —continuó ante el dolor en el pecho que estaba sintiendo Jeremy por aquello que tan cierto era—. Regalos que te di, fotos nuestras... Todo. En vez de tirarlos tu a la basura, tuve que hacerlo yo por ti... Tuve que hacerlo por los 2. No sabes lo que me dolió todo eso y que luego te esfumases como el humo... Como si jamás hubieses existido... ¿Y ahora quieres hablar?
Jeremy no dijo nada, tragando en seco mientras estaba a punto de llorar frente a ella, todo lo contrario, a la joven, que no paraba de hacerlo frente a él, evitando que él la tocase.
Nika se había desahogado, soltando las cosas que sentía dentro, aquel rencor que le había tenido todo ese tiempo por haberla dejado en un momento en el que mejor estaban y hacer promesas que al día siguiente rompería con creces.
Ella se desahogó por fin.
—Por fin pude soltarte esto que tenía clavado hacía años —susurró, tapándose el rostro, humillada.
Él se odió por haberle hecho todo ese daño y verlo con sus propios ojos. Se sintió la peor persona del mundo y supo que había sido el mayor cobarde de la historia en aquella noche.
—Necesito que abras el coche para recoger mi ropa —dijo hipando Nika, con la voz ronca.
Jeremy desbloqueó el coche para que ella pudiera abrir la puerta y tomar todas sus cosas e irse de nuevo, alejarse de él lo máximo que podía.
Y cuando lo hizo y vio que se marchaba, Jeremy dijo;
—Déjame acompañarte —susurró desesperado y ella negó con la cabeza.
—No... Quédate, quiero irme sola. —Se quedó unos segundos callada, para luego concluir, mirándolo a los ojos—. Ahora soy yo la que se marcha.
Y lo hizo, dejando solo en la playa y con las 2 tablas de surf a Jeremy, quien, una vez la vio alejarse de su lado, comenzó a llorar al recordar todo eso. Sintiéndose un cobarde por hacerle eso a la persona más importante que había en su vida.
***
Un capítulo algo intenso.
¿Que les ha parecido?
¿Les hubiese gustado que se besaran o piensan como Nika, que es un error?
Cuéntenme todo :3
Nos leemos el miércoles ;)
Patri García
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