CUATRO | OJALÁ PUDIERA VOLVER ATRÁS PARA DECIRTE TODO LO QUE NO PUDE DECIRTE
«Sabía que había sido un capullo, pero tenía la esperanza de que ella pudiera darme una segunda oportunidad y aprovecharla al máximo a su lado»
Jeremy.
Lo primero que hizo Nika nada más llegar al piso, fue sentarse en el escritorio, abrir el portátil y ponerse a escribir uno de esos capítulos intensos para desahogarse.
No paraba de pensar en la discusión que acababan de tener y ella odiaba iniciarlo. Ni siquiera se había percatado y enseguida Jeremy la sacó de control. Aquel control que siempre tenía controlado. Pero por primera vez sacó aquel mal genio que nadie había visto, por eso mismo Jeremy se quedó tan sorprendido, pero la comprendía después del daño que le había causado.
La joven escribió tanto como pudo y casi podría decirse que salía humo de su teclado de lo enojada que estaba con aquel hombre con el que había tenido tantas y tantas primeras veces.
En un momento dado, dejó de escribir para mirar la taza que él le había dado esa mañana con chocolate, ahora vacía. Su nariz se hinchó de aire y luego lo expulsó con fuerza, tomando la taza y tirándola a la basura que tenía al lado llena de papeles. Se tapó las manos el rostro y comenzó a llorar de aquel enfado que tenía dentro. Lloró desconsolada, sola en aquel edificio de Portugal y, lo que creía que iba a ser un retiro para trabajar en su nueva obra, se convirtió en un infierno de un momento a otro.
Lloró incluso más que otras veces, quizás por aquel sentimiento que tenía enterrado desde hacía años en su pecho, quizás por todo lo que había sufrido en esos años, no solo por Jeremy, sino por la muerte de su tía y de sus constantes rechazos por cada editorial que enviaba manuscrito. Hasta el día que consiguió encontrar aquella editorial que le daría la fama que era a día de hoy.
Jeremy no fue el culpable de aquel enfado, pero si el desencadenante de algo que llevaba ya enterrado dentro de ella y una de las cosas que más daño le hizo, después de la muerte de la única persona que tenía en aquella vida, fue aquel abandono de Jeremy cuando ella tenía apenas 19 años recién cumplidos.
Levantó la cabeza para poder mirar las vistas de la ventana, viendo como la noche de Portugal estaba más preciosa que nunca, pero para Nika fue un infierno por lo mal que lo estaba pasando en ese instante. No podía dejar de llorar, necesitaba sacarlo todo fuera, todas aquellas cosas que llevaba escondiendo en su interior y, aquella noche, fue cuando las sacó.
Miró la taza, tratando de ver que culpa tenía aquel pequeño objeto y, cuando lo volvió a coger, el sonido de varios toques en la puerta hizo que se le cayese de nuevo sobre la basura y se rompiera una pequeña parte de este.
Negó con la cabeza y se secó las lágrimas, sabiendo de quien se trataba quien estaba tras aquella puerta. Pero esta vez él no iba a entrar. Se había asegurado de pasar la llave para que no entrase.
—Mónica, abre la puerta. —La voz de Jeremy la alarmó, consiguiendo que su corazón latiera con mucha fuerza y, tratando de recuperarse, carraspeó, volviendo a escribir.
Respiró hondo para poder hablar y que no se notase en su voz lo afectada que estaba.
—Márchate Jeremy —contestó y su voz estaba algo débil, cosa que notó Jeremy desde fuera del piso.
Este posó su cabeza en la puerta, deseando poder hablar con ella cara a cara y hacer lo que no hizo en su momento. Hablar con ella sobre lo que ocurrió y luego seguir con sus vidas tal y como era.
Pero ambos sabían que debían tener aquella conversación.
Quizás el destino quería que se reencontrasen para tener aquella conversación pendiente que tuvieron hacía años y ahora era el momento de demostrar su madurez para comenzar lo que dejaron inacabado.
—No pienso marcharme hasta que no hablemos.
Nika negó con la cabeza, apretando la mandíbula y negando repetidas veces con la cabeza.
Dejó de escribir unos segundos para decir en alto;
—Ya no hay nada de que hablar... Llegas 5 años tarde para eso.
Pero Jeremy, quien sabía como de enojada estaba ella por él, continuó,
—Siempre hay tiempo para hablar.
Jeremy juró que parecía que la respuesta de ella tardaba una eternidad. Pero lo cierto es que el silencio en aquel piso y aquella ansiada respuesta, aunque fuera ella gritándole enfadada, no llegó.
Él continuó hablando;
—Tengo todo el tiempo del mundo para esperarte —susurró y esa frase significaba algo más.
Pero Nika se quedó callada, escuchando aquellas cosas que él hablaba. Suspiró y no siguió escribiendo, mirando hacia la pantalla llena de palabras y cerró los ojos, tratando de comprender porqué seguía sintiéndose así cuando estaba cerca de Jeremy, después de todo lo que ocurrió entre ambos.
Jeremy volvió a dar varios toques en la puerta para decir;
—Voy a abrir la puerta.
La joven elevó la ceja, mirando la puerta unos segundos y volviendo la vista a la pantalla, no creyendo que él se atrevería a abrir la puerta si esta estaba cerrada. Dudaba que él fuera a hacer aquello para hablar.
Pero para la sorpresa de ella, lo hizo. Abrió la puerta con la llave que tenía con todos los demás pisos de su edificio y entró, cerrándola tras él.
Nika se giró, con las mejillas completamente rojas por el enojo. Se levantó del escritorio y preguntó con un tono más fuerte del que ella estaba acostumbrada.
—¿Eres idiota o te lo haces? ¿Qué coño haces abriendo la puerta sin mi permiso?
Él se colocó frente a ella, a escasos 3 metros y se cruzó de brazos para contestar;
—Vamos a hablar.
Ella negó.
—No puedes obligarme.
—No y no pienso hacerlo jamás... —Jeremy observó los ojos de la joven y siguió. —Pero ambos sabemos que hay algo que nos quema por dentro y esta conversación, pase lo que pase en nuestro futuro entre ambos, debemos tenerla para cerrar aquel capítulo de nuestra vida.
Ambos se miraron por largos minutos, en medio de aquel piso portugués. Se notaba que no habían hablado en años. Cualquier vecino que los escuchase en los edificios de enfrente sabían que ambos antiguos amantes habían tenido la peor de las rupturas, aunque no fuese la peor de toda la historia, uno de ellos fue el que más sufrió y el otro el que sufrió en silencio durante todos esos años, sin poder superarla jamás.
Así que si, esa conversación era necesaria, aunque no llegasen a nada, pero necesitaban sacar todo aquello de su pecho y Nika lo había hecho en la playa. Pero Jeremy no había hablado sobre su versión de la historia, aunque fuese el culpable de aquella ruptura.
Ella rompió el contacto visual y le dio la espalda, sentándose nuevamente en el escritorio y empezando a escribir.
Su frialdad rompió el mil pedazos a Jeremy, que supo que ella no era así, pero él mismo la había convertido en alguien que podría llegar a odiarle. Y la comprendía. Hubiese deseado volver atrás en el tiempo y decirle todas aquellas cosas que no le dijo en su momento, pero cada minuto que pasaba era importante y tenía que hacer algo antes de que ella se fuera. Necesitaba seguir a su lado para pedirle perdón por todo ese daño y sabía que ella no lo perdonaría así de fácil, quizás jamás lo haría y se sintió peor todavía que aquella noche en Nueva York.
Podía ver el rencor y el odio en los ojos de ella. Y Jeremy empezó a pensar en todo aquello, en aquella discusión que tuvieron en la playa y se entristeció por como acabaron las cosas entre los 2. Él podría haber hecho las cosas de diferente manera, pero no... Las cosas que hizo las hizo tan mal y aún seguía recogiendo todo lo que había hecho.
La única persona que realmente se preocupaba por él, que siempre lo trataba con cariño... Había roto su confianza en unos minutos hacía años. Él le hizo daño y el primero que no se perdonaba era él mismo.
Ambos necesitaban acabar esa conversación que empezaron en la playa, sobre todo ella para que le escupiera todas las cosas que tenía que decirle cara a cara a Jeremy y él no le importaba si tenía que escuchar como lo insultaba... No le importaba porque sabía que se lo merecía. Pero Nika no iba a llegar a esos extremos.
—No espero que me perdones... —susurró él con pesar—. Cometí un gran error aquella noche y fui un capullo integral contigo. No espero que lo hagas algún día porque no lo merezco, pero por favor, Mónica... —suplicó. —Tengamos esa conversación que tanto nos hace falta.
Nika dejó de escribir y colocó sus manos sobre sus piernas. Jeremy dio varios pasos y se colocó de rodillas en el suelo al lado de aquella joven y, al verla con los ojos llorosos, le cerró el portátil y tomó la mano de ella.
Esperó todo el tiempo que ella necesitase y, cuando por fin lo miró, con aquellos ojos hinchados de tanto llorar, observó aquella mano en el cual se refugió en sus peores momentos en algún momento y la aceptó. Colocó su pequeña mano sobre la de él y se la llevó al sofá para hablar, como 2 personas que necesitaban aclarar cosas del pasado.
Las lágrimas de ella no pasaron desapercibidas para Jeremy, quien, sin pudor alguno, la tomó de las mejillas y con sus pulgares limpiaron con lentitud las lágrimas que caían. Esta vez Nika no se las retiró y dejó que, el mismo que causó las lágrimas, hizo que dejase de llorar.
Jeremy pudo vislumbrar lo hermosa que era, más aún que cuando la conoció en aquel bar cuando ella tenía 18 años. Su cabello oscuro caía en cascada sobre sus hombros y algunos mechones de pelo le impedían poder volver a ver mejor aquellos ojos marrones preciosos. Con su mano le retiró el cabello, colocándoselo tras la oreja y mostrando todos sus dientes para que ella pudiese relajarse frente a él. Cosa que consiguió a los pocos segundos.
Odió verla triste y más por su culpa. Que él fuese el causante de todas aquellas sombras y deseó volver a ver aquella Nika divertida y alegre que conocía. Pero no podía pedir demasiado, solo pidió aquella conversación y poder concluir algo que tenían pendiente.
Jeremy observó los labios de ella, tan suaves como los conoció y quiso pasar su pulgar sobre aquellos carnosos labios. Quiso hacerlo, pero no era lo correcto, por lo que esperó a que ella hablase.
—No sé ni como empezar esta conversación... —susurró ella, sacando todo el aire que tenía guardado en su pecho.
—Yo tampoco, pero creo que ambos estamos de acuerdo que la necesitamos —admitió, también igual o más nervioso que ella.
Nika miró el rostro de Jeremy, el cual parecía haber envejecido más de lo que debía a sus 32 años, pero era mucho más atractivo que antes. Mucho más. Su cabello rubio rebelde estaba revuelto y su flequillo estaba esparcido por su frente. Años atrás ella habría colocado esos flecos y echárselos atrás para verle mejor, pero en ese momento, simplemente, no hizo nada.
—Si... Ojalá algún día dejara de sentirme así por ti... —comenzó ella, odiando sentirse así por alguien que amó—. Ojalá no sintiera jamás ese sentimiento en mi pecho.
—Yo sé que no lo sentirás algún día... —contestó. —No sé cuando, pero no lo sentirás y no tienes porque perdonarme.
Nika observó los ojos grises de ese hombre y supo que debía perdonarle. Quizás no esa noche, pero si algún día. Y estaba segura que lo conseguiría algún día.
Porque vivir el presente pendiente al pasado, no te dejaba vivir el día a día. Debías pasar página y Nika, del todo, no lo había pasado. Pero Jeremy tampoco.
Nika, lejos de lo que podría decir, seguía enamorada de él y desde que habían vuelto a reencontrarse, supo que seguía sintiendo cosas por ese joven rubio que tenía frente a ella y que le llevaba a la joven 8 años.
—Debo hacerlo para pasar página —afirmó ella.
Y entonces, Jeremy se abrió, rompiendo aquel contacto visual y mirando hacia el suelo.
—Quizás soy yo quien menos páginas ha pasado desde lo nuestro.
La arruga de Nika se hizo presente en su frente y cuestionó dubitativa;
—¿Tu? —Tragó saliva, nerviosa de saber todo aquello y, en el fondo, quiso creer que él sintió algo por ella, al menos una pequeña parte de todo lo que sintió ella por él—. Jeremy, no mientas —suplicó, notando como su mano empezaba a temblar.
Jeremy colocó una mano sobre la de ella, para que no temblase y la calidez de su mano le trajo hermosos recuerdos y dolorosos recuerdos a la joven escritora.
—No lo estoy haciendo —aseguró, siendo sincero con la muchacha y esta, al mirarlo, supo que decía la verdad.
Se quedaron por un largo rato callados, mirándose a los ojos.
Los minutos seguían pasando, pero ellos tenían tiempo, necesitaban darse tiempo. 5 años fueron muchos, unos minutos más no pasaba nada. Pero Jeremy tenía claro que quería hablar con ella, abrirse, aunque no le contase toda la verdad por vergüenza. Ya era tarde para decírselo, aunque viese que ella sentía cosas por él todavía, sabía que no era el mismo amor de antes. Él se había encargado en destruirlo.
—Me sentí como una estúpida aquella noche —susurró la joven y él apretó la mandíbula.
Jeremy agachó la cabeza, avergonzado por la acción que hizo destruir aquella hermosa relación que tuvo con esa joven.
—Lo que no entiendo... ¿Por qué me prometiste algo que no ibas a cumplir? —cuestionó ella, poniendo toda su atención en él.
Jeremy se quedó callado unos segundos, antes de poder abrirse con ella. Contarle la verdad, de los miedos que tuvo en ese momento. Exceptuando decirle aquellas 2 palabras que ella pronunció y que fue el desencadenante de ese miedo y por el cual jamás fue capaz de decirle lo que sentía por ella.
—Aquella noche... Fue mágica —inició. —Pero llevaba días que no estaba pasando una buena época. Ya sabes que tengo una familia enorme, pero no me valoraban y jamás lo harán... —Él miró aquellos hermosos ojos de la joven y continuó. —La única que me valoraba eras tú.
Y al escucharlo en pasado, ella quiso decir algo, pero se lo ahorró. Lejos de todo, ella lo quería.
—Estaba asustado por el rumbo que nos llevaba lo nuestro... Jamás había tenido una relación tan sólida como la nuestra y aquello, me atemorizó —susurró, tratando de evitar decirle lo de aquella tarde en aquel parque en el que ella le dijo que lo amaba y ahí fue donde se asustó realmente—. Le tenía pavor al futuro.
—¿Y por qué mentiste? —cuestionó con la voz débil.
Él tragó saliva, volvió a tomar la mano de ella y la acarició con el pulgar el dorso de su mano, la cual era muy suave.
—Porque fui un idiota y no supe decirte lo que ocurría en aquel entonces —contestó, humillado. Jamás pensó que aquella conversación sería tan dura—. Estábamos abrazados en tu cama, cómodo cuando me dijiste que solo tenías a tu tía en tu vida y a mí, pero no sabías cuanto tiempo me tendrías en tu vida... Y yo te dije aquello, te dije que jamás te dejaría porque odié escuchar que solo tenías a una persona en tu vida. —También quiso decirle la verdad, que la amaba, pero ese miedo no le dejó avanzar a más en su relación—. Yo teniendo una familia tan grande y que nadie me quisiera y saber que solo tenías a una persona, quería ser esa segunda persona... —Fue abierto.
Ella siguió escuchándolo.
—Pero al día siguiente, ese miedo volvió a mí —dijo, volviendo a mirar la mano de ella y desenado volver atrás para que no hubiese cometido aquel error tan grande de romper con esa relación—. Iba a conocer a esa persona importante de tu vida, tu tía y sabía que todo se estaba poniendo serio en nuestra relación. No estoy nada acostumbrado a esa muestra de cariño y no paré de darle vueltas y cuando fui, hice lo que hice.
Nika asintió, pero lo que no supo es que la raíz de ese miedo fue darse de cuenta que la amaba. Y jamás nadie le había enseñado lo que era el amor. Por lo que Jeremy se ahorró algunos detalles importantes que ya no tenían relevancia porque tenía vergüenza. Todos esos años se imaginó decirle a ella a la cara que la amaba, pero todas ellas se avergonzada y su timidez aparecía por esas simples palabras con mucho significado.
Nika, callada, se quedó unos segundos pensando en todas aquellas cosas que Jeremy le había dicho. Y él le dio todo el tiempo del mundo para responder.
—Ojalá me lo hubieras dicho aquella noche... —murmuró mirándolo a los ojos grises—. Hubieses sido sincero conmigo y hubiésemos acabado de una forma distinta.
Él no la miraba, solo observaba las manos de él sobre la de ella, deseando volver atrás, ir a ese piso y en vez de decirle aquellas palabras, decirle la verdad.
Deseó volver atrás para decirle todo lo que nunca le había dicho.
—Lo siento.
Nika negó con la cabeza. Colocó su mano libre sobre el mentón de él, levantando el rostro y consiguiendo que él le devolviera la mirada. Pudo ver que los ojos de él le pedían perdón, se sentía culpable por aquello, por estropear algo hermoso que tenían y ella leyó su mirada. Sabía que se arrepentía de verdad y no quería verlo sufrir tanto. Jamás quería verlo sufrir, aunque él la hubiese hecho sufrir tanto tiempo. Pero ambos debían haberlo hablado antes, pero nunca era tarde para hablar. Estaban a tiempo y ese era el momento que el destino les tenía preparado.
Jeremy pudo ver como los ojos de ella ya no lo odiaban, o esa era la sensación que le había dado en la playa por el enojo que la joven tenía. Pero en ese momento era de cariño. Los ojos marrones de ella se habían suavizado y notó como la mano de ella se colocaba sobre su mejilla, tocando la barba de él y Jeremy cerró los ojos, al sentirse como en casa al volver a sentir como ella lo tocaba.
Y vaya si la había añorado.
—No... Perdóname a mí si te llegué a agobiar —susurró ella al recordar lo pronto que le había dicho que lo amaba, aunque para ella no fue tan pronto, quizás para Jeremy sí y ahí empezó a creer que le creó ese miedo— Soy consciente de que me apresuré en decirte que te amaba en aquel parque y por tu reacción supe que no estabas cómodo por la situación. Debí comprenderlo aquella tarde, pero tan solo tenía 19 años y eras mi primer novio.
Jeremy abrió los ojos, asombrado por ello, porque ella se diera de cuenta de aquello y no quiso que ella le pidiera perdón por algo que hizo sintiendo e inocentemente. Que a pesar de él temer como iban en serio, tiempo después supo que fue lo mejor que le pasó.
Negó con la cabeza, ante la extrañeza de ella y dijo;
—Yo no hice bien las cosas, Nika. La única culpa que tienes fue de demostrarme como era realmente el amor.
Ambos callaron, dejando que los minutos pasaran. Ni siquiera sabían la hora, quizás muy tarde en aquella noche calurosa de Portugal, pero daba igual. Había mucho tiempo para hablar mutuamente.
Y ella volvió a hablar.
—Tengo una pregunta...
—Dímela —dijo él rápidamente, poniendo toda su atención en ella y agobiado por desear poder abrazarla como nunca había hecho.
Pero no creía que fuera buena idea sabiendo que le debía dar tiempo a la joven.
—¿Por qué te marchaste de aquella manera? ¿Por qué desapareciste? —cuestionó, arrugando su frente—. Sé que te sobra el dinero para irte sin dejar rastro, pero no pensé que llegarías a ese punto tras nuestra ruptura. ¿Alguna vez se lo hiciste a alguna otra chica?
Él negó y se avergonzó por ello.
Pero sabía que Nika había sido la única chica que estuvo con él por amor, porque lo amó realmente y no por todo aquel dinero que tenía gracias a la aplicación que había creado. Fue la única que le demostró como funcionaba el amor, estar para lo bueno y para lo malo. Ella fue la única que estuvo en sus momentos de altibajos y lo cuidó cuando él la necesitaba.
Ella era la indicada y la destruyó por su miedo a amarla.
—No... —murmuró, humillado por lo que diría—. Solo te lo hice a ti.
Nika apretó la mandíbula y alejó la mano de la mejilla de él. Se recordó en el respaldo del cómodo sofá y cerró los ojos, tratando de aguantar las lágrimas que amenazaban por salirse.
Quiso hacerle otra pregunta, preguntarle si alguna vez la amó y no estuvo con ella solo por el sexo. Pero prefirió no decirlo, porque no quería saber la respuesta. Una gran parte de ella no quería escuchar la verdadera respuesta por miedo a conocer que él nunca la amó.
Cuando equivocada estaba...
—Necesitaba irme lejos, buscarme alguna distracción y en aquel momento la mejor opción fue esa... —contestó mirándola y deseando que ella le pegase un puñetazo por lo idiota que había sido, pero no lo hizo y fue un estúpido—. Ojalá pudiera volver atrás en el tiempo y haber hecho las cosas mejor.
Ella, escuchándolo, solo susurró;
—Pero no se puede.
—No. Ya lo sé.
Ella respiró hondo y, a pesar del dolor de pecho que le ocasionó aquella conversación, se levantó del respaldo del sofá y lo miró a los ojos. Se sentía algo más ligera que minutos atrás y sonrió, agradecida por hablar con él.
—Gracias, Jeremy... Por ser sincero conmigo y hablar las cosas.
Él sonrió, pero no estaba contento. Su pecho pesaba mucho y necesitaba sacar aquellas palabras de su pecho, decirle cuanto la amaba y que seguía sintiendo lo mismo por ella. Más ahora que la había vuelto a ver tras tantos años de ausencia... Pero no se atrevió. Nunca le había dicho a nadie que la quería.
Deseó que ella lo perdonase, pero no era nada sencillo.
—Te prometo que no te incomodaré más, Nika... No volverá a suceder lo de esta tarde —prometió con mucho dolor en su pecho, aunque su máximo deseo era besarla en aquella playa y demostrarle con gestos que la quería.
Pero no era lo correcto.
Ella asintió y volvió a mirar la ventana, con aquel hermoso paisaje de Portugal por la noche.
—Estoy segura de que te perdonaré algún día... Pero necesito que mi mente admita todas las cosas que me has dicho esta noche —contestó la joven.
Jeremy asintió y, triste, se levantó del sofá.
Pero para su sorpresa, la pequeña mano de la joven lo frenó, agarrando su mano.
Él se giró para mirarla y, tras un juego de miradas, ella señaló;
—Pero esta tarde te equivocaste en algo que me dijiste...
Jeremy arrugó su frente y cuestionó;
—¿En qué?
Nika pensó bien sus palabras y fueron completamente sinceras.
—Que no te haya perdonado del todo, no significa que te odie.
Ambos, callados, sintieron aquella tensión y Jeremy, comenzó a notar como su corazón se tranquilizaba por aquellas palabras, no pudiendo evitar sonreír como un niño y las esperanzas cruzaron límites que jamás creyó que volverían a cruzar. Se sintió feliz por esa simple frase que, a pesar de no perdonarlo, significaba algo mucho más para él.
Se relajó y ella volvió a hablar, levantándose del sofá.
—Tuvimos un mal final, pero eso fue pasado. Si te odiara, no podría ni mirarte a los ojos —aclaró. —No te hubiese tomado la mano ahora mismo y no estaría aquí hospedándome para acabar una novela. Ni siquiera podría escribir una frase sabiendo que estoy durmiendo en el mismo edificio que tu. —Sonrió porque, a pesar de que era algo incómodo hospedarse y estar al lado de tu ex, significaba que no lo odiaba y no podría hacerlo nunca—. Así que no, Jeremy... Me enfadé esta tarde y perdí los papeles, pero no te odio.
Él sonrió, no pudiendo ocultar su felicidad en ese momento y dijo;
—Gracias, Nika. —Tragó saliva y dijo. —Y por favor, descansa. Un escritor merece descansar y más si eres una buena escritora como tu.
Tranquilos, se despidieron.
Ella volviendo a escribir y él dirigiéndose a su local para despejar la mente, pero no del todo después de esa ansiada conversación que ambos necesitaban tener. Y le agradeció a ella que le diese esos minutos de su vida con él.
⛱
Jeremy caminó por las iluminadas calles de Portugal. Eran casi las 12 de la noche y su trabajo no estaba tan lejos de su edificio, por lo que prefirió despejarse un poco después de aquella ansiada charla que debían tener entre él y Nika.
Llegó con tranquilidad a su local y saludó a sus amigos, tanto a Leopoldo como los hombres mayores que conocieron a Nika y la extraña historia de ruptura que tuvieron Jeremy y ella.
El más mayor observó a Jeremy, deseoso de saber como había sido aquel viaje en coche y sus 2 amigos, mientras tomaban algo de alcohol, también lo siguieron, haciendo señas con los ojos para que pudiesen vigilarlo mejor.
Aquellos hombres, todos jubilados ya, solían ir a ese chiringuito cada 3 días y, con aquel sonido de las olas y aquel paisaje tan hermoso, les gustaba resguardarse bajo el techo de aquel inmenso chiringuito playero, mientras disfrutaban de la noche.
Todos se pusieron de acuerdo, aplaudiendo a Jeremy al verlo entrar y este se quedó extrañado por aquella bienvenida.
—Vaya, pero mira a quien tenemos aquí. Estamos hambrientos de chisme —dijo Joao.
Uno de ellos continuó;
—Necesitamos saber si habéis vuelto juntos la escritora y tú.
—Todos hemos hecho apuestas —concluyó el tercero.
Y Jeremy, curioso y completamente sorprendido por aquellas respuestas, miró a su trabajador y amigo y preguntó;
—¿Tu también, Leopoldo?
El camarero, quien limpiaba los vasos, hizo un gesto con los hombros divertido. Dejó el vaso a un lado y sacó una hoja de debajo de la mesa. La observó y comenzó a hablar;
—A ver, Joao apostó que en 4 días ustedes ya se habrían acostado. —Jeremy arrugó la frente por aquello que estaba escuchando y se cruzó de brazos mientras su trabajador seguía. —Ricardo dijo que esa misma noche habría... Ya sabes. André puso que en 1 semana. —Dejó sobre la mesa la hoja y luego miró a su jefe—. Y yo digo que cuando Nika acabe el libro. Quizás casi al final de sus vacaciones en Portugal.
Jeremy se quedó callado mientras los 3 clientes y amigos hablaban;
—¿Cuándo acaben las vacaciones? Tu estás mal —contestó Ricardo.
Leopoldo volvió a tomar el vaso para terminar de limpiarlo y continuó explicando sus motivos;
—A ver, es obvio que todavía hay algo entre ellos, pero deben sentarse a hablar y él darle tiempo a ella para que lo perdone. —Todos se quedaron mirando para Leopoldo, incluido un interesado Jeremy y luego el camarero concluyó. —Es más que obvio.
Joao negó con la cabeza.
—Yo digo que, si no lo han hecho ya, lo harán dentro de pocas horas.
—Esperen, vamos a ver que dice él —dijo André.
Todos lo miraron, mientras que Jeremy todavía tenía que poner las cosas en orden tras tener aquel necesario diálogo con ella. Tras sentarse a hablar después de tantos años y decir las cosas que tenía que haberle dicho antes a Nika a la cara.
Jeremy, callado, negó con la cabeza mientras suspiraba.
—No pienso hablar de ese tema con ustedes.
Jeremy se giró para irse a la cocina y colocar algunas cosas para el día siguiente, cuando Joao lo llamó;
—¡Oh, venga! No nos puedes dejar así. Es la única diversión que tenemos nosotros.
Jeremy volvió a mirar a sus amigos, ya que sabía que no lo hacían con mala intensión... Pero aquella conversación, lejos de haber resultado sanador, le había sido bastante doloroso haber recordado cosas malas que él le había hecho a la chica que amaba.
Solo deseaba que ella pudiera perdonarlo algún día y todas las cosas que llegaron a hacer, todas las conversaciones y todos los momentos, se quedaban para ellos solos. Ambos lo compartían mutuamente, nadie más debía saber que es lo que hacían en privado.
Y lo último que quería ser era un idiota con personas mucho más mayores que él. Era ser irrespetuoso, pero no quería que se metieran en aquello que le había destrozado durante 5 años.
—Miren, pase lo que pase entre ella y yo, se queda entre ella y yo —dijo con tranquilidad, para luego volver a darse la vuelta y meterse en la cocina durante el resto de la hora.
En cambio, los hombres se quedaron hablando, haciendo algunas teorías y viendo que se veía no muy bien. Por el otro lado, se encontraba Leopoldo quien había notado que su amigo no se encontraba bien. Nada más verlo entrar se le veía decaído y sabía que algo malo debía haber pasado con aquella joven.
No sabía que historia habían tenido, ya que lo conocía desde que Jeremy se había ido a vivir a Portugal tras la muerte de su tío. Pero Leopoldo dejó a sus amigos hablando entre ellos y entró en la cocina, viendo como él se había quedado mirando hacia un objeto pequeño que tenía en su mano. Parecía ser una tabla de surf que solían utilizarse como collar, pero solo era el colgante.
Este se acercó y preguntó;
—¿Es especial?
Jeremy lo miró rápidamente y luego miró a aquel objeto que le quedaba de Nika y que jamás lo había tirado. Era lo único que le quedaba de ella, junto con una foto que guardaba como un tesoro en su ático.
Y asintió.
—Muy especial.
Leopoldo sonrió y, en medio de la cocina, volvió a preguntar;
—¿Ocurrió algo malo?
Jeremy suspiró, pero negó con la cabeza.
—Tu rostro me dice lo contrario.
Jeremy siguió mirando aquel collar y luego lo guardó en su bolsillo del pantalón, asegurándose de que jamás se le perdería.
Miró a su amigo y, dejando de ser aquel hombre tan cerrado, culpable de haber roto aquella relación, se abrió, pero no del todo.
—Tuvimos una discusión y más que merecida después de lo que le hice.
Leopoldo se apoyó en una de las mesas que había en la cocina e indagó;
—¿Crees que no hay arreglo?
Jeremy negó con la cabeza al darse de cuenta de que esa pregunta, la que le había hecho Leopoldo, era lo que él se preguntó mientras caminaba después de hablar con ella.
Y un choque de realidad cayó sobre él.
—No lo creo —murmuró con la voz algo rota, pero aguantando para que Leopoldo no lo viera derrumbarse.
—Tío, si se te ve enamorado de esa chica... —susurró su amigo—. ¿Qué ocurrió para que la dejases?
De nuevo esa pregunta... La cual tenía una sencilla respuesta;
—Que fui un idiota, eso es todo. —Miró de nuevo al suelo y negó con la cabeza—. Y ahora me arrepiento de esos años perdidos sin ella.
Leopoldo asintió, queriendo decirle algo, pero conocía a Jeremy y nada lo conseguiría alegrar cuando estaba así. Asintió y prefirió dejarle solo, porque era lo que más prefería Jeremy y este se lo agradeció por darle todo aquel espacio.
Mientras los demás hablaban y se divertían, Jeremy se quedó solo en la cocina, pensando en aquella joven y deseando poder hacer algo para recuperar aquel amor que vivieron. Lejos de lo mal que podía verse, en el fondo de su pecho podía sentir una leve ilusión al recordar las palabras finales de ella antes de que se marchase.
Quizás no estaba del todo perdido.
***
Y hasta aquí el capítulo de hoy.
¿Creen que era necesario esta conversación entre Nika y Jeremy?
Ustedes, si volviesen a reencontrarse con vuestro ex, ¿darían una segunda oportunidad? Claro, todo dependiendo de las circunstancias de cómo acabó. Pero, si fuesen Nika, ¿que harían?
El sábado mucho más y seguramente haga un maratón este finde :3
Nos leemos.
Patri García
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