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CINCO | ESE SENTIMIENTO SEGUÍA AHÍ, Y AMBOS LO SABÍAMOS

«Dolía mirarlo a los ojos y no poder besarlo. Quería hacerlo, pero no podía perdonarlo... No al menos de momento»

Nika.

Habían pasado varios días desde la charla que habían tenido ambos ex amantes en aquel piso de Portugal.

Bien fue cierto que aclararon ciertas cosas que quedaron en el aire desde hacía 5 años en sus vidas. Pero las cosas no estaban tan bien como creían, sobre todo para Jeremy, que no la había vuelto a ver y quiso darle espacio después de contarle todo lo que ella debía saber. El motivo principal de su ruptura con ella, ya que era el miedo a quererla.

Pero él ya la quería. Eso era inevitable.

Lo que ese detalle, la joven Nika, no lo sabía.

Había escrito bastante en esos días, quizás esas discusiones y esa charla la ayudaron y mucho, a avanzar en su novela, que ya le quedaban pocos capítulos. Pero no parecía estar contenta por acabarla.

Un escritor siempre tenía 2 sentimientos cuando estaba a punto de acabar una novela. Después de tantos meses trabajando, deseaban ponerle el punto y final y descansar, para escribir sobre otros nuevos personajes. Pero también estaba el otro sentimiento, el de tristeza, por acabar una novela que le había conllevado mucho trabajo, muchas horas pegado al ordenador... Y, sobre todo, echar de menos a esos personajes que su mente había creado. Pero el caso de Nika era distinto, no solo sentía esos 2 sentimientos, sino también porque sabía que, cuando acabase la novela, debía irse de Portugal y no volvería a verlo.

Lejos de todo lo que había sufrido en su ausencia, seguía amándolo en silencio y quería dejar de sentir aquello... Pero no ayudaba verlo siempre. Creía que ya no sentía nada por él, pero nada más volverse a ver tras tantos años, su pecho le había dicho todo lo contrario.

Necesitaba estar unos días sin verle, sin mirarle a los ojos, para poder seguir con su novela y aclarar las cosas de las que había hablado con Jeremy. Y vaya si dolía que por ese miedo, en vez de sentarse a hablar con ella en aquel entonces, la dejase y se esfumase sin volver a escuchar su nombre en ninguna esquina del mundo.

Esa tarde había salido a dar un paseo y despejarse de las letras, cuando entró en una tienda y vio varias tazas, comprándole una a Jeremy tras destrozarle la taza que le había dado aquel día y se sintió mal por ello.

En su camino, subiendo las escaleras del edifico, se preguntó si era buena idea subir a su ático para darle aquella taza. En varias ocasiones se quedó entre la escalera, de su piso al ático de él, entremedias, para saber si se atrevía a subir o, por el contrario, no.

Cuando fue a abortar la misión, negó con la cabeza, suspiró fuertemente y subió para quedarse frente a la puerta de Jeremy y tocar, sin dar vuelta atrás.

Tardó unos minutos, en lo que escuchaba los pasos tranquilos de él y abrió la puerta, encontrándose a Jeremy, sorprendido por lo que estaba viendo.

Los ojos de él se iluminaron al verla y su sonrisa se hizo presente, cosa extraña en él, pero que no era tan extraña para Nika, quien ya lo había visto sonreír en muchas ocasiones.

—Nika...

Ella tragó saliva y le entregó una taza, en vuelta en una caja.

—Vengo porque quería darte esto. El otro día, de lo enfadada que estaba contigo, tiré la taza que me entregaste... —Observó como Jeremy miraba la caja y la abría para ver la taza que había dentro. Era muy sencilla, pero Jeremy no pudo evitar sonreír—. Perdón. No tenía que haber perdido los nervios de aquella manera.

Negó con la cabeza y dijo;

—No te preocupes por eso... Era solo una taza. —Miró la nueva taza que ella le había comprado y lo rozó con las yemas de sus dedos para decir. —Gracias.

Juró que iba a guardar aquella taza como un tesoro. Y luego la miró a ella.

—¿Quieres pasar? —susurró, comenzando a ponerse nervioso y ella negó con la cabeza.

Sabía como iban a acabar las cosas si ella entraba en ese ático. Y aunque sonase muy placentero, sabía que no era buena idea, después de todo lo que había sufrido por su ausencia.

—No, solo... Venía a darte eso.

Jeremy quería aprovechar ese momento para seguir conversando con ella, escuchándola y estando ahí. Quería demostrarle que no era el estúpido que tenía miedo por amar a otra persona, que el tiempo le había enseñado que las cosas se enfrentaban cara a cara y no huyendo como un cobarde.

Pero no sabía que decirle.

Y cuando ella fue a girarse para irse de nuevo a su piso, él la frenó.

—¡Espera! —Jeremy vio como los ojos hermosos de Nika lo observaron, esperando alguna respuesta de él—. ¿Cómo...? ¿Cómo vas con la novela? —inició la conversación de una forma bastante torpe.

Ella sonrió, pero no llegó a sus ojos.

—He avanzado bastante. Ya solo me quedan 6 capítulos.

Jeremy apretó los puños con fuerza de tan solo imaginarse que, desde que acabase esos capítulos, se marcharía y no la volvería a ver jamás. Quizás en alguna firma de libros, pero ahí no tendría tiempo para volver a reconciliarse.

Debía aprovechar al máximo todo ese tiempo y tuvo un plan que solo esperaba que ella no rechazara.

—Wow... Vas rápida —susurró y luego, con las manos sudorosas y tras colocar la taza sobre una mesa con sumo cuidado, preguntó, ante la pasiva mirada de Nika—. ¿Te apetece hacer algo esta noche? Un cliente me regaló una cena para 2 en uno de esos barcos en los que das un paseo mientras comes. Dicen que las vistas desde ahí son magníficas de noche.

Jeremy jamás creyó que se pondría nervioso pidiéndole una cita a ninguna mujer, y menos a la mujer que amaba en secreto. Pero ahí estaba, de pie y a sus 32 años pidiendo aquella cita que sentía que era un momento crucial para su relación.

Si ella se negaba, no habría ninguna oportunidad para él. Pero si ella aceptaba, aprovecharía al máximo aquella cita y aquellos días que le quedaban a ella.

—¿Nunca has cenado en un barco? —cuestionó ella, sin responderle a su propuesta.

Él negó.

—Yo tampoco —contestó la joven.

—¿Quieres venir? —le propuso.

Y ella se quedó dudosa, pero no se negó en el primer momento y aquello le dio esperanzas al hombre rubio que tenía frente a ella.

—No sé si será buena idea —susurró, pero sin negarse directamente.

Ambos se quedaron mirándose en medio de aquella puerta, a tan solo 1 metro de separación y observándose.

Jeremy sentía que, lo que diría a continuación, era primordial para el futuro de los 2, para que aquella relación no falleciera en ese momento y de aquella manera tan fría. El destino le había dado la mejor oportunidad que jamás volvería a tener. Por eso buscó las palabras idóneas para ella, para ambos y para renacer algo que creían muerto, cuando en realidad seguía más vivo que nunca.

—No voy a hacer nada que no quieras, Nika. —Carraspeó para eternizar. —Me gustaría que conocieras un poco más Portugal y quizás te diviertas esta noche o tienes más ideas para tu nueva novela.

Nika apretó su mandíbula, pensativa por aquella propuesta y se quedó callado unos segundos, pensando claramente en su respuesta y en las posibilidades que habría de que acabasen en la cama para un rollo de un rato. Y eso era lo que ella no quería. De volver con él, lo quería todo para ella y no solo para una sola noche. Pero tenía miedo a volver a sufrir y el pasado no lo había superado del todo todavía.

Analizó la mirada de Jeremy y vio sinceridad en ellos y dijo la cosa que más deseaba escuchar Jeremy.

—¿A que hora vienes a recogerme?

Un hombre treintañero se encontraba en la soledad de su cuarto, con la camisa abierta y colocándose perfume.

Estaba bastante nervioso y ya se había cambiado de camisa como 3 veces, hasta que se dijo que la de color blanco era mucho mejor para él y para esa noche. Aunque solo quería verse bien para Nika.

Cuando se colocó botón a botón la camisa y terminó de prepararse, salió de su solitario ático y bajó las escaleras hasta llegar al piso de la joven. Nuevamente, volvió a colocarse el pelo hacia atrás, ya que esa noche se lo había peinado y, tras contar varios segundos, tocó la puerta.

De fondo, la voz de ella se hizo presente;

—¡Dame 5 minutos!

Jeremy se apoyó en la pared, pegado a la puerta de la joven y esperó tranquilamente mientras trataba de controlar su nerviosismo por volver a salir una noche con la joven Nika.

Cuando pasaron aquellos 5 minutos y hasta 10, la puerta se abrió y con ella salió una hermosa joven, con unos zapatos simples y un vestido veraniego hermoso que hizo mover de su sitio al surfero que tenía a su lado y mirarla con unos ojos de embobado.

Tragó saliva Jeremy y empezó a tartamudear.

Estaba más que preciosa.

Nika, al ver que él no decía nada, se preguntó si había hecho bien en ponerse aquel vestido y más cuando iba a salir con su ex. Quizás no había sido lo acertado y se preguntó si le daba tiempo a cambiarse.

—Me parecía lo adecuado para una noche en Portugal... —Al ver que seguía petrificado en su sitio, con las manos en el bolsillo, Nika preguntó, señalando su piso—. ¿Quieres que me cambie? Puedo hacerlo rápido...

—No. —Se apresuró a decir Jeremy y, cuando se percató que exageró su tono de voz, carraspeó para seguir. —Estás preciosa así.

La sonrisa tan hermosa de Nika hizo poner más nervioso a Jeremy.

Él levantó su brazo para que ella colocara su mano y ambos salieron del edificio para subirse a aquella vieja camioneta y llegaron al barco, el cual tenía unas vistas de los más hermosas.

Un camarero les guio para que luego ellos se sentasen en aquella mesa. Y mientras Nika miraba embobada las hermosas vistas del mar que le brindaba aquel barco, en aquella noche de Portugal, Jeremy memorizó cada gesto de ella. Como los ojos de la joven se iluminaban y parecía verla sonreír más que otras veces, pero al natural, sin sentirse forzada. Y aquello le sumó años de vida a nuestro joven protagonista.

Jeremy trató de hacer aquella pregunta, pero no sabía como iniciarla sin parecer un desesperado. Quería hacer las cosas bien ahora, y no perder más el tiempo.

Comenzó a notar como el aire le faltaba y el extraño aumento de calor que solo sentía Jeremy. Había bastante calor en Portugal, pero justo esa noche había un poco de aire fresco que refrescaba a los habitantes de aquel lugar después de pasar tanto tiempo con olas de calor.

Nika lo miró, extrañada y al ver como él se desabotonaba 2 botones de su camisa, se preocupó por ese chico.

—¿Estás bien?

Jeremy la miró, apretó la mandíbula y asintió, nervioso.

—Si.

Entonces, no quiso perder más el tiempo e hizo aquella pregunta que no paraba de rondarle por la mente desde hacía varios días.

—¿Cuánto tiempo más vas a quedarte? —cuestionó él, preocupado por los pocos días que debían de quedarle a ella al ver lo rápida que iba con la novela.

Y deseó que pasara unos días de bloqueo de escritor, solo para que no terminase la novel tan rápidamente. Como 2 o 3 días solamente y pasar más tiempo con ella. Pero en seguida desechó esa idea porque ya sabía como de estresada se ponía Nika si pasaba por un bloqueo.

En lo que él le preguntó eso, Nika se entristeció por miedo a que él quisiera que se marchase ya. Observó su mano sobre la mesa y dijo;

—Creo que 2 semanas más —susurró, arrugando su frente.

Jeremy respiró hondo al ver que era poco tiempo y se prometió que lo iba a aprovechar al máximo con ella.

Entonces, una duda le hizo distraerse y no paró de pensar en aquello en cuanto habló con Nika la última vez.

—Nika, el otro me dijiste que tu tía era la única persona que te quería... ¿Por qué lo dijiste en pasado? ¿Le ocurrió algo? —preguntó.

Y el rostro de ella cambió drásticamente, sintiéndose mal por preguntarle.

—Siento si...

—No... Ya he aprendido a decirlo sin llorar... —susurró. —Murió hace 2 años.

Jeremy se le cayó el mundo encima al ver que esa joven ahora se encontraba sola completamente. Y quiso decirle que se había equivocado, que no era la única persona que la quería, sino que él también la quería. Pero ni siquiera fue capaz de decirle esas palabras hace 5 años, como para decírselas ahora, cuando ella no quería nada con él.

O eso creía Jeremy.

—Ahora estoy completamente sola —susurró, mirando al plato vacío que había frente a ella.

Y Jeremy se tragó todo su orgullo para negar y decirle;

—No estás sola... Me tienes a mí.

Nika lo miró, pero no dijeron nada más.

Durante esa noche, siguieron disfrutando de las vistas y en ese momento el camarero les atendió para luego pedir la comida.

Toda esa noche, estuvieron hablando de otras cosas que no fuera su relación, conociéndose más y viendo que es lo que habían hecho todos esos años de ausencia.

Y como decía Jeremy, ambos disfrutaron de esa noche, rieron y se volvieron a conocer por una segunda vez.

En aquel agosto de Portugal, donde renacieron viejos sentimientos de 2 antiguos amantes.

Tras disfrutar de la comida, Jeremy preguntó;

—¿Quieres bailar? Esas parejas me están dando envidia. —Señaló la pista de baile en la que varias parejas disfrutaban al máximo de esa noche, en medio del mar.

—Jeremy... —advirtió y él elevó la ceja.

—Nika, es solo un baile. No te estoy pidiendo un riñón... —Y se confesó a ella—. Quiero disfrutar cada segundo que estés en Portugal. No quiero arrepentirme de nuevo por haberte dejado marchar. Solo un baile.

Nika se quedó impactada por las palabras de él y el miedo que le inundó antes, desapareció por un gran motivo.

Tardó en pensárselo, hasta que asintió y ambos se levantaron para bailar.

Entonces, mientras ambos caminaban hacia la pista, él quiso verla sonreír e hizo un chiste sobre 2 señoras que no paraban de quejarse de la vida de los demás, haciendo una gran imitación y haciendo reír a Nika de tal manera que le dio un episodio, breve, en ese momento de risa.

La joven comenzó a perder el equilibrio y tuvo que buscar apoyo en el cuerpo fuerte de Jeremy, quien se asustó al verla así y la tomó de la cintura rápidamente para que no cayese al suelo. Levantó el brazo de la joven para colocarla sobre sus hombros y esperó a que ella volviese a recuperar fuerza.

—La cataplexia, ¿verdad? —cuestionó, tratando de estar calmado frente a ella, para no asustarla más.

Ella tragó saliva y asintió.

—Me ha dado un poquito...

Fue ahí cuando una pareja mayor, pasó frente a ellos, haciendo que se molestaran por entorpecer el pasillo y Nika se disculpó con ellos. Fue ahí cuando ambos escucharon como el hombre mayor, con tono despectivo, le susurró a su mujer;

—Está borracha.

Nika apretó la mandíbula y Jeremy se vio bastante enfadado, a punto de decirles algo, sobre todo a aquel hombre, pero Nika le advirtió;

—Ignóralos.

Unos minutos pasaros y ella prefirió hablar, al avergonzarse de la escena que estaba montando por lo que sufría.

—Creo que vamos a tener que esperar un poco a bailar. Mis piernas no reaccionan.

Jeremy la tomó entre sus brazos, levantándola del suelo, sorprendiendo a la muchacha y se la llevó a un banco que había allí vacío. La sentó con sumo cuidado y luego se sentó a su lado, dándole todo el tiempo que ella necesitase.

Nika se la veía sumamente avergonzada, por lo que sufría y no paraba de mirar el suelo, esperando no mirar a aquellas personas que la habían visto de aquella manera. Y como aquella pareja de ancianos, seguramente más personas en ese sitio se habrían burlado de ella, creyendo que estaba borracha, cuando ni siquiera era eso.

—¿Puedo apoyar la cabeza en tu hombro? —cuestionó ella, al ver que le costaba mantenerse.

Y Jeremy se pegó a ella para que lo hiciera.

—Ni me lo preguntes.

La joven colocó su cabeza sobre el hombro cómodo y fuerte de Jeremy y se sintió mucho más cómoda, pudiendo mantenerse frente a ese hombre que le daba todo el espacio que ella necesitase.

—Tómate todo el tiempo que necesites. No tenemos prisa. —La tranquilizó él.

Y funcionó, porque, aunque pareciera una tontería, aquellas palabras tranquilizaron a una nerviosa Nika por lo que acababa de pasarle.

La cataplexia, a menudo, fue un tema de burlas en su vida. Comenzó a padecerlo con 14 años y desde ahí siempre había sido el tema por el cual los demás se reían al ver que al reírse ella, perdía fuerza. Para ellos, que era una gracia, para ella era lo peor que existía.

—Siento montar la escenita —se disculpó la joven, mirando las parejas bailar ante las canciones que les ponían.

—No. Jamás me digas eso —contestó él.

Ella, avergonzada por ello, dijo;

—Pensé que me iba a caer.

Jeremy colocó la mano sobre la de ella y susurró;

—Conmigo nunca te vas a caer. Siento provocarte.

—No, no sientas nunca hacerme reír.

No supieron por cuanto tiempo estuvieron así, sentados en aquel banco en ese barco en medio del mar, con aquellas hermosas luces anaranjadas de Portugal cuando caía la noche.

Hasta que ella se abrió a él.

—Odio que me pase esto y que la gente se burle de mí... Sobre todo, cuando dicen, "mira, se cae de la risa". —Negó al recordar cada momento que le había ocurrido aquello y más delante de tantas personas—. Me siento como un payaso de feria... Y ellos no entienden como se siente cuando te ocurre esto.

La mano de Jeremy se colocó sobre la rodilla de ella y le dio una ligera caricia que hizo reaccionar a Nika.

—No tiene que importarte eso. Lo importante es que tengas gente a tu lado que te apoye y te ayude.

Nika lo miró, levantando la cabeza y viendo que ya recuperaba las fuerzas posibles.

—Siempre fuiste un buen novio, ¿lo sabías? —confesó, dejando asombrado a Jeremy—. Teníamos una relación muy bonita, con nuestras discusiones, pero me encantaba lo atento que eras conmigo, como nos apoyábamos y nos ayudábamos...

Él asintió para decirle;

—Como un equipo.

La joven asintió y luego él empezó a darle suaves masajes en los músculos de las piernas de la joven.

Hasta que ella dijo;

—Ya me encuentro bien.

—¿Segura? Podemos esperar un poco más.

Asintió y ambos se levantaron para bailar, después de que Nika volviera a recuperar el control de sus músculos.

De la mano, fueron a la pista y bailaron una canción pop que estaban poniendo, divirtiéndose y disfrutando. Bailando de aquella manera durante toda la noche, hasta que otra canción sustituyó aquella canción llena de ritmo y comenzó a sonar la canción de ellos, no ayudando mucho a que bailasen pegados.

Ambos, dudosos, decidieron que no debían importarles y que estaban preparados para bailar de aquella manera sin ser nada.

La mano de Jeremy se colocó peligrosamente en la espalda baja de Nika, mientras que ella colocaba su mano sobre sus hombros.

Ambos se tocaron suavemente, pero había algo ahí todavía. Existía todavía aquel amor que se tenían y bajo las estrellas en aquel país europeo, bailaron su canción después de tantos años.

Sus cuerpos parecían conocerse, donde tocarse y aquellos sentimientos, como se sentían, era indescriptible.

Sus sentimientos estaban a flor de piel, sobre todo Nika, que pudo sentirse como en casa al estar entre los brazos de Jeremy.

Cada vez se pegaban más y más, hasta poder sentir el respirar que tanto les estaba dificultando a Jeremy y a Nika. Faltaban pocos centímetros para que sus bocas se unieran y se besaran, pero no daban el paso, ninguno lo daba. Hasta que alguien tocó el hombro de Jeremy, interrumpiéndolos de su momento burbuja.

Un hombre con una cámara de fotos en mano, los había detenido.

—Disculpen... ¿Puedo sacarles una foto mientras se besan?

Ambos se quedaron asombrados por aquella pregunta y Jeremy negó con la cabeza.

—No somos novios —susurraron ambos al unísono.

—Es solo una foto. Hacéis muy buena pareja. Solo déjenme sacarles una foto mientras se besan y me iré —insistió.

Y Jeremy miró a Nika, esperando que le dijese que no, pero ella asiente sin pensarlo.

El fotógrafo continuó;

—Cuando queráis, chicos.

Una vez el fotógrafo se alejó, ambos se miraron y se tomaron todo su tiempo para aquella improvisada sección de fotos.

Hasta que Jeremy le dijo;

—No tenemos que hacer esto.

Ella negó y continuó;

—No pasa nada.

Y, sin que ella lo esperase, él la tomó de las mejillas y estampó sus labios, para iniciar aquel beso tan ansiado por ambos.

Al principio, Nika se vio sorprendida por aquel beso, pero en seguida lo siguió, olvidando los 2 que había alguien sacándoles una foto.

Sus lenguas no tardaron en unirse en seguida y aquellos sentimientos volvieron a resurgir de sus cenizas, encendiendo una gran llama de amor que creían olvidada, apagada. Y cuan equivocados estaban ambos amantes.

Aquellos sentimientos reprimidos desde hacía años, salieron a la luz aquella misma noche con aquel beso.

El fotógrafo sacó varias fotos, mientras que aquellos amantes seguían besándose, olvidándose por completo de donde se encontraban y notando aquella química que tuvieron, que tenían y que seguía ahí.

—Listo. Gracias —dijo el hombre al ver que no acababan de besarse y se marchó como si nada, a buscar más parejas a las que fotografiar.

Pero ellos no lo escucharon y siguieron besándose en aquella noche portuguesa.

Sus manos viajaban por todos los lados de sus cuerpos. Nika había bajado lentamente sus manos sobre el pecho de él, tocando lo duro que estaba, hasta bajar por su espalda y acercarlo a ella. En cambio, Jeremy estaba tan embelesado por ella, que no dejaba de mover sus labios, siguiendo con ese ritmo de ella que tanto había añorado.

Fue ahí cuando Nika le entró aquel miedo a volver a sufrir, como el que tenía miedo después de sufrir un accidente. Ella tenía casi el mismo sentimiento y más después de todas las noches en vela que había estado en su ausencia. Y todo lo que había mejorado para ahora olvidarlo en una sola noche.

Notaba que seguía tan enamorada de él como aquellos días en Nueva York.

Y ambos se separaron, bajo aquella luz de estrellas y, callados, se miraron de una manera tan única. Jeremy no paraba de sentir que su corazón se iba a salir después de besarla, pero ella... El miedo la iba a comer completamente y solo deseaba tomar su bolso e irse lejos, muy lejos de su lado.

Habían miles de sentimientos y ninguno dijo nada en ese momento.


***

Otro nuevo capítulo.

Pronto acabará esta historia corta y podremos saber cómo acabará.

¿Que les ha parecido este capítulo?

¿Creen que ella lo perdonará algún día?

Nos leemos mañana con otro capítulo :3

Patri García

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