Capítulo 24
Luka Cassiragghi hacía mucho tiempo que no bebía tanto como aquella noche y estando como se encontraba, tuvo la descabellada idea de llamar al móvil a Fiorella.
Era bastante tarde y la joven se encontraba durmiendo junto a Lorenza, se despertó sobresaltada cuando escuchó el sonido del aparato y lo tomó enseguida en sus manos para no despertar a su amiga.
En la pantalla táctil se veía el rostro del piloto y su nombre, la muchacha frunció el ceño cuando quedó desconcertada ante su llamado pero no le dio importancia porque era factible que iba a gastarle una broma y canceló la llamada. Volvió a apoyar la cabeza sobre la almohada pero él continuó con insistencia.
―¿Quién es? ―preguntó la otra.
―El pesado de Luka.
―¿No lo vas a atender?
―No.
―Qué estrecha te pones Fiorella.
―Vuelve a dormir.
―Si le contestas me dormiré tranquilita ―rió por lo bajo.
El sonido se detuvo, pero llamó una tercera vez. Y la joven tuvo que atender su persistente llamado para que la dejara tranquila.
―¿Qué pasa Luka? ―cuestionó bostezando―, ¿sabes la hora que es? ―cuestionó molesta.
―Fiorella ―habló quedándose callado―, Fio-reeeel-laaaaaaa ―repitió con énfasis cada sílaba y arrastrando las letras a medida que se reía―, no me dejes por favor, no me dejes ―dijo con congoja y estallando en llanto.
La muchacha se quedó de piedra ante la actitud inesperada de él.
―Lo hubieras pensado antes, Luka ―contestó molesta.
Ante el llamado, Lorenza estaba atenta a la conversación y apretaba los labios cada vez que su mejor amiga era una ácida con él.
―Por favor... ―hipó y continuó llorando―, no pasó nada ―replicó con una voz poco legible―, quiero que... estés conmigo... después de... ―acotó y pausó la respuesta.
―Luka... ―respondió ella cansándose de su actitud y bufó.
―Después de las carreras... eres lo... ―volvió a hipar y se escuchó su voz temblorosa―, mejor. Eres lo mejor que tengo ―enfatizó con la poca noción que tenía en aquel estado de ebriedad extrema.
―Bueno, pues si soy lo mejor después de las carreras, ni te hubieras molestado en llamarme.
Lorenza le golpeó el brazo cuando la escuchó.
―Pero... te he conocido... después de mi tra ―hipó una vez más―, bajo ―contestó sollozando.
―No seas idiota ―susurró su amiga.
―Lo mejor que tenías, ¿lo escuchaste bien? Tiempo pasado ―comentó con furia―. ¿Te emborrachaste para evadir lo que me hiciste? ―interrogó aún enojada con él.
―Me emborraché porque... soy un cobarde ―respondió entre balbuceos―, ¿me abres? Estoy en la puerta ―expresó carcajeándose y llorando también.
―Te mereces quedarte ahí durante toda la noche ―apostilló escupiendo cada palabra―, machito con testosterona potenciada ―le dijo con burla pero con rabia también.
―Lo sé ―fue lo único que pudo decirle él.
Luka siguió llorando desde la otra línea del teléfono, lo peor era que aún seguía allí, en la entrada del departamento de su padre y de ella. Estaba mucho más que molesta con él, porque su novio de aquel entonces, no frenó el beso que le daba su exnovia y la arpía aprovechó para lanzarse encima.
Pronto salió de la cama y salió de la habitación.
―Esto no me lo quiero perder ―manifestó Lorenza saliendo de la cama también.
―¿En serio Lorenza? ¿Te gusta presenciar nuestra discusión?
―Claro, solo para ver cómo no tienes razón ―sonrió de lado.
―Se supone que tú eres mi amiga y no de él.
―Esta vez tú eres la equivocada. No te confundas.
Ambas salieron del dormitorio y Florcita le abrió la puerta. La argentina quedó sorprendida cuando lo vio de rodillas frente a ella. No sabía si reírse o sentir pena por él, era la primera vez que lo veía así de angustiado, tragó saliva con dificultad y aunque lo que veía en sus ojos era genuino y estaba arrepentido, ella se mantuvo firme.
―Entra ―dijo sin siquiera ponerse de cuclillas frente a él.
―No puedo ―contestó riéndose mientras movía el dedo índice de un lado hacia el otro.
Se echó contra el piso boca abajo y Fiorella revoleó los ojos.
―No seas así con él, ni siquiera puede caminar ―manifestó su amiga mirándolo.
―Bueno, si quieres dormir ahí, yo no tengo problema, por lo menos sé que estamos custodiadas ―respondió con burla riéndose.
―Qué insensible eres ―frunció el ceño con seriedad Lorenza.
Cuando la argentina quiso girar para caminar a su cuarto, él la sujetó del tobillo, la joven apretó los dientes y suspiró con pesar agachando la cabeza, se dio vuelta para mirarlo pero aún continuaba de pie, no iba a ablandarse por verlo así. Quería verlo sufrir un poco más porque se lo merecía.
―No me dejes... por favor ―repitió con esa voz ininteligible y llorando con congoja.
La muchacha hizo un mohín de lo molesta que estaba con Luka y volvió a revolear los ojos.
―¿Vas a entrar o tendré que ayudarte como un crío que hace berrinches? ―preguntó hastiada.
―De verdad que eres una estrecha, pobre hombre, Fiorella ―dijo indignada.
―No... ―tragó saliva intentando coordinar lo que decía―, seas así conmigo ―comentó y trató de ponerse de rodillas para luego levantarse como podía sosteniéndose del marco de la puerta de entrada.
Fiorella no pudo evitar carcajearse ante lo que veía. Las piernitas le temblaban.
―Si esa testosterona de machito pudo aceptar el beso que le daba suexnovia, pues entonces esa misma testosterona de machito podría ponerse de pie solito ―manifestó con enojo y frunciendo el ceño.
Una vez que Luka se irguió y quedó frente a ella, Fiorella no pudo evitar sentirse nerviosa de nuevo, porque ya no parecía tan ebrio como antes. Sus ojos no se veían tan idos por el alcohol y le dio un revoltijo de sensaciones en la boca de su estómago cuando le clavó la mirada. Tragó saliva con dificultad y se hizo a un lado para que pudiera entrar.
―¿Me puedes ayudar ahora? ―inquirió con vergüenza.
Incluso Lorenza no aguantó más y lo ayudó a caminar.
―Vamos Fiorella, no puedo sola. No seas tan dura e inflexible con él ―respondió su amiga.
Ella cerró los ojos ante la pregunta de él y ante el comentario de su mejor amiga y sabía que estaba actuando de manera insensible. La voz masculina la sintió como un lastimero lamento. Ni siquiera dejó que la abrazara por los hombros para que se sostuviera de ella, lo cazó de la camiseta y cerró la puerta, pronto lo guiaron hacia el asiento de la barra de la cocina.
―Si te tambaleas te suelto, ¿comprendiste machito? ―emitió con seriedad en su voz.
Él la miró y con lentitud procesó sus palabras, poco después asintió con la cabeza.
Lo sentaron mientras que la argentina le preparaba un café negro y amargo. El piloto apoyó las manos y la cabeza sobre la encimera, y se quedó dormido. Florcita aprovechó para apretarle el cabello.
―No seas bruta, nena ―abrió más los ojos Lorenza al ver la actitud de ella con él.
―Se lo merece.
―Ya basta.
―Si no te gusta, vuelve a dormir ―escupió enojada―. No te duermas machito ―contestó con neutralidad en su voz y él se quejó―, si quieres dormir, pues ve a la camita de tu exnovia ―expresó decepcionada.
―Me voy a dormir, me parece que va a ser lo mejor ―acotó y caminó hacia el cuarto y cerró la puerta.
Luka la observó hasta que se dio cuenta lo que le había dicho, pronto sus ojos volvieron a aguarse.
―No me acosté con ella ―ésta vez lo dijo con seriedad extrema.
―¿Papito qué tienes? ¿Acaso tienes andropausia que lloras? ―interrogó con ironía.
―Lloro porque... estás siendo in... justa conmigo ―hipó mientras se sujetaba la cabeza porque sentía que se estaba yendo hacia un lado.
La joven lo ubicó mejor en la silla.
―Habiendo aceptado el beso, ya puedo pensar cualquier cosa de ti, ya ni sé si mientras teníamos una relación tú te veías con la otra ―contestó decepcionada y frustrada con él.
―No... no, no ―fue lo que le salió con insistencia de sus labios―, te respeté y te respeto, no me hagas sentir culpable ―confesó viendo la taza de café y le dio un gran sorbo―, ella se tiró encima y me dio el beso ―replicó viendo el líquido oscuro casi negro del café y volvió a beber―, ni siquiera me dio tiempo a reaccionar.
―Sí sí, excusas, todas son excusas, es el típico pretexto ―dijo muy decepcionada.
―¿Qué gano con mentirte? Me alejo más de ti si te miento y no quiero ―respondió estando un poco más sobrio porque la infusión le estaba haciendo efecto―, hace años que dejé de amarla, ni siquiera la amaba, era solo un pasatiempo, lo que viste fue solo eso, no pasó nada más, nunca pasó nada entre ella y yo mientras estábamos saliendo ―expresó con tristeza mientras se secaba las lágrimas con las mangas de su camiseta―. Ella nunca me importó. Solo tú.
Ambos se miraron sin decirse algo, y la joven limpió la mesada de la cocina con disimulo mientras que él bebía el café. Pronto fue a la habitación y minutos después salió con una manta, y una almohada en sus manos para ponerlas sobre el largo sillón de la sala de estar.
―Buenas noches ―acotó con sequedad y volvió a su cuarto cerrando la puerta.
Cuando Cassiragghi escuchó la puerta cerrarse echó la cabeza hacia atrás y luego la agachó con un suspiro de resignación. Si ella seguía con esa actitud con él, sabía bien que posiblemente jamás lo iría a perdonar. Sus ojos volvieron a aguarse y la barbilla le tembló. Se levantó de la silla y arrastrando los pies llegó al sillón para ubicar la almohada y extender la manta que le había dejado. Cuando se sentó, se descalzó y se recostó. Su mente divagó y de repente sonrió ante lo que se le había ocurrido, porque si ella no aflojaba, iba a ponerla entre la espada y la pared.
La mañana del siguiente día, la primera que se había levantado fue Lorenza y luego Fiorella, mientras su amiga le daba una taza de leche con un poco de café, hablaban sobre lo que había pasado aquella madrugada.
―¿No crees que estás exagerando con toda esta situación? ―interpeló por lo bajo―. Creo que estás actuando como una infantil.
―No me digas que actúo como tal porque no es nada agradable ver cómo otra besa a quien es tu pareja ―unió las cejas escupiendo las palabras.
―Fiorella, estás siendo muy injusta con él, el pobre hombre no ha hecho nada, mil veces te dijo que no pasó nada, no hagas de esto un tremendo drama, si apareció aquí borracho es porque se siente afectado por la ruptura, y creo que no es bueno para su carrera automovilística, tienes que pensar en eso también ―comentó para que razonara en lo que le estaba haciendo―, ¿mira si empieza a descuidar su carrera por haber roto contigo?
―No quieras hacer que me sienta en parte culpable por algo que él solito hizo y la reventada de su exnovia también ―apostilló con fastidio.
―Ay Fiore, baja un poco el enojo que tienes dentro, te lo pido por favor ―respondió con calma―, ¿lo quieres todavía? ―interrogó observándola con atención.
―Sí, sabes bien que sí. Sabes perfectamente que lo amo ―confesó sin dudas y con honestidad absoluta.
―Pues entonces, haz a un lado lo que tu cabeza piensa y trata de hablar de buena manera con él, como te dije antes, si vino hasta aquí, sabiendo que debía viajar a Estados Unidos, fue porque realmente no quiere estar mal contigo, incluso fue descabellado lo que hizo, viajar de un país a otro sin haberlo pensado bien antes ―manifestó para que le remordiera un poco más consciencia.
―Fue una locura lo que hizo anoche ―dijo sorbiendo su leche con café.
―¿Y ni con eso te ablandas? ―la picó.
Ella negó con la cabeza y Lorenza agachó la cabeza resignada.
―En fin, me iré porque veo que no vas a recapacitar en nada de lo que te diga.
―¿Vienes a la noche? Digo... para no quedarme sola.
―¿Por qué no se lo dices a él? ―lo señaló.
―No me fastidies más ―acotó con normalidad.
Su mejor amiga ante la poca amabilidad de ella, se levantó de la silla y tomó sus cosas para irse de allí. Fiorella dejó la taza sobre la barra donde estaba sentada también y miró al hombre dormir con serenidad.
«¿Qué haré contigo, Luka Cassiragghi? ¿Qué haré?»,reflexionó.
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