Capítulo 2
Autódromo de Monza, Italia
Era de noche cuando se iría a realizar la carrera y tal parecía que todas las demás serían así también. Su padre, el día anterior había llegado muy tarde y ahora, estaban ambos desde el mediodía, para terminar de ultimar todo y que nada se quedara en dudas o fuera de revisión.
Fiorella estaba en un rincón pero frente a las pantallas para poder ver la carrera mientras que para matar el tiempo de lo aburrida que estaba, dibujaba pequeñeces en su bloc mediano de dibujo.
Un trueno se escuchó a lo lejos de allí y la joven casi dio un saltito de miedo de donde estaba sentada. Tragó saliva cuando vio el cielo que comenzaba a cubrirse de nubes color rosa y gris.
Cuando todo estaba preparado para dar inicio a la carrera, antes de ello, los pilotos se pusieron en hilera para escuchar el himno nacional italiano. Ella caminó hacia la salida del pit y se ubicó al lado de su padre para escucharlo también.
El piloto desvió los ojos hacia la joven, más no giró la cabeza.
¿Quién era y qué hacía allí también? Nadie se la había presentado ―caviló Luka.
Una vez que el himno culminó, todos se pusieron en sus puestos y ella volvió a sentarse para mirar la carrera desde las pantallas. Dos horas después, la carrera terminaba y ninguno quedó conforme con el resultado, mucho menos el piloto.
Antes de que él se fuera de allí, la muchacha lo siguió detrás. Estaba con varios hombres más pero no le importó, por lo que con amabilidad le pidió el favor que le había pedido su amiga.
―¿Te molestaría si te pido un autógrafo? Por favor ―le preguntó mostrándole el librito de fotos y un rotulador blanco.
―Sí, me molesta, no te firmaré nada ―le respondió demasiado seco y girándose para mirarla.
―Es solo una firma, no te estoy pidiendo tu número telefónico ―le contestó intentando que lo que le dijo no le afectara.
―Lo que te faltaría, ¿verdad? ―expresó con ironía y con una risa de sorna―. No firmaré nada ―retrucó matándola con la mirada.
Ella ante la poca amabilidad de él, frunció el ceño enojada y le habló clarito.
―Tienes bien merecido el cuarto puesto porque eres un patán, arrogante y engreído ―le escupió con enojo apretando luego sus labios―. Muchos músculos para poca amabilidad ―levantó una ceja al tiempo que lo miraba con desafío―. Cerebro de mosquito ―ladeó la cabeza y sonriendo con diversión.
Ninguno de los que estaban con él y presenciando la escena, habló o murmuró algo. Solo fue Cassiragghi quien remató el comentario de ella porque le había tocado la vena del ego que estaba acostumbrado a tener.
―A ver nenita, ¿quién te crees que eres para hablarme así? ―le inquirió cruzándose de brazos y uniendo las cejas de manera enojada.
―No me creo nadie pero mejor que tú, seguro ―formuló con sarcasmo―, solo te pedí un autógrafo pero no vales la pena ―manifestó con desagrado.
―¿Cómo entraste? Porque a mí nadie te presentó frente a mí ―cuestionó arqueando una ceja.
―Habló la última gaseosa del desierto que todos anhelan tener ―emitió con burla y alguien detrás del italiano comenzó a reírse por lo bajo―, no creo que sea una obligación o regla que alguien tenga que decirte quien es tal o cuál persona, solo eres el piloto, machito ―confesó con sorna y asco.
―Fiorella, ubica lo que dices por favor ―le dijo su padre acercándose a ella cuando escuchó el altercado que estaban teniendo.
―¿Por qué debo ubicarme en lo que es verdad? ―interrogó frunciendo el ceño.
―Por favor... pídele perdón ―le anunció y la joven quedó aún más desconcertada.
―¿Me estás jodiendo? ―cuestionó mirándolo perpleja―, no le pediré perdón, no le falté el respeto tampoco, si vamos al caso, le pedí amablemente un autógrafo y me contestó como lo que es, un engreído y pedante, no es mi culpa que haya salido cuarto en la carrera. Así que no me voy a retractar, tampoco le pediré disculpas, no hice nada malo o fuera de lugar, lo siento por ti ―le expresó con sinceridad absoluta su hija―. Me regreso al hotel, no te voy a esperar ―le contestó molesta―, al piloto le explotó la testosterona de lo furioso que se encuentra ―comentó con sarcasmo mientras caminaba hacia la salida y pasando por el medio de los demás empleados y sobre todo, al lado del piloto.
Cuando salió del circuito, se encaminó al hotel aunque a medida que avanzaba, presentía que alguien más la estaba siguiendo, varias veces miró para atrás pero nadie se encontraba allí, la lluvia se instaló en Monza y aligeró los pasos para resguardarse en el hotel.
Apenas entró al cuarto, se preparó para dormir, ni siquiera tenía hambre porque la disputa tan petulante que tuvo con el piloto, le había cerrado el estómago. Luka Cassiragghi podía ser muy atractivo e imponente pero no tenía tacto con las personas y menos era agradable cuando hablaba. Tres horas después de toda la organización para la carrera, el italiano se encontraba dentro de la cama del hotel y en el mismo piso donde estaban los Tassone también. Sin poder evitarlo, sonrió y casi se carcajea cuando recordó la discusión con la argentina porque de una cosa estaba en lo cierto y era que aquella jovencita era la hija de su ingeniero jefe de carreras. Se quedó dormido pensando en lo último que ella le dijo cuando salió del pit.
A la mañana siguiente la joven se levantó más temprano que su padre y mientras se aseaba y preparaba para bajar a desayunar, recordó también las palabras que tanto el piloto como ella se habían dicho delante del equipo. No le afectó en nada, tenía muy bien merecido todo lo que le había contestado y no se iba a retractar para pedirle disculpas, no se las merecía. Le dejó una nota a su padre, avisándole que iba a desayunar y cuando la dejó al lado de la mesa de noche, salió de la suite.
Al entrar al elevador, apretó el botón que la conduciría al restaurante. Se apoyó contra una de las paredes y antes de que las puertas se cerraran, una mano bloqueó el cierre de las mismas. Entró junto con ella, Cassiragghi. Revoleó los ojos al saber que iba a compartir pocos segundos con él dentro del aparato y ni se preocupó en preguntarle a qué piso iba, porque tal parecía que el hombre iba a desayunar también. Cuanto antes quería irse de allí y volver al departamento y a la rutina monótona de las clases.
Apenas las puertas se abrieron, salió disparada al restaurante sin mirarlo. Eligió lo que iba a comer y beber y, se sentó en una mesa alejada de los demás que estaban desde hacía rato desayunando. Mientras comía algo y bebía el café con leche, se mensajeaba con su compañera de clases, entre risas le confesó que no pudo conseguirle el autógrafo, porque el piloto había terminado siendo un completo imbécil. Lorenza se rio y le escribió que para la próxima podría intentarlo de nuevo. La argentina, sin perder el tiempo en redactarle la respuesta, se la envió por audio.
Olvídate de que vuelva, no pienso acompañarlo otra vez ―casi le gritó furiosa.
De acuerdo ―le respondió con otro audio entre risas.
De verdad te lo estoy diciendo, Lorenza. Nunca lo acompañé y no habrá una segunda vez, me bastó con todo lo que pasó anoche ―volvió a hablarle.
Ok, no te enojes conmigo por lo que tuviste que pasar anoche.
No me enojo, solo te recalco que no vuelvo a acompañarlo ―le contestó con énfasis.
Bueno, ¿y vuelves hoy? ―preguntó con curiosidad en su voz.
Sí, en un rato tomaré un taxi y vuelvo a Milán.
Está bien, entonces... nos vemos mañana ―le respondió con un tono de voz alegre.
Hasta mañana ―le habló ella.
No le llevó muchos minutos más en terminar su desayuno y cuando lo hizo, se levantó de la silla y giró para encaminarse de nuevo a la salida del restaurante y subir al cuarto. Antes que eso, se encontró con su padre a la mitad del camino.
―Buen día linda. ¿Cómo estás? ―quiso saber su padre.
―Buenos días, estoy bien, ¿y tú? Te cuento que subo a agarrar mis cosas y vuelvo al departamento ―le emitió muy escueta.
―¿Ya? ―preguntó abriendo los ojos.
―Sí, me quedé mucho tiempo. Tengo mis cosas también, sé que deben viajar a España así que te dejo tranquilo para que tú y los demás apronten todo, nos hablamos mientras tanto ―le dijo su hija abrazándolo por la cintura y dándole un beso en la mejilla.
―De acuerdo, no puedo obligarte a que me acompañes, más si tienes una beca que debes aprovechar ―le expresó con una sonrisa mientras le daba un beso en la frente.
―Buen viaje y trata de que a la testosterona andante se le baje un poco el ego ―le manifestó en burla.
―¿Cassiragghi? ―inquirió con intriga y levantando las cejas con asombro.
―¿Quién más sino? Su apodo tendría que ser; Luka Testosterona andante Cassiragghi ―formuló con burla.
―Eres terrible Fiorella ―dijo con risas.
―Me iré, hasta pronto, papá ―le respondió su hija volviendo a darle un beso en la mejilla.
―Cuídate mucho y cualquier cosa, me hablas por favor ―comentó con seriedad su padre.
―No te preocupes, estaremos en contacto ―le expresó y se retiró de allí.
Para terminar el capítulo, les dejo al bombón italiano que interpreta a Luka Cassiragghi. <3
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